lunes, 29 de marzo de 2021

No lloraré sobre la tumba de Michael Cimino: ahora sí que lo dejo, palabrita del niño Jesús


Bueno, pues ya me he visto el Snyder's Cut de la Justice League. Que las promesas están para cumplirlas.

¿Que si ha merecido la pena la espera? ¿Que si la peli me ha gustado?

Pues...

¿Recuerdas lo que ya hemos explicado en esa bitácora acerca del «pero»?

La película me ha gustado...

...pero...

...es malísima y la prueba sangrante de que Zack Snyder sigue sin tener ni puñetera idea de cine ni de superhéroes.

Casi todo lo que odiaba de la Josstice League (todos los primerísimos planos «momento pajote» del culamen de Gal Gadot [¿o los primeros planos de culamen de su menos escrupulosa doble de acción?], la estúpida cacería de parademonios por los tejados de Gotham, Flash y Aquaman reducidos a payasos, a los meros «comic reliefs» de la película...) se ha caído del montaje, pero algunas de las cosas que más me mosqueaban de la Josstice League sigue en el montaje de Snyder porque eran escenas de Snyder, no de Joss Whedon: la mamonada del «I'm rich» de Bruce Wayne a Barry Allen (de hecho, todo el reclutamiento de Flash), la resurrección de Supermán (que es prácticamente idéntica y qué calladitos están, joder, los que decían que eso era de Whedon y que en la versión de Snyder el puto códex kryptoniano, del que me parece que ni el propio Zack Snyder se acuerda ya, tendría un papel clave en la resurrección), todo el randismo (por otra parte inevitable en un tío que ya ha confesado su devoción a la papisa satánica y admitido que el sueño de su vida es rodar un remake de El manantial), el patente retraso mental de los seres humanos, (que, a diferencia de los atlantes y las amazonas, que ponen vigilancia permanente en torno a sus Cajas Madre, cavan un agujerito de nada en un bosque random, la entierran y se olvidan de ella), la patente incapacidad de Gal Gadot de transmitir emociones, salvo las que se originan por debajo del ombligo, la estúpida escena post-créditos con Deathstroke, los planos horror-vacui taaaaan petadísimos de gente y cosas, tan sobrecargados visualmente que no tienes ni puta idea de adónde mirar porque eres incapaz de situar el centro de la acción y fundamentalmente la estructura; porque, como ya hemos explicado en la bitácora, una cosa es el argumento y otra la historia, y aquí, por más que les joda a los fans de Snyder, la estructura (el argumento) y la historia son prácticamente las mismas que las de la Josstice League.


La Zackstice League es exactamente la misma película que la Josstice League. Tiene el mismo argumento y desarrolla la misma historia.

Sólo que máááááááás deeeeespaaaaaciiiiooooo.

Joder, y qué despacio.

No diré que la película se me haya hecho interminable, pero es interminable. Son cuatro horas de metraje para desarrollar una historia que se podría haber contado en tres. Dos horas y cuarenta minutos, si le quitásemos toda la cámara lenta (veinticuatro minutos de reloj, o sea un 10% del total).

Joder con la cámara lenta.

Zackstice League empieza a cámara lenta.

Que sí.

Zack Snyder está tan trágicamente equivocado acerca de las posibilidades cinematográficas de la cámara lenta, la usa tan mal, tan alegre, innecesaria y torpemente que la usa para todo. Para todo. Usa la cámara lenta hasta en las escenas a las que les sobra la cámara lenta. No importa que lo último que ese plano necesite es ser rodado en cámara lenta, da igual si esa secuencia estaría mucho mejor representada y tendría mayor efecto dramático y expresivo con cualquier otro efecto visual. A Snyder le come los cojones. A él lo que le gusta es la cámara lenta, y a mamarla. En el cursillo en Youtube de producción cinematográfica que sea que haya seguido, a Snyder le dijeron que la cámara lenta es la hostia en vinagre, tal vez le pusieron la escena en las escaleras de Los intocables de Elliot Ness y cortes del tiroteo inicial y de los caballos atravesando el escaparate en Grupo salvaje de Peckinpah y él se quedó con la copla, sin haber entendido una mierda («los buenos directores de cine usan cámara lenta»), y empezó a aplicar cámara lenta a tutiplé.

Zack Snyder
no sabe hacer cine aún pero ya cree que domina los mejores trucos del oficio. Bueno, el plural sobra. Snyder parece creer que la cámara lenta es el único truco del oficio. Que así se construye el ritmo de una película. Que así se crea tensión. Me recuerda a otros directores, que no voy a nombrar por no dignificarlos, que creen que la tensión se construye con planos cerrados, que da igual lo que estén haciendo o diciendo los personajes en el encuadre o las ganas que le echen los actores: ponme un primer plano y ya tienes tensión.
(Pero, claro, este tío viene del mundo de la publicidad y de los videoclips. Tampoco le pidamos demasiado).
Pues no. Me temo que el cine no ofrece soluciones fáciles a problemas tan complejos como ése. Ningún lenguaje artístico los ofrece. Conmover al público, producir una impresión estética o emocional, no es fácil ni admite atajos.

Zack Snyder empezaba Batman vs. Superman: Dawn of justice con voice over y cámara lenta. Veíamos en cámara lenta el asesinato de Jonathan y Martha Kent, algo que hasta los talifanes de Batman estamos ya hasta nuestro chumino morenote de ver y que sólo tiene sentido en esa película para intentar justificar lo narrativamente injustificable: el «momento Martha» en el que Batman está a punto de matar a Supermán pero le perdona la vida porque resulta que sus mamás se llamaban igual.

