sábado, 20 de julio de 2024

Ira furor brevis est

Es fácil hacer escarnio de Furiosa. Yo mismo he estado a punto de titular esta entrada de la bitácora «Estoy furioso con Furiosa», «La precuela que nadie pidió de la secuela que nadie esperaba» o algo por el estilo. Pero mentiría. No estoy furioso con la más reciente película de George Miller. Estoy triste. Y además sería injusto. Una lanzada a moro muerto. Porque Furiosa se ha comido tres cuartos y mitad de HOSTIÓN en las taquillas y, cambios en los hábitos de consumo cultural del público y de las estrategias corporativas de distribución cinematográfico aparte, esa catástrofe es culpa en buena medida de la propia Furiosa.

Pero darle de patadas en el hígado a un luchador caído en el suelo es propio de canallas, y aquí canallas no somos, así que vamos a intentar descifrar las razones de esta debacle.

(Si eres incapaz de leer nada más largo que un tuit, búscate el resumen en esta entrada anterior del Paratroopers y pasa a otra cosa).


En realidad, George Miller es mucho mejor director de cine de lo que Furiosa te puede hacer creer. Y tú has visto más películas suyas de las que recuerdas. Miller dirigió Las brujas de Eastwick, aquella extraña fábula fantástico-promíscua basada en la novela de Updike e interpretada por Jack Nicholson, Susan Sarandon, Cher y Michelle Pfeiffer en los principales papeles. Miller dirigió la conmovedora El aceite de la vida, dramatización del caso real de Lorenzo Odone, aquejado de una enfermedad degenerativa que va destruyendo poco a poco su sistema nervioso, y recreación cinematográfica de los esfuerzos heroicos de sus desesperados padres, que lograron encontrar un tratamiento que prolongó su vida veinte años más de los que los médicos más optimistas le habían pronosticado. Miller dirigió también Babe, el cerdito en la ciudad, secuela de Babe, el cerdito valiente así como Happy Feet y su secuela, entre otras cosas.

Y, a diferencia de James Cameron, que lleva muy a gala el marchamo de ser el único director de cine que jamás ha perdido dinero con una película, George Miller ha tenido mejores y peores momentos en su carrera profesional. Entre los peores están Tres mil años esperándote, cuya producción se estima que costó sesenta millones de dólares pero que recaudó poco más de veinte millones de dólares, sumando las taquillas internacionales. El aceite de la vida, pese a su historia humana y conmovedora e impecable factura cinematográfica, fue un DESASTRE de 30 millones de presupuesto que recaudó poco más de siete millones en taquillas de todo el mundo. La secuela de Babe, con una recaudación de bastante menos de setenta millones, tampoco recuperó su presupuesto de noventa millones. Los aciertos de Miller con el público serían fundamentalmente Happy Feet, que costó 100 millones y recaudó casi 390 millones (Happy Feet 2, en cambio, se estrelló con 159 millones de recaudación sobre 135 de presupuesto) y Las brujas de Eastwick, que costó unos 22 millones en 1987 y recaudó casi 64.


Pero George Miller, por supuesto, es más conocido por sus títulos de la saga Mad Max: la trilogía canónica protagonizada por Mel Gibson (Mad Max, Salvajes de autopista; Mad Max, El guerrero de la carretera; y Mad Max, Más allá de la cúpula del trueno) y estas secuelas no del todo canónicas, este «universo expandido» al que pertenecen Fury Road y Furiosa.

Y, a grandes rasgos, podemos decir que la saga Mad Max (cinco películas hasta la fecha y planes para una sexta que tal vez no llegue a rodarse jamás, sigue leyendo) pura y simplemente es un reflejo de la carrera de George Miller, con sus luces y sus sombras o, si lo prefieres, amado lector, una especie de fábula de la Ley de rendimientos decrecientes aplicada a la producción cinematográfica. Mad Max se rodó con 300 000 dólares y recaudó 8 773 932 dólares. Veintinueve veces más. Mad Max 2 costó 3 millones y recaudó 23 670 464. Ocho veces más. Mad Max 3 recaudó 3,6 veces su presupuesto de 10 millones de dólares.

¿Ves la tendencia, oh, preclaro lector?

Cada película de Mad Max de la trilogía canónica costó sensiblemente más que la anterior y recaudó, en términos relativos, sensiblemente menos que su precuela. MM2 multiplicó por diez el presupuesto de MM, pero recaudó veintiuna veces menos, tomando su presupuesto como base de cálculo. MM3 triplicó el costo de producción de MM2 y sin embargo consiguió vender cuatro veces menos entradas que MM2.
(Por supuesto, en este cálculo hay factores que no estamos teniendo en cuenta, como la fluctuación en el precio de las entradas de cine entre 1979, fecha de estreno de Mad Max, y 1985, cuando llegó a las pantallas la última iteración del Loco Max protagonizada por Mel Gibson).

Y, pese a la ola de fans y el tifón de críticas positivas que generó en su momento (críticas positivas que siempre me parecieron más oportunistas que sinceras; mierdecillas sojas subiéndose al carro del empoderamiento femenino), Fury Road consolidó esta decadencia. Con un coste PROHIBITIVO de 150 millones y una recaudación de 380 418 444 dólares, la trepidante versión postapocalíptica del París-Dakar protagonizada por Charlize Theron y Tom Hardy (que se llevaron a matar durante todo el rodaje) apenas recaudó 2,5 veces su costo de producción, lo cual entra directamente en el pantanoso terreno del fracaso de taquilla (para que Warner Bros. lo considerase un éxito, con semejante tsunami de pasta invertido en el rodaje, Fury Road tendría que haber recaudado al menos cuatro veces su presupuesto).
(Las broncas entre Hardy y Theron se recogen en el libro Blood, Sweat & Chrome: The Wild and True Story of 'Mad Max: Fury Road', de Kyle Buchanan. Sin meternos en detalles, basta con decir que Charlize llegó a pedir que la protegiesen de Hardy. En serio).

Así que tampoco debería sorprendernos que Furiosa se haya dejado los dientes en la taquilla. Se limita a seguir la tendencia de sus predecesoras. Desde el punto de vista de la fría aritmética, Furiosa era un desastre anunciado durante décadas y su ruina un acontecimiento inevitable.

Pero da mucha rabia.

Porque cualquiera que se haya visto Furiosa puede detectar dónde ha fracasado la película a la hora de convertirse en un blockbuster rompeaudiencias. Todo lo que no funciona en Furiosa está a la vista. Y es doloroso ver este accidente vehicular múltiple a cámara lenta de un director de cine capaz de hacer películas mucho mejores que esta tardía y fracasada precuela de una secuela.

Empecemos por una perogrullada: Anya Taylor-Joy no es Charlize Theron. ,Y en cuanto se nos dijo que había en marcha una película de Furiosa SIN Charlize Theron, algunos de nosotros empezamos a temernos un desastre. Porque Furiosa no es Furiosa porque la haya escrito George Miller, sino porque la ha interpretado Charlize Theron. La identificación entre el personaje y la actriz es absoluta para toda una generación de espectadores. Encima, Imperator Furiosa es un personaje tan atractivo que SECUESTRA al personaje de Max Rockatansky (Tom Hardy) EN SU PROPIA PELÍCULA. Hacer una película de Furiosa SIN Furiosa (Charlize Theron) parece a priori una estupidez tan grande como hacer una película de Indiana Jones sin Harrison Ford, una de Harry Potter sin Daniel Radcliffe o una de Regreso al futuro sin Michael J. Fox y Christopher Lloyd.

