sábado, 31 de diciembre de 2022

Otro vendrá

Joder, qué año.


Joder, qué año.

No voy a echar de menos el 2022.

Entre otros motivos mucho más graves que los disgutos del oropel, la estulticia, el narcisismo y el corchopán de la kulturkampf, no echaré de menos 2022 porque éste fue el año en el que Henry Cavill se largó, o lo echaron (hay versiones contradictorias sobre esta historia) de The Witcher acusado de crear un ambiente de trabajo tóxico cada vez que protestaba por la violación masiva del canon de El Brujero y señalar la bancarrota intelectual de los showrunners y escritores de la serie.

Así que supongo que éste fue el año en el que se ha ido a la verga la franquicia televisiva de The Witcher, porque contratar al menos agraciado y dramáticamente peor dotado de los hermanos Hemsworth para hacerse cargo del papel de Geralt de Rivia es tanto como firmar la sentencia de muerte de la serie. Y los abismos de rechazo visceral de crítica y público a los que se ha precipitado el spin-off racializado, feminista e inclusivo de Gerardo el magias apuntan precisamente en esa dirección: sin Cavill a bordo, el proyecto parece condenado.

(Hay gente que ha picado los números y llegado a la conclusión de que The Witcher: Blood Origin tiene de largo las peores audiencias de Netflix ever).

Los accionistas de Netflix ahora mismo.


Muy lamentablemente, Netflix, ninguneando a su estrella protagonista (hasta el punto de convertirlo en un intruso en su propia puta serie), cagándose con diarrea líquida en el material que están adaptando y choteándose de los fans, ha aniquilado la franquicia con la que pretendía hacerle la paralela a HBO y su La casa del dragón, que ha cerrado temporada inaugural con audiencias récord, el respeto de crítica y público y la esperanza de los seguidores de que por fin se nos vaya el sabor a heces que nos dejaron las últimas temporadas de Juego de tronos.

Éste también fue el año en el que James Gunn y Peter Safran decidieron hacer borrón y cuenta nueva con el DCU, que es probablemente lo que necesitaba desde que un par de mierdecillas descerebrados le dieron el mismo trabajo a Zack Snyder hace años, con los resultados conocidos por todos. La contrapartida de esta tábula rasa cinematográfica es que, lamentablemente, nos vamos a quedar sin el mejor Supermán de todos los tiempos desde que el malogrado Christopher Reeve se puso por última vez la capa del Último Hijo de Kryptón.

(También se rumorea que, en su deseo por reiniciar la continuidad del universo cinematográfico DC, Gunn y Safran habrían llegado a eliminar los cameos de Gal Gadot, Henry Cavill y Ben Affleck de esa película de Flash que seguimos sin saber si veremos algún día, aunque ya parece que Ezra Miller está vetado de por vida en cualquier futuro proyecto sobre El hombre más rápido del mundo, eso incluso suponiendo que consiga evitar una larga temporada comiendo embutido a cuenta del Estado).

Así que no ha sido un buen año para el pobre Henry Cavill.

Y, hablando de Supermán, éste fue al fin el año en que hemos aprendido que , ES POSIBLE ocultar tu verdadera identidad quitándote o poniéndote unas gafas.

También fue el año que nos recordaron que todavía es posible hacer películas entretenidas sin convertir cada puto plano, cada diálogo, en un sermón queer.

Éste fue también el año en que descubrimos lo fuerte que puede gritar J.R.R. Tolkien a pesar de llevar muerto desde 1973, y que la REPPPPPPRESENTEISHON se ha convertido en la topera a la que los pésimos escritores acuden a refugiarse cuando alguien les señala la calidad subfecal de su trabajo, para así poder embarrar el debate acerca de su inexistente pero por algún motivo sobrevalorado talento con acusaciones de machismo, racismo y homofobia.

Y es que la cagada suprema de Los anillos de poder (que han devenido en auténticos anos pequeños de los que salen inusitadamente caudalosos torrentes de mierda) es tan fuerte que hay incluso rumores, probablemente interesados y falsos, de un reboot total de la serie, y otros, tentadoramente verosímiles, de una escabechina de showrunners para poner a nuevos subnorm... escritores de cara a la segunda temporada, que ya se está rodando. Y más les vale que esos presuntos showrunners nuevos sean buenos de cojones, porque Amazon está contractualmente obligada a rodar 50 horas de serie. Salgan como salgan.
"The rights that Amazon bought were for a 50-hour show. They knew from the beginning that was the size of the canvas – this was a big story with a clear beginning, middle and end. There are things in the first season that don’t pay off until Season 5."
Y si Llef Belfos quiere recuperar al menos una parte de los mil millones de percebos que se ha gastado en su horrorosa escabechina de una de las sagas más respetadas, amadas y rentables de la historia, más le vale meter en el proyecto a gente que sepa lo que hace.

Si todavía queda alguno con vida. Que quedarán, todos los que no sean británicos.

Éste es el año en que Lane Wachowske jodió para siempre e irreparablemente The Matrix.

Aunque también fue el año en que Dexter tuvo, por fin, un digno desenlace.

El año en que Disney empezó a usar dinamita en su campaña de zapa y demolición de cualquier dignidad que quedase en Marvel Studios y Lucasfilms (pura y simplemente porque, y ahora finalmente lo entendemos, odian a las personas que disfrutamos con esas historias y esos personajes) y el mismo año en que Hulu puso en marcha la misma estrategia con la obra del pobre Clive Barker. El año de Abogaaaaaaadaaaaaa solteeeeeeraaaaaa (tan absolutamente horrorosa que Disney aparentemente ha cancelado la secuela programada), de una secuela de Black Panther sin Black Panther pero con chuminismo y negritud por cojones y un CGI digno de fan-fiction de los Power Rangers; el 2022 de Morbius el Motionblurred, la película que acuñó el chiste «la violencia callejera está aumentando preocupantemente; hoy me rompieron la ventanilla del coche y me dejaron dentro dos entradas para Morbius», el año de Doctor Raro en el chivoverso de la tontuna sorora, de Ms. Muermo, que empezó tan bien y cayó en picado tan pronto, de Thor: Love and vergüenza ajena.
(Pero, eh, también fue el año de Caballero Luna y The Sandman, que no están del todo mal).
El año en que la inclusión forzada y la violación de los más amados personajes de la cultural popular empezó a irse a la puta, afortunadamente.
Y también el año en que Ridley Scott nos pisó los huevos. Otra vez.

Pero al menos tuvimos una buena película de Batman.

El año en el que vimos probablemente la primera y última película de Uncharted. Y por muchos años.
(Ojalá fuese cierto. Con 120 millones de presupuesto y 400 de recaudación es casi seguro que harán más. Y ojalá nos produzcan la misma satisfacción del perrete que se come un burrito).