Zack Snyder empezaba Batman vs. Superman: Dawn of justice con voice over y cámara lenta. Y empezaba mal. Ésa es la peor forma de empezar una película. BvS debería haber empezado con ese rótulo de «Metrópolis: la humanidad conoce al superhombre» y el plano de Bruce Wayne bajándose del helicóptero. Así habría empezado bien, aunque luego Snyder habría cagado el resto de la película, como hizo (una película que, no me cansaré de repetirlo, me encanta, a pesar de que está rodada con el puto culo) porque Zack Snyder no sabe hacer cine.

Zack Snyder empieza su Zackstice League a cámara lenta.

Ay, Dios. De verdad que esperaba que Snyder hubiese aprovechado el confinamiento de la pandemia para aprender algo de cine.


Pero no. Las películas de Zack Snyder son como el porno para mujeres: exactamente igual al porno para hombres, pero mas lento.

Vayamos por partes, que decía Jack el destripador.

Zackstice League está estructurada en, si no me fallan las cuentas, 6 capítulos y un epílogo, cada uno de ellos con su propia estructura en tres actos, lo cual inevitablemente nos lleva a aquella noticia temprana, cuando se confirmó que la Zackstice League era cosa hecha y se vería en HBO Max, de que Snyder le iba a dar forma de miniserie. Los fanáticos de Snyder tienen mi permiso para ver, en la forma final de superplomo de cuatro horas, otra maniobra en la sombra de los ejecutivos de WB que querrían que la Zakstice League fracasase. Ya han pensado eso mismo de la filtración del corte, antes de su estreno, en aquella película de Tom y Jerry.

(Y no digo yo que no tengan razón o motivos, cuidado, para sospechar de una maniobra quintacolumnista. Que cuando en WB finalmente dieron su brazo a torcer y se ofrecieron a publicar el corte de Snyder, querían sacarlo tal cual, o sea sin terminar y con planos en los que aún faltaban los efectos especiales, a lo que Snyder dijo que nanay).

La estructura en capítulos es otra oportunidad perdida de Snyder para darle a su magna opus un mínimo de dignidad cinematográfica. Tenía no una sino seis minipelículas para no dispersarse, tratar cada una de ellas como una producción independiente y dejar bien hilados los argumentos, las historias de cada parte del largometraje antes de pasar a la siguiente.

Y no lo hizo.

Pero eh, que se toma su tiempo para desarrollar la historia y los personajes. ¡Nos ha jodido! Con cuatro horas, ya podrá. El problema, una vez más es que se toma su tiempo para desarrollar arcos que no aportan absolutamente nada a la película, que sólo alargan el metraje y retrasan el progreso de la acción y a personajes por los que difícilmente podemos sentir la menor empatía, pues no parecen tener sentimientos humanos.

Cyborg, el corazón de la Zackstice League y el más expresivo de todos los personajes, se pasa toda la película con cara de mala hostia y odiando a su padre. ¿Odiándole por qué? ¿Por salvarle la vida cuando estaba técnicamente muerto? Al menos la Josstice League intentaba introducir algo de tensión entre los héroes de la Liga. Fracasaba, porque Joss Whedon habría tenido que tirar a la basura todo el metraje de Snyder y rodar su propia película (que probablemente habría sido una mierda), y la fusión con AT&T estaba a la vuelta de la esquina, y había que estrenar algo para que los ejecutivos de Warner cobrasen su bonus semestral y sus acciones se revalorizasen. 

Snyder no intenta siquiera hacer que sus teleñecos parezcan humanos. La Liga se reúne y todos sus miembros se caen de puta madre más o menos desde el principio, y se comportan igual, y piensan igual, y están de acuerdo en todo y hablan igual. Joder, con todo lo que Joss Whedon cagó esa película, al menos el Flash de la Josstice League tenía dudas, tenía miedo. Aquí es uno más. Cierras los ojos y eres incapaz de distinguir quién está hablando, salvo que sea Gal Gadot. Y ya que mencionamos a Wonder Woman, el papel de Gal Gadot es otro ejemplo de lo mal que se le da a Snyder esto del cine. Le ha escrito a Wonder Woman un papel que podría haber desempeñado cualquier otro de los personajes del largometraje. No es que esta Wonder Woman no se comporte como Wonder Woman, que no lo hace, es que ni siquiera se comporta como una woman. Es un macho más. La más macho de todos. La Wonder Woman de la Zackstice League tiene los cojones más grandes de la Liga y se parece entre muy poco y nada a la Wonder Woman de los dos primeros actos de Wonder Woman de Patty Jenkins (la primera película; ya hemos dejado bien claro lo que opinamos de la segunda).


Zack Snyder aprendió cine en la misma escuela en la que Rob Liefeld aprendió a dibujar.

Snyder se toma su tiempo para asentar el escenario y hacer crecer a sus personajes. Pero ¿realmente necesitamos ver cómo fabrican los cofres para las Cajas Madre? ¿Qué cojones aporta eso a la película? Ya contesto yo: nada. Si le quitas una escena a una película y la película sigue funcionando es que esa escena sobraba desde el principio. Si no vemos a los atlantes y amazonas construyendo los cofres de las Cajas Madre, dado que la construcción de dichos cofres no aporta absolutamente nada a la historia, la película sigue funcionando, ergo, esa escena sobra. Y otras mil más (¡joder, el momento de cantos regionales islandeses! ¡Jo-der!). Y las que no sobran podrían haberse resuelto en menos minutaje si le quitásemos la cámara lenta.