George Miller
justificó esta controvertida decisión de casting en que Furiosa iba a ser una precuela del personaje interpretado por nuestra sudafricana favorita en Fury Road. Furiosa nos mostraría la infancia y adolescencia de Furiosa, y al director de Mad Max el maquillaje no le parecía suficiente para disimular la verdadera edad de Charlize (que pronto cumplirá 49 años y empieza a no estar para escenas de acción) y la tecnología de «lifting digital» utilizada por Scorsese para rejuvenecer a Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci, en El irlandés o Ang Lee en Géminis le daba canguelo (y lo cierto es que no podemos culparle por ello).

Problema: Anya Taylor-Joy, actriz colosal y mujer de belleza... única, no es Charlize Theron, actriz colosal y mujer de belleza extraordinaria. En cine, los ojos también piden su parte y el fandom de un actor no perdona ni olvida. O, si no, explícame por qué tantos tíos heterosexuales fueron como borreguitos a ver Barbie (pssst, pssst; ahí va una pista, porque hasta en su peor momento profesional o recién levantada, sin ducharse ni maquillarse, después de empalmar tres días seguidos de parranda, a todos nos gusta Margot Robbie). Pon a Anya Taylor-Joy en un papel escrito para Charlize Theron y, de repente, has perdido a todos los fans de Charlize Theron. Si, encima, pones a la pobre Anya Taylor-Joy, a la que amamos muchísimo, en una película de Mad Max sin Mad Max, de postre has alienado a todos los fans de Mad Max.

Furiosa fue planteada desde siempre como una precuela de Fury Road centrada en el personaje de Imperator Furiosa y Charlize Theron está demasiado talludita (algunos diríamos que en sazón, pero, para gustos, los colores) para hacer de una adolescente y una veinteañera. Tanta importancia le concedía George Miller a esta circunstancia que Furiosa se planteó, durante algún tiempo, como una serie de animación en vez de una producción con actores.
 
Estupendo.

Pero ¿por qué Furiosa tenía que ser una precuela?

Precuela, que algo queda.

Sí, claro, un escritor escribe lo que le da la gana y un director de cine hace las películas QUE LE DEJAN, porque hacer cine es caro y, hacerlo a la escala que lo hace George Miller, PROHIBITIVO (no, no vamos a retomar el tema de si es rentable o sensato hacer películas de doscientos millones de presupuesto, que se nos dispara la longitud de la entrada), y el que pone la pasta manda. Miller quería hacer la precuela de Furiosa y Charlize le estaba viejuna para el papel. Entendido, George Miller. Aceptamos «pulpo» como animal de compañía.

Establezcamos antes de seguir adelante que Anya Taylor-Joy es UNA BESTIA de la pantalla. La bruja, Morgan, Purasangre, Gambito de dama, Última noche en el Soho, El hombre del norte (a la que pusimos las peras a caldo aquí), El menú (a la que elogiamos aquí)... Anya Taylor-Joy ha resuelto con dignidad, talento y luminarias de genio papeles muy distintos, algunos de ellos realmente difíciles, y compuesto personajes extraordinariamente sólidos y carismáticos.

Si alguien podía llenar los zapatos de Charlize Theron, actoralmente hablando, era ella. Aunque hasta yo me parezca más a Charlize Theron que Anya Taylor-John.


Pero, para que un actor pueda «entregar» en pantalla, necesita que se le provean los materiales necesarios para hacer su trabajo (guion, vestuario, atrezo, maquillaje, trasfondo). Y si algo ha hecho famoso a George Miller es su personalísima forma de afrontar los rodajes: prácticamente no comparte nada con su reparto y técnicos. Él ya ha filmado la película dentro de su cabeza y espera que todo el mundo conozca su lugar y sepa dónde caer en cuanto oiga el «¡acción!». Pero esa forma de hacer cine es la garantía de que tus actores se van a sentir perdidos, desorientados (buena parte de las broncas que tuvieron Hardy y Theron en el set de Fury Road estaban enraizadas en o fueron amplificadas por esa sensación de desamparo e impotencia, de la que el propio Miller se arrepintió en entrevistas posteriores al fin de la producción). Cuando sólo tú sabes en realidad qué está pasando en un momento dado, es imposible para el resto de tu equipo decidir si ese caos organizado que es todo rodaje se ha salido o no de control, si tus protagonistas están dando lo que se espera de ellos y si hay un verdadero líder detrás del proyecto. Y trabajar en esas condiciones puede, muy fácilmente, convertirse en una experiencia frustrante y emocionalmente agotadora. Como el rodaje de Fury Road.

Y, aunque Anya Taylor-Joy se ha preparado como la profesional que es para Furiosa (aprendió a hacer pirulas con un coche, practicó artes marciales, se entrenó con armas de fuego...), sintiéndolo mucho, no ha logrado hacerme olvidar a Charlize Theron y, por añadidura, me ha hecho preguntarme, durante toda la proyección de Furiosa, si George Miller le había proporcionado a su actriz protagonista los materiales necesarios para hacer bien su trabajo.

Porque, durante las casi dos horas y media de Furiosa, no he podido librarme de la sensación de que lo verdaderamente importante estaba sucediendo fuera de plano. De que Miller me enseñaba la espuma de la cerveza, pero no me dejaba bebérmela. De que estaba viendo un borrador de Fury Road, un texto exploratorio, muy anterior al guion de rodaje, un spec-script al que los escritores todavía no han purgado de toda la grasa infantil: las tramas, los personajes que no pintan nada, que no ayudan a la protagonista a completar su transmutación. Furiosa me hizo sospechar que la información en pantalla estaba ausente, torpemente representada o directamente distorsionada. Imagínate ver una película de casi dos horas y media y salir del cine con la sospecha de que los mejores treinta minutos se han quedado en el suelo de la sala de montaje (vamos, lo que pasa con todas las últimas películas de Zack Snyder), que es exactamente la impresión que me llevé cuando descubrí, hacia el final del tercer acto y por boca de Dementus (Chris Hemsworth con nariz postiza), de que hay UNA HISTORIA DE AMOR en Furiosa.

Imagínate la cara que puse. «¡Repsblafsgrasparuscaflops! ¿Que Furiosa y Praetorian Jack ESTABAN ENAMORADOS? ¡La leche que le han da'o! ¿Cuándo ha pasado eso?». En todas las interacciones entre estos personajes sólo he sido capaz de ver un interés mutuo. Jack (un Mad Max de Aliexpress) recluta a Furiosa porque ha perdido a todo su equipo en una emboscada y Furiosa ha dado pruebas de ser una superviviente audaz, resuelta y con capacidad de resolver problemas sobre la marcha. Furiosa se une a Jack porque es una joven sola, sin aliados ni amigos, y viajando con el Praetor estará más segura y aprenderá nuevas habilidades que le serán muy útiles en su epopeya de regreso al Lugar Verde de las Muchas Madres. Con el tiempo, nos muestran algunas escenas que sugieren que ambos compañeros de armas se han cogido cariño y desarrollado una amistad (véase la escena de la emboscada en la Granja de Balas, donde ambos tratan de sacrificarse para salvar al otro). Pero ¿amor? ¿En serio? ¿Ahora me lo cuentas?

