sábado, 14 de enero de 2023

♫ Siempreeee que vuelveeeees a caaaasaaaaaaa, me piiillaaaaaas en la cociiiiinaaaaaa ♪

Si eres visitante habitual de este pandemonio de misoginia, odio racial, homofobia y GIFs animados de Riley Reid pecando contra el sexo mandamiento (no es una errata), estarás más que harto de leer críticas más o menos demoledoras de estrenos televisivos y cinematográficos y abiertamente dispuesto a convencerte a ti mismo de que Paratroopersdon'tdie es una bitácora de amargados hijos de puta que, en realidad, odian el cine y todo lo que rodea al Séptimo Arte y desean destruirlo escondidos en el caballo de Troya de la cinefilia y el amor a las buenas películas y las buenas historias.

Deutschland!


Y no podríamos culparte del todo, a fin al cabo sólo en el 2022 hemos puesto a caldo The Matrix Regurgitations, Los eternos, La casa Gucci, la temporada 2 del Brujero, Uncharted, El hombre del norte, X, Obi-Wan Fallobi y Doctor Stronzo en el muermoverso de la inclusividad contra heteronormativa, La mujer rey (¡si tan sólo hubiese una palabra en español para denominar ese concepto!) y sobre todo y por encima de todo ese despropósito de Los ladrillos del joder y seguro que se nos ha escapado alguna.

(¡Y eso que cuando escribimos la primera entrada, allá por el pleistoceno, ésta iba a ser una página sobre literatura, libros y esas cosas de vírgenes gordos y mosquitas muertas con gafas).
Me pregunto por qué.


Pero no es el caso. En Paratroopers nos sigue gustando el cine. Lo seguimos amando y aún no hemos perdido la capacidad de apreciar una buena película cuando la vemos. Y por eso nos cabrea tanto la mediocridad y la incompetencia, particularmente cuando el material de partida es tan rico y maravilloso.


Por enésima vez: no es que seamos unos capullos, es que el actual mercado cinematográfico está sumido en una burbuja de mediocridad creativa, infantilismo temático, narcisismo woke, fórmulas repetitivas y cobardía corporativa que hace casi imposible esperar una buena película.

Y si crees que estamos exagerando, déjanos proponerte un ejercicio: mira, este calendario con una selección de estrenos para 2023 que se han currado los chicos de Geek Facts:

Hagamos como ellos y empecemos tachando todas las secuelas. Se van fuera Ant-Man & The Wasp: Quantumania, Creed 3, Shazam: Fury of the Gods, John Wick 4 Chapter 4, Guardians of the Galaxy vol. 3, Fast (and Furious) X , Spider-Man: Across the Spiderverse, Transformers: Rise of the Beasts, Indiana Jones and the Dial of Destiny («probablemente la secuela más esperada de todos los tiempos», dijo nadie nunca), Mission: Impossible - Dead Reckoning Part One, The Marvels, Dune: Part Two y Aquaman and the Lost Kingdom. Me salen trece títulos. El 45% de la lista.

Ahora saquémonos de encima los spin-offs, o sea las películas que pertenecen a otros universos o que desarrollan a personajes relativamente secundarios de las grandes franquicias del momento: The Flash, que es lo que nos dan en vez de una nueva película de Batman o de la Justice League, Blue Beetle, que es lo que nos dan en vez de una película de Supermán o Wonder Woman (pero que no sea como WW1984, por favor) y Kraven the Hunter, que es lo que nos dan en vez de una nueva película de Spiderman.

Le toca el turno a los reboots o remakes, que de todo hay en la lista; o sea, pasamos a certificar la masacre de las películas del cambio de siglo que ya estamos hasta los cojones de ver y a nuestros adorados clásicos de los ochenta y los noventa que son simplemente perfectos tal y como se hicieron en su momento pero que a algún showrunner soplapollas y con tabique nasal de platino le parece que no son lo bastante gay-friendly, o lo bastante inclusivas, o que no conectan con las audiencias modernas y necesitan nuevas caras, a ser posible interseccionales y racializadas, para contar esencialmente la misma historia, o que los viejos actores les pasen la antorcha a una nueva generación (
a ser posible interseccional y blablá), o que él, con la punta de su circuncidado carallo y su máster del universo en Gestión y Producción Cinematográfica, las puede y debe hacer mejor: Scream, Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves, que tiene una pinta de producto de una noche de porros mezclados con Centramina que no se le acaba nunca, Evil Dead Rise, La Sirenita Negrificada because reasons, Teenage Mutant Ninja Turtles: Mutant Mayhem, Wonka (como si fuese posible mejorar la de Gene Wilder de 1971) y la secuela de Ghostbusters: Afterlife, que la contamos entre los reboots porque devuelve a la familia Spengler a Nueva York, sospechamos que para tomar el relevo del equipo de Cazafantasmas original.