Lo que ya chirriaba en 300 y Watchmen aquí alcanza el colmo de la pretenciosidad. Cámara lenta sin propósito. Sin ninguna función narrativa, sin ninguna intención estilística más allá del narcisista «recreaos en lo mucho que mola este plano; jodeeeer cómo molaaaaaa, qué bueno soy haciendo esto, redióóóós». Y por si la cámara lenta no fuese de por sí lo bastante cabreante, que lo es, Snyder también está obsesionado por convertir cada secuencia en un puto videoclip. Cuatro horas de videoclips. Decisión creativa que podría tener sentido si la narración lo justificase, pero sólo es otra forma de ralentizar el film sin aportar nada de valor artístico o narrativo. ¡Ese canto folk islandés cuando Aquaman se va tras la entrevista con Batman! ¿Qué canta la rubia nórdica ésa? ¿«La hooostiaaaa, que se me ahoga la almeeeeejaaaa, pero qué rebueno estááááááááá el Jason Momooooooa, mierda de gitaaaaaaano con diarrea y lombriiiiiiiices me comía yo eeeeeen esos abdominaleeeees», o algo por el estilo? ¿Y la penita que da la pobre vikinga en celo, husmeando el jersey de Aquaman (que debe de oler a rodaballo podrido, como poco) justo antes, de suponemos, ir a restregárselo por el sexto mandamiento? Una vez más, quitas esa escena premasturbatoria y la película no se resiente, ergo, esa escena sobra desde el principio.

Los videoclips de Zakstice League son otra forma de cámara lenta. Y encima se pisan los unos a los otros. Entra en plano Supermán y oímos el tema musical de Supermán (tu-tún-tu-tún-tu-tu-tún-tu-túúún), entra en plano Wonder Woman y el tema musical de Wonder Woman pisa y anula el de
Supermán (tarara-rara-rara-ra-rara-rara-rara-ra-rara-rara-rara-raráááááááá). He visto pocos ejemplos más torpes del uso de la música en una película. Uno de los recursos más útiles para construir ambiente y dar ritmo a una película y Snyder no tiene ni puta idea de qué hacer con él, de cómo sacarle partido, de cuál es la mejor forma de que la banda sonora de su Zackstice League aporte valor al film, que sume, en vez de restar.


Alguien debería explicarle de una puta vez a Snyder que las películas no se ruedan como videoclips y que él ni siquiera es un buen director de videoclips. Punto.

Encima, todo lo que ves en pantalla parece falso. El abuso del croma, de las escenas rodadas con pantalla verde al fondo, elimina toda posibilidad de inmersión. No puedes en ningún momento olvidar que estás viendo una ficción. Tu cerebro te dice «esto no es real, esto no está pasando, esa central nuclear abandonada no existe, esa nave kryptoniana está hecha por ordenador, nada de lo que ves tiene existencia material alguna, por lo tanto no importa lo que pase, no tendrá repercusiones, porque no es real, joder ¡y mira cómo canta el agua falsa ésa en la que está metido Luthor, la virgen!». La artificiosidad de los escenarios, de las luces, de las texturas, destruye la posibilidad del drama porque te impide creerte lo que estás viendo. Y alguien debería sentarse con Snyder, preferentemente delante de un par de cervezas, y explicarle que no puede rodar todas sus películas como si fuesen la misma película, que debe adaptar el estilo a la historia que está contando, que 300, Watchmen y BvS son títulos muy diferentes, que cuentan historias muy diferentes, pero él ha empleado en los tres los mismos encuadres, la misma paleta de colores, la misma iluminación, los mismos movimientos de cámara y la misma reconchudísma slow-motion.


Después de cuatro putas horas de metraje, que ya es tiempo para desarrollar a los personajes, lo único que sabemos de todos ellos es que sudan testosterona, sí, hasta Wonder Woman (el par de cojones más grandes de la Zackstice League), y todos tienen «daddy issues».

Cuatro horas de personajes sin apenas identidad. Mira que no tendrán carisma Batman, Flash, Wonder Woman, Cyborg... y na'. Na' de na'. Ni chicha ni limoná. Ni frio ni calor. Cero grados.

Zack Snyder
sigue sin saber hacer películas de superhéroes (no sabe hacer cine y punto). Ya hemos explicado por qué entendemos que tiene esos problemas. El Supermán de Man of Steel es un superhombre randiano que no le debe nada al planeta que le acogió, y que es el único hogar que ha conocido, ni a sus vecinos y amigos, y que deja morir a su padre adoptivo en un tornado porque él mismo le ha dicho que eso es lo que debe hacer. Y si teníamos alguna esperanza de que al final de la película hubiese alcanzado algún equilibrio, ya se encarga los dos primeros actos de BvS: Dawn of Justice de mostrarnos a un Supermán desubicado, lleno de dudas, más preocupado por sus likes de Instagram que por hacer lo que sabe que es correcto (con la mierda de educación que recibió de Jonathan Kent tampoco le pidamos más) y un Batman y una Wonder Woman también totalitarios, narcisistas y randianos.
(Que no es que la idea del superhéroe no sea randiana de por sí, es que Snyder ni se molesta en disimular).
Cuando cuentas una historia no puedes permitirte el lujo de que las cosas sucedan porque sí. Debes sembrar para luego recoger, no soltar planos y encadenar escenas simplemente porque molan mazo colega, hostia mira cómo choca la Gadot sus brazaletes, mira cómo los chocaaarhsflashasaaashoh-mierda-otra-vez-necesito-unos-gayumbos-limpios. Zack Snyder siembra, pero luego no recoge y recoge lo que no ha sembrado, en una película de cuatro horazas.