El año en el que, y perdón si ofendo a cualquiera al que le haya gustado ese espanto, me partí el fecho de risa con la CATATOMBE de Strange World, que le va a dejar a Disney un socabrón de como mínimo 100 millones de dólares. Y poco quebranto me parece como lección fundamental de escritura: cuando te dedicas a crear productos culturales y pones el mensaje por encima de la historia, la identidad de los personajes por encima de su personalidad y la ideología antes que el entretenimiento, lo que obtienes a cambio es veneno para las audiencias.

Finalmente, y como aficionado al cine y admirador a distancia de las amazonas esto me ha dolido especialmente, éste fue el año en el que Jennifer Lawrence, con la ignorancia de una diva narcisista o la pueril necesidad de reconocimiento de una niñata blanca, ignorante y rica, cometió un FEMINICIDIO MÚLTIPLE en la continuidad de la historia del cine diciendo que ella era la primera mujer protagonista en una película de acción (por su papel de Katniss Everdeen en Los jugos del Tambre), eliminando de un plumazo con su cretina afirmación a Brigitte Nielsen, Linda Hamilton, Gena Rowlands, Uma Thurman, Kristy Swanson, Pam Grier, dos veces a la maravillosa Geena Davis, también a Amy Madigan, Milla Jovovich, Tamara Dobson, Michelle Yeoh, a la seráfica Kate Beckinsale, a la rapada Demi Moore, a Anne Parillaud, Bridget Fonda y Peta Wilson básicamente para el mismo papel; a Jennifer Garner y sus élficos pómulos, a la recauchutada Angelina Jolie, como mínimo tres veces (aquí y aquí), a la pobre Eliza Dushku, que no creo yo que le haya hecho ningún daño a la Lawrence, a, y esto nos duele especialmente, a nuestra bienamada Jessica Alba, a Cameron Díaz, Drew Barrymore y Lucy Liu, y a nuestra amada Sihubiera Güevos; y ésas actrices con personaje protagónico en películas de acción, películas y actrices de las que parece que Jennifer Lawrence no ha oído hablar jamás, son sólo las primeras que me han venido a la cabeza y un par que he huroneado en Internet.
«"I remember when I was doing Hunger Games, nobody had ever put a woman in the lead of an action movie because it wouldn’t work — because we were told girls and boys can both identify with a male lead, but boys cannot identify with a female lead," Lawrence said to fellow Oscar winner Viola Davis as part of Variety‘s Actors on Actors series».
Jennifer, cariño, todos te queremos mucho y aplaudimos tu Katniss Everdeen, pero, por el amor de Sara Sampaio Dominátrix, a ver si de vez en cuando te pones alguna película en la que no salgas tú, ¿eh, hermosa? Lo mejor para no tener que disculparse por decir gilipolleces es no decirlas desde un principio.

Y a nuestra Jessica Alba no se te ocurra volver a ningunearla, ¿eh? Avisada quedas.
Lo veías venir, ¿verdad?

Éste fue el año 2022.

Y hoy se acaba.

Ya era puta hora, por Dios.


Aunque otro vendrá que bueno lo hará.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Esa(s seis) maldita(s) pregunta(s)

"There are two novels that can transform a bookish 14-year-kid’s life: The Lord of the Rings and Atlas Shrugged. One is a childish daydream that can lead to an emotionally stunted, socially crippled adulthood in which large chunks of the day are spent inventing ways to make real life more like a fantasy novel. The other is a book about orcs."

«Hay dos novelas que pueden transformar la vida de un niño estudioso de 14 años: El Señor de los Anillos y La rebelión de Atlas. Uno es un ensueño pueril que puede conducir a una edad adulta emocionalmente atrofiada y socialmente lisiada en la que se pasan grandes partes del día inventando formas de hacer que la vida real se parezca más a una novela de fantasía. El otro es un libro sobre orcos».

(Atribuída a John Rogers).

Todas las palabras que se dediquen a acentuar el carácter iniciático, el poder transformador de la Literatura serán siempre insuficientes. Los libros cambian a las personas y las personas, así transformadas por sus lecturas, cambian el mundo. No necesariamente a peor. Los libros, como la especia melange, expanden tu mente, alteran la percepción del espacio y el tiempo, prolongan tu vida permitiéndote experimentar otras vidas, existir a través de otros personajes, que en el momento en que lees ese libro están tan vivos como tú mismo.

A veces la Tierra Media me parece más real que mi propia casa.

Como ya dijimos en esta entrada, amado lector (pero ciertas lecciones hay que repetirlas a menudo, porque es que no te enterás, botarate), son los «ysíes» y los «porquenoes» los que te convierten en escritor.

Escribir es lo más parecido a hacer magia de lo que los humanos seremos capaces jamás. Leer es la única droga que nunca te producirá una sobredosis. Los escritores sintetizamos fantasías que se superponen, desplazan y, en ocasiones, sustituyen a la misma realidad, como cuando a Pérez Reverte cierta vez, en Sinaloa, durante la filmación de un reportaje sobre La reina del sur, se le acercó una cambiadora de dólares y, enterada de a qué venía al barrio aquel equipo de rodaje, dándose palmadas en la pechuga, le soltó: «¿Teresita Mendoza?… Yo la conocí bien, y gran amiga mía que era. En esta misma esquina se ponía».

El veterano corresponsal de guerra y novelista ha escrito un  personaje tan sólido, tan humano y real, que hay personas que afirman haberlo conocido.

(No se me ocurre mejor recomendación para que leas La reina del sur, o que la releas, si ya hace tiempo de la última vez).

Ese poder casi divino de reescribir la realidad es codiciado por muchos que no tienen ni idea de cómo ni dónde adquirirlo y ejercido con exquisita finura o cínico narcisismo por una minoría que lo detenta realmente y una jauría que pretende poseerlo, aunque sólo lo aparenta porque carece del valor, la curiosidad y la humildad de hacer las preguntas que conducen a ese poder. Porque la de escritor es una vocación, pero también una carrera, más cercana a las ciencias empíricas que a las mal llamadas ciencias sociales, más ingeniería que arte, porque escribir consiste en hacer preguntas, y sólo las personas lo bastante humildes para admitir que no tienen todas las respuestas, lo bastante valientes para buscar las respuestas y lo bastante curiosas para hacerse preguntas se convierten en escritores. En verdaderos escritores.


Y aunque no existen trucos, ni atajos, ni técnicas secretas, ni arcanos para convertirse en escritor, sólo método, disciplina y trabajo duro, aunque tu cuñado votante de Vox/Podemos/La corriente ideológica infantilista que esté de moda pretenda quitarle mérito a lo tuyo en la inminente cena de Nochebuena, que es que no tiene secretos, que él no se sienta a escribir porque es que no le da la gana, que eso de escribir es de rojos, yonquis y maricones, porque es que si le diese la gana... ¿eh? Aunque no hay caminito de losas doradas que te lleve a la creación literaria, decíamos, sí hay métodos de trabajo que la hacen posible, preguntas que te acercan a ella, sí hay cuestiones que reducen la distancia que te separa de ver finalizado ese cuento, ese guion de cine, ese cómic, esa novela, porque escribir, a fin y al cabo, es ir contestando preguntas. No se trata de tachar elementos de una lista, sino de saber qué preguntas debes hacer y buscar las respuestas. Por cada respuesta que alcances resolverás una escena, un capítulo, una trama de tu historia. Y si esa historia estaba basada en una buena idea y tenía personajes atractivos y una ambientación interesante, para cuando las hayas respondido todas, el trabajo estará hecho y te sentirás como si tuvieses poderes de dios nórdico.


