domingo, 20 de junio de 2021

Todo lo que creías saber probablemente sea mentira (IV)

Los violines de Stradivarius en realidad no son para tanto, pero nunca lo sabrás, porque las mentiras exitosas son duraderas.

Se cree que Antonio Stradivari nació hacia la segunda mitad del siglo XVII, probablemente en 1644 ó 1648, en Cremona, Italia, donde aprendió el oficio de luthier de la mano del mismísimo Nicolò Amati (otra bestia entre los constructores de violines cremoneses y maestro, además de Stradivari, de fieras como Guarneri y Stainer, entre otros) e instaló su propio taller hacia 1683.

Probablemente, Stradivarius (de la firma latina que el autor inscribía en sus obras: «Antonius Stradivarius Cremonensis faciebat anno...», «Hecho por Antonio Stradivari, de Cremona, en el año...») fuese la primera o de las primeras marcas comerciales de éxito mundial. Siglos antes de Nike, Coca-Cola y Pornhub. La extraordinaria calidad de los instrumentos manufacturados por el taller de Stradivari, la exquisitez de su construcción y el sonido característico que se les atribuye los han convertido en una leyenda que conoce hasta la gente que no sabe nada de música o sólo escucha reguetones. Es tal la reputación de estos instrumentos, que ya desde hace siglos empezaron a falsificarse. De los más de seiscientos violines, violas y violonchelos del taller de don Antonio que han llegado hasta nuestros días, los mejores expertos en la materia no se atreven a pillarse los dedos y certificar cuántos fueron realmente fabricados por el artesano de cremona, cuántos por algún alumno, ayudante o imitador y cuántos por un oportunista que tuvo acceso a stocks de madera antigua indistinguible, a todos los métodos de datación y análisis químico, a la que empleaba el cremonense.

Presuntamente, el sonido de un violín Stradivarius es único. Presuntamente los materiales con los que fue construido son inimitables, pues la sonoridad obtenida de esas maderas (arce, pícea y sauce, principalmente) era un efecto directo del crecimiento anómalo de los árboles durante la «pequeña edad del hielo» que castigó el Hemisferio Norte durante los siglos XIV a XIX, o de los baños químicos ultrasecretos a los que el luthier más famoso del mundo sometía a sus obras, o de los barnices «receta familiar que me llevaré a la tumba» que empleaba, o de la conjunción de las esferas, los suspiros de las musgañas enamoradas, los hongos misteriosos del planeta Nefaria o las propiedades revitalizantes de la lefa de unicornio. Sea cual fuese el fenómeno, nadie habría logrado igualar ni superar el exquisito sonido de los instrumentos de don Antonio, motivo por el cual los pocos disponibles pueden alcanzar precios desorbitados, si consigues que alguien te venda uno (El Lady Blunt se vendió por casi 16 millones de dólares, pero El Mesías está valorado en 20 millones), exigen seguros ruinosos y han sido objeto de robos e incluso de tráfico clandestino por parte de delincuentes profesionales.
Ser tan ignorante debería ser delito.

Y sin embargo, un estudio de 2014, «Soloist evaluations of six Old Italian and six new violins», por Claudia Fritz, Joseph Curtin y otros, disponible aquí, pone muy en cuestión la privilegiada sonoridad de los violines Stradivarius. Básicamente, para dicho estudio se realizó una audición a ciegas con diez músicos profesionales que tocaron, vendados, seis violines clásicos, cinco de los cuales eran Stradivarius, para un público de expertos y aficionados a la música y los resultados fueron desoladores para los forofos del mito del «violín mágico yuyu superchuli hiperferolítico»: seis de los diez intérpretes preferían el sonido de los violines modernos y casi ninguno de los oyentes era capaz de distinguirlo del de los instrumentos antiguos.

Pero no importa, porque la gente no quiere que la realidad le arruine una bonita mentira y, además, en 2017 otra investigación («Chemical distinctions between Stradivari’s maple and modern tonewood», por Hwan-Ching Tai, Guo-Chian Li y otros, disponible aquí) ignoró deliberadamente las conclusiones del estilo de Fritz, Curtin et al. y volvió a apuntarse a la alquimia de las maderas mágicas plintotrónicas del espacio inferior. Las cuestionadas propiedades mágicas de los violines de don Antonio se deberían, según esta investigación, a unos místicos baños de aluminio, calcio, cobre, sodio, potasio y zinc que, afrontémoslo, nadie puede afirmar si contaminaron los árboles mientras crecían o fueron o no aplicados a los tablones ya maderados como preservantes contra hongos y organismos xilófagos por Stradivari, por los proveedores a los que le compraba el material, por Homer Simpson en una tarde de borrachera y con una máquina del tiempo a mano o por el canguro funky que siente el ritmo del universo.

Ni la página española de la Whiskypedia, ni la inglesa, recogen este artículo ni mencionan polémica alguna sobre la atribuida y ahora cuestionada calidad excepcional de los violines de don Antonio. ¿Para qué molestarse en confundir a las mentes sencillas que acuden a la Yupipedia buscando respuestas rápidas y nada de conocimiento? La poca publicidad que se da, aquí y en Lima, a la ciencia (y la resistencia de los científicos a hablar en términos absolutos sobre temas complejos o insuficientemente documentados) permite perpetuar verdades en el mejor de los casos dudosas, como que los Stradivarius son los violines con mejor sonido del mundo, algo que, a tenor del estudio con intérpretes y auditorio ciego presentado más arriba, conviene poner entre comillas.

Esto es universalmente válido: si quieres pillar a un gilipollas, hazle una pregunta sobre un tema muy complejo. Si te da una respuesta rápida y segura y, repreguntado sobre el particular, asegura no tener la menor duda al respecto, ya se ha retratado: es un completo necio y deberías alejarte de él como el demonio del agua bendita. Hay pocos reactivos mejores para detectar analfabetos: nunca dudan de nada, están seguros de saber todo lo que se puede saber sobre cualquier tema y siempre tienen respuesta para todo.

Y ese teorema me incluye.

Sí.

Que sí, carallo.

Que yo también puedo ser gilipollas a veces. Aunque, lo juro, sin mala intención y por accidente.

¿Quieres que te un ejemplo? Te doy un ejemplo.