Zack Snyder's Justice League son cuatro horas de fan service, de ocurrencias, de ideas felices que luego no se riegan, y por eso devienen estériles; cuatro horas de sexo oral para los partidarios de Zack Snyder y los locos de la cabeza seguidores de DC, el resto de la humanidad la encontrará entretenida, pero regulera, si no abiertamente incomprensible.


Sale Darkseid y no sabemos quién es Darkseid (yo sí, que me he leído los cómics, pero el espectador promedio no), ni por qué debería acojonarnos Darkseid, ni por qué es tan chungo, ni se nos da la más mínima indicación acerca de su peligrosidad. A Thanos en Infinity War lo vemos después de matar a la mitad de los asgardianos supervivientes y lo vemos también barrer el suelo con Hulk, lo cual nos pone sobre la pista de la escala de su poder. Más adelante nos explica sus motivaciones, que no son «soy más malo que la quina y quiero matar mucho porque eso es lo que me pone burro». Thanos cree estar haciendo lo correcto. Cree que él es el héroe de Infinity War. De Darkseid sólo vemos que jamás se ha puesto en manos de un dermatólogo y también que tiene el peor caso de conjuntivitis de la historia de la Medicina.

Sale Iris West y no sabemos si es Iris West; suponemos que es Iris West los que hemos leído un par de cómics de superhéroes, pero no nos dicen nada de ella. Sale Iris West, o eso suponemos, y luego se larga y no vuelve a aparecer más ni tiene ningún peso en la trama, ni influye a Flash ni a ningún otro héroe de la Liga. Es como si Snyder hubiese querido contarnos la historia de orígenes de Flash en el menor tiempo posible y no donde corresponde, que es en una película de Flash, sino en su corte de la Justice League.

(Lo de Cyborg es que no se molesta en disimularlo; hasta el punto de que la Zackstice League podría considerarse la historia de orígenes de Cyborg).

Por si hacernos esperar más de una hora para que empiece la película no era bastante tortura, Zackstice League tiene... la verdad es que he perdido la cuenta de los epílogos que tiene. Supongo que uno por personaje, otro para Luthor y uno más de propina para ese elseworlds de pesadilla en la que Darkseid se ha hecho con la Ecuación de la Antivida, corrompido a Supermán y arrasado la Tierra (que es, no te engañes, amado lector, la película que desde el principio Snyder quería rodar, que ésas son las cosas que le ponen cachondo). Ejemplo de mala folla narrativa: a Luthor, que no tiene más que un plano en el prólogo de la película, que no aporta nada a la acción, se le concede el derecho de aparecer, fugado de Arkham, en su yate con sus zorrupi-guardaespaldas-tábularrásicas, y citarse con Deathstroke, que al parecer tiene algo que discutir con Batman, y joder al Caballero Oscuro revelándole su identidad secreta a Slade.

Y éste es el punto en el que me puse la piel en el pellejo de un espectador random que no haya leido un cómic en su puta vida y me pregunto «¿Y este tío enmascarado y vestido de gilipollas quién es? ¿Y por qué aparece ahora? ¿Y qué se supone que debemos esperar de él? ¿Y por qué es importante para la película, si es que es importante, y si no lo es para qué cojones lo sacan? ¿Y si es importante, por qué aparece al final de todo y no hace nada?». Y las preguntas se acumulaban una encima de otra.

Ésa es, básicamente, la sensación que inspira el epílogo múltiple, epílogo-hidra, de la pesadilla, con esa Suicide Squad de Cyborg, Flash, Batman, Mera, Deathstroke y el Joker (sí, el Bromas, que hace un cameo en la Zackstice League porque sí, porque patata, porque yo soy Zack Snyder y estos son mis dos cojones), que no tiene absolutamente ninguna relación con el resto de la película, abre de golpe unas cuatrocientas sesenta subtramas bisiestas y, pum, se acaba la película. ¿Por qué nos presentan esto al final de Zackstice League? ¿Porque, ya lo hemos sugerido en esta entrada, a Snyder se la ponía como el cuello de un cantaor la idea de hacer una Justice League 2 ambientada en ese escenario post-apocalíptico y siembra esa escena para ver si en HBO le dan doscientos o trescientos milloncitos de dólares de esos que les sobran para rodarla, acongojolijonados por la presión en Twitter de los fieles francotiradores del #Releasethesnydercut?


Lo pregunto no porque haya dudado en ningún momento de que a Snyder se la ponen bien gorda la oscuridad, la desesperación y el morbo (Dawn of the Dead, 300, Watchmen, Sucker Punch, Man of Steel, BvS...), sino porque la puñetera secuencia no aporta absolutamente nada a la historia, no mejora la película, no cambia la lectura o la interpretación del argumento. Y si a un libro le quitas un capítulo, un personaje, una trama o a una película una escena, y no se resiente, fuerza es doblegarse a la evidencia: sobraba desde el principio. Una película debería bastarse a sí misma. Y Zackstice league no se basta a sí misma. Casi se puede decir de ella que no tiene final, a la vista de tramas paralelas, apenas esbozadas, que deja sin resolución.

Zack Snyder no hace cine para todos los públicos, hace cine para los fans de Zack Snyder, los que se han leído todos los cómics y libros que se ha leído Zack Snyder y siguen a Zack Snyder en Vero y están enterados, por anticipado, de todas las claves de sus películas.