Las preguntas desarrollan el conflicto, que es el drama, que es la historia que quieres contar. Si no contestas a esas preguntas, no estás escribiendo una historia, o, al menos, no estás escribiendo nada que vaya a emocionar a un lector o evitarte miles de tomatazos en Rotten Tomatoes.

"Speculation."

Mira un ejemplo:

Me saqué el carné de conducir a la primera.

Fin.

¿A que esta historia es sosa de cojones?

(Además de una sucia mentira).
Joder, y tanto. ¡Menuda mierda! ¿Dónde está el drama? ¿Dónde está el suspense? ¿Dónde está la tensión? ¿Dónde cojones está el conflicto?

Porque de eso se trata.

Una historia es, reduciéndola al mínimo común denominador, un personaje, un objetivo, un obstáculo, una respuesta a ese obstáculo, una derrota y una resolución.

Lo cierto es que no me saqué el carné de conducir a la primera. En mi primer prueba práctica hice un examen de cine, tomé bien todas las intersecciones, respeté las señales, los semáforos y la distancia de seguridad... Había empezado muy nervioso pero, viendo que todo me salía bien, gané confianza en mí mismo y, ya más relajado, empecé a conducir realmente bien.

Y entonces sobrevino el desastre.
El desastre.

Camino de una calle en la que, sospecho, la examinadora me iba a hacer aparcar el coche de prácticas, en una intersección muy complicada, regulada por un semáforo, el alumno al volante de otro coche de autoescuela, que iba delante de mí, caló el motor. Al intentar arrancarlo, lo caló otra vez. Empecé a perder la serenidad. Ya me veía a aquel pobre ser humano saliendo de la intersección y clavando los frenos delante de mí, o calando de nuevo su coche de prácticas y creando una situación de peligro que tal vez, Dios no lo permitiese, degenerara en un alcance, vamos en un choque automovilístico de toda la vida.

El otro alumno finalmente arrancó su coche y yo, aliviado, dejé que se distanciase y salí tras él.

A esas alturas estaba tan nervioso que sufría de visión de túnel. Un tunel tan estrecho que no me permitió ver que, en el ínterin, el semáforo que estaba abierto se había cerrado.

Y ahí se acabó mi primer examen de conducir.

Mi segundo examen duró un minuto. Nada más llegar al lugar del examen, mi tutor reconoció al examinador y tuvo la feliz idea de hacérmelo saber.

    «¡Coño! ¡Arminio el Anticristo

Mi reacción.

Por si su reacción, el tono de su voz y el escatológico apodo de Arminio no me habían puesto ya lo bastante nervioso, mi monitor tuvo el buen criterio de ponerme al corriente de todas las peores cualidades de este examinador y de todas las ocasiones en las que había suspendido a un alumno suyo por chuminaditas que cualquier otro examinador habría dejado pasar con una colleja.

Cuando me llegó el turno de ponerme al volante del coche de examen estaba literalmente cagado de miedo. De alguna manera me las arreglé para arrancar el motor y meter primera sin matar a ninguno de los ocupantes del vehículo ni a ninguno de los otros conductores, pero salí a la carretera por el sentido contrario (el único que mi visión de túnel me permitía divisar) y ahí se acabó el examen.

Os voy a ahorrar la crónica de todas las burradas que cometí en mi tercer prueba práctica, cardíaco como estaba tras mis dos primeros intentos (y cada vez más frenético a medida que sumaba una cipotada tras otra). Baste decir que alcancé el máximo legal (una más y habría estado suspendido). Fue, literalmente el peor examen de conducir de los tres que había hecho (y eso que el segundo, técnicamente, no llegó a existir como tal).

Le di pena al examinador y aprobé.

¿Qué tal esta otra historia? Mucho más interesante, ¿verdad?

¿Sabes por qué?

Porque responde a las seis preguntas fundamentales que toda historia debe responder:

1. ¿De quién se trata? De mí. Tu seguro servidor, Herbert Sommer.

2. ¿Qué quiere esa persona? Aprobar el examen de conducir.

3. ¿Por qué no puede conseguirlo? Porque es un agonías y se pone nervioso debido a las cipotadas de otro conductor.

4. ¿Qué hace al respecto? Más prácticas para ir mejor preparado al segundo examen.

5. ¿Por qué eso no funciona? Porque el cabronazo de su monitor lo pone cardíaco justo antes del segundo examen.

6. ¿Cómo acaba todo? Sommer hace un tercer examen, al borde del colapso nervioso, comete un millón de pequeños errores pero, por alguna razón, al examinador le cae simpático y le aprueba a pesar de todo.

Admito que como historia es un poco decepcionante desde el momento en que nuestro héroe, yo mismo, no consigue sus objetivos por sus propios méritos y esfuerzo, sino por la bondad de un extraño, que, tal vez corresponda decirlo, ese mismo día se cargó a otros doce examinandos (parece que había agotado toda su comprensión y empatía conmigo). No es que una novela o una película no pueda funcionar con estos ingredientes, que sí pueden y sí lo hacen, sino que hacer depender el éxito del protagonista de las acciones de otro personaje puede inducir al lector la sensación de que se le ha estafado, de que el escritor ha estado mareando la perdiz y le ha negado al héroe de la historia su bien merecido y duramente conquistado triunfo.

Pgobablemente el esgritog fuma demasiado poggos, como este peggo.

Lo que funciona en la vida (que es caótica e inexorable) no siempre funciona en Literatura. Por principios, los lectores queremos que el héroe triunfe sobre la adversidad a fuerza de abnegación, sacrificio y valentía, no que la cague una y otra vez y a pesar de todo las cosas le salgan bien. Vamos, todo lo contrario de lo que les pasa a los personajes de Paul Auster.

Pero no vamos a hablar de personajes. No en esta entrada. Esta entrada va sobre historias. Y sobre las seis preguntas que todo escritor debe responder si quiere escribir una. Vamos al turrón, que te veo con ganas:

1. ¿De quién se trata?

Ésta es tu oportunidad como escritor de presentar al protagonista de tu historia. Procura hacerlo atractivo, o sea humano. La respuesta a esta pregunta debe de dejar claro al lector por qué debería importarle un cojón de madera lo que le pase al héroe de tu historia. Y no, su maldita identidad racial/sexual/de clase no es suficiente respuesta. La fórmula save the cat/kick the dog puede ayudarte a empezar a definir a tu personaje, y a ti corresponde decidir si tiene un arco de transformación o no (uno de nuestros personajes preferidos, Marty McFly de Regreso al futuro, que es casi la película perfecta, no tiene ninguno). De ti depende también que los lectores empaticen con él, se preocupen por su destino y se impliquen en sus aventuras. Danos unas coordenadas para tu héroe, y no me refiero a su edad, estatura y nacionalidad. Eso es circunstancial. Danos motivos para amarlo. Así nos dolerá más cuando empiece a pasarlo mal y desearemos con mayor ardor su triunfo final.