Hace algunos años escribí en esta bitácora que nunca había experimentado el llamado «bloqueo de escritor». Eso era cierto entonces, y no era menos cierto que la relativa chulería con la cual me saqué los cojones y di catorce golpes en la mesa con ellos, creyendo probar mi bravura y machorrez literaria, partían de un conocimiento superficial, en el mejor de lo casos, de lo que es el verdadero bloqueo de escritor, así como de la vanidad de no haberlo sufrido nunca.

La exitosa mentira de que sólo hay un tipo de bloqueo de escritor me llevó a incurrir en una afirmación tan falsa como delatora de mi ignorancia, doble pecado por el cual presento mis excusas. Desde mi desinformada perspectiva de lo que representa el bloqueo creativo, un escritor sólo se bloqueaba cuando es incapaz de llenar la pavorosa página en blanco. Si te quedas mirando la pantalla de tu procesador de textos o un folio todavía virgen y no eres capaz de poner una miserable frase en cualquiera de ellos, estás bloqueado.

Pero qué gilipollas puedo llegar a ser cuando me lo propongo, copón.

Que yo sepa, a estas alturas, y después de hacer examen de conciencia, existen al menos cinco tipos de bloqueo de escritor y, en un momento u otro, en mayor o menor medida, yo ya los he sufrido casi todos. Ahí va una pequeña clasificación surgida de mi experiencia. Las etiquetas son sólo eso y no deberían convertirse en categorías. Sólo las he puesto para distinguir unas razas de bloqueo de otras y podrían ser intercambiables con la taxonomía elaborada por cualquier otra persona informada:

1. I'm too sober for this shit. El bloqueo lingüístico: te sucede cuando sabes lo que quieres escribir, pero por alguna razón no consigues encontrar las palabras correctas para hacerlo. Todo te suena a manido, trillado. Todas tus elecciones para cada puñetera frase parecen vulgares, torpes, insuficientes. Cada adjetivo, una chepa. Cada verbo, pueril. Cada frase, tarada. Escribes mil veces la misma mierda y las mil veces la tachas, asqueado de tu ineptitud literaria. Esto le pasó al menos una vez a Joyce, del cual cuentan que, a la pregunta de un amigo, «¿qué tal ha ido el trabajo hoy, Jimmy?», contestó, «fatal; sólo he escrito tres palabras». «Pero eso está bastante bien, ¿no?» dijo su amigo, que parece ser que intentaba darle ánimos a este sucedáneo de escritor, a lo que Joyce contestó «sí, pero no sé en qué orden van».

2. I'm too old for this shit. El bloqueo motivacional: lo sufres cuando sabes lo que quieres escribir y eres capaz de escribirlo si te fuerzas a hacerlo, pero por alguna razón te faltan la energía y la motivación para hacerlo. algo falla, no en tu capacidad de escribir sino en tu rutina de trabajo. Quizá te han expulsado de tu rincón de escribir preferido, o unos vecinos particularmente folladores se han mudado al piso de arriba y se pasan el día distrayéndote con sonidos de apareamiento a escala zoológico. Es más o menos lo que le pasa al personaje de David Duchovny al principio de la primera temporada de Californication. No ha perdido su mojo con el diccionario, es sólo que no es capaz de obligarse a sentar el culo en una silla y escribir. Este tipo de bloqueo es el más dependiente de, el más profundamente arraigado en el estado anímico y las circunstancias personales del escritor, como, otra vez, se puede ver en Californication: después de vender por una millonada los derechos cinematográficos de su obra maestra, el temperamental y promiscuo enfant terrible de las letras inglesas Hank Moody se ha quedado afónico de gritar lo que Hollywood le ha hecho a su novela (que es lo que hace básicamente con todos los libros: violarlo en grupo hasta que revienta por las costuras), ha perdido a su mujer, que, harta de la pena que Hank se da a sí mismo, de las típicas neuras de escritor y de los cuernacos que le ponía, se ha divorciado de él y se va a casar con un supertriunfador multimillonario, fracasa una y otra vez en ser un padre medio decente para su hija y además va y le mete palmo y mitad de salchichón a una fan que, ay que joderse, resulta que era menor de edad, aunque no lo parecía.
¡Si es que no lo parece!
(La dulce Madeline Zima ya tiene tablas, ¿eh? A ver si la reconoces en esta otra foto):
(Pista: no es la morena, ni tampoco el niño).

3. I don't have time for this shit. El bloqueo estructural: te asalta cuando no tienes realmente un plan claro para la historia, o los personajes. No tienes ni siquiera demasiado claro el argumento de tu libro, guion, cuento, y el trabajo se prolonga párrafo tras párrafo, página tras página, dispersándose en mil direcciones distintas, y lo que iba a ser una novela de cien mil palabras es un ilegible bégimo con más páginas que velas la tarta de cumpleaños de Jordi Hurtado pero sin pies ni cabeza y al que sigues añadiendo palabro tras palabro sin verle todavía el final, que es exactamente lo que le pasa al personaje de Michael Douglas en Jóvenes prodigiosos (una «novelita pequeña» se convierte en un monstruo de más de 2600 páginas sin final a la vista) y lo que me ha pasado a mí en al menos dos ocasiones.

4. I'm too tired for this shit.
El bloqueo de fin de proyecto: te acosa al final de un trabajo, sobre todo si ha sido especialmente retador, o prolongado en el tiempo, o emocionalmente exigente. Es un momento «¿y ahora qué?», un gélido dedo de «Sarah Sampaio Dominatrix, ¿qué se supone que voy a hacer a continuación?» en tu columna vertebral y, si el proyecto finalizado es, o al menos te lo parece en su momento, tu obra maestra, el bloqueo de fin de proyecto es una patada en los cojones de «nunca podré hacerlo mejor». Es decir, que cuando ya estabas acabando esa puñetera novela que tanta guerra te había dado y comenzabas a ver la luz al final de túnel...

Créeme, esto pasa más de lo que a los escritores nos gustaría. Apechuga y aprieta los dientes, que la cosa tiene mal remedio.