Suscribo lo que Loulogio ha dicho al respecto: a Zack Snyder lo que le mola es molar. No hacer buen cine. Sólo molar.

Espinete superciclado.

Zack Snyder no sabe hacer cine. Usa las mismas herramientas independientemente de la película que esté haciendo y la historia que esté contando. Zack Snyder emplea los mismos encuadres, las mismas paletas de colores, la misma iluminación, el mismo tipo de música, los mismos estereotipos de personajes, los mismos ritmos, la misma puta cámara lenta tocacojones-me-cago-en-los-conejos-de-madera para rodar una película de zombies que otra presuntamente histórica (en realidad, basada en un cómic), un noir decadente con superhéroes amargados o una fantasía de violación que, sigo opinando, es la película sin guion más entretenida que he visto jamás. Zack Snyder contrataría a Junkie XL para que le musicase una peli porno, y rodaría un telefilme tipo Disney de cómo mola la Navidad solo no puedes con amigos sí con las mismas ópticas, los mismos filtros de cámara y la misma mala leche que las escenas más gore-porn de 300.
 
A Zack Snyder le encargan un remake de Mujercitas y lo primero que hace es convertir a Meg, Jo, Beth y Amy en prostitutas transexuales tatuadas, campeonas de Krav Magá electromagnético y cazadoras de lampreas telépatas necrófagas radiactivas del espacio exterior. Y violarlas a todas en pantalla. Y quedarse tan ancho de lo solemne, estiloso, original y sensible que es.
Buscando la sensibilidad cinematográfica de Snyder.

Y lo repito: por increíble que parezca, Zackstice League me ha gustado; muchísimo más que la Josstice League en casi todos los aspectos, pero lamentablemente me ha gustado justo hasta el punto en que puede gustarme una película de Zack Snyder, aquel en el que renuncio a dejarme mesmerizar por los contraluces, la textura ruidosa y sucia (me la he visto en HD y parecía estar viendo un VHS quemadísimo, copia de quinta o sexta generación), la reputísima cámara lenta del orto podrido de María Santísima sifilítica, e intento ver si debajo hay algo más.
 
Y no lo hay. Copón, si es una película plana como un espejo. No tiene profundidad. No tiene capas. Es imposible leerla más que como una sucesión de cromos animados en la que, la mayor parte del tiempo, las cosas suceden porque sí. Joder, si con lo malísima que era la Josstice League, por lo menos la presencia de Lois Lane en el parque, justo después de la resurrección de Supermán, estaba justificada: Batman la tenía en reserva por si Supermán resucitaba to' loco y poniéndole delante a Lois conseguían apaciguarlo. Con lo malo que era su montaje, al menos esto Joss Whedon lo hizo bien. En la versión de Snyder, en la que esa escena es idéntica (y bastante mala), porque Whedon tiró del material rodado por Zack y se limitó a hacer algunas correcciones de color, Lois llega al lugar de la pelea porque es que pasaba por allí, que solía ir mucho al monumento a tomarse un café y recordar a su amado Clark.

(Eso, Zack, y perdóname que te tutee, es un devs ex machina de manual. Uno de los mil que tiene esta película. Y el devs ex machina es una muleta que delata a un mal escritor como ninguna otra cosa puede hacerlo).

En la Zackstice League, Lois consigue que Supermán se calme porque sí. Por su chocho pelirrojo. Literalmente (sigue leyendo). Y, como Zack es un narrador tan torpe, ya ha tenido que salir a explicar cómo consiguió Lois que ese Supermán enloquecido no la reventase de una hostia: se dio cuenta de que estaba embarazada. En cuatro horas de metraje, Zack Snyder no consideró oportuno mostrarnos el momento en que Supermán oye los latidos del feto de su hijo. Nos enseñó la caja de un Predictor en un cajón de Lois y supuso que con eso ya había cumplido, olvidando que los personajes de una película no tienen acceso a la misma información que el espectador, regla básica de primero de cine.

Zack Snyder aprendió narrativa cinematográfica en el mismo sitio en el que Jesulín de Ubrique aprendió solfeo.

Hacer películas no es una ciencia infusa. Los directores de cine no nacen siendo directores de cine. A hacer cine se aprende, obviamente haciendo cine y sobre todo viendo cine, mucho cine, cine puro de oliva, cine de los maestros, de aquellos vejetes entrañables, la mayoría de ellos ya difuntos perdidos, que cogieron un espectáculo de barraca de feria, entre la mujer barbuda y el niño caimán, y lo convirtieron en una forma de Arte. A hacer cine se aprende con la filmografía de Dreyer, de Lutbitsch, de Chaplin, de Walsh, de Wilder, de Lang, de Hitchcock. No vas a aprender a hacer cine si el único cine que ves son las autopajas testosterónicas de Michael Bay, donde es absolutamente imposible saber qué cojones está pasando en la pantalla, pero eh, hay explosiones, canalillo de Megan Fox y todas esas cosas.

Zack Snyder debería ver Mad Max: Fury road a ver si se le pega algo.

Zack Snyder y los directores de su cuerda están devolviendo el cine a su infancia, a su fase oral, cuando era mero espectáculo de masas analfabetas y no todavía medio de expresión artística. Que el cine como espectáculo no tiene absolutamente nada de malo, voto a Tal; es la soberbia lo que me repatea, el desdén de quien pretende ser la polla en vinagre y sólo es un estilista pretencioso que no se preocupa de dotar de profundidad alguna a sus títulos y, encima, parece ignorarlo absolutamente todo sobre el a be ce de su oficio.