Cría fama y échate a sobar.

Hay algunos artificios que pueden emplearse aquí, como que el aparente protagonista de tu historia no sea el que aparece en la introducción del primer acto, sino otro distinto (el personaje de Janet Leigh muere acuchillada en la ducha en Psicosis y entonces descubrimos que el personaje protagónico ha sido desde el principio el de Anthony Perkins, que ni siquiera apareció hasta bien mediado el segundo acto), pero no te recomendamos recurrir a ellos hasta que hayas dominado los fundamentos de esta primera pregunta.

2. ¿Qué quiere esa persona?

Vamos, ¿qué aspira a ganar tu héroe? (¿O qué aspira a conservar, a no perder?, que eso a efectos dramáticos también funciona). Esto es importantísimo porque es el primer elemento del drama, del conflicto. ¿Qué es lo que lo pone en marcha? ¿Hacia dónde nos conduce o esperarmos que nos conduzca la acción de tu historia? Frodo sólo quiere una vida tranquila en Bolsón Cerrado, comiéndose la herencia de Bilbo y yendo ocasionalmente de carallada con Merry y Pippin. Esto no parece mucho para construir una historia, al menos a priori, pero por Dios, no me hagas como los guionistas de Black Adam (película recientemente estrenada a la que hicimos algunas observaciones constructivas en la anterior entrada de la bitácora), que se curran un personaje sin motivación alguna aparte de repartir hostias a dos carrillos como si las fuesen a prohibir mañana. Y en ningún momento a lo largo de todo el metraje de Black Adam tenemos ni idea de qué coño quiere Teth Adam, si es que quiere algo, que parece que no, o que lo disimula de vicio. Aparte de no querer estar donde está y no estar dispuesto a hacer absolutamente nada al respecto, este Black Adam es un personaje completamente reactivo, que no tiene motivaciones, no tiene objetivos, no tiene una meta aparte de destruir millones de dólares en yacimientos arqueológicos y propiedad privada y fregar el suelo con Hawkman una y otra vez.


Dale una motivación a tus personajes. Una buena motivación, no es necesariamente una virtuosa o heroica (la motivación inicial de Peter Parker es empotrar a Mary Jane), sino una motivación que pone en marcha la historia. Te diré algo más: si sabes lo que te conviene como escritor, le darás una buena motivación también al malo de tu historia. Sí, a tu antagonista también. Nada enriquece más una historia que un villano a la altura del héroe. Haz que el villano de tu historia actúe como si fuese el héroe, y que todos los personajes actúen como si fuesen el protagonista y empezarás a aprender un poco acerca de cómo se escribe una buena historia.

Dale también a tu protagonista un objetivo. No, no es lo mismo un objetivo que una motivación. Objetivo es lo que el personaje quiere conseguir. Motivación es la razón por la cual quiere conseguirlo. Los objetivos deben estar siempre claros, o tus lectores no entenderán una mierda. Las motivaciones no tienen por qué ser claras ni expresas. Pueden incluso ser  misteriosas sin que la historia deje de funcionar. La motivación es el factor que determina las elecciones que hace el personaje mientras persigue su objetivo. Sospecho que Black Adam no está funcionando en taquilla, pese a la pasta que han metido en ella, entre otras razones porque el protagonista no tiene ni motivación ni objetivo durante el 90% del metraje.

3. ¿Por qué no puede conseguirlo?

¿Qué se interpone en el camino de tu héroe? No tiene por qué ser un obstáculo físico o un adversario con nombre y apellidos. El antagonista puede ser el miedo del personaje a fracasar ante un reto que parece demasiado grande para él, o una misión que nadie más puede acometer. Frodo no puede quedarse en La Comarca porque, entre otras cosas, Bilbo le ha dejado en herencia el Anillo Único, que gente muy siniestra y peligrosa está buscando. Si se queda en Bolsón Cerrado, pone en peligro las vidas de todos sus vecinos.

En el ejemplo de Spiderman, Peter Parker no puede conseguir a la chica de la que lleva toda la vida enamorado por su patológica timidez e inseguridad y, también, un poco, porque Mary Jane parece tener fijación por los matones de instituto con coche. Así que a Peter se le mete en la cabeza que tal vez para conseguir su objetivo chuminero le vendrían bien cuatro ruedas, de modo que decide usar sus recién ganados poderes arácnidos para ganar algún dinero.

No demasiado superheroico.


4. ¿Qué hace al respecto?

Frodo acepta el consejo de Gandalf y parte rumbo a Rivendel, donde espera que alguien le libre de la carga del Anillo o sepa qué hacer con él para que Sauron no lo recupere y suma al mundo en una nueva oscuridad. La manera en que tu protagonista resuelve el primer reto de tu historia será definitoria tanto del tono de la narración como del caracter de tu héroe. ¿Cómo se enfrenta Frodo a la adversidad? En el libro trata de ocultar a sus primos Merry y Pippin el peligro que corre y finge mudarse a Los Gamos, aunque el Took y el Brandigamo ya han sonsacado a Sam y están decididos a acompañar a Frodo a la Última Casa Acogedora al Este del Mar pese a los esfuerzos de los Jinetes Oscuros, el Viejo Hombre-Sauce y los tumularios por impedirlo. ¿Cómo lo hace Peter Parker para conseguir un buga en cuyos asientos traseros perder el virgo con la pelirroja de su corazón? Se mete en un torneo open de pressing catch con premio en metálico en el que espera ganar gracias a sus nuevos poderes.

Cómo trata tu protagonista de resolver el conflicto después de que su primera aproximación fracase, o qué estrategia emplea para enfrentarse al nuevo problema que ha sido engendrado por el anterior (y a que a fin de incrementar la tensión, de «subir las apuestas» narrativamente hablando, debería ser más desafiante que el primero) es lo que le da una segunda patada hacia adelante a la historia. El accidentado traslado del Anillo Único hacia Rivendel, los múltiples obstáculos que Frodo y sus compañeros afrontan durante el viaje no sólo le acercan poco a poco (pero de una manera interesante) a su objetivo, sino que además escenifican la voluntad de hierro del Bolsón, que le será muy necesaria en los siguientes capítulos del libro.

Si se hubiese llevado a su primo, que las mete como panes...

5. ¿Por qué eso no funciona?

