El Arte es una herramienta de comunicación, una creación humana, dirigida a seres humanos; así pues, el Arte, como cualquier otro lenguaje, debería ser accesible a todo ser humano. Todos podemos aprender un idioma extranjero, aunque algunos lo hablen de corrido y otros sean incapaces de depurar su acento. Del mismo modo, todo Arte es accesible... o no es Arte.
La pretensión de algunos cínicos de reducir el Arte a coto privado de una minoría, un pequeño club en el cual solo se admita a los más inteligentes, los más leídos y cultos, es más que falaz: es despreciable.
(Para profundizar en este tema, te remito aquí.)De ese mismo sentimiento clasista surge el hipstérico desprecio a formas de cultura no incluidas en el canon clásico o favorecidas por el gusto del público. Es la actitud de quienes detestan a John Grisham por ser John Grisham. Es la reacción de quienes arremetieron contra el cine porque iba a aniquilar el teatro, de los que años más tarde atacaron a la televisión, que iba a acogotar al cine, y de los que ahora arremeten contra Internet, que va a destruir a la humanidad.
![]() |
Miserias del cine: cuando a los negros no les permitían ni interpretar papeles de negro. |
(No voy a recordar aquí la reacción de los amanuenses medievales cuando se inventó la imprenta de tipos móviles. Ríase usted de la vendetta entre la familia Corleone y la familia Tattaglia.)
![]() |
«O le ponemos remedio a esto o me quedo sin chollo.» |
«Los subtítulos estaban como el culo», dice el que no habla ni puta papa de danés.
«Es una crítica descarnada al fanatismo religioso de las naciones nórdicas», dice el que se durmió durante los créditos iniciales.
«Yo creo que está mucho mejor Vampyr», dice el que no ha visto Vampyr, porque es muda.
Y sigue y sigue...
![]() |
Y esto es lo que merecen todos ellos. En la punta del carallo. |
Como ese «Arte» estaba vacío, cualquiera podía llenarlo con sus prejuicios, sus ideas estereotipadas, sus pollardías mentales. Y de eso se trataba: de crear un molde lo bastante flexible para que cualquier inútil pudiese encajar en él. Para que nadie se sintiese intimidado por un poema de Blake, un grabado de Durero, una acuarela de Turner, un mármol de Bernini; para que nadie volviese a pensar, humillado y herido en su orgullo, «¡Hostia puta, esto no lo hago yo ni en mil años!».
La reacción a esta ignominia tomó una forma, a veces extrema, de provincianismo. Un grupo de gilipuertas desubicados creyó su deber emprender una cruzada que el Arte no necesitaba (ha sobrevivido sin ayuda durante miles de años), que nadie les había pedido; pero que podría ser muy digna y obtener buenos resultados de no ser por el fanatismo y desprecio de sus paladines, especie de toros erguidos que arremeten como Miuras cuando creen ver un paño rojo; y el paño rojo es, en este caso, cualquier insinuación de que el Arte o la Cultura pueden salirse de las estrechas casillas dentro de las cuales ellos las han aprisionado.
No quiero ni pensar qué opinaría alguno de estos botarates gafapastas de Paratroopersdon'tdie; ¿una bitácora donde se habla de cine y libros con abierta promiscuidad, se reverencia a Stephen King, se publican más fotos de Sara Sampaio ligerita de ropa que retratos de popes de la novela decimonónica o facsímiles de portadas de Chaucer y que, y esto ya es el colmo, se permite darle consejos literarios a esa ramera advenediza de Sasha Grey, que por haber escrito un libro malísimo ya cree que no le huele más el aliento a cipote?
![]() |
La inevitable foto de nuestra madrina. |
Dudo mucho que alguno de esos botarates arriba citados sepa siquiera como utilizar un ordenador, y si aprendiesen estoy seguro de que nunca leerían Paratroopersdon'tdie. «¿Leer en la pantalla de un ordenador? ¿Qué somos? ¿Animales?»
Pero las leyes del azar existen. Así que hay una probabilidad, siquiera pequeña, de que Gafapasto Pedántez acabe, por accidente, dando con esta pequeña, humilde e intrascendente bitácora. Y yo no puedo desperdiciar esa oportunidad de causarle una apoplejía. Ya que no puedo exterminarlos en masa, intentaré el mismo resultado yendo uno por uno, aunque me lleve más tiempo.