Que no nos enteremos, hasta mucho después de la muerte de Jack (¡ups!, perdón; espóilers) y por boca de otro personaje (nos lo dicen, en vez de mostrárnoslo), que Furiosa estaba enamorada del Praetor, no es un fallo de Anya Taylor-Joy, es un fracaso flagrante del director que debía presentarnos la información que necesitamos para entender su película. Un tremendo DERRAPE de escritura cinematográfica. Es un fallo de George Miller como guionista y director.

Y Furiosa está acribillada de deméritos narrativos como ése. El primer acto es ETERNO. Desde el secuestro de Furiosa a manos de los secuaces de Dementus en el Lugar Verde y la tortura y asesinato de su madre (Charlee Fraser) hasta la llegada la Ciudadela de Immortan Joe (Lachy Hulme, desde el momento en que el GIGANTESCO Hugh Keays-Byrne tuvo la excéntrica ocurrencia de morirse en 2020), que es cuando la película empieza realmente, pasan treinta y un eternos minutos en los que no sucede prácticamente nada narrativamente relevante. Furiosa se pasa casi todo ese tiempo dentro de una jaula, convertida en silenciosa mascota de Dementus, un hijo de puta heteropatriarcal que dedica esa media hora a recordarnos una y otra lo hijo de puta heteropatriarcal que es. Por contraste, todos los personajes principales han sido presentados en los primeros ocho minutos de Fury Road, y el drama, el conflicto, empieza en el minuto 12. Todo lo que nos falta para comprender lo que está en juego, qué persigue Furiosa y por qué, qué ha motivado su traición a Immortan Joe y por qué éste la persigue con todas sus huestes, nos lo van dosificando en los siguientes veinticinco minutos.
«Me encanta el olor de la masculinidad tóxica por las mañanas».

Y, si necesitas la constatación de que Furiosa está desganadamente escrita, date cuenta de que le falta el que es, indiscutiblemente, el punto de giro argumental que convierte Fury Road en una master-class de guion: el «momento "muro"» en el que Furiosa encuentra a las últimas Vuvalini y descubre que el Lugar Verde ya no existe: se ha secado y muerto, y sus manantiales están envenenados, y la salvación prometida a las esposas de Immortan Joe se le escapa por entre los dedos para siempre, y la esperanza que Furiosa ha atesorado durante todo su cautiverio se hace pedazos.

Y pocas escenas después, Max le hace ver la evidencia: siempre ha habido un Lugar Verde en el que construir un hogar, pero está en la dirección opuesta a la que ella se dirigía: el Lugar Verde es la Ciudadela de Immortan Joe, con sus acuíferos, sus cultivos; esa misma Ciudadela que ha quedado desprotegida después de que Immortan Joe haya sacado de ella a todos sus Señores de la Guerra y warboys medias-vidas para perseguir a una Furiosa a la fuga a través del páramo. Esa Ciudadela a la que tienen que regresar lo antes posible, adelantándose al Rey del Páramo y sus tropas, lo que implica que deben pasar por el medio de las hordas de Immortan Joe, en un viaje de vuelta aún más peligroso que el de ida, pero con un premio seguro que hace que merezca la pena esa última apuesta. Furiosa y las esposas, Max y las Vuvalini ya no se van a jugar el pellejo por un sueño, sino por una certeza, y eso significa que el precio que van que pagar por su ella será, necesariamente mucho más gravoso.

(Y, manteniéndonos en el plano de la escritura, Furiosa también carece de todos esos momentos de simbolismo deliberado o accidental de los que Fury Road está trufada: Max lavándose en leche materna la marca de Caín del asesinato múltiple que acaba de cometer, o alcanzando su propia redención personal él, un padre atormentado por los espectros de su familia asesinada, dando su sangre a Furiosa para que pueda vivir, y por lo tanto convirtiéndola en hija espiritual suya, y diciéndole su nombre, por primera vez en toda la película, para que Furiosa sepa el nombre del padre que le dio su segunda vida).

En anteriores entregas de la saga, particularmente Fury Road, Miller se saca la chorra de creador de mitologías y rompe una mesa de roble a pollazos: «black thumb»,
«imperator», «Aqua Cola», «Gastown», «Bullet Farm», «eternal, shiny and chrome». En Furiosa, ése rico lore está travestido, apenas esbozado, y no hay aportaciones nuevas. Pero, si en Fury Road los personajes hablan su propio inglés: «guzzoline», «organic», «half-life», «thunder up!», «war-rig»; en Furiosa, los personajes picotean aquí y allá parte del léxico Madmaxiano y, a través de sus diálogos, son incapaces de convencernos de que existe un mundo dejado de la mano de Dios en el que la gente habla así y emplea ese idiolecto para nombrar entidades reales, tangibles. Por no mencionar que me estoy estrujando el selebro para rememorar una sola frase de Furiosa que me haya conmovido cuando no tengo que hacer el mismo esfuerzo para evocar citas memorables de Fury Road: «¡No somos cosas!», «¡Nuestros hijos no serán Señores de la Guerra!», «Estás poniendo tus esperanzas en la generosidad de un hombre realmente malo», «Cuando grite "idiota", conduce fuera de aquí lo más rápido que puedas».

Fury Road, la secuela de esta precuela que nadie pidió, es una trepidante y surrealista persecución que no da tregua al espectador. Te agarra por los huevos, te los retuerce y, mientras suplicas clemencia con voz de soprano, te obliga a presenciar una ráfaga de escenas dramáticas y de acción que apenas te dan tiempo para respirar hasta el vertiginoso final, y llegas a los títulos de crédito suplicando que no te suelten los cojones y te den más en vena de esta mierda polvorienta, grasienta y que apesta a gasolina derramada.


En Furiosa, sin embargo, hay demasiado «aire». Demasiados tiempos muertos en los que no parece que pase nada o en los que, directamente, no pasa nada pese a toda la pirotecnia desplegada en pantalla. Quizá sea un vicio connatural a su condición de película de orígenes (a Tony Stark no lo vemos ponerse la Mark II hasta más de una hora después del inicio de Iron Man; Bruce Wayne tarda algo menos de una hora en aparecer completamente equipado como El caballero oscuro en Batman Begins). En Furiosa, tenemos que esperar también casi una hora para ver por primera vez a nuestra heroína. Y ello tras la única elipsis realmente comprensible de toda la película, elipsis en la que al fin nos dan a los espectadores una sensación tangible del paso del tiempo, información que se nos hurta antes (no tenemos ni idea de cuánto tiempo pasa Furiosa como rehén de Dementus) y después (sólo la longitud del cabello de la protagonista nos sugiere que lleva meses, o años, trabajando con Praetor Jack).

Y, además, pecado mortal en una película, Furiosa cojea en imágenes impactantes. Casi cualquier plano de Fury Road es un cuadro, lleno de trágica y desoladora belleza o maníaca energía dramática: el War-Rig de Furiosa, perseguido por la partida de búsqueda de Immortan Joe, penetrando en la tormenta de arena; Max, a mil sesenta berzas por horas, de figurilla de capó del coche de Nux; Furiosa engrasándose la frente con aceite de motor quemado; los artistas del cirque du soleil contratados como extras saltando como gambas en una sartén con cada colisión vehicular. Furiosa es avara en imágenes persistentes como éstas.

En Fury Road, la acción forma parte de y hace avanzar la historia. En Furiosa, la acción ES la historia. Y una no demasiado interesante.