Éste es el punto en el que tu protagonista enfrenta «el abismo», a veces llamado «el muro» (pero si quieres quedar como un pro, usa el término peripeteia [περιπέτεια], o sea «peripecia», que es el que Aristóteles usa en su Poética): todo lo que ha hecho para conseguir su objetivo fracasa, y toda esperanza de alcanzar su objetivo se desvanece. De repente, parece que la película ha llegado a su final o que va a tener un destino trágico. Pero lo que en el teatro clásico supone la «cuesta abajo», la entrada en barrena del protagonista hacia su inevitable final catastrófico, en tu historia puede ser un catalizador, una piedra filosofal que transmute para siempre a tu héroe y tu historia. El protagonista es transformado por esta última y aparentemente definitiva derrota y, o bien como Eneas renuncia a toda esperanza, o la destrucción de sus últimas ilusiones le permiten al fin ver una solución a su conflicto que antes, cegado por la perspectiva de la meta, no había alcanzado a detectar.

Sylvester Stallone descubre que Tom Sizemore le ha estado engañando desde el principio y trabaja para Donald Sutherland y consigue que el malvado alcaide se autoincrimine ante testigos. A Peter Parker le tanga el organizador del torneo y, cabreado con él, deja escapar a un maleante que acaba de mangar la recaudación aunque podría haberlo detenido con una pestaña. Charlize Theron descubre que el paraíso verde lleno de agua, seguridad y alimento que recordaba de su infancia ya no existe y sólo entonces, aniquiladas todas sus ilusiones, se vuelve receptiva a la observación de Tom Hardy de que ha dejado atrás un paraíso lleno de agua, seguridad y alimento en la fortaleza de Hugh Keays-Byrne, a la que con su rebeldía y fuga ha desguarnecido de todos los defensores que podrían impedirle tomarla por las bravas. Ya en Rivendel, Frodo descubre que su gesta no ha hecho sino empezar, pues ahora le toca llevar el Anillo Único a Mordor, el único lugar donde puede ser destruído.

«Mi teshoooooooorooooooo».


6. ¿Cómo acaba todo?


Frodo acaba abandonando a la Comunidad del Anillo (salvo a Sam, que es como una garrapata) y marchándose sólo a Mordor
porque no quiere poner la vida de nadie más en peligro tras la seducción de Boromir por El Único y la muerte de Gandalf en Moria, de la que se siente responsable. El ladrón al que Peter ha dejado escapar mata a su tío Ben, el único padre que Peter ha conocido. Abrumado por los remordimientos, Peter se venga del asesino y empieza una carrera como justiciero enmascarado, y fíjate que, en el caso del Spiderman de Sam Raimi, hemos respondido a las seis preguntas antes incluso de llegar al segundo acto. Y es que estas seis preguntas, como te hemos dicho ya, que es que no prestas atención, mendrugo, funcionan a muchos y muy diferentes niveles y, empleadas con un poco de oficio y pillería, pueden resolverte párrafos, capítulos, actos o historias enteras.

Ahora que conoces el método puedes volver atrás y aplicárselo a todo el metraje del Spiderman de 2002, y ver cómo Sam Raimi respondió a esas preguntas a lo largo del film. Y al emplearlo a esa escala algunas respuestas cambiarán, pero las preguntas seguirán siendo válidas y, lo mejor de todo, útiles: «¿Quién es tu protagonista?» Peter Parker, un huérfano criado por sus abuelos que accidentalmente adquiere superpoderes. Eso no ha cambiado. «¿Cuáles son sus motivaciones (en este escenario más amplio)?» Expiar su sentimiento de culpabilidad por la muerte de su tío Ben, impedir que otras personas sufran el dolor y la pérdida que él padeció tras su asesinato e, inconscientemente, ser aceptado como un benefactor («su amistoso vecino Spiderman») por sus conciudadanos, que a través de su aprobación en cierta forma le absolverán de su interiorizado «pecado» de narcisismo y egoísmo. «¿Por qué no puede conseguirlo?» No sólo porque esos remordimientos nunca le abandonarán, sino porque, en una especie de escalada, tan pronto como empieza su «vida pública» como superhéroe empiezan a aparecer también supervillanos con poderes que suben las apuestas, por así decirlo, que perpetúan la sensación de que Nueva York se ha vuelto un lugar aún más peligroso. «¿Qué hace al respecto?» Seguir con su campaña unipersonal contra el crimen contra toda marea, aunque «eso no funciona» porque parece superado por los poderes y malicia del Duende Verde y, encima, el redactor jefe del Daily Bugle empieza una campaña de prensa contra él, llamando a las autoridades a detener a ese vigilante que se toma la justicia por su mano y culpándole de la misma violencia que trata de impedir. «¿Cómo acaba todo?» Los repetidos esfuerzos de Spiderman por detener los crímenes del Duende Verde acaban atrayéndole la simpatía de al menos una parte de sus conciudadanos (aunque Jonah J. Jameson le sigue odiando visceralmente) y culminan con éxito al derrotar a su enemigo, que accidentalmente se empala a sí mismo con su aerodeslizador, aunque en el proceso la victoria se convierte en una derrota al descubrir que el Duende es Norman Osborne, el progenitor de Harry, su mejor amigo, que ya para siempre responsabilizará a Spiderman de la muerte de su padre.

Ésta es una buena herramienta para escritores, amado lector: recuerda las preguntas que debes hacerte:

1. ¿De quién se trata?

2. ¿Qué quiere esa persona?

3. ¿Por qué no puede conseguirlo?

4. ¿Qué hace al respecto?

5. ¿Por qué eso no funciona?

6. ¿Cómo acaba todo?


Si como escritor no eres capaz de contestar estas seis simples preguntas, ya te cuento que tu historia tiene un problema de proporciones nachovidalianas. Vamos, que no tienes historia para tu libro de mierda.

viernes, 2 de diciembre de 2022

«¿Me puedo ir ya?»: la tlagedia del yogulado

Mi relación con los estudios de cine, grandes, pequeños y mediopensionistas, empieza a parecerse al de una mujer maltratada con su victimario: cada vez que me revienta los morros de una hostia me digo a mí mismo que, con un poco de suerte, será la última vez. Que va a cambiar. Que lo está intentando. Que sólo tengo que seguir dándole amor y tener un poco de paciencia.

(¿Soy el único que ha sentido esa conmoción en la fuerza, como si millones de aliades turbofeministas gritasen de agonía antes de desaparecer?).


Acabo de ver The Woman King, muy, pero que MUY libremente inspirada por Amazons of Black Sparta: The Women Warriors of Dahomey, de Stanley B. Alpern.

Ya, ya. Es que no aprendo.

Me gusta una peli de amazonas como al que más, pero joooooooder. The woman King es una experiencia yogulado:
Ya sabes, «tengo altículos plohibidos de lugales en los que el homble no osa aventulalse».

Déjame que te explique algunas de las cosas que no funcionan en esta película, amado lector:

El título. The Woman King. Joder. Si tan sólo hubiese una palabra en inglés para denominar a una mujer dotada de poder soberanos. Algo como She-king. Kingess. Vamos, en español «reinesa», «reiniz», no ese cobarde «La mujer rey» que le han puesto al traducirlo. ¿Dónde ha quedado la perspectiva de género del traductor? Además, ¿por qué estamos dando por sentado que dicha Woman King se identifica con el género femenino? ¿Estamos seguros de que no podría ser «Lo mujero reino» o «Le mujere reine»?

