sábado, 8 de enero de 2022

«I wonder if we can pet him»

Si a un barril de mierda le añades una copa de buen vino, obtienes un barril de mierda.

Si a un barril de buen vino le añades un vaso de mierda, obtienes un barril de mierda.

En el caso particular del vino y la caca, el orden de los factores no altera el producto.

Dicho lo cual toca confesar, amado lector, que hacía tiempo que no sufría tanto viendo una película. Quizá porque normalmente veo películas que no me importan una mierda y con las que no tengo vinculación emocional alguna.

No es el caso de The Matrix, ni de sus infames secuelas.

Lana Wachowski, en serio,

pero

¿qué

CO

JONES
?

¿Qué has hecho?

En puto serio te lo puto pregunto.

¿Qué coño has hecho, joder?


Después de sufrir con las secuelas tenía más que claro que sería un error ir a ver The Matrix Resurrections, pero pensé que, aunque previsiblemente mala, quizá fuese una película que se dejaría acariciar. Como cuando ves un perro feo y con cara de bestiajo pero, como aún no te ha mordido, concibes la posibilidad de hacerte amigo suyo.

Me equivocaba. The Matrix Resurrections muerde.

Sí, sí. Medicación voy a necesitar. Veterinaria.

Verla no ha sido un error, ha sido un calvario. Pedagógico, lo admito (porque al menos me ha enseñado que, contra mi convicción inicial, sí era posible hacer una película peor que Matrix Reloaded y Matrix Revolutions), pero calvario a pesar de todo.

Menudo de-sas-tre.

Mira, te lo explico con un poco de ayuda visual. La primera película de The Matrix es una experiencia parecida a esto:


Mientras que The Matrix Resurrections son casi dos horas y media de esto:


La única justificación que se me ocurre a The Matrix Resurrections es que Lana Wachowski quiere destruir la película que le hizo famosa cuando aún tenía pinis y bolocs; porque es que de lo contrario no entiendo nada.

Joder.

JOOOOOOOOOOOOOODEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER.

Un cenagal narrativo, un despropósito cinematográfico, una burla al espectador, un bodrio tedioso y abotargado; The Matrix Resurrections es una catástrofe sin paliativos, una quimera lisiada incapaz de interesarte en el destino de los personajes, el desarrollo del drama o la resolución del conflicto (¿tiene conflicto esta película, ya que sacamos el tema?). No hay unos protagonistas que te vayan a caer simpáticos, no hay un misterio a resolver que pueda intrigarte, no hay un argumento que te atrape, no hay un Agente Smith, o sea un villano carismático y temible con verdaderas posibilidades de triunfar (en realidad sí hay un Agente Smith, pero es patético), ni un Cifra, o sea un Caballo de Troya confabulado con el villano para arruinar los esfuerzos de los buenos de la peli para salvarnos a todos.

He visto The Matrix Resurrections y ahora necesito una ducha. Y una mamada. Pero dudo que vuelva a sentirme limpio o ponerme palote en meses.

¿Recuerdas cómo empieza la película original, querido lector?; presentándonos a
un hombre y una mujer que hablan por teléfono. Ambos están preocupados por la seguridad, temen que puedan estar escuchando su conversación y, de hecho, lo están, porque un grupo de policías y unos tipos uniformados con pinta de agentes federales se presentan allí con intención de detener a la mujer, que les da una somanta de palos y desaparece de forma casi mágica (pero todavía explicable racionalmente, en este momento de la película; ¿quizá simplemente se escabulló en el momento del choque contra la cabina de teléfonos?). Pasan cosas raras y eso pero todo lo que sucede se nos ofrece como un misterio a resolver más adelante en la trama.

