sábado, 9 de octubre de 2021

Todo lo que creías saber probablemente sea mentira (V)

Durante una entrevista para el libro Howard Kazanjian: A Producer’s Life, de J.W. Rinzler, alguien le ha echado un par de nakasones y le ha preguntado a Marcia Lucas qué opinaba de las secuelas de Star Wars.

Y Marcia se ha despachado.

“the storylines are terrible” es lo más suave que ha dicho. “Kathy Kennedy and J.J. Abrams don’t have a clue about ‘Star Wars.’ They don’t get it. And J.J. Abrams is writing these stories — when I saw that movie where they kill Han Solo, I was furious. I was furious when they killed Han Solo. Absolutely, positively there was no rhyme or reason to it. I thought, ‘You don’t get the Jedi story. You don’t get the magic of ‘Star Wars.’ You’re getting rid of Han Solo?'”
No ha dicho nada que todos los pollaviejas de la franquicia no pensamos ya.

Pero este argumento cobra kilotones de autoridad cuando lo dice la directora de Star Wars original.

Perdona, ¿George Qué?

¡Ah, ése!

No. Estás equivocado.

George Lucas no dirigió Star Wars.


No importa un huevo prestado lo que ponga ahí.

George Lucas NO DIRIGIÓ STAR WARS.

Richard Chew, Paul Hirsch y Marcia Lucas dirigieron Star Wars.

Toda película se escribe tres veces: la primera cuando se escribe el guion, la segunda durante el rodaje y la tercera durante el montaje.

Esto es especial y dolorosamente cierto en el caso de Star Wars.

En febrero de 1977, George Lucas invitó a sus amigos directores Brian de Palma y Steven Spielberg a un pase privado de un rough cut de su nueva película, de la que por supuesto estaba muy orgulloso: Star Wars. Faltaban por añadir cuatro planos de efectos especiales, la música, parte de la banda sonora y cinco o seis caralladas más.

George estaba seguro de que sus amigos iban a flipar.

Lo cierto es que fliparon. Especialmente Brian de Palma, que se pasó toda la proyección gritando cosas como: «¿pero qué cojones es eso de La Fuerza? ¡Joder, esto no tiene sentido!»

La obra maestra de Lucas era un pollo sin cabeza. Sobraba metraje. Faltaban suspense y tensión. El primer acto era desastroso y el tercero frío y superficial.

Tal y como George Lucas había planeado su película, aquello no había Cristo que lo aguantase. Desesperado, consciente por primera vez de su dolorosa mediocridad, Lucas puso el destino de su película en manos de su equipo de montadores, con instrucciones de que le arreglasen aquel sindiós.

George Lucas entregó a sus montadores un galimatías argumental, un despropósito narrativo que Richard Chew, Paul Hirsch y Marcia Lucas, la esposa de Yoooooors por aquel entonces, convirtieron en un multimillonario éxito de taquilla y un clásico atemporal.

Básicamente, los montadores de Star Wars, con Marcia Lucas al mando, tuvieron que viviseccionar la película rodada por George Lucas y empezar de cero a partir del material positivado.

En primer lugar, reescribieron el ya icónico crawling text inicial y eliminaron toda la información superflua que era absolutamente irrelevante para la película o iba a ser expuesta por los personajes a lo largo del metraje. Las menciones a la República Galáctica, los Sith, los caballeros jedi y el chichi de la Bernarda desaparecieron de los rótulos definitivos, que quedaron reducidos a su mínima expresión: un pellizco de contexto sobre una guerra civil, un grupo de rebeldes contra un malvado imperio y los planos de un arma definitiva. Fin.

Luego, la tarea más urgente de los montadores fue arreglar el desastre del primer acto.

Toda la batalla en órbita, el abordaje de la nave consular de la princesa Leia, la presentación de C3PO, R2-D2 y del villano, Darth Vader, y del drama, la búsqueda por el Imperio de los planos de la Estrella de la Muerte, que deben llegar a manos de la Alianza Rebelde si ha de existir alguna posibilidad de hacerle unos amatomas al Imperio, o sea los cimientos de la película, era interrumpido cada pocos minutos por planos de un imbécil con gorro de turista homosexual y gafas de aviador triscando por el desierto.