Para hacer una película no basta con sacar en pantalla a Ben Affleck vestido de Batman, por mucho que mole, a Jason Momoa haciendo de Aquaman, al que le comeríamos hasta la pelusa del ombligo, y a Gal Gadot chocando los brazaletes de Wonder Woman. NO BASTA con molar para hacer cine. Hay que tener algo que contar. Y saber contarlo de forma que el espectador se involucre en la historia, tema por los personajes, sufra por ellos, se conmueva, que olvide que está viendo una película y se convierta en parte de la acción.

Zack Snyder's Justice League es, exactamente la misma película que Josstice League, sólo ligeramente mejor rodada (tampoco hacía falta tanto para lograrlo), más coherente (que sólo jodería, pasando de un monstruo de Frankenstein rodado a cuatro manos y mutilado y desfigurado por a saber cuántos desaprensivos) e íntegra... pero es que está mejor rodada por Zack Snyder, que no sabe rodar, y es más coherente con la visión de Snyder, esa visión objetivista del superhéroe como actor de la acción que se basta a sí mismo, que no necesita nada y a nadie, al que, básicamente, se la cruje todo a dos carrillos.

Ñam, ñam, ñam. Me estoy replanteando la homosexualidad.

Por lo demás, Zackstice League es exactamente la misma película que Josstice League.

Josstice League es una película en la que un malo malísimo busca tres cajas mágicas que, si las consigue, todo se va al pijo, y Batman reúne un equipo de héroes para impedírselo.

Zaaaaaackstiiiiiiiceeeee Leagueeeeeee eeees uuuuunaaaa peeeelícuuuula eeeeen laaaaa queeee uuuuuun maaaaalo maaaaalísiiiimooo buuuuscaaaa treeeees caaaaajaaaas máááágiiiicaaaaas queeee, siiiii laaaaas coooonsiiiiigueeeee, tooooodooooo seeeee vaaaaa aaaaal piiiiijooooo, yyyyyyyyy Baaaaatmaaaaan reúúúúúúúúneeeeee uuuuuuun eeeeequiiiiipooooo deeeee hééééééééróooooeeeees paaaaaaraaaaa iiiiiimpeeeeeedííííííííírseeeeeloooo.

Y de verdad que me ha gustado Zack Snyder's Justice League. Eso es lo mejor que puedo decir de ella.

Lo peor que puedo decir de ella, lamentablemente, es que es otra película de Zack Snyder, y no de las mejores.

Bueno, al grano: ¿Y ahora qué?

Pues ahora nada, me temo. Creo que éste es el final del camino para el Zackverso y para la relación de Snyder con Warner Bros. y DC. No lo digo yo, lo dice el propio Snyder. La orientación del DCEU ya sigue caminos muy diferentes a los que había previsto Zack Snyder cuando le dieron el control creativo de las franquicias de superhéroes de DC, con ese Supermán negro que parece que van a hacer (y sí, sé quién es Calvin Ellis; me importa una mierda y no quiero ver una película suya, pero sé quién es, y no, no tengo ningún inconveniente en que hagan en una película suya; son las razones hipócritas que sospecho detrás de este proyecto en particular lo que me huele a cuerno quemado), con el Batman de Pattinson (Battinson, le llaman) de Matt Reeves, que ya está en postproducción y de hecho tiene planes para una trilogía, si la taquilla acompaña, con la tercera película ya confirmada de Wonder Woman (por Dios, que no sea tan cancerígenamente mala como Wonder Woman 1984), con Ben Affleck y Henry Cavill fuera de la nómina de WB.

El Zackverso vino, vio y se fue. Y aunque, envalentonados por su éxito, los fans más activistas de Snyder estén ahora dando la barril con el «restore the Snyderverse» no estoy muy seguro de que eso vaya a tener continuidad. Más o menos las mismas personas que boicotearon la Zackstice League siguen en sus puestos de DC y Warner Bros., y la nueva dirección no ha descartado nada, pero tampoco se ha comprometido a nada. Ya han dicho que la Zackstice League 2 y el Suicide Squad David Ayer's Cut no están en sus planes. Que ellos tiran pa’ lante con los nuevos proyectos (la peli de Black Adam, la segunda de Shazam...) y no quieren seguir mirando al pasado.


Lo cual es una pena, porque a pesar de lo torpemente dirigidos que están en Man of Steel, BvS y Zackstice League, no creo que hayamos tenido en años un Supermán y un Batman más cinematográficos que los de Cavill y Affleck, ni que volvamos a tenerlos en mucho tiempo (a mí, el Battinson aún no me acaba de cuajar, pero podría y deseo equivocarme). Pero ahora mismo esos dos actores son radiactivos para WB. Un recuerdo de la comida de mierda espectacular del Zackverso, de la cual Snyder sólo es parcialmente culpable, seamos justos.

Josstice League era un aborto escrito, dirigido,  guillotinado y remezclado por dos directores, no sé sabe cuántos técnicos de montaje y tampoco sabremos jamás cuántos ejecutivos de Warner Bros. y Detective Comics, que, después de ver la relativamente fría acogida de Man of Steel no tuvieron lo que hay que tener para decirle a Snyder: «lo siento, Zack, pero esto no era lo que queríamos. Aquí tienes tu cheque, vete a casa y que tengas suerte con tu próximo empleo». Josstice League era mala porque no podía ser otra cosa, vista la cantidad de manos que metieron y sacaron del film escenas, diálogos, planos sexualizantes absolutamente innecesarios de Wonder Woman y chistes malos de Flash y Aquaman. Porque para escoñar una buena idea no hay como hacerla pasar por la mayor cantidad de manos diferentes. Porque todos ellos querrán hacerla «su película», sentirse decisivos, reivindicar crédito sobre el producto final, por pequeña o perniciosa que haya sido su contribución.