Fury Road es una lección de cine. Furiosa es una película sobresaltada y extraordinariamente mejorable en los aspectos de escritura y exposición. Hay momentos memorables, de suspense y acción, que nos recuerdan a algunas de las mejores escenas de anteriores entregas de la saga. Pero casi todos los elementos estilísticos que brillan en Furiosa son los mismos que ARDEN con cegadora llama en Fury Road, y la incansable vocación autorreferencial de este largometraje, que no puede dejar de recordarnos cada pocos minutos que es una precuela de la película de 2015, como si temiese secretamente que ésa sea su única virtud; la cita constante de planos, personajes, paisajes, estética y lore de Fury Road devalúa Furiosa como título independiente, con valor propio. Casi parece que George Miller se estuviese justificando plano tras plano. «Esta película TIENE que gustaros: mirad, salen los war boys, sale Immortan Joe, salen las Vulvalini, digo Vuvalini, sale un Mad Max que no es Mad Max, sale Furiosa».

Aunque esa película de orígenes que ahora nos ha sido presentada estaba prevista desde la preproducción de Fury Road, aunque fue finalmente descartada, aparentemente Miller tal vez no se hizo la pregunta de si alguien quería ver una historia de orígenes de Furiosa (la respuesta, sugiero, es un rotundo «no»; o, al menos, un rotundo «no queremos ver ÉSTA historia de orígenes de Furiosa») en vez de cerrar su saga con esa película de un Mad Max crepuscular, interpretado por su actor original, película que probablemente nunca llegaremos a ver porque la reputación de antisemita y negacionista del Holocausto de Mel Gibson le convierte en UNA PESADILLA CON OJOS para el más pintado departamento de Relaciones Públicas de la más poderosa productora cinematográfica.
(«[Joe] Eszterhas [el guionista de Showgirls e Instinto Básico, que trabajó con Gibson en un guion nunca filmado sobre Judas Macabeo] accuses Gibson of having "continually called Jews ‘Hebes’ and ‘oven-dodgers’" during their work together. He claims that Gibson also called the Holocaust "mostly a lot of horseshit." At one point, Eszterhas remembers Gibson claiming that the Torah mentioned the sacrifice of Christian babies. When Eszterhas insisted that Gibson was thinking of the "The Protocols of the Elders of Zion," Gibson insisted "It’s in the Torah — it’s in there."»).

La buena acogida de Fury Road y la IMPRESIONANTE caracterización de Imperator Furiosa por parte de Charlize Theron avivaron, tras el estreno de la película, los rumores de película del segundo personaje de ficción que nos tienta a desarrollar un fetiche con mujeres amputadas desde la Gazelle de Sofia Boutella en Kingsman. La prensa babiosa y canallesca estaba decidida a presionar a George Miller para darles otra película de Furiosa. Pero Miller, que se había tirado QUINCE AÑOS desarrollando el guion de Fury Road con Nico Lathouris, no quería comprometerse. Llegó a decir que tenía suficiente material para escribir películas sobre todos los personajes de Fury Road. Hasta el músico ciego de la guitarra-lanzallamas podría tener su propio largometraje.

A mí eso no me suena a un plan bien meditado. A la gente golosa, que se bloquea cuando entra en una confitería porque no es capaz de decidirse por un dulce, no deberían permitirle hacer cine. Rodar una película es tomar decisiones. Descartar opciones. Trazar una línea y seguirla, no explorar todos las posible rutas, porque son infinitas, y tu presupuesto no. Que, dos años después del estreno de Fury Road, Miller demandase a los pillines contables de Warner Bros por escamotearle su bien ganado sueldo no ayudó a aclarar las aguas y, puestos en capilla, tuvo como consecuencia que la productora cerrase el grifo y congelase todos los planes para rodar ninguna otra película de Mad Max hasta que se pronunciasen los tribunales o se llegase a un acuerdo (que se alcanzó en 2020). Y sin dinero no hay películas. De ningún tipo. Sobre ningún personaje.

Furiosa: De la saga Mad Max, es una película de Mad Max sin Mad Max y con una Furiosa que, pese al impresionante trabajo de Taylor-Joy, apenas nos recuerda a Furiosa, salvo muy puntualmente y como de manera accidental, y tampoco consigue hacernos olvidar a Charlize Theron. Una película que llega  NUEVE AÑOS TARDE para aprovechar el tirón del personaje presentado en Fury Road. Que dedica demasiado tiempo a contar... prácticamente nada. Que está dirigida, escrita y montada de forma que marea, confunde y despista demasiadas veces al espectador, como parece que Miller tiene costumbre de hacer con sus actores, estorbándole al público potencial de esta cinta una imagen completa de la película que está viendo (¿en serio tengo que esperar al FINAL para descubrir que había una HISTORIA DE AMOR entre Furiosa y Praetor Jack? ¿En serio?). Y los intentos casi desesperados de vincular esta película con su precedente de 2015 (los últimos planos de metraje de Furiosa y las escenas de Fury Road intercaladas entre los créditos finales de su precuela) resultan, además de forzados, de nuevo una confesión implícita de que el valor de Furiosa como película depende en exceso, de sus vasos comunicantes con Fury Road, con la que compite en inferioridad de condiciones desde todos los puntos de vista.

No sé si quería saber cómo perdió Furiosa su brazo y obtuvo su prótesis. No sé si me importa. Lo que sí sé, después de haberlo visto, es que no le aporta nada al atractivo personaje finalizado que conocí y del que me enamoré en Fury Road, convertido aquí un rompecabezas en construcción cuyo arco de transformación es, básicamente, empezar la película queriendo volver a casa y terminar la película queriendo volver a casa, después de haber sido incapaz de hacerlo pese a todos sus intentos a lo largo de dos horas y media. Y, por los mismos motivos por los cuales nadie debería ver cómo se hacen las leyes o las salchichas, Furiosa te deja con la sensación de haber presenciado algo que no deberías conocer, que no tiene importancia, que ensombrece lo que ya conocías a través de la película de 2015. Hay momentos en los que disfrutas de Furiosa, pero no como película de Furiosa sino como película de acción genérica ambientada en una distopía post-apocalíptica. Y te sigue faltando información para que te importe un carajo de madera lo que le sucedan a la protagonista o a cualquiera de sus antagonistas y compañeros de aventura. No consigues empatizar con ninguno de ellos. No te sientes motivado a invertir en la historia ni los personajes. No saltas en tu butaca con una explosión, una muerte o una acrobacia con un coche hecho de retales y un V8 turbocargado. Ves la película pero no te enamoras, y eso, viniendo como venimos de Fury Road, es un delito de lesa majestad cinematográfica.

Lo menos importante de Furiosa es que sea otra película sobre una Strong Independent Women™. Lo realmente grave es que la ves con distancia. Como si te diese un poco lo mismo. Te reencuentras con el personaje que te enamoró desde el primer plano en Fury Road, y que te suscitó tantas preguntas («¿cómo ha logrado una mujer mutilada sobrevivir en ese infierno?», «¿cómo ha forjado su voluntad de hierro y su espíritu guerrero?»), y te ves su biografía filmada como podrías estar viendo cualquier otra cosa, señalando, a intervalos, todo aquello que han trasplantado de Fury Road, y que no basta para sumergirte en la acción. Acaba la proyección de Fury Road y tienes que resistir las ganas de pintarrajearte de blanco, cromarte los dientes, agarrar un boomstick con cada mano, gritar «¡sed testigos!» y saltar sobre el Seat León tuneado de tu vecino El Ketaminas. Ves Furiosa y suspiras en tu butaca pensando en todo lo que pudo ser, y en lo desaprovechada que ha sido la espera.