¿Que qué pinta Luke Skywalker en esta fase de la película? Nada. ¿Qué hace en este primer acto que sea relevante para la trama? Nada. ¿Por qué aparece ahora, que no aporta ni hace nada y sólo estorba, distrae y rompe el ritmo de la acción principal, el abordaje de la nave de Leia, y no lo hacemos aparecer cuando sí vaya a hacer cosas? Porque sí. Porque patata. Porque soy George Lucas, no tengo ni puta idea de narrativa cinematográfica pese a haberme currado THX 1138 y American Graffiti y estos son mis dos cojones.

En el corte de los montadores, todas estas escenas desaparecieron y Luke es presentado cuando ya puede aportar algo al progreso de la acción e instituirse en protagonista: cuando él y su tío Owen le compran los droides a los jawas.

Los montadores también cambiaron el orden de las escenas, tal y como George Lucas las había editado originalmente, para que el espectador tuviese un acceso progresivo y lógico a la información. Es Obi-Wan quien nos introduce a La Fuerza y a Vader, a quien a continuación vemos usando La Fuerza para intimidar al general Motti en la sala de conferencias de la Estrella de la Muerte, donde también se apunta a la posibilidad de que los planos robados permitan a los rebeldes encontrar un punto débil en la Estación.

Mira si George Lucas es un narrador torpe que, en su montaje, durante la batida de los soldados imperiales por Mos Eisley sólo vemos que los droides se ocultan tras esa puerta cerrada cuando los Stormtroopers ya se han ido. No hay la más mínima tensión dramática en esa escena. A fin de crear el necesario suspense y mostrar al espectador que C3PO y RD-D2 están en peligro, Marcia Lucas y su equipo tuvieron que montar al revés el plano final de la puerta abriéndose, para que pareciese que los androides la cerraban al ver llegar al enemigo. George Lucas no había previsto esa escena y no había nada, ABSOLUTAMENTE NADA, en el material filmado que pudiese aprovecharse. Y no fue la última vez que los montadores tuvieron que reciclar fotogramas que pertenecían a otras escenas de Star Wars para dotar de continuidad o corregir el ritmo de la película.

Eso por no entrar a valorar el derrape de primer día de cursillo de cine para niños de cinco años que Lucas (George) cometió en el montaje original cuando Luke, Obi-Wan, Han Solo y los droides son capturados por la Estrella de la Muerte. Veíamos a Obi-Wan haciendo algo en una especie de megatubarro con rayos perooooo no quedaba del todo claro qué cojones estaba haciendo, así que los montadores insertaron una escena previa en la que R2-D2 se conecta al ordenador de la Estrella de la Muerte, descarga los planos de la estación y explica, a través de C3PO, que hay siete generadores del campo tractor que mantiene atrapado al Halcón Milenario, y que la caída de cualquiera de ellos permitiría liberar la nave y escapar. También insertaron un plano en el que se ve que las misteriosas manipulaciones de Kenobi hacen caer el indicador del dial de la fuente de alimentación de un generador del rayo tractor, con lo cual los espectadores ya tenían toda la información necesaria para entender qué estaban viendo.

Y ése es sólo uno de los otros mil pequeños, pero decisivos, cambios que los montadores de Star Wars, a quienes atribuyo toda la responsabilidad en la película final, por encima de su presuntuoso e inepto director, tuvieron que implementar para que el largometraje tuviese la necesaria coherencia. Marcia Lucas, Richard Chew y Paul Hirsch ganaron en 1977 el Oscar al Mejor Montaje por su trabajo en este título, galardón que difícilmente habría conseguido el corte original, en caso de haberse estrenado. Que ya lo dudamos.

Pero creo que, de tener alguna duda acerca de la competencia de George Lucas para narrar con el lenguaje del cine, se me habrían disipado todas de haber visto, en su día, el final original de Star Wars.