Matrix Resurrections nos presenta a dos personas hablando en una jerga que no entendemos, acerca de conceptos («modal», «bucle», «cinta continua») que no empiezan a explicarnos hasta los 8 minutos de metraje (e incluso entonces seguirán sin tener sentido) mientras ven... ¿qué es lo que ven y cómo y por qué lo ven o por qué les interesa? Porque lo que están viendo es una especie de recreación de las primeras escenas de la película original, pero interpretadas por otros actores más jóvenes (y demos gracias a Dios, porque Carrie-Anne Moss sigue crujiendo a sus 54 añitos pero ya no tiene edad para andar pegando saltos por los tejados y dando patadas de kung-fu, que a partir de ciertas edades las fracturas de cadera son muy puñeteras). Y de repente llegan los Agentes, y se arma la de chúpamelculo con tiros, golpes de kung-fu, carreras por las paredes y los techos, teletransportes...
¿Pacto con el maligno? ¿Factor de curación mutante?

Y tú, como espectador, dices «¿Qué cojones estoy viendo? ¿Y por qué estoy viendo esto? Si nunca hubiese visto una película de The Matrix, ¿cómo debería interpretar todos estos superpoderes que tienen de repente la china del pelo azul y los tíos de las gafas de sol? ¿Qué es eso de la píldora roja y la píldora azul? ¿Y la china del pelo azul, Bugs, sabe que vive en una simulación? Pero entonces te has cargado la mitad de la película en el minuto ocho. ¿Cuál coño es el puto conflicto entonces? ¿Dónde está el drama, la intriga, el misterio?» Pasan cosas raras. Pero son cosas raras sin pies ni cabeza, que no tienen coherencia, que sólo son «momentos cómo molo» de esos que tanto le gustan a Zack Snyder.

En este punto aún faltan más de dos horas de película. Y ya se te está haciendo eterna.
«¡A la mierda! ¡Me la tomo!»

Lo que sigue a continuación tiene cada vez menos sentido y es cada vez menos original. ¿Estamos viendo un universo alternativo en el que Matrix es un videojuego, o una red social, o una especie de Second Life, o todo a la vez, o algo que no entiendo del todo, y Neo, que obviamente no se llama Neo, en este universo es el lead programmer o directamente el creador de ese Matrix, y está encoñado de una Trinity que no se llama Trinity, a la que no se atreve a acercarse, pero que cuando consigue cambiar una docena de palabras con ella resulta tener un montón de cosas en común con la Trinity original, lo cual obviamente no tiene sentido, porque estos dos personajes no habían hablado nunca hasta ahora?


Y resulta que este Neo que no es Neo está un pelín perjudicado de la cabeza y en tratamiento con psicofármacos y terapia, que es que ya tuvo una crisis mental en el pasado, probablemente por exceso de trabajo (quería crear un videojuego, o lo que fuese, indistinguible de la realidad y no sólo lo consiguió, sino que acabó teniendo él mismo problemas para distinguir la realidad), e intentó saltar de un rascacielos y todo, y se toma montones, pero montones de cápsulas azules, pero no de las de penisdurina, y yo no dejo de preguntarme adónde coños, y no pretendo hacer un chiste tránsfobo, quiere llevarme la directora, ni por qué espera de mí que empatice automáticamente con este señor del cual no sé prácticamente nada y lo poco que sé de él me lo está haciendo repelente.

Media hora y ya estoy hasta las pelotas de que me vuelvan a enseñar
de fondo y en «momentos "retrospecter"» escenas clave de la Matrix original, como si la directora confiase que la apelación a la nostalgia me distraiga de la triste evidencia de que este sindiós es aburrido, confuso y sacrílego.

Esto ya lo he visto.

A partir de aquí, Resurrections fusila casi plano por plano la estructura de la primera Matrix: el reclutamiento de Neo, su encuentro con Morpheo, su rescate y entrenamiento... aunque el argumento no parece ser ya «vamos a salvar a la Humanidad» sino «vamos a reunir al Keanu con su chorba porque el amor es lo que mueve el mundo y blablablá». Aparte de eso hay algunas diferencias con la primera película, pero son accidentales. Puramente anecdóticas, y es realmente doloroso ver a la Wachowska admitir implícitamente, escena tras escena, diálogo tras diálogo, que en realidad no tiene absolutamente nada nuevo que ofrecernos sobre este universo y estos personajes (La nueva Sión, que ahora se llama Io, es Sión, pero con el nombre cambiado. ¿Y qué cojones aporta a la película esa especie de gira turística que le hacen a Keanu Reeves por ella? El nuevo Morfeo es digital, y un pelín amariconado, y ya no tiene la cara de Lawrence Fishburne. La Nabuconodosor ahora se llama Mnemosine. Por lo demás es indistinguible de la primera. El papel de líder de la resistencia y capitán de la nave que en la primera The Matrix correspondía a Lawrence Fishburne ahora se lo han dado a una mujer porque inclusividad, porque feminismo, ¿porque patata?, de la misma manera y por las mismas estúpidas razones por las cuales ahora es Trinity-Tiffany la que accede al «modo súper-saiyan» en vez de Neo).