No son buenos síntomas para la próxima película de Miller: Mad Max: The Wasteland, precuela de Fury Road de rodaje mil veces pospuesto, largometraje que nos traería de regreso a Tom Hardy como Max Rockatansky y que, probable y lamentablemente, NO LLEGUE A RODARSE JAMÁS  después del descalabro en taquilla del más reciente trabajo del director australiano.

Descalabro que, entendemos en el Paratroopers, era totalmente predecible y absolutamente evitable si George Miller hubiese tomado diferentes decisiones de reparto, guion y montaje.

Y eso sí que nos pone furiosos.

sábado, 6 de julio de 2024

Necesitas un poco más de katsugen en tu dieta (II)

En una entrada anterior atendimos tu expreso deseo, oh, tirano lector, ¡cómo te malcriamos!, y te recomendamos cinco títulos de manga con historias de amor adolescente entre personajes que, a priori, estaban condenados a no entenderse jamás. Vamos, la misma temática que el manga My Dress-Up Darling, que seguimos sin entender por qué todavía no estás leyendo, ¡cojonazos! ¡Que eres un cojonazos!

De nada.

Tu ración de katsugen para hoy.

Hoy queremos hacer algunos añadidos a esa lista.

Porque sí.

Porque no hemos agotado el repositorio de manga romántico adolescente con elementos de comedia (aunque ya nos dijiste, amado lector imaginario, que comenzaban a interesarte otros géneros de manga).

Porque nos resuelve la entrada de la bitácora.

Porque nos da una excusa para seguir poniendo GIFs de japonesas haciendo golferías con la excusa, falaz, de no explicarnos nuestra fascinación por ellas.

Ahí va el lote:


Lv2からチートだった元勇者候補のまったり異世界ライフ / Lv2 kara Chīto datta Moto Yūsha Kōho no Mattari Isekai Raifu / Relajándome en otro mundo con súper poderes de nivel 2 para hacer trampas, de Miya Kinojo, empezó en 2016 como serie de novelas digitales en la página web de autoedición Shōsetsuka ni Narō (sí, ellos otra vez; la misma página donde empezó su andadura Tokidoki Bosotto Roshiago de Dereru Tonari no Arya-san, que te recomendamos en la anterior entrada), pasó en seguida al papel de la mano del sello editorial Overlap, escrita por el mismo Kinojo e ilustrada por Katagiri (nombre artístico o señor sin apellido, aparentemente). Y tuvo suficiente éxito para ser vertida en 2019 al manga, bajo la firma de Akine Itomachi, serie de la cual se han editado ya 10 volúmenes, y que, era casi inevitable, ha sido trasladada también a un serial de anime simplemente adorable que cerró su primera temporada de emisiones en este mismo mes de junio de 2024.

La historia de Relajándome en otro mundo... es, como su propio nombre indica, un isekai (ya sabes, o tal vez no, millennial de mierda: Fushigi Yûgi, El-Hazard, Tenkū no Escaflowne, Magic Knight Rayearth...), así que, si no te gusta este género (espectacularmente prolífico en la última década y pico), deja ya de joder y pasa al siguiente título de nuestra lista. Pero ya te digo que te vas a perder una serie divertidísima.
(O, mejor aún, si no te deja el isekai deja de leer, ¡gentuza! Porque, si no te gusta el isekai, no te gusta Sen to Chihiro no Kamikakushi, y eso significa que  no mereces respirar el mismo aire que yo. ¡Basura! ¡Funcionario! ¡Ministro!).

Banaza, el bondadoso y tolerante protagonista de Relajándome en otro mundo... es invocado por los magos del reino de Klyrode como candidato a héroe que deberá guiarlos hacia la victoria en su guerra contra los ejércitos de El Oscuro, pero los magos que lo han invocado descubren que no tiene ningún poder ni habilidad de consideración. Además, justo después de llegar Banaza a Klyrode, un segundo héroe, el Héroe Rubio, con unas estadísticas del cagarse, hace su aparición en la sala de invocaciones. Y la gente se emociona tanto con él que olvidan devolver a Banaza a su mundo hasta que el portal ya se ha cerrado, así que al pobre Banaza lo destierran a un bosque (que, incidentalmente, está en poder de los ejércitos del Oscuro) y hacen un esfuerzo por olvidarse de que existe, y de la pasta que se han gastado en traerlo desde su mundo. Allí, ya solo, Banaza mata un slime (una especie de gelatina inteligente, típico monstruo de bestiario de Dragones y Mazmorras) que, jum, jum, ha atraído los hechizos ocultos de «atraer monstruos» que le han puesto en el castillo del rey de Klyrode para que un bicho se coma a Banaza y se joda, por no ser el héroe que todos necesitaban, y, cuando mata al slime, todas sus estadísticas se disparan al infinito.

Sí, he dicho «estadísticas». Esto de incorporar, al universo de un manga de temática fantástica, características sacadas de los videojuegos de rol es, de un tiempo a esta parte, una tendencia creciente que no puedo decir que esté siempre bien utilizada. Bueno, volvemos con Banaza: de ser un mierda seca acaba de convertirse en el gigachad supremo. Es, probablemente, la criatura más poderosa de Klyrode. Ahora podría vengarse del gilipollas del rey de Klyrode, que lo ha secuestrado e intentado matarlo (un pieza, su Bajestad), y de sus lerdos magos. Pero eso no va con su carácter. Banaza era un mercader en su mundo y sólo quiere vivir en paz. Una casa. Un trabajo honrado. Amigos. Tal vez una novia. Y de la guerra entre los demonios y los humanos de Klyrode, prefiere no saber nada. Es un forastero, no conoce los motivos de ninguno de los dos bandos para estar a la gresca y no va a tomar partido. Pero, en su opinión, estaría fetén que los humanos y los monstruos aprendiesen a convivir sin hacerse la puñeta los unos a los otros.

Lo que no quiere decir que no acabe teniendo que usar sus poderes semidivinos. Más de una vez, y a desgana, pero tiene que usarlos. Sobre todo porque el Héroe Rubio de estadísticas impresionantes es un miserable cobardica, corrupto y engreído, incapaz de ganar una mísera discusión sobre fútbol, no te digo ya una batalla, y que le hace unos rotos al ejército de Klyrode que ríete tú de una novia latina.
(También me llama la atención el recurso constate, en las historias de muchos manga y anime que he leído últimamente, al tropo del «mierdecilla sin habilidades al que todos putean porque es una miserable nulidad en todos los aspectos, pero que acaba consiguiendo poderes casi absolutos, a veces de chiripa, otras a base de pura disciplina y fuerza de voluntad, y convirtiéndose en LA REHOSTIA en vinagre». Tema repetido en otros manga como Isekai De Cheat Skill Wo Te Ni Shita Ore Wa, Genjitsu Sekai Wo Mo Musou Suru ~Level Up Wa Jinsei Wo Kaeta, Hazure Waku no [Joutai Ijou Skill] de Saikyou ni Natta Ore ga Subete wo Juurin Suru made o Solo Leveling. Supongo que es la sobrecompensación típica del nerd gordo, virgen y con ansiedad social. Y lo digo con conocimiento de causa).