5. I can't get my shit together. El turbobloqueo masivo súpermaster del universo de destrucción mutua garantizada surgido del pútrido chumino satánico de la mismísima hija bastarda pansexual, vegana y yonqui de la gran puta bisiesta de Babilonia: se te come vivo cuando no puedes escribir nada. Literalmente NADA. El bloqueo clásico, que yo creía que era el único, en el que te quedas mirando como un emporrado la página en blanco y preguntándote si será demasiado tarde para preparar oposiciones a engrasador de concursantes de certamen provinciano de culturismo patrocinado por una discoteca de ambiente participada en un 60% por el Cártel de Sinaloa. Éste, gracias a Blas, no lo he sufrido... todavía. Pero, eh, la fiesta acaba de empezar, así que no diré «de este agua no beberé».

¿Soluciones?

Eh... perdona pero ¿me estás puto preguntando por soluciones? ¿A mí?

Joder, pues sí que estás desesperado, paisano.

A ver, no quiero untar mierda en tu tostada, pero básicamente del bloqueo literario se sale... escribiendo. No hay trucos mágicos. Y sí, ya sé que la respuesta toca los nakasones a cuatro manos. Es como estar cojo y que te digan que eso se cura con un paseo. No tiene sentido ni es lo que quieres oír. Al que se está asfixiando no se le pasa el ahogo porque le digan que respire.

Pero, en serio, la única forma de romper el bloqueo de escritor es escribiendo. Así que estos consejos, que te doy desde mi experiencia personal y bajo ningún concepto puedo garantizarte que sirvan para tu caso, te van a resultar un poco monótonos.

a. Cómo romper el bloqueo Tipo I: «I'm too sober for this shit».

Simplemente escribe. Tira pa'lante y no te preocupes de hacer el guapo con el diccionario. Ya habrá tiempo para eso. Cuenta tu historia, desarrolla tus personajes, aunque para hacerlo emplees el lenguaje de un apache con frenillo. Tira millas como un puma. Como quiera que el 90% del trabajo de un escritor no es escribir, sino reescribir, o sea corregir, cuando tengas tu primer borrador habrá llegado el momento de buscar frases floridas y escoger el vocabulario adecuado, tareas que podrás acometer con mayor confianza en ti mismo porque, ¡sorpresa!, habrás superado tu bloqueo.
Eso, eso: tú tira pa'lante que ya lo arreglarás luego.

Este consejo, que te aseguro que a mí nunca ha dejado de funcionarme, además es una excelente prueba del nueve para tu proyecto. Si tienes una buena idea, que se pueda volcar en un argumento del cual extraer una historia interesante, serás capaz de exprimirla con léxico de parvulario, con viñetas de romance de ciego o con muñecos de guiñol. Si no eres capaz de desarrollar esa historia, puede que tus fundamentos no sean tan sólidos como pensabas. Puede que incluso no tengas fundamento alguno.

Dale una pensada.

Escribe. Escribe borradores de mierda, que ya tendrás tiempo de arreglarlos luego. Y, si tienes el vocabulario de un alumno de ESO medio tonto, ¿por qué no coges a algún escritor que sí sepa lo que se hace (Dostoievsky, Auster, Baudelaire, Murakami, Pérez-Reverte, Corín Tellado, Sasha Grey) y copias las frases, los párrafos que más te gusten? En el peor de los casos, puede que aprendas un par de términos nuevos. En el mejor, quizá te enseñes a ti mismo a ser un plagiario medio decente.

b. Cómo romper el bloqueo Tipo II: «I'm too old for this shit».

Bueno, éste es más complicado porque puede deberse a diferentes causas y, si no son evidentes o no puedes identificarlas en un primer momento quizá te desanimes, te agobies y tu bloqueo se agrave. Y no, no te recomendamos que intentes alguna «ayuda química», particularmente si para ese suplemento cerebral necesitas receta médica o unas vísceras a prueba de bomba. Desde Paratroopers, servicio público, servicio Comansi, doble función, sensación única, recomendamos enérgicamente hacer una literatura sana y 100% libre de drojas.
(Joder, Riley, deja de hacer esa guarrerida española con el dedo y líame otro porro, joder, que estoy intentando escribir. ¡Siempre pensando en lo único, copón!).

¿Has pensado en cambiar el lugar en el que escribes? Para mí funcionó. Durante años escribí en la cocina de mi casa, con la tele encendida. En algún momento, eso dejó de funcionar. Probablemente mi cerebro se resecó un poco y ya no me resultó posible concentrarme en un cuarto en el cual, en un día normal, había gente entrando y saliendo cada treinta segundos, abriendo y cerrando la nevera, preparándose un bocata de Nutella con chorizo Revilla, cambiando canales, insultando a Rociíííííto... Simplemente un día descubrí que llevaba tres años atascado en el segundo capítulo de un libro (que acabó teniendo dieciséis) y llegué a la conclusión de que no podía seguir así. Me mudé a un cuarto en el que raras veces entraba nadie (aunque misteriosamente, y porque las leyes de Murphy son las leyes de Murphy, de repente todo el mundo tenía algo que ir a hacer o buscar en aquel cuarto, varias veces diarias, y entraban como un pelotón de GEOs, cortándome la meada en medio de un párrafo) y allí acabé ese libro y escribí tres más.

También me resultó muy útil establecer una rutina. Un horario de oficina, por así decirlo. Empezaba todos los días a la misma hora, a menos que los pequeños problemas de mi mala salud de hierro o algún imponderable me lo impidiesen, escribía durante dos horas, me tomaba una pausa de veinte, veinticinco, treinta minutos para oxigenarme, preparar un té, tomármelo, trabajaba de nuevo hasta las siete de la tarde, hacía una hora de ejercicio (mis problemas de espalda todavía no se habían vuelto una jodienda perpetua por aquel entonces), me duchaba, cenaba y trabajaba otro par de horas, tres como mucho, para estar a las once, once y media en la cama. Y al día siguiente, repetir.

Ponerme un horario, una disciplina y unos objetivos (cuatro, cinco páginas diarias mínimo), tenía un efecto muy llamativo: en el momento de sentarme, mi cerebro ya estaba en «modo escritor» y listo para empezar  emborronar cuartillas como un poseso. La disciplina me hacía ser más productivo que nunca. Haz la prueba y ya me darás las gracias.
Riley! ¡Se acabó! ¡No te aviso más! ¡Apártame tu grupa del hocico, que esta noche te quedas sin follar! ¡Pecadora de la pradera!)
c. Cómo romper el bloqueo Tipo III: «I don't have time for this shit»

Resume el argumento de tu novela en un par de páginas como máximo. Haz un esquema de tu obra. Una guía de personajes. Un resumen por capítulos. En pocas palabras: aplica el Método Sommer.