La Zackstice League es mala porque es una película de Zack Snyder. Punto. No hay otro responsable. Su película es mala porque Snyder es el mismo Snyder de Sucker punch, un malísimo director de cine completamente autoengañado acerca de su propia valía como cineasta, manco de ambas manos, cojo de ambos pies y tuerto de los dos ojos en lo relativo a las pericias del oficio. No podemos echarle la culpa a nadie más. La Zackstice League es mala por Zack Snyder. Ningún director mercenario entrometido remezcló su obra. Ningún directivo de WB ignorante y codicioso tomó decisiones creativas sobre su trabajo. La película es así de mala porque Snyder es así de mal director.

(Lo cual no quita que Snyder sea un cielo. Hasta sus más enconados enemigos en Warner y DC reconocen que el tío es un encanto, todo amabilidad, respeto y asertividad. Pero ninguna de esas cualidades personales, sin duda útiles y placenteras en un intercambio social, son suficientes para hacer un buen director).
El después...

Y, en serio, lo repetiré las veces necesarias: Zackstice League me ha gustado.
(Aunque su director aprendiese a hacer películas de los mismos maestros que enseñaron deontología profesional a Aníbal Lecter).
...y el antes.

Pero me ha gustado de la misma manera vergonzosa y culpable en la que me gustan los vídeos más pegajosos de Riley Reid. Sé que no son reales, ni edificantes, que están rodados con el culo, que exudan machismo, recubren de un oropel de transgresión el maltrato y la zafiedad, ofrecen una imagen falsa y sucia de las relaciones sexuales, no contribuyen en nada a mi crecimiento personal y que estimulan mis más bajos instintos.
¡Y qué bajos, por Dios!

No sé qué nos tiene preparado Matt Reeves para su The Batman ahora que la película ya ha entrado en fase de postproducción. No sé si Patty Jenkins dejará los porros antes de dirigir Wonder Woman 3 ni cuál será el tono, argumento e impacto de Aquaman 2 (a mí la primera me encantó, me pareció la forma correcta de aplicar lo mejor de la fórmula Marvel a un personaje de DC).

Lo que sí sé es que la serie de Batwoman, que ya era insufrible cuando la protagonista era Ruby Rose, se acaba de ir a la mierda con Javicia Leslie, la nueva actriz, en la que confiaban para resucitar un proyecto muerto que se caga en la boca de su público potencial (coge a los lectores de cómics, que en su mayoría somos cuarentones o cincuentones nostálgicos de nuestra pubertad, y dales una serie turbofeminista cuyo mensaje central es «los hombres sois todos mierda y las mujeres lo hacemos todo mejor», y encima hazlo mal, que si estuviese bien hecha aún tendría un pasar) proyecto tan absurdo y mal conducido que, agárrate, acaban de resucitar al personaje de Kate Kane, al que habían matado en el capítulo piloto de la 2ª temporada (para que Ryan Wilder, el personaje de Javicia Leslie, se encontrase, literal, el traje de Batwoman y la reemplazase), ha vuelto... pero no con Ruby Rose, que no nos extraña que haya salido escaldada de este panfleto WOKE sin pies ni cabeza (además justo antes de empezar a trabajar en la serie tuvo que pasar por una operación de espalda que no la dejó con ganas de fiesta precisamente), sino con otra actriz, Wallis Day, y tampoco para reclamar el manto de la murciélaga.
De pelirroja a rubia, pero igual de repelente, sospecho.

De verdad, con lo mala que es y las putadas que los guionistas les hacen a sus espectadores, que hagan o no una tercera temporada de esta serie ya no le importa a casi nadie. Yo le concedí tres capítulos y la abandoné. Y no me arrepiento.

Pero no, no voy a abrir ese melón. No en esta entrada del paratrúper.

Esto va de lo que he dicho que iba: de cerrar de una maldita vez el melón de la Justice League. abierto en la innecesariamente larga serie No lloraré sobre la tumba de Michael Cimino (I, II, III, IV y Aftermath) que, esta vez sí, con esta entrada, e independientemente de lo que decidan en WB sobre el snyderverso, llega a su bien merecido final.

Quédate, querido lector, con que he visto la Zackstice League y me ha gustado.
Que sí, sin coñas; que me ha gustado.

Pero...

actualización 4.4.2021

Zack Snyder sigue dándonos pruebas de lo mal director de cine que es y lo mucho que le gustan el morbo, la sordidez y la violencia:

Pregunta: ¿Por qué Darkseid olvidó que la Tierra, precisamente el único sitio en el que le dieron un carro de hostias, era el planeta en el que está oculta la Ecuación de la Antivida (agujero de guión 122.983 de la Zakstice League) y no lo recordó hasta que se lo dijo Steppenwolf?

Respuesta de Zack: Porque patata.


Pregunta: ¿Por qué el Detective Marciano se pasa toda la película tocándose los cojones a cuatro manos verdes y aparece luego al final para no hacer nada (agujero de guión 781.004 de la Zakstice League)?

Respuesta de Zack: Porque es que en Warner Bros. me tienen mucha envidia.

Pregunta: ¿Qué habrías hecho tú con el personaje de Batman si pudieses dirigir una película sobre él?