El componente rom-com de Lv2 kara Chīto datta Moto Yūsha Kōho no Mattari Isekai Raifu es introducido por Fenrys (Rys, para los amigos) que, a pesar de su nombre, no es el lobo gigantesco, hijo de Loki, que devorará el sol cuando llegue el Ragnarok, sino una diablesa del ejército del Oscuro, hermana de uno de sus más poderosos generales. Banaza la derrota en combate y Rys se somete a él, respetando la tradición de su pueblo de doblegarse ante el más fuerte. Muy lejos de aprovecharse de la pobre Rys, Banaza la acoge como compañera de aventuras y le ofrece respeto, consideración y cariño. Y Rys acaba enamorada hasta las trancas de Banaza, y comienza a llamarle «ダンナ様», «Danna-sama» (literalmente «querido esposo»). Y empieza a intentar aparearse con él (¿qué pasa? Es medio loba. No vas a pedirle la misma contención secsuaaaaarl que a una persona promedio). Y el hecho de que, por la dulzura de su ánimo, carácter servicial e insobornable sentido de la hospitalidad, Banaza atraiga a su lado a un chorro incontenible de macizas, altera la presión arterial de Rys, que es celosa y un pelín territorial y se pregunta cómo carajos va a tener momentos de calidad con su cariñito mientras siga rodeado por la amazona rubia, y un poco lerda, Balirossa, el chicote musculado Blossom, la timorata maga Belano YO-NO-LE-HE-PUESTO-NOMBRE-BORRA-ESA-CARA-DE-GILIPOLLAS-PROFUNDO, la arquera Byleri o el/la andrógino/a genio Hiya (tetas tiene, pero no sabemos si los gitanales se le meten para dentro o le salen para fuera, aunque l@ amamos igual), o sea requerido por la prudente y sensata princesa de Klyrode (reina, después de derrocar al bulto inútil de su padre), que parece que también le empieza a hacer tilín.

El mensaje de comprensión, tolerancia, convivencia y perdón de Lv2 kara Chīto datta Moto Yūsha Kōho no Mattari Isekai Raifu (hasta al abdicado Señor Oscuro Gholl y a la nekomimi Uliminas, la jefa de su servicio secreto, acaba hospedando Banaza en su casa, con la única condición de que no lastime a los otros residentes ni a ningún humano) debería ser suficiente para que te lances a leer... bueno... Lv2 kara Chīto... etcétera, a menos que seas un mojón reseco, muerto por dentro. Y, si no lo haces por el precioso dibujo y por los valores que transmite, hazlo por los juajuas.

転生コロシアム~最弱スキルで最強の女たちを攻略して奴隷ハーレム作ります~ / Saijaku Skill de Saikyo no Onna-tachi o Koryaku Shite Dorei Harem Tsukurimasu / literalmente «Coliseo de la reencarnación: Crea un harén de esclavas conquistando a las mujeres más fuertes con tus habilidades más débiles», frecuentemente resumido en Reincarnation Colosseum, de Harawata Saizou y Zunta, es otro isekai; éste con un giro hentai no por inesperado menos agradecido, aunque por momentos un poco turbio. Una vez más nos encontramos con el tropo del héroe «mierdecilla sin habilidades al que todos putean porque es una miserable nulidad en todos los aspectos pero que acaba consiguiendo poderes casi absolutos, a veces de chiripa, otras a base de pura disciplina y fuerza de voluntad, y convirtiéndose en LA REHOSTIA en vinagre, perpetuado por títulos como Akademi peulleieoleul jug-yeossda ó Ore dake fuguu Skill no isekai shoukan hangyakuki - Saijaku Skill 'Kyuushuu' ga subete o nomikomu made». El protagonista de Reincarnation Colosseum es Koji Mikagami, un estudiante de instituto con notas promedio y casi nulas habilidades atléticas pero que es un fiera de los videojuegos: jamás ha perdido a uno. Como Banaza, de Lv2 kara Chīto datta..., Mikagami es invocado a un mundo de fantasía con magia y esas mierdas. Aparece en el reino de Bumbledol, en guerra contra el reino de Dumbledol (no, no se han matado mucho con los nombrecitos), y donde, desesperados, han empezado a «importar» campeones de otros mundos para ver si consiguen darle la vuelta al conflicto.

Nada más llegar a Bumbledol, a Mikagami lo examinan para descubrir qué habilidades ha adquirido en el tránsito que puedan ser útiles para la guerra y... resulta que no tiene ninguna. Y su «bendición de la diosa» (una especie de «habilidad permanente» aleatoria que se obtiene al ser invocado) es la considerada más baja de todas: «copia», que le permite copiar las habilidades que vea usar un adversario, aunque con una calidad inferior, obviamente, ya que las usará por primera vez. Con un cabreo colosal (no pun intended), la teta sacerdotisa... la suma sacerdoteta... Zayd lo destina al coliseo, donde peleará contra otros gladiadores para diversión de la plebe.
Esta señora. La muy pedazo de cabrona.

PERO...

Esta arena de gladiadores tiene sus propias reglas. El perdedor de un duelo se convierte inmediatamente en esclavo del vencedor.

Que tendrá hijos con él.

Que sí.

El perdedor se convierte en un esclavo seeeeeeecsuaaaaaar.

Si el perdedor es un hombre, se le hace un yuyu macumba sandunguero para convertirlo en mujer. Y si el ganador es otra mujer que ha derrotado a otra mujer, a la triunfadora se le hace un vudú pachamámico tiranosáurico para que le crezca vergajo. Y, al propósito de asegurarse de que hay guarrerida española, la caidita de Roma, el sarto der tigre, a los dos les dan a beber un potente afroasiático... afrocítrico... un CALIENTABURRAS, que hace efecto más rápido en las mujeres que en los hombres, para que, acabado el duelo, se pongan a chingar como gorrinos a la voz de ya.

Te advertimos que Reincarnation... tenía giro hentai.

También tiene tetas. Muchas tetas. Generalmente grandes. Y por pares.
¡Ups! ¡Perdón! Imagen equivocada.

Ah, no. No importa si mueres. Te resucitan con una alquimia holística abracadábrica y ve preparándote para ser el onahole del vencedor.
¡Ésta! ¡Esta es la buena!

El primer adversario de Mikagami es Mary Tortura. Una sádica hija de puta especializada en «limpiar la basura», uséase esmochar invocados lúsers como Mikagami. Es una guerrera sañuda, con una técnica de esgrima insuperable y la habilidad de matar con un único corte de su espada.

Así que nuestro protagonista, a priori, está jodido.

Pero...

...Koji se enfrenta al desafío de la supervivencia en Bumbledol como si el coliseo fuese un videojuego más de los muchos que se ha pasado con la punta del cipote en su mundo de origen. Reúne toda la información que puede sobre los poderes y la psicología de su adversaria y sobre las reglas del Coliseo, y elabora una estrategia. Y la aplica a su duelo contra Mary T
ortura como si a un DLC del Elden Ring.
Buena construcción de personaje, por cierto.

Y gana. Contra todo pronóstico y esperanza, Koji gana el combate. Y se lleva a su adversaria vencida, y ahora esclava secsuaaaaaaaaaar, a las habitaciones de reproducción, y se beben el frontispicio, y se lo monta con ella como un pistón desbocado. Y la pobre Mary Tortura, que, pese a tener un cuerpo que es puro pecado, es una solterona que se había resignado ya a vestir santos, se recontraENCOÑA viva de este lúser reciclado en macho alfa rompechochos, que no sólo la ha derrotado en la arena del coliseo volviendo contra ella sus propios poderes (recordemos que Koji puede copiar los poderes de sus adversarios, aunque su copia es como un Louis Vuitton de seis euros con cincuenta) y la ha humillado delante del público que presenciaba el combate, sino que le ha dado como un testigo de Jehová a un picaporte durante TRES días de lubricidad y concupiscencia, reduciéndola a un sudoroso y trémulo sumidero de orgasmos.