Eso es malo.

¿Por qué las agojie luchan como una Viuda Negra de Hacendado? Y, por cien mil millonésima vez, ¿de verdad puede una señora de cincuenta kilos máximo tumbar de una hostia a un bestiajo de doce arrobas? Nadie me lo ha demostrado aún y sospecho que las leyes de la física tienen algo que decir al respecto.

Esto es fantasía, señores. Punto.

Los personajes africanos hablan inglés con acento africano impostado. Es más o menos el mismo fenómeno diglósico de Black Panther. Bueno, no, en realidad es más, porque suena forzado y chirría. No recuerdo a los actores negros de Raíces  impostando acentos africanos, pero es cierto que ya voy viejuno y puede que me falle la memoria.

Eso es malo. Ambas cosas lo son.

Hay algo en el peinado afro del rey Ghezo que me da cien patadas y no consigo decidir qué. ¿Será que me recuerda al anuncio de Soul Glo de El príncipe de Zamunda?

Eso es malo. Pero podría ser cosa mía.

¿Aceite de palma? ¿Sony me está intentando vender la historia de Dahomey desde una óptica maniquea, la del reino depositario de todas las virtudes morales opuesto a la perversidad de sus indecentes, salvajes y corruptos vecinos? Lo pregunto porque el reino de Dahomey basaba su economía en la trata de negros. La trata de ne-GROS. Los reyes de Dahomey hacían la guerra a las otras tribus, mataban a dos carrillos, ponían a trabajar a los prisioneros en sus plantaciones, cuando no los mataban a docenas para celebrar el año nuevo, y vendían sus excedentes de esclavos a los negreros europeos a cambio de alcohol, pólvora, tabaco, paño y mosquetes. Y las agojie eran sus fuerzas de choque.

Eso es malo.

Las auténticas amazonas de Dahomey.

Los reyes de Dahomey, reino al que los historiadores no llaman «la Esparta africana» por capricho (y no, no es un cumplido; ¡lee un puto libro!), fueron decisivos en la exportación, permítaseme el humor negro, de esclavos hacia las colonias europeas al menos desde los años 80 del siglo XVII. Sólo abandonaron su principal fuente de ingresos en 1852, después de AÑOS de presiones por parte del Imperio Británico, que tenían las razones menos altruistas del mundo para poner fin a la esclavitud. Fue a partir de 1852 que Dahomey lo intentó con el aceite de palma, y les fue tan rematadamente mal (había menos demanda de aceite de palma que de mano de obra esclava) que en seguida volvieron a la trata.

Eso es malo. Muy muy malo. La esclavitud, caca. Retratar al rey de Dahomey como un precursor del movimiento abolicionista, doble caca. Diarreica.

Ya sé que una película no es, no pretende, no tiene por qué ser una lección de historia, pero, jo-der. Y luego me sacas a la directora en la Hollywood Reporter diciendo "We’re going to tell the truth. We’re not going to shy away from anything. But also we’re telling a part of the story which is about overcoming and fighting for what’s right", que te traduzco del woke al castellano: «Vamos a decir la verdad. No vamos a escurrir el bulto por nada. Pero al mismo tiempo vamos a mentir como bellacos porque es mejor colocarnos en la posición moral correcta que ser factualmente precisos», y así legitimamos a todos los impostores sólo porque el mensaje que nos transmiten es éticamente correcto, o lo parece.

Esa pretendida superioridad moral que legitima un trabajo anémico o falaz es pésima.

¿Puede por favor darle alguien a Lashana Lynch un papel que no sea de «strong female character»? Lo digo porque entre su 007 con peluca de No time to die y la Capitana Marvel de Hacendado de Doctor Strange en el chochoverso de la loquicia le estoy cogiendo a la pobre mujer una manía que no es ni medio normal. Y lo peor de todo es que no es culpa suya.

Es malo que le esté cogiendo manía por los horribles papeles que le escriben. Es bueno que no sea culpa suya, que la pobre señora de algo tiene que vivir, y mejor actriz que meterse en política.

Media hora de película y no está pasando nada. Mujeres hablando, mujeres hablando, Amanda Wal... digo Viola Davis cabreada, mujeres hablando, bla, bla, bla. Seguro que esta peli pasa el test de Bechdel, pero, joder, qué pachorra. Y sí, sé que Viola Davis se ha preparado como una fiera para el papel, pero, joder… que no, lo siento, que no lo veo. Que no compro. Que esto es narcotizante.

¡Y eso que las agojie tienen una pintaza! ¡Y Viola Davis la que más!


¿Qué? ¿El personaje de Nawi no quiere ser entregada a un marido, sino ser soldado? Bueno, vale; aceptamos barco, pero este feminismo forzado me produce disonancia. No mucha. Sólo una pizca.

Joder, Riley, cada día me pones más verr... ah, cierto, que estaba viendo una peli y eso. A ver, deja que compruebe si ya están pasado cosas... Nope.

Disculpa, ¿«El hombre blanco ha traído la inmoralidad. No se detendrán hasta esclavizar toda África»? Es más que dudoso que hubiese llegado a existir la trata de negros si los reyezuelos mierdecillas de África no se hiciesen la guerra los unos a los otros para secuestrar y vender como esclavos a sus vecinos, normalmente a otras tribus gobernadas por otros reyezuelos mierdecillas, algo que ya hemos expuesto más arriba. Los esclavistas blancos sólo explotaron y ampliaron un mercado que ya existía (lo cual, obviamente está muy lejos de suponer una justificación, pero si eres lo bastante gilipollas como para necesitar que te lo explique, estás leyendo la bitácora equivocada), y reventaron los precios, porque, claro, pagaban mejor. Por otra parte, ¿nacionalismo africano? ¿Pero qué me estás contáiner?

A ver, yo no estoy enterado de los rituales y pruebas que las agojie debían superar, aunque esto de las espinas se parece a la clase de putadas que Shaka hacía a sus guerreros para endurecerlos, así que me cuadra. Pero toda la escena, que supongo que pretende ser épica, se parece demasiado al inicio de Wonder Woman 1984, sólo que resumido para tontos.

Eso es malo.

Y además, siendo las unas la obvia inspiración de las otras, los berridos y marcialidad impostada de estas agojie parecen tan artificiales comparadas con las dora milaje de Black Panther que casi se convierten en una parodia de ellas.

Auténticas amazonas negras.


De nuevo mujeres hablando, mujeres hablando, bla, bla, bla, bla, mujeres hablando, bla, bla, test de Bechdel passed. Again.

Los malvados blancos cisgénero y heteropatriarcales quieren seguir con el comercio de esclavos, bla, bla, bla, colonialismo, masculinidad tóxica, Black Lives Matters, bla, bla, estoy casi empezando a arrepentirme de haber nacido blanco, libre, varón, heterosexual (al menos hasta que Henry Cavill me declare su amor eterno), europeo, que no, que es coña. A mí no me manipulas, Hollywood, bla bla bla, más propaganda woke, bla, bla, bla.