Todo son ocurrencias, no elementos narrativos. Pajas mentales de fanboy, no arquetipos argumentales. Ideas felices, no guion. Y de repente empiezas a alegrarte de que a Lawrence Fishburne no le hayan ofrecido sumarse a este proyecto ("I have not been asked to join them, which is fine. I am hopeful that it will be wonderful and it will satisfy audiences and that people will love it.") y también empiezas a sospechar que la ausencia de Hugo Weaving del reparto de Resurrections tal vez, sólo tal vez, no se debió a ningún «conflicto de agenda», como los productores han sugerido.

Matrix Resurrections coge todo lo que funcionaba en la película original (la ambientación comiquera, las coreografías de artes marciales estilo anime, el mesianismo del personaje de Neo, los entonces rompedores planos en bullet-time, la desintegración de la realidad estilo Phillip K. Dick, la seducción de una vida falsa, pero cómoda y feliz, frente a la mugrienta y aterradora realidad) y lo destruye, y aporta un montón de ideas nuevas (La imposibilidad del libre albedrío, el lenguaje metarreferencial de meter a Matrix dentro de Matrix, la dificultad de confiar en la propia experiencia del mundo una vez que hemos sido instruidos para cuestionar nuestra salud mental, que  las máquinas se vuelvan unas contra otras, el mea culpa por la entronización cinematográfica de las películas superficiales, formularias y cobardes de superhéroes, de las que The Matrix es precedente...) a priori tan prometedoras pero resueltas de manera tan superficial y desganada que nos importan un huevo y encima no llevan a ninguna parte.

Y me agota hasta hablar de la cara de hartazgo que tiene Keanu Reeves durante todo el metraje. Ese rictus «yo sólo estoy aquí por la pasta»  sería casi lo peor de The Matrix Resurrections si pudiese haber algo peor que The Matrix Resurrections en sí misma. ¡Hasta en John Wick es más expresivo!
¿Te suena este plano? Sí, yo también lo había visto ya.

Matrix Resurrections debería llamarse Matrix Deconstructions, porque a eso se dedica: acelera la Matrix original a velocidades cercanas a la de la luz, a una temperatura cercana al cero absoluto, y la estrella para que podamos ver rebotar los pedacitos que la componen.

Y es un espectáculo desolador ver una película que todavía hoy, veinte años después de su estreno, no sólo resiste admirablemente la prueba del tiempo sino que ser las arregla para que todavía la ames (y llegados a este punto ya no sé si soy yo escribiendo sobre The Matrix o mi subconsciente escribiendo sobre Carrie-Anne Moss), hecho pedazos sin propósito alguno.
Las fabes es lo que tienen.

The Matrix creó una estética nueva, un dialecto cinematográfico imitado, homenajeado y plagiado por muchos largometrajes posteriores que fracasaban en incorporar esos elementos «estilo Matrix» (el bullet-time, los travellings axiales, la estética ciberpunk-fetish-western-peli de chinos voladores) porque todos esos recursos estilísticos sólo tenían sentido en The Matrix. Underworld quizá fuese el más honesto intento de hacer una película estilo Matrix pero con suficiente vergüenza torera para respetarse a sí misma, con esa pseudo-Trinity de Kate Beckinsale vampira enfundada en látex negro pegando saltos y disparando cantidades absurdas de balas. Todas las demás películas que lo intentaron (la escena de la explosión en Operación Swordfish es el primer título que me viene a la cabeza) no podían ocultar su referente original o se convertían, lo pretendiesen o no, en parodias automáticas.
Vampiros matrixeros.