En el tercer acto de Star Wars, los rebeldes lanzan un ataque contra la Estrella de la Muerte. Oleadas de cazas X-Wing y Bombarderos Y-Wing fracasan en alcanzar el famoso punto débil de la estación de combate o son destruidos mucho antes de acercarse siquiera al objetivo. Finalmente, Luke, with a little help of his friends, hace una última y definitiva pasada casi suicida, con Darth Vader en su Tie-Fighter comiéndole el culo, usa El Tenedor, huy, perdón, La Fuerza, y acierta en el blanco, destruyendo la Estrella de la Muerte.

Pero en el corte original la Estrella de la Muerte no estaba ni remotamente cerca de destruir la base rebelde en Yavin.

Repito: en el corte de Yoooooors Lucas, durante la batalla de Yavin la base rebelde no estaba en ningún momento a tiro de la estrella de la muerte. La Alianza no corría peligro. No había ninguna prisa en destruir la jodida bola flotante gris. Los rebeldes no estaban a punto de ser destruidos. No había suspense. No había drama. No había... ¡joder, George Lucas! ¡Joder!

Todo el clímax de Star Wars fue creación de los montadores a las órdenes de Marcia Lucas. La resolución del tercer acto de Star Wars es responsabilidad de Lucas (Marcia), Chew y Hirsch. La narración de la «resistencia final» de los rebeldes ante el Imperio, y la carga dramática que conlleva, fue una obra completamente original de los montadores de Star Wars a partir de planos reciclados o recortados de escenas anteriores e insertos con voz en off; así, Lucas (Marcia), Chew y Hirsch convirtieron el raid sorpresa de los rebeldes contra una amenaza distante que había filmado George Lucas en una lucha por la supervivencia, una batalla a vida o muerte entre el Imperio y la Alianza.

Cambiaron la película.Y la hicieron mejor. Más dramática. Más emocionante. Suya.
Siguiendo esta argumentación, los montadores de Star Wars se convirtieron en los verdaderos narradores del largometraje, una vez certificada la ineptitud de su escritor y director acreditado. Richard Chew, Paul Hirsch y Marcia Lucas cogieron una película que no tenía sentido, un largometraje virtualmente ilegible, un coñazo definitivamente INFUMABLE, le quitaron toda la paja, cambiaron el orden de algunas escenas de transición para crear los necesarios momentos de tensión dramática y convirtieron el carísimo e infantil capricho de George Lucas, un «fabricante de juguetes que hace películas» ("I Like Being Thought Of As A Toymaker Who Makes Films", palabras textuales suyas), en una obra maestra del cine.

¿Recuerdas la famosa escena a la que hemos aludido más arriba, el plano equívoco en el que, en el montaje original, Obi-Wan Kenobi hacía algo en una máquina de la Estrella de la Muerte, algo que no estaba nada claro qué era, y que los montadores resolvieron? Pues en la Edisión Refinitiva Hostia En Dios Cómo Molo de Star Wars de 2004, Lucas (George) VOLVIÓ a cagar ese plano sustituyendo la pantalla del indicador del rayo tractor, escrita en legible inglés, por un galimatías de alfabeto inventado para Star Wars.

Vamos, que cuando lo dejan solo, George Lucas empieza a hacer cosas. Y las cosas que hace demuestran que no ha aprendido un carajo sobre cine en el medio siglo que lleva dedicándose a esto.

Pero lo único relevante sobre la parrafada que te acabo de soltar es que casi todo es mentira. Y es mentira por más MAYÚSCULAS y negrita que le ponga y por más hechos sacados de contexto que cite. La confusión procede de este vídeo, hecho por fans de Star Wars que, además de no citar fuentes solventes, o de citarlas intencionadamente mal, parece obvio que odian a George Lucas y quieren quitarle todo el mérito sobre la autoría de Star Wars.