Nueve de cada diez veces que he perdido el control de una novela, ha sido por no haber hecho los deberes. Por no aplicar el método que he desarrollado a base de dejarme los dientes y pelarme los huevos resolviendo los problemas que yo mismo, mi bisoñez y mi osadía nos habíamos autoinfligido.

Es difícil dispersarte y provocarle un edema a tu libro si sabes exactamente lo que quieres contar, los personajes que vas a emplear y cómo se relacionan unos con otros, dónde y en qué marco de tiempo se desarrolla la acción y cuáles son los temas que quieres tratar en tu historia. Un buen mapa de tramas, una cronología básica y algunos apuntes biográficos te ayudarán a airear tu libro y que todo fluya como la seda.
¡Que he dicho tu libro! ¡Tu libro!

Es difícil desparramarte si sigues este método de trabajo... y, sin embargo, en la novela más larga que he terminado hasta la fecha, un libro para el que reuní más documentación e hice más índices, glosarios, roles de personajes y cronologías que para todos los demás juntos, acabé con dos mil páginas de texto.

Y créeme que le he quitado paja. Reiteraciones, sobre todo (había temas que se repetían una y otra vez, como si los lectores fuesen cortitos y no lo pillasen a la primera). Y sin embargo, y aunque aún no he terminado el borrador definitivo y, por lo que a la extensión del texto se refiere, tal vez sea posible afeitarle un 1% más, estoy razonablemente satisfecho del resultado y, a grandes rasgos, creo que he contado la historia que quería contar, pasando por los hitos argumentales y temáticos que quería recorrer y con bastante dignidad, modestia aparte.

Lo cual es peligroso, porque dando por cierto que esto sea así y no esté intentando justificar mi incapacidad para la síntesis, eso significaría que en ocasiones una historia puede extenderse porque es necesario que lo haga, y, en ese caso, ¿cómo distinguir una historia que necesita ese desarrollo de un típico caso de bloqueo Tipo III?
¿O cómo interpretar correctamente el lenguaje no verbal de esta señorita?

No tengo ni puñetera idea, lo siento. No soy un gurú ni Piter Sánches. No tengo respuesta para todo.

d. Cómo romper el bloqueo Tipo IV: «I'm too tired for this shit»

Éste tipo de apollardamiento creativo lo he sufrido un par de veces, sobre todo al finalizar proyectos un poco largos o particularmente exigentes, ya sea en el plano técnico o el emocional (hay libros que me ha dolido escribir). Hasta el momento, he salido más o menos bien librado echando mano de alguno de mis proyectos inconclusos, de alguna de mis ideas, de mis tratamientos, de las novelas en reserva de las que, a lo mejor y a lo sumo, sólo tenía un puñado de notas, un índice de personajes principales y quizá unos párrafos de prueba.

Y no me ha ido mal del todo.

Tal vez eso signifique que el bloqueo «I'm too tired for this shit» es, como su nombre indica, una expresión de agotamiento. Acabas un proyecto y acabas intelectual, y a veces físicamente, exhausto. Es normal pensar que lo has dado todo en ese (pen)último libro. Que no te queda nada. Que has chocado contra «el muro». Y es que escribir una novela se parece mucho a correr una maratón, y es igual de exigente, aunque consume otro tipo de energías.

Pero, en fin, como ya hemos dicho que del bloqueo de escritor se sale escribiendo o no se sale, si sufres este tipo de parálisis creativa y no tienes unos ahorros en forma de historias inconclusas a las que echarles el diente, ¿por qué no pruebas a, simplemente, escribir?

¿Por qué no pruebas, yo qué se, a extraer el argumento de alguna de las obras capitales de la cultura humana y vestirlo con una nueva historia? Cámbiale el sexo al protagonista. Ambienta la acción en una época o un país diferente. No, no importa que lo que escribas sea una mierda. El 90% de lo que se escribe es mierda y tú no eres una excepción. Lo importante es que estás escribiendo, aunque sea mierda. Ya no estás bloqueado.

Si eso no te funciona, ¿por qué no, simplemente, escribes que estás bloqueado? Escribe sobre lo difícil que te está resultado romper el bloqueo. Sobre que estás tan desesperado que hasta has seguido los consejos de un indocumentado soplapollas que tiene una bitácora en Blogger sobre cómo romper el bloqueo de escritor. Una vez más, no importa lo que escribas ni cómo lo escribas mientras escribas, porque, y no sé si hemos insistido lo suficiente en ello, el bloqueo de escritor se rompe escribiendo.

e. Cómo romper el bloqueo Tipo V: «I can't get my shit together»

No tengo ni reconchudísima idea.
Ajo, agua y resina.

Lo siento. Vuelve a preguntármelo dentro de unos años y quizá tenga la respuesta.
 
Es lo que hay. No voy a escribir una entrada protestando contra las mentiras duraderas y contarte otra que, aunque fuese por accidente, se convirtiese en otra falacia de larga vida.

A pesar de todo, espero que esta entrada del Paratroopers te ayude a romper cualquier posible bloqueo literario y terminar tu libro, mi querido lector.

Aunque en el fondo no importa, porque ambos sabemos que ese libro será una mierda.

domingo, 6 de junio de 2021

Mi nombre es Ozimandias, rey de reyes; ¡mira mis obras, oh poderoso, y desespera!

Acabo de ver Army of the dead, la nueva película de Zack Snyder, y ahora le debo una disculpa a Zack Snyder. Y como lo que es justo es justo, y además es de justicia, le ofrezco al señor Snyder mis excusas desde esta bitácora que ni lee, ni ha leído ni leerá jamás.

Zack, tío, perdóname. Te había subestimado.