¿Ves ya el problema, mi querido lector?
Mein Herz in Flammen!

De la lista proporcionada, nos quedan ya sólo seis títulos que no son reelaboraciones de productos previos o secuelas o ampliaciones de alguna franquicia ya establecida: la inquietante (y nerfeada para asegurarse un PG-13) M3gan, la zoológico-farlopera Cocaine Bear, Elemental, la Barbie de Margot Robbie, Oppenheimer, que es la nueva de Christopher Nolan (ya circula el chiste de que el rubio director británico está de morros porque Universal no le permitió hacer estallar una bomba atómica de verdad) y The Super Mario Bros. Movie y no, no creo que esta última pueda considerarse reboot o secuela de la de 1993 con el tristemente ya desaparecido e inmenso actorazo Bob Hoskins, el polifacético John Leguizamo y el legendario y ya también cadáver Dennis Hopper (de quien seguimos diciendo que probablemente nunca hizo una porno porque no le ofrecieron suficiente dinero), ya que la de 2023 es de animación.
Y este dato desolador nos devuelve al año 2017 (la catástrofe no empezó ahora), cuando se constató que sólo dos de las veinticinco películas más taquilleras de ése año eran guiones originales. En el año de Wonder Woman (adaptación o secuela, al gusto), Blade Runner 2049 (secuela), La La Land (original), Dunkerque (guion original) y la vomitiva Thor: Ragnarok (secuela y al mismo tiempo adaptación, libérrima y malísima pero adaptación).

PERO.

Si quitamos de la lista de 2023 Barbie y la peli de Mario Bros., que son adaptaciones a partir de propiedad intelectual de Mattel y Nintendo respectivamente, y Cocaine Bear, que está basada en un hecho real, nos quedamos únicamente con tres guiones originales en la lista que acabamos de presentarte.

Me se ha escapado una, pero lo ves, ¿no?

Tres.

De veintinueve.

El puto 10%.

Y la cosa apenas mejora si cogemos otra lista de estrenos para el presente año (en la que se repiten algunos títulos pero casi todo son producciones «nuevas»).


Por esta miseria de la imaginación y blasfema idolatría a las franquicias y fórmulas resudadas es que títulos como El menú, que hasta donde me ha sido posible averiguar no es ni la secuela, ni el remake, ni el reboot, ni la adaptación, ni la conchasumadre de ningún otro producto cultural son tan necesarios en estos tiempos de cobardía corporativa, indigencia creativa, bancarrota intelectual y la omnipresente REPRESENTEEEEEEEISHOOOOOON subnormalizadora. Y si encima la película viene respaldada por actorazos como Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy, y tiene secundarios de la categoría de Paul Adelstein y John Leguizamo, que esta vez no hace de Luigi, miel sobre hojuelas.
"You can’t leave. You’re being held hostage by a story which they’re telling for hours."
La inspiración para El menú le vino a su director, Will Tracy, durante la eterna degustación en la que participó en un restaurante de lujo noruego ubicado en una isla no muy diferente de aquella en la que transcurre la acción de la película. El mamoneo, la obsesión del chef endiosado y pedante por ofrecer a sus clientes una experiencia que trascendiese lo gastronómico, más una representación teatral que una comida propiamente dicha, la estúpida y maravillosa pretenciosidad de este tipo de establecimientos, plantaron en la mente del guionista una idea:

¿Y si un chef de talento monstruoso, desesperado por haberse convertido en un payaso para esnobs ricos y por ver desfigurada y prostituida la profesión a la que ha consagrado su vida, decidiese secuestrar a un grupo de clientes en una macabra última cena e inmolarse con ellos a los postres?
(De nuevo los «ysíes» y los «¿por qué noes?»).
¿Soy el único al que esta mujer le parece perturbadoramente élfica?