Sí, claro. Técnicamente, lo que ha sucedido entre esos dos es una violación y no hay más que hablar. Pero esto es un manga. Un manga quizá pelín machista, te lo concedemos, amado lector tan sensibilizado con los derechos de las mujeres, pero manga a fin y al cabo, y la fantasía del harén es común a muchas historias del cómic erótico japonés (y a muchas mujeres presuntamente emancipadas del heteropatriarcado cisgénero opresor). ¿Que se conoce que los nipones son todos unos guarrillos? Le predicas a un converso. Mikagami se aprovecha de una drogada Mary Tortura, pero éso es, paradójicamente, lo que ella necesitaba para enchocharse PERDIDA de un hombre: que la sometieran, la humillasen y la hiciesen sentir vulnerable. A ella, que es una guerrera feroz y despiadada. En fin. Las mujeres son complicadas, y los personajes femeninos de manga son MUY mujeres. No le des más vueltas, que Mary no tarda TRES capítulos desde su derrota en beberse ella misma de un trago el zumo de calentura vaginaarrrl y lanzarse sobre Koji como una marrana en celo, sin consideración alguna a su integridad fálica.
Aplicando sus habilidades de gamer, Koji derrota uno tras otro a todos sus rivales. A Marl Barrock, por ejemplo, una pedazo de bestia crossfitera, más dura que la jeta de un concejal de Urbanismo y peor que la carne del pescuezo; un monstruo que, cuando se trajina a sus esclavas, las descoyunta y les rompe brazos y piernas, una adversaria a la que Mikagami no puede derrotar en buena lid por mucho que copie sus habilidades marciales; a ese leviatán machorro y bronceado consigue atraerla lo suficientemente para escupirle en la boca un buche de afrodisíaco. Y, como la poción les hace efecto antes a las mujeres que a los hombres, a partir de ese momento Koji sólo tiene que aguantar todas las hostias que le lluevan y esperar a que Marl, de puro cachonda, no pueda seguir luchando. Y en ese momento...

Y ahora, básicamente, Koji tiene una esclava a la que ha programado para correrse viva cuando le da de cachetes en su musculado culete.

Sí, ya sé que, hablando desde un punto de vista estrictamente ético, esto que te estamos describiendo es simplemente horrible. Pero, joder, si no pierdes de vista que Koji está embarcado en una lucha por su propia supervivencia y sometiendo a un monstruo torturador, o tienes la suficiente madurez intelectual y emocional para comprender que todo pertenece a una obra de ficción (escrita por un pajero, te lo concedemos), con Reincarnation Colosseum te echas unos juajuas que te rompen el orto. Y te lees los siguientes capítulos (que se publican con una morosidad insoportable), ansioso por descubrir a qué nuevos adversarios tendrá que enfrentarse el incómodo antihéroe de esta historia, y qué nuevas tácticas empleará para vencer.

Reincarnation Colosseum no es un manga que vaya a inspirar en ti sentimientos cristianos, sugerirte debates intelectuales de altura ni promover modelos de comportamiento socialmente aceptables (¡si hasta uno de los adversarios de Koji es una Loli, que para mí es de línea roja y llamada a La Meretérica!). Pero entretiene, tiene la justa cantidad de suspense y, encima, da risa.
Y casi para paja.

Y, si no te apetece reírte, léete
Reincarnation Colosseum por las tetas, que siempre son un buen motivo.
Tremendas PETACAS se gasta la Mary Tortura.

«Oye, no me malinterpretes, pero esto del harén como que me ha despertado la curiosidad. ¿Tienes algún otro título de manga sobre el tema?»

Lo que tú eres es un puto cerdo y no se hable más. Estás a dos gallardas con los catálogos del Venca de tu madre de que te contraten en Tele 5.

ピーター・グリルと賢者の時間 / Peter Grill To Kenja No Jikan / Peter Grill y el tiempo filosofal (¿¿¿¿????), de Hiyama Daisuke, es otro HILARANTE ejemplo de manga adulto de fantasía con toques de gorrinería y mucho elemento harén.
«¡Ole ole! O sea... ara ara!»

Peter Grill tiene un sólo objetivo en la vida: casarse con el amor de su vida, Luvelia Sanctos, la atolondrada hija del jefe de la Cofradía de Aventureros, Albatross Sanctos (que, por decirlo con suavidad, aparte de ser un padre posesivo y estar como una puta berza, tiene una relación enfermiza con su hija que roza el incesto platónico). Es por ello que Peter entrenó como una puta bestia sus competencias marciales y participó en el torneo para determinar quién era el guerrero más poderoso del mundo. Y lo ganó. Y ahora, armado con ese marchamo y gloria marciales, espera al fin obtener la aprobación del padre de Luvelia para comprometerse con ella.

PERO...

...desde el momento en que Peter gana el título de «guerrero más fuerte del mundo», se convierte en el objeto de deseo de docenas de hembras de todas las especies humanoides del continente. Furias uterinas que desean preñarse de él para tener una descendencia poderosa: las hermanas Alpacas, Lisa y Mimi, dos ogresas más calientes que la pipa de un hippy; las elfas Vegan y Frutalia Eldriel,
también hermanas, la bellísima (y siniestra) orca Piglette Pancetta (ríete lo que te de la gana, pero, dado que tiene orejas de cerdita, el nombre no podría ser más acertado), Gobuko Nggiell, una sexy hobgoblinesa (con un six-pack del carajo) a la que se da la circunstancia que Peter y su hermana Lucy criaron desde bebé, la ingeniera enana Mithlim Netherlant... y la lista de mozas en celo no para de crecer y crecer y crecer y crecer.
Gobuko y su tableta de chocolate.

Y no aceptan un «no» por respuesta, las muy hijas de puta.

Y, encima, a pesar de toda su disciplina, Peter tiene una fuerza de voluntad extraordinariamente baja a la hora de resistirse a los avances eróticos de todas esas hembras fértiles.

Peter Grill se tiene que enfrentar, capítulo tras capítulo, al problema de satisfacer a su creciente gineceo de guarrillas, poner paz entre ellas cuando reivindican privilegios sobre su esperma, mantener en la inopia a su candorosa novia Luvelia (¡que cree que los niños se hacen rezando y te los trae una cigüeña!), luchar contra sus remordimientos cada vez que se vacía hasta la liofilización testicular en los voraces úteros de todas las hembras con las que, lo quiera o no, le está poniendo las perchas a su chica; sobrevivir a los peligros de un mundo lleno de dragones, trolls y otra bichería, salir con Luvelia (e impedir que su harén de ninfómanas desatadas sabotee sus citas con exigencias de fornicio), resolver las misiones que le encomienda la cofradía de aventureros, escapar a la cólera castradora de su hermana Lucy, resentida contra los puteros después de que su padre abandonase a la madre de ambos para irse a por tabaco (Lucy le dio caza, le cortó el pito y lo picó para hamburguesas), conseguir que su suegro no se entere de su promiscuidad sobrevenida y desarmar todas las trampas que el muy hijo de Satanás de Albatross le pone para hacer fracasar ese compromiso con su hija, que jamás ha aprobado.