Zack, amigo mío, y perdóname la confianza con la cual me dirijo a ti, no sabes cuánto me alegré al enterarme de que tu próxima película se titulaba Army of the dead, lo cual apuntaba obviamente a una historia de zombis. Me alegré un montón a pesar de que probablemente hace quince años que los zombis pasaron de moda pero, ¡eh!, también el western, y The mandalorian o News of the world lo han traído de regreso. Me alegré por ti, por tu salud y tus oportunidades laborales. En serio. A pesar de toda la caña que llevo años dándote en el Paratroopers, no te tengo manía. Lo juro. La mayoría de tus películas me siguen gustando. Son de malas a terribles, cuando no abiertamente vomitivas, pero me siguen gustando. Me gustó Dawn of the dead aunque era un herético remake de un clásico de George A. Romero, el profeta del género. Me gustó 300 incluso a pesar de las libertades que te tomaste sobre el cómic original, me gustó Watchmen (ole tus cojones por intentarlo, ya que tocamos el tema), me gustó hasta Sucker Punch aunque es dolorosamente obvio que concebiste ese poema a la violaçao de crianças en la barra de un club de Los Ángeles, o en alguna fiesta trendy-fashion-cocaine de esas que dan las estrellas de cine, o yo qué se
en qué otro acto social en el que alguien te dijo «es absolutamente imposible rodar una película sin guion», y fuiste tú y dijiste «aguántame el cubata».

A las pruebas me remito, Señoría.

Admito, Zack, que empecé a perder la fe en ti mientras veía Man of steel. Te juro que me encantaría poder decir que me gustó esa película. No sabes, Zack, y me da un poco de apuro explicártelo aquí, la relación personal que tengo con el personaje de Supermán, la ilusión con la cual esperaba tu aproximación a la mitología del Último Hijo de Kryptón, lo mucho que estaba dispuesto a perdonarte, conociendo como conocía tu forma de rodar, el cabreo con el que salí del cine, las blasfemias en lenguas bíblicas que cortaron mis labios, el pavor que me heló las médulas de los huesos cuando recordé que te quedaban, por contrato, otras tres, o cuatro, o cinco (las cifras variaban dependiendo de las fuentes y las fluctuaciones de la taquilla) películas del DCU por dirigir o producir.

(Y ya empezaba a tocarme el nabo esa sospechosa obsesión tuya por enseñarnos cuerpos masculinos perfectos; ¡que intentaste afeitarle el pecho a Henry Cavill, cagonsanpitopato!)
No es que yo sea gayer, es que Henry Cavill está así de bueno.

Casi conseguiste hacerme olvidar Man of Steel con Batman v Supermán. Pero sólo casi y sólo porque, debajo de toda esa épica randiana y giros de guion absurdos, yo entreví la gran película de superhéroes que habrías podido hacer si no estuvieses tan ensimismado en tu ombligo y tuvieses alguna idea de cine o de superhéroes. Y ya he compartido contigo lo que opino de tu Zackstice League (no olvides jamás que le debes un café a todos los que pelearon por ella en su día, entre quienes no me encuentro porque, para empezar, no creía que existiese y, cuando las pruebas en contra comenzaron a apilarse, no me pronuncié por no volver a meter la gamba y porque tampoco creí que supusiese una mejora radical sobre el aborto de Joss Whedon, como finalmente quedó demostrado).

Estaba más que dispuesto a concederte el beneficio de la duda, Zack, lo juro por los muelles morritos de Sarah Sampaio Dominatrix. Tal vez, pura y simplemente el género de superhéroes no es lo tuyo. No hay motivo para hacerse sangre por ello. A mí se me da fatal el ping-pong. Y el tenis. Y el fútbol. En realidad, todos los deportes. Y ligar. Y hablar en público. Hay cosas que cada uno de nosotros puede hacer y cosas que no. Punto. Pero, carajo, tampoco seas como los del chiste («Estoy harto de todos los haters que se meten con los de Cruzcampo. Esa pobre gente sólo intenta hacer cerveza. Dejadlos en paz, que ya les saldrá»), quiero decir, antes o después todos tenemos que tomar conciencia de nuestras debilidades. La cerveza, Zack, pura y simplemente no es lo tuyo.

Aunque me gustaron Batman v Supermán (y eso que es deplorable como cine y inepta como peli de superhéroes) y Zackstice League (mucho, muchísimo mejor película que la Josstice League, lo cual no es decir nada, porque sigue siendo una mierda aunque Joss Whedon no podría haber dejado el listón más bajo), ya me he rendido contigo como director de cine de superhéroes. Simplemente, no te sale. No se te da. No es lo tuyo. No sigas intentándolo, Zack, por Dios, que te haces daño a ti, nos haces daño a nosotros y le haces daño al séptimo arte. Que te has pulido ya como mil millones de dólares en películas de superhéroes y la mejor de todas ellas es mala de solemnidad. Tienes que dejarlo, Zack. Déjalo. Estás haciendo sufrir a la gente que te quiere. Busca ayuda.
(Pero no lo deja, ¿eh?, que ahora se le me ha metido entre los cuernos que a ver si algún productor le da cien o ciento cincuenta milloncitos de esos que le sobran para hacer su versión de The Dark Knight Returns «Watchmen style» ["I would do it 100 percent Watchmen style. I don’t even think it’d be that expensive, to be honest."] en la que, supongo, podrá al fin hacer realidad su sueño de violar a Batman, o sea, justo lo que necesita el personaje para justificar su cruzada contra el crimen y sus problemas emocionales con las mujeres, y justo lo que todos los fans del personaje están deseando ver).
La opinión de Batman sobre el proyecto.

Pero, eh, que todas tus películas de superhéroes salgan como el orto no quiere decir que no puedas hacer otro tipo de cine. Uno en el que tus evidentes carencias como cineasta no sean tan obvias. Por eso, cuando me enteré de que ibas a hacer Army of the dead para Fletnix me dije «Esto le puede venir bien a Zack. Es un reboot de su carrera. Un "back to the basics". A ver si en el proceso de rodar una peli de zombis, que es lo suyo, aprende, aunque sea por accidente, un par de cosas sobre cine».