Nadie hará películas al estilo de The Matrix Resurrections porque The Matrix Resurrections carece de personalidad propia, no aporta absolutamente ni un sólo elemento característico que no estuviese ya presente en la película de 1999, donde fue tratado más dignamente o estaba justificado desde el punto de vista de la ambientación, la historia o el argumento.

No me sale ni hacer el chiste repetido hasta la saciedad en Internet en las últimas semanas; ya sabes, el de «los Wachowski sabían hacer películas hasta que les cortaron los cojones». Joder, V de vendetta era un sacrilegio para cualquiera que conociese el cómic en el que se basa, pero como película más o menos funcionaba. El Atlas de las nubes ya sí que era mala a rabiar, como prácticamente todo lo que se ha hecho a partir de un libro de Ayn Rand. De Meteoro no sé nada, que no la he visto, pero el siniestro total que se comió en taquilla es muy significativo. El destino de Júpiter era directamente venenosa. Casi anticine. No sé cómo, vista la trayectoria de los últimos años de las Wachowski, a alguien se le pudo ocurrir que The Matrix Resurrections podría ser diferente a lo que ha sido.

Y eso que, contra su reputación de clásico instantáneo, hay gente, incluso gente muy inteligente, a quien no gustó la primera Matrix. Un amigo mío no se cansa de chincharme repitiendo donde yo puedo oírle que los Wachowski querían hacer Ubik y no se atrevieron o no le salió. Yo no tengo tan claro que ésa fuese su intención original (y la ya feminizada Lili Wachowski se ha sacado ahora del bolso que en realidad toda la película era una metáfora sobre su disforia de género) pero honestamente es un tema que me trae al fresco: la película me seguirá gustando sea lo que sea que se suponga que signifique, y si es un «Ubik mal hecho» es un error afortunado. Como las pelirrojas, que son rubias mal hechas.
¡Esos pómulos! ¡Esooooos pooooomulaauurfffgssssh!

Como no podía faltar en un mundo bien servido de gilipuertas y pesebreros, hay gente sugiriendo que The Matrix Resurrections es una secuela a la altura de la trilogía original.

Hay que joderse, pero por una vez tengo que darles la razón a los imbéciles.

The Matrix Resurrections es una secuela a la altura de la trilogía original, cierto. Y no es menos cierto que la trilogía original es UNA PUTA MIERDA de la cual sólo se salva la primera película. La única de las tres que es coherente. La única que se esfuerza por contarnos una historia y no ligar escena de acción sin puto sentido tras escena de acción sin pies ni cabeza. La única que tiene protagonistas atractivos, una historia fascinante que toca temas arquetípicos, un conflicto apasionante, una identidad propia. A Reloaded y Revolutions no las salva ni Sara Sampaio Dominátrix. Esa trilogía a la altura de la cual está Resurrections es un completo cagarro que no funciona como unidad y los méritos de The Matrix no encubren los deméritos de sus secuelas porque si coges un barril de mierda y le añades una copa de buen vino obtienes un barril de mierda y si coges un barril de buen vino y le añades una copa de mierda obtienes un barril de mierda.
(Por si te estás espesito: The Matrix = buen vino, Reloaded y Revolutions = mierda; buen vino + mierda = mierda, independientemente del orden de los factores).
El día en que descubrimos que teníamos un fetiche con el látex.

No sé las veces que me he visto la primera The Matrix. Sus secuelas, sólo una vez. Y aún me siento sucio por ello. Como si hubiese sodomizado durante las campanadas de Nochevieja a la madre borracha y MILF de esa novia que no tengo. Me voy a tener que sacar el sabor a pedos que me ha dejado Matrix Resurrections poniéndome otra vez la película fundacional de la franquicia o los cortos de Animatrix. Pero hoy no, que estoy saturado y tengo el estómago revuelto.

Concluyo suscribiendo la afirmación citada más arriba: The Matrix Resurrections es un largometraje a la altura de la trilogía original.

Qué pena.

Qué maldita pena que lo sea.
El día en que confirmamos que teníamos un fetiche con el látex.

Y lo dejo aquí porque ya le he dedicado a este terrible error cinematográfico más palabras de las que merece.

Por Dios, que no hagan secuela de la secuela.

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