Así pues, queridos lectores, me dirijo a todos aquellos a los que alguna vez han mirado por encima del hombro mientras hojeaban un Spiderman, dirigido un desdeñoso chasquido de lengua mientras comentaban el último capítulo de Juego de tronos (la serie de televisión, no el libro) o una mueca despectiva tras haberse declarado fans de Ken Follet.
«¿Cómo que nunca has leído a Mariki? ¿Qué eres? ¿Un fascista?»
(Única respuesta admisible para una pichorrez de este calibre: «No, nunca he leído a Mariki; pero estoy completamente seguro que es casi indistinguible de Bujarronovich, al que tampoco he leído.»)
Señoras y señores: va por ustedes.
![]() |
En peores plazas hemos toreado. |
En el proceso, hemos perdido la mitad de nuestra alma.
Pero algunos de nosotros seguimos siendo niños y lo seremos toda la vida.
No hemos permitido que asesinasen nuestra imaginación. No hemos renunciado al asombro. No nos hemos dejado reducir a la vil condición de espectadores.
Para nosotros, los niños que ya peinamos canas, existe un Arte que nos convierte a todos en protagonistas, una forma de narración interactiva de la que disfrutamos hace muchos años, a la que defendemos siempre que la vemos atacada y con la que pretendemos reducir, desde esta bitácora, la población de culturetas desdeñosos.
![]() |
Baja alta tecnología. |
A través de dicho Arte he participado de la historia de la Humanidad, desde la cavernas a la Era Industrial; he viajado al Japón feudal y participado en la guerra civil que desembocó en el shogunato, y muerto, y renacido, más sabio, y retomado la lucha.
Amo y respeto este Arte denostado por la aristocracia cultural y vilipendiado por los hipsters reaccionarios porque, como los buenos libros, como las buenas películas, este Arte me permite vivir otras vidas, habitar otros cuerpos, amar a otras personas que tal vez nunca existieron, o que murieron hace tiempo.
Este Arte me transporta a estrellas remotas donde combato a amenazas alienígenas surgidas de la órbita de un agujero negro, me convierte en el mejor ninja de la provincia y me permite explorar, por la promesa de un tesoro, húmedas mazmorras llenas de peligros, con el ánimo tenso ante la posibilidad de despertar a un dragón.
He combatido a Drácula en su propio castillo. Y perdí. Y resucité. Y regresé una y otra vez, hasta derrotarle.
![]() |
¿Cuánto paga de contribución este tío? |
Y volví.
Y los reventé a hostias.
Y me costó la vida.
Y regresé. Una y otra vez. Una y otra vez.
Una y otra vez.
![]() |
Lo de McArthur, en comparación, parece un flato. |
Sí, has leído bien: de no ser por mí, la bandera con la hoz y el martillo jamás habría flameado en el tejado del Reichstag.
No lo vi en una pantalla.
No me lo contaron.
Lo hice.
Y todavía me estremezco al recordarlo.
![]() |
![]() |
Ah, amigo gafapasta, al fin lo pillas.
Pretendo provocarte una hernia cerebral afirmando que los videojuegos también son Arte.
Y soy capaz de tal osadía porque no he permitido que asesinasen mi imaginación. No he renunciado al asombro. No me he dejado reducir a la vil condición de espectador.
Por eso escribo. Y por esa misma razón también juego a videojuegos; esa nueva herramienta narrativa que me convierte en personaje, en protagonista, en héroe; como durante mis juegos de niño.
Tal vez, amigo gapasta, entre dosis y dosis de anticonvulsivos quieras expresarme tu discrepancia; contundentemente.
Que sepas que estoy más que dispuesto a recibirte, y a recibirte bien.
Pero tendrás que ser tú el que venga a por mí.
![]() |
Creo que esta rave se nos ha ido un poco de las manos. |
Allí o en otra parte estaré; portando la antorcha de la civilización, dando mi vida por la justicia, rescatando a la princesa de las mazmorras del rey de los koopas, matando dragones, desfaciendo entuertos, pisoteando tesoros, salvando la galaxia; porque yo soy Mario, soy Shepard, soy Belmont, Soap, Snake, Cloud, ¡soy Batman!, y lo seré una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una
y
otra
vez.
![]() |