No hace falta un Godard para rodar una peli de zombis. Ni un Kubrick. Ni un Cecil B. DeMille. Ni un Luca Damiano. Cualquier gilipollas puede coger su smartphone, pintar de verde con ceras Jovi a sus amigos y currarse una peli de zombis (conozco gente que lo ha hecho). Por eso, y no, no me estoy esforzando por ser tan hijo de puta, me sale de manera natural, por eso, digo, pensé que Army of the dead era exactamente la película que debías hacer después de haber dejado dolorosamente claro que no sabes hacer otra cosa. Porque es que, Zack, afrontémoslo, todas tus películas son básicamente pelis de zombis. No te has podido desprender de los vicios, la estética, los tropos de las películas de muertos andantes. Ya hemos hablado de tu primera peli, Dawn of the dead. Tu segunda película, por alguna misteriosa razón y pese a estar basada en un cómic de Frank Miller que recoge un hecho histórico, tiene zombis ninjas persas nasis del espacio ulterior. Los personajes de la tercera tienen sólo un poco más de personalidad y motivaciones que un zombi y, si no los tuviesen, tampoco se notaría tanto porque la ambientación y la fotografía es directamente de peli de zombis. En la quinta película convertiste a la pobre Emily Browning en una zombi, vía lobotomía frontal, para que no tuviese que seguir huyendo a su mundo anime-videojueguístico-emo-postpunk de fantasía cada vez que la violaban en ese reformatorio femenino dirigido por hijos de puta en la que la habías internado. La sexta tiene a un zombi holográfico en el personaje de Russell Crowe y a un zombi moral en el de Kevin Costner. En la séptima convertiste al general Zod en el turbozombi megaciclado rompechochos de Satanás y a Kal-el, justo después de la explosión nuclear, en un zombi reseco irradiado en órbita terrestre. En la octava zombificaste de nuevo a Henry Cavill, esta vez por partida doble, y aunque no me he visto la cuarta, ni probablemente la veré nunca, seguro que también te las has arreglado para meter algún muerto viviente en la trama.
No es que yo sea lesbiano, es que Gal Gadot está así de buena.

Por eso te digo, Zack, con todo el cariño del mundo, que afronté el visionado de Army of the dead con una mezcla de esperanza en tu futuro e ilusa fe en tus habilidades como director de pelis de zombis.

Porque mira que es difícil llamarte Zack Snyder y cagarla con una peli de zombis. Joder, Zack, ¡si no tenías más que repetir lo que hiciste bien en Dawn of the dead!
(Y ahora es cuando viene el «pero»).
Showdead.

Zack, en Army of the dead no hay un encuadre bien hecho. No hay un argumento atractivo. No hay un plano bien centrado. Toda la fotografía está ligera y odiosamente fuera de foco, recurso tope-trendy-transgresor-joder-cómo-molo que te obliga a intentar adivinar en cada momento lo que estás viendo, descifrar las expresiones de los actores e intentar no cabrearte porque el director te considera tan gilipollas que desenfoca el resto de la escena para que sepas adónde tienes que mirar. La paleta de colores es la marca de la casa, Zack Snyder Approved, o sea «se nos ha caído un café en el objetivo de la cámara y nos dio pereza limpiarlo». Y esto le habrá jodido especialmente a todos los partidarios tuyos, fans fatales, talifanes con nata, que ponían la exquisita fotografía de tus películas (a mí tu «exquisito» siempre me ha parecido «oscuro, insaturado, quemado de contraste y plano», pero hay gustos para todo) como ejemplo de tu genialidad. ¿Con qué cara se habrán quedado después de ver Army of the dead, llegar a los créditos finales y confirmar que sí, que no habían leído mal, que efectivamente, que ¡voto a bríos!, tú, Zack, TÚ eres el director de fotografía de Army of the dead, así que tu presunto talento para la fotografía Zack, el tuyo, era, en realidad, el de los directores de fotografía con los que trabajaste en anteriores producciones? Y por cierto, ¿qué le ha pasado al formato 4:3? ¿No habíamos quedado en que eso era el futuro, que los otros formatos nos robaban información? ¿Es que ya no te respetas ni a ti mismo, Zack, o es que dices tantas capulladas al cabo del día que eres incapaz de recordarlas todas?

¿Cómo se les habrá quedado el cuerpo a esa gente que te defiende a capa y espada y a los que has logrado convencer de que eres un genio, Zack? ¿Por qué les has hecho esto? ¿Por qué lastimas a la gente que te quiere, Zack?
Así se les ha quedado el cuerpo.

En Army of the dead no hay una transición entre escenas correcta, pero ¡eh, que tiene un tigre zombi y un caballo zombi! No hay nada digno de llamarse guion, pero ¡eh, tiene un megazombi ciclado homoerótico con máscara de hierro! No hay un plano decente, pero ¡eh, hay una explosión nuclear! No hay personaje que nos importe un testículo prestado ni tenga motivación alguna, pero ¡eh, que tiene una corista zombi preñada y un feto zombi (recurso en el que te plagias a ti mismo, porque ya lo usaste en Dawn of the dead)! Copón, Zack, copón, que Dave Bautista es el que mejor lo hace de todo el reparto (¡Dave Bautista!) y es un jodido estereotipo con piernas y la expresividad de un cruasán poco hecho que se ha caído al suelo del obrador antes de meterlo en el horno. Por lo que se refiere a los demás actores/personajes, están Personaje Asesinable Uno, Reguetonera Devorable, Personaje Asesinable Dos, Nerd Teutón Alivio Cómico Al Que Seguro Que Se Van A Follar Por La Oreja, la Ingeniera Tocacojones de Star Trek Discovery Temporada Dos, El Violador Estándar De Película De Zack Snyder, Tío Sospechoso Con Cara De Os Voy A Traicionar A Todos Y Lo Sabéis Que Estoy Haciendo El Mismo Papel Que Paul Reiser En Aliens De James Cameron, Niña Estúpida A La Que En Su Día No Dieron Un Buen Par De Hostias Y Cuando Todo Está Yendo Bien La Caga Con Todo El Equipo Y Pone A Todo El Mundo En Peligro La Muy Subnormal Y Por Su Culpa Muere Un Montón De Gente... Joder, que el Superzombi y la Wonderzombi tienen más carisma, más expresividad y generan más empatía que ningún vivo de este largometraje, carallo.

Army of the preñadas.

¡Sara Sampaio Dominatrix bendita!

«¿Quién me ha invocado?»