Y esta falacia, que en su momento, y sin el debido contraste, publicamos como parte de nuestra tesis sobre los «genios» gilipollas (ya está corregido), ha sido desmentida en otro vídeo de YouTube, hecho por otro fan de Star Wars que sí cita correctamente las fuentes, muestra sus referencias e incluso presume de haber contactado con el autor de una de las biblias canónicas de la producción de Star Wars para confirmar algunos datos que, en la edición de su libro, se mostraban de manera incorrecta. Y que conste que el autor de este segundo vídeo se muestra, a nuestro humilde juicio, extraordinariamente complaciente con cambios introducidos por Lucas en las versiones definitivas de la trilogía original que desvirtúan dichas películas (como reemplazar los planos de Clive Revill como El Emperador por otros de Ian McDiarmid en El Imperio Contraataca o, y eso sí que me dolió, sustituir al final de El retorno del jedi a Sebastian Shaw por el odioso Anakingo de Hayden Christensen, que no es que sea mal actor, es que le dieron una mierda de papel y le dirigió una mieda de cineasta, y, encima, con su careto de adolescente parecía el hermano pequeño de Luke, no su padre), pero la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, y resulta importante distinguir los hechos de la opinión.

El montaje desastroso que hizo reir, entre confuso y sarcástico, a Brian de Palma, era de Lucas (Marcia), Chew y Hirsch. Los cortes estúpidos a Luke triscando cual cabra de La Legión durante la batalla en órbita de Tatooine fueron decisión de Lucas (Marcia), Chew y Hirsch y Yors Lucas los odiaba porque quería, probablemente por los motivos equivocados (vender más muñequitos de juguete, y eso), que la acción se centrase en los androides. No es extraño que fuesen los primeros planos en caerse del montaje definitivo. En palabras de Yooooooors en los audicomentarios de Star Wars:
"[...] this was an idea that I was enamored with that was used by Akira Kurosawa in the film Hidden Fortress, where you take the least important characters and you follow their story - in amongst this gigantic intergalactic drama thar's going on around them that they don't understand. [...] Even though I shoot those sequences, which were about Luke and setting up Luke at the very beginning of the movie [...] I never liked it and I never wanted it in the movie."
Casi todos los cambios que el vídeo arriba enlazado atribuye al equipo de montadores estaban desde el principio planeados por Lucas (George), o fueron iniciativa suya o fueron aprobados por él. Algunos de los cambios en el orden de las escenas fueron el efecto en cadena consecuencia de seguir el consejo de Francis Ford Coppola, que también había visto un montaje preliminar de Star Wars, de posponer las primeras escenas en la Estrella de la Muerte porque el primer acto de la película estaba sobrecargado de planos expositivos. La tensión de la batalla de Yavin lograda con algunos recortes de escenas previas y voice-over fue un mal necesario porque, a aquella alturas de la producción, Lucas se había follado el presupuesto tantas veces que ya no podía filmar la batalla como la había planeado. Pero la destrucción de la base rebelde en Yavin estaba prevista como mínimo desde el tercer borrador del guion y buena parte del metraje empleado en esas escenas fue rodado con mucha anticipación. El interminable crawling text lleno de infodump que, presuntamente, habría cabreado a De Palma (y que el propio Brian se ofreció a corregir), sólo era una versión temprana, uno de los borradores, y ni siquiera fue el que vieron en el rough cut De Palma y Spielberg. Joder, que Marcia Lucas quería mantener a toda costa los cortes al Skywalker triscador del desierto y luchó contra el entonces su marido para conseguirlo. Nos alegra poder decir que fracasó.

Y ya tiene pelotas currarse esta fantasía, a la que en su momento di más crédito del que merecía, para desacreditar a un director que no necesita trucos sucios para desacreditarse a sí mismo (me reafirmo en lo afirmado más arriba: a Yooooors lo dejas solo y empieza a meter la pata). Es, de nuevo, el caso de aquella persona cárnica que se inventó un pasaje de 50 sombras de Grey para hacernos ver lo mierdosa que es. Como si hiciera falta inventar.

Para saber que George Lucas es un director de mierda basta con ver sus «versiones especiales» de la Trilogía Original, llenas de planos inútiles, escenas redundantes, automamadas generadas por ordenador que no aportan absolutamente nada a las películas, correcciones de color que destruyen la fotografía original, cambios estructurales en la naturaleza de personajes protagonistas (sí; Han Solo disparó antes), jerigonza en idiomas inventados que vuelven esas películas más oscuras y toda clase de mamarrachadas perfectamente prescindibles.
Carisma subterráneo, la pobre.