¿«No es suficiente con ser la mejor»? Vaya. ¿Deberíamos sentarnos un minuto a hablar de feminidad tóxica? Nah. Me da pereza.

Eso es malo. Estoy viendo una película que me está interesando un huevo. Eso es malo. ¿Película incapaz de retener mi atención? Muuuuuuuuuy malo.

¿Por qué sigo (más o menos) viendo esto (a ratos)? Mujeres hablando, mujeres hablan... aaah, qué pereza. Déjame fastforwardear hasta que pase algo interesan... ¿explosiones? Compro. Bueno, obviamente Sony tampoco ha contratado asesores militares para esta película y el guionista cree que la única estrategia militar posible es cargar a pie hacia el enemigo como lemmings altamente cafeinados. Un enemigo provisto de mosquetes al que acometen unas mujeres armadas sólo con lanzas y machetes y que, en virtud de la magia del cine, no mueren todas en los primeros cuarenta segundos de combate.

Es bueno que no mueran. Aquí no queremos que muera nadie. Es malo que la escena esté tan torpemente rodada.

Ah, mira, eso de cortar el tendón de Aquiles de un enemigo sí que tiene sentido. Y además debe de doler de cojones. Fantasmagorías como la señalada más arriba aparte, lo cierto es que la batalla contra los oyo (así, sin hache) no está del todo mal, cinematográficamente hablando. Funciona como espectáculo visual.

Eso es bueno.

Los malos de la peli son putos estereotipos y encima están mal o insuficientemente desarrollados. Y los personajes protagonistas son tan planos, líquidos y etéreos que en cuanto empiezan a morir nos quedamos con cara de vaca viendo pasar la vida.

Ah, claro, el subtexto de golpear al esclavista en la cara con unas cadenas. Lo pillo, Gina Prince-Bythewood. ¿Lo ves? No soy tan espeso. Pero... espera un momento. Si Amanda Wall... o sea Nanica salió del palacio del rey sola. ¿De dónde coño se ha sacado a todas esas agojie que la acompañan en el asalto final a los oyo? ¿Me he perdido algo mientras daba cabezadas?

Eso es malo. Dar cabezadas mientras ves una peli, digo.

50 millones de presupuesto estimado, gastos promocionales aparte. 92 de recaudación en todo el mundo. O sea, un fracaso en toda regla. Y ya me jode. No sé si la culpa es mía por esperar más de la directora de La vieja guardia (que no deja de ser un rip-off de Los inmortales a partir del cómic de Greg Rucka y Leandro Fernández). A ver, La mujer rey no está mal. Es innecesariamente lenta, pero no está mal. Es una aburrida falsificación histórica al servicio de un dogma falaz de social justice warrior californiano, blanco y políticamente correcto, pero en los momentos en los que no aparecen en pantalla mujeres hablando y hablando ni tratan de venderte el maldito programa político antirracista, anticolonialista, antimachista y antiloquesea no es aburrida del todo y apunta maneras.

(También Braveheart es una bomba-lapa pagada a los bajos de la historia de Escocia, pero al menos es entretenida y tiene momentos de pure epic).

Me jode, pero quizá la culpa sea mía por esperar algo mejor.

By the way, ¿por qué coño se titula The Woman King cuando no hay ningún personaje protagónico que sea una Woman King y hasta la esposa guapetona del rey, que apunta maneras de mala víbora, tiene cero protagonismo en la trama? Ah, que se lo dicen a Amanda Waller en la escena final. Pero... ¿entonces el rey Ghezo está renunciando a su soberanía para entregársela o compartirla con Nanisca? ¿O la está tomando como esposa de repuesto? No entiendo nada.

En serio, Hollywood, ¿qué coño intentas hacerme? Porque no está funcionando. Ni siquiera sé por qué le he dado tanto espacio a The Woman King.

Estos días también me he visto Black Adam.

A ver, ésta no me ha cabreado tanto (a ratos), pero es otra experiencia yogulado.

No es que la película sea mala, pero tampoco buena. «Puede elegil el sabol que guste».

No es que la película sea buena, pero tampoco mala. «El yogulado contiene alomatizante altificial».

Es la mejor película DCU que ha salido desde Shazam! y la El escuadrón suicida de James Gunn.

Pero eso no es necesariamente bueno, porque está compitiendo con esa desganada apología de la violación que es WW 1984, los dos horripilantes cortes de la Justice League y Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn). El promedio de la producción cinematográfica del DCU es tan penoso que incluso una película extraordinariamente imperfecta como Black Adam basta para elevarlo.

Black Adam es divertida, que es más de lo que puedo decir de The Woman King.

Eso es bueno.

Black Adam empieza con voice-over explicándonos lo que estamos viendo en pantalla, como si el director nos tomase por gilipollas.

Eso es malo.

Dwayne The Rock Johnson está colosal como Black Adam.

Eso es bueno.

La presentación del personaje se nos ofrece a través de flashbacks.

Eso es malo.

La actitud de antihéroe destroyer y pelín soberbio de El Hombre de Negro está calcada a la de los cómics.

Eso es bueno.

Pero los personajes, que presuntamente viven en un país de Oriente Medio, dan grimilla hablando ese inglés con impostado acento árabe (pecado que comparte con La mujer rey).

La historia va, una vez más, de «objeto megapoderoso que si los malos lo consiguen, nos arruinan el día».

Eso es malo. Trillado. Tedioooooosoooo. Black Adam tiene una historia pueril y simplista, predecible, llena de «ideas felices», rupturas de ritmo caprichosas e incongruencias de guion. ¿El Doctor Fate descubre que el niño cabronías tiene la Corona de Sabbac y, en vez de quitársela en el acto, permite que huya con ella? Pregunta retórica: ¿tiene eso algún puto sentido? Y el flagrante Red Herring de la verdadera identidad de Teth Adam es tan obvio que cuando nos revelan el secreto nadie, absolutamente nadie se sorprende.

La elección de la banda sonora da por momentos un ascazo que te cagas (Paint it, black de los Stones para la escena de la primera batalla, ¿en serio? La música del duelo final de El bueno, el feo y el malo para esa escena con los mercenarios de Intergang; ¿me lo dices o me lo cuentas? ¿Power de Kanye West cuando asaltan la mina? Venga, hombre, ¿quién es el responsable de este despropósito? Que se pase por mi despacho, que tengo una cosilla o dos que decirle) y, encima, hay demasiada cámara lenta Snyder-style, que ya es de por sí pecado mortal, y una fotografía excesivamente infrasaturada, no tanto como le gusta a Zack Snyder pero que le da a todo el film aspecto de escena de transición de videojuego de PS4.

Eso también es malo. Malo de toda maldad.