¡Y los efectos especiales, Zack! Que mira que lucen baratos por momentos, ¿eh? Y eso que la peli le ha costado a Tlefnix unos noventa millones de dólares de vellón, y sigue pareciendo barata. Como si tú, Zack Snyder, hubieses cogido vicio y pretendieses hacer, con 90 miserables millones (que ya me gustaría poder gastarme en un fin de semana de desenfreno y concupiscencia en compañía de mi amada Riley Reid), con 90 millones, decía, cosicas para las que hacen falta 200. Y se nota. Se nota que querías hacer más de lo que puedes, y no llegas, porque no puedes hacer pasar 90 millones como si fueran 200. 250 millones te costó hacer Batman v Supermán, que salió como salió. 225 millones quemaste en Man of Steel, que no hay por donde cogerla. 300 millones en la Josstice League, reshoots incluidos, más entre 70 y 80 millones, depende de a quién te creas, para la Zackstice League. Zack, tú has cogido vicio e intentas que tus 90 millones para Army of the dead luzcan como 200. Y fracasas. Porque un Twingo rojo cereza, con alerón y megatubarros-Jódasevecino sigue siendo un Twingo por más que lo llames Ferrari.

¿Estos dos juntos? Qué peligro.

¡Y la música! ¡Recristo, Zack, la música! ¿Recuerdas, Zack, nuestra protesta a la banda sonora de la Zackstice League, que no sólo era inoportuna y anticlimática, sino que encima los temas musicales se pisaban unos a otros? Pues Zackstice League se merece un Óscar a la Mejor Banda Sonora comparado con lo que has perpetrado en esta cinta, Zack, y que equivale a lo que, vuelvo sobre el mismo tema, me gustaría que Riley me pidiera que le hiciese en ese hipotético fin de semana gomorriano de voluptuosidad zoológica.

Larga secuencia de zombis, showgirls, boys y chicas en fiesta de despedida de soltera incluidas, comiéndose gente en la sala de tragaperras de un casino de Las Vegas. ¿El cover de qué clásico del rock suena de fondo?

Exacto.

Bright light city gonna set my soul
Gonna set my soul on fire
Got a whole lot of money that's ready to burn
So get those stakes up higher

There's a thousand pretty women waitin' out there
And they're all livin' the devil may care
And I'm just the devil with love to spare, so
Viva Las Vegas, Viva Las Vegas

(Y otros dos temas de Elvis, que al parecer es el artista de referencia para poner música a cualquier película ambientada en Las Vegas: Suspicious minds y Night Life. Ah, sí, y sale un imitador de Elvis zombi, por supuesto. Joder, Zack, ¡qué vergüenza! ¡Qué cobardía por tu parte! Ya metidos en harina, podrías haber sacado al Elvis original).

Zack, esta pésima elección de banda sonora para tu escena del bufé libre zombi me ha dolido más, pero mucho más que Leonard Cohen cantando Hallellujah mientras el segundo Espectro de Seda y el segundo Búho Nocturno echan un polvo en Watchmen. Que ya era mala elección de música. Joder, imagínate intentar mantener alto el pabellón peneano en plena follada con tu legítima mientras un señor con voz de alcohólico sin remedio canta:

I've heard there was a secret chord
That David played and it pleased the lord
But you don't really care for music, do you?
It goes like this: The fourth, the fifth
The minor fall, the major lift
The baffled king composing Hallelujah

Hallelujah, hallelujah
Hallelujah, hallelujah


¡Joder, casi cualquier otro tema habría sido preferible para amenizar el momento de sacarle el hueso de la aceituna a Malin Akerman, o a Batman en la cárcel, como ya has declarado que te gustaría haber hecho! Mi particular sugerencia, Zack:

Zombimán.

You and me, baby, ain't nothin' but mammals
So let's do it like they do on the Discovery Channel
(Do it again now)
You and me, baby, ain't nothin' but mammals
So let's do it like they do on the Discovery Channel
(Gettin' horny now)


¡Que por lo menos no da vicisitud, conchatuhermana!

¿Y a qué viene el Götterdämmerung de Los Nibelungos de Wagner en el momento en que los protas abren al fin la bóveda acorazada? O sea, ¿qué sentido tiene, Zack? ¿Por qué escogiste ese tema y no otro? ¿Qué pasa, que lo oíste en Excalibur de John Boorman y te la puso gorda? ¿Y no te diste cuenta, Zack, que ese tema, en Excalibur, suena, si la memoria no me traiciona, principalmente dos veces; cuando la Dama del Lago entrega la espada a Merlin, acto que empieza a poner fin al reinado de la magia en la tierra, y durante la agonía de Arturo, cuando Perceval arroja de nuevo a Excalibur al lago? ¿No te preguntaste por qué ese tema en concreto suena esas dos veces concretas y qué significa? ¿No te diste cuenta de que, tal vez, sólo tal vez, el Acto Tercero Escena Segunda del Crepúsculo de los Dioses de Wagner está más que justificado en esas dos escenas concretas de Excalibur?

Deberías haber dejado más propina.

¿Qué pasa? ¿Que simplemente te pareció que sonaba de reputa madre güey pinche hijo de la chingada y lo pegaste a tu peli de zombis porque molaba, y a ti lo que te mola es molar?

Pero creo, Zack, que hasta tu perturbadora obsesión genital por Leonard Cohen, por los culturistas depilados y la violetasión; tu zurdismo cinematográfico e inepcia a la hora de musicar tus películas me podrían dar un poco lo mismo.

De no ser por, ¡ay!, la escena final de Army of the dead.

Es el doble de acción de Ben Affleck en BvS. Lo juro.

¿Qué tema musical sería el último que cualquier persona con sensibilidad, criterio musical y buen gusto escogería para la escena final de una peli de zombis? A ver si lo adivinas, Zack.

Exacto.

It's the same old theme, since nineteen-sixteen
In your head, in your head they're still fighting
With their tanks, and their bombs, and their bombs, and their guns
In your head, in your head they are dying

In your head, in your head
Zombie, zombie, zombie-ie-ie
What's in your head? In your head?
Zombie, zombie, zombie-ie-ie-ie, oh
Oh-oh-oh-oh-oh-oh-oh, eh-eh-oh, ra-ra

«¿Cuántos zombis quieres, Zack?». «Sí».