Y si ni siquiera entonces lo ves, querido lector, dale un visionado a los Episodios I, II y III. No es que el aspecto visual de las precuelas no respete el de la trilogía original, que no lo respeta, no es que reescriban parte de la mitología de la franquicia, que la reescriben, no es que aniquilen la historia de orígenes de uno de los villanos cinematográficos más carismáticos de la historia convirtiéndolo en un niñato colérico obsesionado con una Future MILF, es que demuestran una profunda ignorancia sobre la construcción de una narración y una profunda arrogancia por parte de George Lucas, aparentemente obsesionado con destruir su propia obra aunque sólo sea para hacerle entender a todo el mundo que, como autor, tiene perfecto derecho a hacerlo.


No nos engañemos al respecto. Star Wars es... bueno, era su producto (ahora es de Disney). Podría haber editado la trilogía original, y este chiste ya lo hemos hecho, para que todos los personajes tuviesen la cara de Jar-Jar Binks y hablasen ese idiolecto de infartado cerebral que habla él. «Misa siente uno grande perturbasión en La Fuerza, ¿valedale?»

Pero ¿y nosotros? ¿Y los que vimos, admirados y amamos esas películas originales? ¿No tenemos ningún derecho?

De la lista de películas que, en virtud de la Ley Nacional de Conservación del Cine de 1988, el National Film Registry ha declarado dignas de ser conservadas para la posteridad, por su calidad artística o relevancia histórica, en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, Star Wars es la única de la cual no se ha presentado una copia física. Porque la película que el NFR quiere conservar es la original de 1977. Película que Lucasfilms dice que no existe, que fue destruida después de emplear los negativos originales para la remasterización de 2004. Película que, de existir, según Lucasfilm, ya no sería la versión canónica del film, que ahora correspondería a la nueva versión remezclada, recoloreada, profanada con CGI y añadidos que desvirtúan el original. Lucasfilm pretende presentar una copia de la versión de 2004, que el NFR rechaza. Es más, Yoooooors Lucas poco menos que se caga en los fans que le hicieron multimillonario y le suplican que libere el montaje original, diciendo que la versión de 2004:
“It’s like this is the movie I wanted it to be, and I’m sorry if you saw half a completed film and fell in love with it. But I want it to be the way I want it to be.”

O sea, que la película que Yooooors habría hecho en 1977, si hubiese podido, no es la obra maestra que los tribe elders conocemos, sino la puñetera mierda de 2004. Bueno, no sería la primera vez que descubriésemos que uno de nuestros directores de cine favoritos en realidad es un pazguato cuyo aparente talento era en realidad la impotencia fruto de tener que limitarse a trabajar con herramientas imperfectas.

Venga, seguid diciéndome que este tío es un genio.


En realidad, es materia interesante para un debate demasiado espeso y trascendente para celebrarlo en una bitácora que no lee ni Blas y con una sola voz. En el momento en que un producto cultural es publicado, ¿puede el autor seguir reclamando su plena propiedad? ¿No pasa a convertirse en parte del acervo personal de las personas que acceden a ese producto y sienten una conexión profunda con él? Es muy poco probable que una versión de la Trilogía Original protagonizada por Jar-jar Skywalker, Jar-jar Vader y todos los demás Jar-jars hubiese tenido el impacto que tuvo y gozado del favor que el público le otorgó. Tengo fundadas dudas de que una película así hubiese merecido ser conservada en la Biblioteca del Congreso. Si la versión original de 1977 no es la película que Lucas quería hacer, porque ni la tecnología del momento ni el presupuesto de que disponía le permitían hacer la película que soñaba, si Star Wars (antes de convertirse en el Episodio IV de una trinidad de trilogías) es sólo un «happy accident» digno de Bob Ross, es un «happy accident» que aman millones de espectadores a lo largo de los últimos 44 años, y tal vez, sólo tal vez, George Lucas debería tener presentes por un momento a todas esas personas, a quienes no le costaría prácticamente nada darles una satisfacción.