Y todo eso, insistimos, entre polvo orgiástico y polvo orgiástico.
¡Nos da una pena, el pobre!

Peter Grill To Kenja No Jikan es ESCACHARRANTE. Joder, las estrategias, a cada una más retorcida, que las guarrillas de Peter se marcan para conseguir una eyaculación exclusiva más que sus rivales, las situaciones de pura comedia de enredo, la siempre inane resistencia de Peter a las exigencias chumineras de sus «novias», ¡el CALENDARIO DE FORNICACIONES que ellas se curran, cuando empiezan a ser demasiadas, y que por supuesto ninguna respeta!, convierten la lectura de este manga en una carcajada continua. Y nunca hay que menospreciar el poder salutífero de la risa.

De Peter Grill To Kenja No Jikan hay anime. Hasta el momento, dos temporadas. Si leer te da como cosica, te ves la serie y disfrutas de esta historia alocada y picantuela.

Marranillo.
Sí. Nos gustan Gobuko y sus abdominales como magdalenas. ¿Qué pasa?

異世界で配信活動をしたら大量のヤンデレ信者を生み出してしまった件 / Isekai de Haishin Katsudou wo Shitara Tairyou no Yandere Shinja wo Umidashite Shimatta Ken / Algo así como «Creé una gran cantidad de seguidoras yandere cuando hice streaming en otro mundo» (sí, ¡otro isekai!, ¿qué pasa? ¿Lo pintas o la emprendemos a hostias?), de Tsuku Iyomine y Myon, me ha llamado la atención en esta categoría de manga sobre (no necesariamente) pendejos que ponen burras a rehatas de señoritas núbiles.

Isekai de Haishin Katsudou... etcétera es, también, muy divertido y, también, un fantástico de temática harén. Aunque no tiene fornicio (al menos de momento), y el dibujo es promedio (traducción: es correcto sin resultar impresionante), pero el planteamiento del argumento, y su influencia en el desarrollo de la historia, es lo que me ha fascinado. En este manga de Iyomine y Myon nos encontramos a Kanata, alumno de la academia real de Sistol, en el reino de Rogias, Ataraxia, un mundo de fantasía con cofradías de aventureros, magia, demonios y cosas así.

Lo que distingue a Kanata de sus compañeros es, aparte de que en la reencarnación ha adquirido poderes semidivinos (vuelve a leerte nuestra breve reflexión de hace unos cuantos párrafos) que se esfuerza por ocultar, por aquello de no destacar; la diferencia, decimos, que distingue a Kanata es que él se ha reencarnado desde otro mundo. Concretamente del nuestro o de uno muy parecido al nuestro. Un mundo en el que la tecnología y la sociedad están más avanzadas que en Ataraxia (y no existía magia). Y Kanata conserva todos sus recuerdos. Recuerda Internet. Recuerda el streaming, algo que en Ataraxia no se conoce. Y, ganoso de currarse un hobby, chapucea con sus poderes una estación de trabajo (la mezcla de magia y ambientación decimonónica con elementos futuristas me resulta un poco chocante) para convertirla en algo parecido a un PC, currarse algo que recuerda a una página web y empezar a retransmitir.

Kanata no es un streamer más. Es EL STREAMER. El único. Ha inventado el medio en Ataraxia y, encima, su estilo de retransmisión es brutalmente honesto y su voz arrecha a las hembras. Al capitán de un equipo de aventureros, que le escribe para contarle que ha rechazado a un mago con capacidad de detectar enemigos y reparar armas, lo llama estúpido por poner en peligro a su equipo y rechazar las habilidades del aspirante, que incrementarían sus probabilidades de supervivencia durante las misiones. «No me importa si eres un dios o un rey. Ahí va un aviso: Si no tienes verdadero criterio, renuncia ahora mismo. ¿O prefieres esperar a que todo el mundo haya muerto?». Al hijo de una familia de clase alta que está comprometido, pero prefiere casarse con una hermosa estudiante de intercambio a la que ha conocido, le desea la muerte y que su prometida se acabe casando con él (con Streamer). «¿Es que no has pensando en tu familia? Éste no es un asunto que se pueda tomar a la ligera. Gánate la confianza de tu novia y no escojas a la gente basándote sólo en su aspecto».

Pero, en sus podcasts, Kanata no sólo pone a caldo a sus oyentes más repipis, también escucha los problemas de sus oyentes, les ofrece consuelo y consejo en la medida de sus posibilidades, y los conquista con su carisma, honestidad y sinceridad naturales.

Y... algunas de sus seguidoras se ponen como fieras en celo oyendo sus voz e interactuando con él.

La reacción en cadena de hembras humedecidas y fanatizadas que, inocentemente, Kanata inicia, da lugar a un TSUNAMI de situaciones hilarantes a cual más bizarra. En fin, yandere podría traducirse como «loco de amor» o «demente por amor», así que no te sorprenderá que algunas de las oyentes de Kanata, amado lector, se calienten como burras con sus streams: la princesa María Atarasishu (compañera de clase de Kanata que ignora completamente que su camarada de academia es el DIOS STREAMER que consigue que, como a Dido, le hierva la médula de los huesos), la reina de los demonios, Lady Shrouza, que se EMPOTORRA VIVA de Kanata cuando él llama a poner fin a la guerra entre humanos y demonios y clama por el inicio de conversaciones de paz entre ambos bandos; la santa Alfana, que santa sí, pero la voz de Kanata reverbera en su útero como en una cámara de ecos en la que alguien estuviese reproduciendo un disco de Barry White. La asesina Cuervo, contratada para matar a Streamer, considerado por algunos prebostes de Ataraxia como una amenaza para el statu quo, y que ELIMINA A SU CLIENTE por osar poner precio a la cabeza de su amado Streamer/Kanata. Kanna, la prostituta pelirroja con cuerpo escultural, para quien la voz de Streamer es su único consuelo desde que defendió en una de sus retransmisiones a las rameras. Todas las mozas que se sienten solas, que se han sentido rechazadas, que no pueden mostrarse vulnerables o sensibles con la gente que las rodean, encuentran en Kanata/Streamer la voz que las absuelve por sus defectos, que les proporciona la energía para seguir adelante, que se niega a juzgarlas.

Que les calienta el chichi a temperatura de lava fundida y las lleva a éxtasis aurales.

Y todo esto sólo en los primeros siete u ocho primeros capítulos publicados. No hemos siquiera empezado a tratar las TRANSFORMACIONES que, casi accidentalmente, Kanata pone en marcha y que medran en las contradicciones y vicios de la sociedad del mundo en el que se ha reencarnado. Los planes que los poderosos de Ataraxia trazan para desenmascararle, silenciarle o desacreditarle. Los extremos a los que están dispuestas a llegar sus más desaforadas seguidoras en prueba de amor y lealtad hacia él.

¿Es que tengo que seguir vendiéndote Isekai de Haishin Katsudou wo Shitara Tairyou no Yandere Shinja wo Umidashite Shimatta Ken? ¡Corre a leértelo ya, copón!

«Hostia, esto del manga me está empezando a gustar, Sommer. ¿Tienes más títulos que recomendarme?»

Espera un momento.


O, mejor, como la entrada nos está quedando un poco larga, espera a la próxima sobre el mismo tema.