Bien, a ver si lo entiendo, Zack: el 20 de marzo de 1993, el IRA hizo estallar una bomba en una papelera pública de una calle comercial de Warrington, Inglaterra. Además de herir a 54 personas inocentes, la explosión mató en el acto al niño Johnathan Ball, de tres años. Otro niño herido, Tim Parry, de doce años y en muerte cerebral, falleció días después en el hospital cuando su familia autorizó a los médicos a apagar el sistema de soporte vital que lo mantenía en un simulacro de vida. Dolores O'Riordan, absolutamente horrorizada por lo sucedido, compuso una canción en la que dio rienda suelta a su dolor y protestó por las décadas de violencia sectaria en Irlanda del Norte. Sí, ya sabes, Dolores O'Riordan, esa pobre provinciana irlandesa con voz de ángel, anorexia y trastorno bipolar, los dos últimos probablemente causados por la violación que sufrió de niña, agresión tras la cual intentó suicidarse. Sí, hombre, Dolores, la que acabó ahogándose en su propia bañera, borracha perdida. Vamos, esa chica cuya muerte fue anunciada por cierta publicación mexicana con exactamente el mismo tacto que tú demuestras al escoger la música para tus películas:


Zack, me cago en Blas, Si no puedes respetar a Dolores O'Riordan respeta a sus pobres padres. Que tú también has perdido a una hija depresiva y melancólica que, lamentablemente, se suicidó con éxito (y nunca me cansaré de decirte cuánto lamento esta tragedia y el dolor que te ha causado) y, de paso que los respetas, deja en paz a Leonard Cohen por un momento, que a estas alturas estará bebiendo bourbon con su amado García Lorca, joder.

Una canción sobre la trágica muerte de unos niños, compuesta por una artista que también murió en circunstancias trágicas y que, encima, no dice absolutamente nada de zombis, aunque lo parezca.

Y vas tú y la usas para los créditos finales de tu peli de zombis-pokemon evolucionados con bomba atómica final.

Xombi xerxeano.

Perdona, Zack, pero yo he visto a algunos de tus más celosos defensores tratando de convencerme de lo sensible que eres y del buen corazón que tienes. ¿Por qué les dejas quedar mal? ¿Por qué te has empeñado en que te tome por una bestia sin sentimientos?

¿Sabes, Zack, que me pasé todo el metraje de Army of the dead añorando el jugoso underboob de Bubble Girl? Zack, has rodado una película que me hizo sentir culpable por no estar viendo capítulos de Boku no Hīrō Akademia, un anime sobre superhéroes que, ya me jode decírtelo, está mejor hecho que ninguna película que tú hayas perpetrado jamás, de superhéroes o de cualquier otro género, y por una fracción del presupuesto de la más barata de ellas.

¿Qué te pasa, Zack? ¿Te encuentras mal? Era una puta película de sombiz, cojona. Hasta tú deberías haber sido capaz de hacerla bien. Pero no has sido. ¿Zack por qué has rodado dos películas distintas en una? ¿Por qué en los títulos de crédito has sentado un universo amenazado por hordas de hambrientos zombis descerebrados de toda la vida y, ya metidos en harina, o sea en la película, has pasado a contar una historia completamente distinta en el que la amenaza, por llamarla de alguna manera, son un puñado de superzombis megainteligentes con los que se puede hasta negociar a nivel «hombre blanco traer piedrecitas de colores»? Zack, lo mejor de Watchmen eran los créditos iniciales, Zack. Pero ese recurso no funciona siempre y ésta vez ni siquiera lo has utilizado correctamente.

Me preocupas, Zack.

Estás yendo a menos, Zack.

El Zack Snyder de 2021 no está ni a la altura del Zack Snyder de 2004, que mira que lo tenía todo por demostrar como director de cine, pero por lo menos podía firmar una decente película de zombis.

El Zack Snyder de 2021 no es capaz ni de eso.

¿A quién le vas a echar la culpa esta vez, Zack? ¿Otra vez a Warner Bros., donde todo el mundo envidia tu sensibilidad y tu talento? ¿Ha metido Kevin Tsujihara algún quintacolumnista en Netflix para boicotear tu trabajo? ¡Si te dieron un cheque de casi cien millones y barra libre! (Y ya hemos visto el triste resultado). ¿La persona que te susurraba mongoleces al oído mientras rodabas era Joss Whedon disfrazado de script-girl?

(Eso sí, la peli está teniendo bastante éxito. Claro que también lo tuvieron el SIDA y las Sombras de Grey).
Parazombi.

Joder, Zack, que te has convertido en un puto chiste de Los Simpsons; «primero me llamaban "Fantástico Kid", después "Aceptable Kid", después "Paquete Kid" y, al final, simplemente "Moe"».


Army of the dead no funciona a nivel técnico (fotografía, sonido, ambientación, efectos especiales). Army of the dead no funciona en el plano narrativo (argumento, historia, diálogos, conflicto, coherencia). Army of the dead no funciona a nivel actores. No funciona a nivel personajes. No funciona como peli de acción. No funciona como peli de atracos. No funciona como cinta de terror. ¡No funciona a ningún puto nivel, Zack, bendito sea por siempre y alabado el primoroso potorro
peludo de Riley Reid, lleno de la gloria de los ángeles!
Mi amol.

Army of the dead no funciona. No funciona, Zack. No es que sea una hemorragia de clichés que ni siquiera parece cine, que lo es y no lo parece, es que no funciona ni como película de zombis, que mira que el público potencial del género ya tiene las expectativas por los suelos. Y te lo digo por experiencia.

Joder, Zack, que tu mejor película hasta la fecha es la primera. Y a esa película sólo le faltan dos caderazos de twerking para dejar de hacer TikToks y abrirse un Onlyfans. ¡Que Dawn of the dead es tu única película de la que casi no se puede decir nada malo, hostia ya, Zack, reflexiona, joder!
Zombisday.

Y quieres hacer una secuela de Army of the dead. Y probablemente también una precuela, una infracuela, una postcuela y una extracuela.
"Look," Snyder says for his part, "if there was ever a desire for more Army of the Dead, Shay and I know exactly where the story goes. So, yeah, we're ready."
¿Preparados para qué, Zack? Si le acabas de pegar un tiro en la nuca a tu credibilidad cinematográfica.

¡Ay, Zack, corazón, cuánto te había subestimado!
Preparándome para la próxima peli de Zack Snyder.

¡Y cuánto lo lamento!