El resultado de esa especulación es El menú. Una sátira feroz de la superficialidad clasista de los gourmets diletantes y nunca ahitos de nuevas experiencias (el personaje de Reed Birney está tan mal acostumbrado a conseguir todo lo que desea por el precio apropiado contrató a Margot, el personaje de Anya Taylor-Joy, para hacerse pasar por su hija, con la que tiene un asombroso parecido, y entendemos que trincársela off camera, mientras que ni él ni su esposa, que han cenado en el restaurante del chef Slovik doce veces, son incapaces de recordar ni uno de los platos que les sirvieron en sus anteriores visitas, porque lo único de lo que han disfrutado en todas ellas es de la vanidad de saber que podían permitirse pagar la carísima reserva del restaurante, no de la comida que han ingerido en él). Una comedia negra con aliño de surrealismo corrosivo (el sous-chef que se vuela la tapa de los sesos y esos clientes que siguen comiendo como tal cosa, pensando que es un numerito de grand-guignol para amenizarles la velada) y guarnición de terror puro de oliva. Una denuncia de la impostura a la que la «cocina de vanguardia» ha llevado la restauración (lo del «pan deconstruido» es que me dio hasta risa), que es a la vez es una protesta contra la gentrificación e hiperespecialización del arte, que lo ha puesto fuera del alcance de las personas que podrían realmente apreciarlo y lo ha colocado a merced de la élite embrutecida que puede pagarlo y que sólo lo consideran un objeto de consumo más, un marchamo de clase, de distinción. Ni uno sólo de los clientes del chef Slovik está en su local por la comida, salvo quizá el atolondrado y fraudulento Tyler (Nicholas Hoult), que va de padawan foodie y es incapaz de hacerse un huevo frito al punto; todos han ido allí para poder presumir de que han estado allí porque podían permitírselo y tú no, miserable proletario mugriento, jajajá, te jodes como Herodes a ratos como Pilatos.

Películas como El menú son lo que necesitamos para recordarnos que todavía hay esperanza. Que los beneficios multimillonarios, los bonos semestrales y las remuneraciones en stock-options pueden haber corrompido el sistema de estudios y acabado, esperemos que temporalmente, con el cine de estrellas (nadie va ya a ver «la próxima película de Tom Holland» sino «la próxima de Spiderman»), pero sigue sin haber suficiente dinero en el mundo para hacer buena una mala historia ni encubrir el trabajo chapucero de actores de saldo y directores mercenarios. El menú es de las buenas. Treinta millones de presupuesto y doscientos kilotones de talento hacen parecer poca su recaudación global de 76 millones, mal augurio, nos tememos, para futuras películas de esta entidad, pero aunque la recaudación en taquilla es casi siempre una buena métrica, a menudo la única, para medir el éxito de una película, en este caso duele un poco que no haya ido más gente al cine a ver esta pequeña maravilla. Quizá porque los hábitos de consumo audivisual están cambiando y eso ya no tiene remedio, y el público potencial de El menú esté en sus casas, esperando a que salga en video on demand para disfrutar de esta joya sin tener que salir a la calle, guardar cola, tragarse tráilers y anuncios y no pillar ni la mitad de los diálogos porque una poligonera subnormal de mierda se pasa toda la proyección hablando a gritos por el móvil y cuando van a protestar les dicen que no la pueden echar porque es que, claro, ella también ha pagado su entrada.

(También maravillas como Blade Runner y El club de la lucha se comieron tremendas hostias en taquilla y hoy son clásicos atemporales estudiados en todas las buenas escuelas de cine y en algunas de las malas).
No seas moñas y ve al cine a ver El menú, si aún estás a tiempo de pillarla en alguna sala, o píllala en VoD o en disco cuando esté disponible. ¡Hay que fomentar el buen cine, y la mejor forma de hacerlo no es con hilos en Twitter, sino con nuestra pasta, con nuestras decisiones como consumidores!

Porque, a diferencia del 80% del tsunami de secuelas, reboots y remakes que se nos viene encima, no sólo está primorosamente rodada, sino que, por encima de todo, es una  obra original sin mutantes, superhéroes, jedis, inclusividad intrusiva y forzada que sólo encubren la miseria de sus creadores y la ausencia de un proyecto artístico realmente sólido.

Vete a ver El menú, querido lector. Tiene nuestro sello de garantía.


O no vayas. Quizá sea demasiado buena para ti, ¡chusma, más que chusma!

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