La introducción de la JSA mola bastante, pero su composición y los poderes de sus personajes no están a la altura de lo que sabemos a través de los cómics. ¿Un «metahumano de clase A», o sea, un personaje con poderes tipo Supermán y me llevas a la misión a dos pisaverdes como Atom Smasher y Cyclone, y encima a Atom Smasher me lo usas de comic relief? ¿No estaban disponibles los miembros tochos de la JSA como el The Flash original, el Green Lantern de Alan Scott, Wildcat, Mr. Terrific o Black Canary? (sin mencionar a los pesos pesados de las Edades de Oro y Plata, como Wonder Woman, Supermán, Batman; que entendemos que no están en la presente formación para no apoderarse de la película y, también, por temas de derechos y presupuesto). ¿Y qué decir de Hawkman, que en esta película está poco menos que sin pilas? ¿Y los poderes de Cyclone cuálos son? ¿Hacer vientecillos de colorines? ¿Tormenta de La Patrulla X es más poderosa que esta chica? ¿En serio?

Nope. Su color de piel no es el problema de este personaje.


Aún no sé si eso es bueno o malo, pero me preocupa lo barata que luce esta JSA teniendo en el grupo al puto Hawkman y al Dr. Fate.

El malo de la película, ese Simón Bolivar Kahndaquiano de Aliexpress que quiere hacerse con la corona de Sabbac para convertirse en un supercabrón y tiranizar a su pueblo, es tan genérico y asquerosillo que no inspira suspense alguno.

Eso es malo. Muy, muy malo.

La mayor parte de la película se pasa con la JSA intentando convencer a Black Adam de que renuncie a sus poderes y se entregue. E intentan convencerlo a golpes, antes de que Adam haga nada que remotamente pueda interpretarse como una amenaza. O sea, la JSA se comporta en Black Adam como una banda de matones de tres al cuarto a quienes silban y abuchean cuando se dejan caer por Kahndaq, en parte porque se llaman la Sociedad de la Justicia pero han permitido que Kahndaq se convierta en un estado fallido sometido por bandas de mercenarios y por el crimen organizado.

Narrativamente hablando hay un límite al número de veces que puedes ver a Hawkman dándole de hostias a Black Adam, sin hacerle ni un rasguño, antes de empezar a tener la sensación de que la película está dando vueltas en círculos como si tuviese miedo de llegar a alguna parte o como si los productores le hubiesen exigido al director un metraje mínimo de dos horas.

Eso es malo.

El malo mediahostia se sienta en el trono histórico de Kahndaq y aparecen zombis en las calles de la ciudad.

¿Mande?

¿Zombis? ¿En 2022? ¿Es que van a ponerse de moda otra vez? ¿Era eso lo que se suponía que iba a pasar si el malo conseguía la corona de Sabbac? Porque no es lo que él dijo que iba a pasar. ¿El guionista de esta película lee lo que escribe o se le ha caído media película en la sala de montaje?

Henry Cavill reaparece como Supermán en la escena post-créditos. Y le acompaña la fanfarria de John Williams.

Eso es muy, muy, pero que muy bueno. Requetebueno.

Requetebueno que está, el muy cabrito.

Pero es un guiño al espectador. No acentúa las virtudes de Black Adam, que las tiene, ni minimiza sus vicios, que los tiene, y no pocos. Para que entiendas lo que quiero decirte, querido lector: una película como Shazam!, con su tono de comedia ligera y su Supermán post-créditos decapitado (la entonces dirección de WB aún tenía a Henry Cavill debajo de un diente y no quisieron ni oír hablar de volver a meterlo en el traje del Último Hijo de Kryptón), supera por tres cuerpos a Black Adam en todo lo que funciona en Black Adam y minimiza o carece de la mayoría de sus vicios.

Supongo que lo quiero decir es que me he visto Black Adam con una indiferencia que no se merece el personaje. En ningún momento he sentido gustirrinín. No me he emocionado. No he temido por los personajes. Jamás, como espectador, se ma ha pasado por la cabeza que el villano de corchopán de la peli tuviese posibilidades de ganar, porque Black Adam no transmite correctamente lo que debe transmitir una buena historia: qué está en juego, por qué debería importarnos, qué pasará si los malos ganan, por qué deberíamos encariñarnos con los personajes, cuál es su motivación para seguir adelante. Black Adam aparece, suena una alarma en la sede de la Justice Society y dos de sus pesos pesados y dos becarios fabulosamente inútiles que no hacen absolutamente nada decisivo durante la misión, van a arrestarlo y meterlo en una prisión para supervillanos porque es demasiado peligroso para estar suelto. Le comen el tarro para que se entregue y luego tienen que soltarlo porque, a causa de su extraordinaria ineptitud, queda libre una mala bestia aún más peligrosa que El Hombre de Negro a la que la JSA tampoco puede parar.

Pues menudo día de trabajo para la Justice Society of America. ¿El resto de sus componentes son así de inútiles o qué?

Black Adam decepcionado por la poca calidad de sus antagonistas.


A ver, con un presupuesto (estimado, que las productoras son cada vez más reacias a proporcionar esta información) de 200 millones y una recaudación mundial, en el momento en que escribo esto, de 378 millones y comiéndole los cojones a Black Panther: Wakanda Forever, que costó aproximadamente lo mismo y ya va casi por los 700 millones, no se puede decir, técnicamente que Black Adam sea un éxito contable. Aquí te hemos expuesto algunas de las razones por las cuales entendemos que la película cojea. No se arrastra. No agoniza. Pero funciona muy por debajo de las expectativas creadas. ¿Y si hubiese tenido otro enfoque, otra trama, una historia un poco más congruente? Ya puestos, ¿por qué los superhéroes del DCU siempre tienen que salvar el mundo de una hecatombe? Esta gente lidia con un enemigo estilo Thanos casi en cada película y todos esos pseudo-Thanos dan vergüenza ajena. ¿Se habría beneficiado Black Adam de una perspectiva un poco más local (como Teth Adam intentando liberar Kahndaq de la tiranía de Intergang y convirtiéndose en su héroe nacional, concepto que es más acorde a los cómics; sugiero), mejores u otros guionistas y, no sé, quizá otro director? (no me atrevo a afirmar que haber dirigido La casa de cera y todas esas películas de Liam Neeson Action Hero te descarte como director de un largometraje de superhéroes, menos sabiendo lo mucho que les gusta ahora meter cuchara en la producción a los ejecutivos semianalfabetos, pero, caray, ¿por qué el pobre de Jaume Collet-Serra, que en otras ocasiones ha demostrado un notable dominio de los mecanismos del suspense y la acción, parece aquí tan desganado?).

En fin, querido lector, no te quedes con nuestra opinión. Ponte La mujer rey y Black Adam y llega a tus propias conclusiones. Para exigir sumisión a dogmas inapelables ya está la ejecutiva de Podemos. Aquí exponemos argumentos, y si los nuestros no te valen, cúrrate los tuyos propios.

The Woman King y Black Adam podrían haber sido dos grandes películas.

Eso es bueno.

Pero fracasan en lograrlo.

Eso es malo.