No es que los sentimientos de todos esos fans, entre los que me incluyo, merezcan ser respetados en forma alguna si ello supone algún atentado a los derechos del autor sobre la forma en que su obra debe ser presentada, distribuida o modificada. No podemos poner algo tan subjetivo, etéreo y tornadizo como los sentimientos de una, de mil, de cien millones de personas por encima de los derechos realmente importantes. Pero, insisto, éste es un debate, una reflexión demasiado seria para hacerla aquí, en esta página mongólico-satírica en la que venimos a hacernos unas risas mientras nos lamemos las heridas. Pero es un interesante debate. Sobre todos, si evitamos los gritos y las drogas.

Yo soy autor de un libro que he reescrito completamente. De una versión a otra no sobrevivieron ni media docena de los personajes originales y no mucho más de cuatro o cinco escenas. Con el mismo argumento, pero diferente historia, cogí mi primera versión del libro, que había acabado detestando, y la tiré a la basura. Literalmente empecé de cero.

Pero ¿qué habría pasado si la novela se hubiese publicado tal y como originalmente estaba escrita? ¿Y si hubiese gozado de éxito comercial y hubiese vendido miles o decenas de miles de ejemplares? ¿Qué dirían de mí los lectores, los fans de aquella versión preliminar si viesen la reescritura radical a la que la sometí, y que probablemente no respeta ni un cinco por ciento del material de partida?

Como digo, es un interesante dilema. Las dos novelas difieren en tal grado que, para ser justos, me provocaría sonrojo sugerir siquiera que son, en realidad, el mismo libro. Ni siquiera se podría titular igual, tal y como yo lo entiendo. Son radicalmente diferentes, y los hipotéticos lectores a quienes hubiese gustado la primera novela tendrían un cabreo de cojones si leyesen la segunda.

¿Y eso qué significa? ¿Que para no ofender a un montón de personas a las que ni siquiera conozco y que probablemente no sepan un carajo de literatura debería haber renunciado a corregir ese libro original que, a mi parecer, era malísimo y merecía una eutanasia despiadada?

Como digo, un interesante debate. Probablemente demasiado profundo para esta mierda de bitácora.

Supongo que circularían copias pirata del texto original. Que los ejemplares de segunda mano alcanzarían precios absurdos en eBay. Que la gente se curraría sus propias ediciones, a partir de OCRs del libro, que es a grandes rasgos lo que algunos fans de Star Wars, genuina y justificadamente cabreados con George Lucas y su trabajo de zapa y derribo de la trilogía original, están haciendo con sus «ediciones desespecializadas».

Aunque ellos saben tan bien como yo que, por malas que fuesen las precuelas de Star Wars o las Special Versions de los años 2000 de la trilogía original, las secuelas, la versión Disney de Star Wars casi las ha hecho buenas.
“They have Luke disintegrate. They killed Han Solo. They killed Luke Skywalker. And they don’t have Princess Leia anymore. And they’re spitting out movies every year. And they think it’s important to appeal to a woman’s audience, so now their main character is this female, who’s supposed to have Jedi powers, but we don’t know how she got Jedi powers, or who she is. It sucks. The storylines are terrible. Just terrible. Awful. You can quote me — ‘J.J. Abrams, Kathy Kennedy — talk to me,'”
Ya sé que suena un poco falso viniendo de la mujer que luchó por mantener en el corte definitivo de Star Wars los cortes al Luke triscador del desierto, pero, una vez más, la verdad es la verdad dígala Sasha Grey o su ginecólogo.

Y no, no voy a hablar aquí de los Episodios VII, VIII y IX de Star Wars.

Sería una pérdida de tiempo y ya he cumplido la cuota de hoy: ya me he currado la entrada del Paratroopers. ¿Que de qué va? De los peligros de no corroborar tu documentación cuando escribes. Del riesgo que corres al confiar en la autoridad de una fuente que te ha proporcionado datos verídicos en el pasado y a la que, confiado o perezoso, has concedido el inmerecido estatuto de «infalible».

Espero que te hayas divertido.

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