Respuesta de Zack: Le habría empujado la mierda en la cárcel. Bien empujada (la negrita es mía):

"He gets to go to a Tibetan monastery and be trained by ninjas. Okay? I want to do that. But he doesn’t, like, get raped in prison. That could happen in my movie. If you want to talk about dark, that’s how that would go."

(¿Entonces, en su remake de El manantial, por todo aquello de la inclusividad y el movimiento Me too, sería Dominique Francon, armada de un strap-on, la que violaría a Howard Roark?)

Y después sus fans se preguntan por qué este tío está fuera del DCEU.

Yo me sigo preguntando cómo coño logró meterse dentro, aunque fuese por breve plazo.

sábado, 13 de marzo de 2021

¿Es Sofía Coppola una engreída o simplemente imbécil?

En serio, yo no soy así de hijo de puta.

Pero es que me las ponéis en bandeja, copón.

Últimas noticias: a Sofía Coppola, las películas en las que no salen mujeres no le dicen nada.


Verbatim:

“I can’t watch films that don’t have any female characters”

Pero esta mujer ¿dónde compra las drogas?

Y éste es el fragmento de la entrevista en cuestión que me ha retorcido el escroto con garra de fiera:

Coppola: No women in it?

Fennell: Oh no! No women of her age.

Coppola: I can’t watch movies that don’t have any female characters in it. I’m like, “Who are these people I need to connect with?”
Vaya.

Sofía Coppola no puede ver películas en las que no haya (entiendo) protagonistas femeninas. Supongo que no quiere decir que no puede verlas físicamente, vamos, que no es que se quede ciega si no ve un personaje protagónico femenino, sino que no conecta con esas películas, no se conmueve con ellas, le aburren, no le dicen nada.

Y no creo que Sofía Coppola haya desarrollado esta curiosa patología como resultado de una sobreexposición a películas, quién sabe si horriblemente resueltas, monopolizadas por personajes con pilila. Es más, no me creo que Sofía Coppola se haya dado un golpe en la cabeza y haya descubierto, de repente, que El acorazado Potemkin, Master and Commander, Los siete samurais, El expreso de medianoche y Cadena perpetua le dan arcadas.

Creo que Sofía Coppola se ha educado a sí misma para detestar las películas en las que no salen mujeres.

Lo cual significa que Sofía Coppola no ha tomado una posición artística, humana o psicológica contra las películas en las que no aparecen mujeres, sino ideológica.
Sofía Coppola
se ha lavado el cerebro a sí misma para que Doce hombres sin piedad deje de gustarle, si alguna vez le gustó.

A Sofía Coppola Reservoir dogs y La gran evasión no le dicen absolutamente nada porque ofenden su exquisita sensibilidad de directora de cine feministísima, hyperwoke y metooista, sensibilidad que no es sino neo puritanismo, tan intolerante, rabioso, destructivo y preñado de odio como el viejo.

A Sofía Coppola le ofende Infierno en el Pacífico porque sola, borracha, con la minifalda de diadema y el tanga entre los dientes, quiere llegar a casa sin que le digan «¡pero tápate la barbuda al menos, cojona, que se te van a resfriar los hijos!».

Sofía Coppola pretende que nos sintamos culpables por disfrutar Senderos de gloria y 2001: una odisea del espacio porque no aparecen personajes femeninos en ellas (en Senderos de gloria hay una pequeña escena final con un personaje femenino, pero una golondrina no hace verano).

Y por ahí sí que no paso, señora Coppola.

No.

No, no, no y no.

Que no.

Váyase a la mierda, señora Coppola.
Una de las películas que no le gusta a Sofía Coppola.
Probablemente creas que estoy exagerando.

Imagínate que Sofía Coppola hubiese dicho:

«No puedo ver películas que no tengan ningún personaje masculino».

O:

«No puedo ver películas que no tengan ningún personaje blanco».

O:

«No puedo ver películas que no tengan ningún personaje anglosajón-cristiano-millonario-occidental-progresista-rubio-guapo-triunfador-ario...».

Al elaborar una lista negra de obras, en este caso películas, que Sofía Coppola condena por razones completamente ajenas a su calidad, argumento, ejecución, historia, valía técnica, Sofía Coppola está permitiendo que sus prejuicios se antepongan a su criterio artístico, a su sensibilidad como creadora e incluso a su empatía como ser humano.
Otra de las películas que no le gustan a Sofía Coppola.

Lo de Sofía Coppola (directora de películas aburridísimas y pretenciosas, y perdón por la falacia ad hominem) es pura iconoclastia uterina de niñata blanca, rica y mimada encantada de conocerse y que en su puta vida ha conocido nada remotamente parecido a la opresión pero considera que está más legitimada que nadie para ofenderse porque en el cine no haya suficientes papeles para actrices, o suficientes directoras, o suficientes guionistas con vagina.

La mamarrachada de sofía Coppola es la expresión de una artista sin puñetero talento conocido (en serio, salvo Lost in translation, quizá su único largometraje potable, aunque no por ello menos grandilocuente y tedioso, he sido incapaz de acabarme ninguna de sus películas, y me acabé rindiendo con la patochada ésa de María Antonieta «fashion victim», cipotada de analfabeta americana que, obviamente, jamás ha cogido un libro de Historia, y que fue abucheada en Cannes) que se ha criado en una burbuja de privilegio blanco, izquierdista (o lo que en Estados Unidos se considera izquierdista), engreído progresismo (sea lo que sea que eso signifique en Estados Unidos), autoindulgencia intelectual e irritabilidad de culitos suaves acostumbrados al papel higiénico de tres capas.

Sofía Coppola esperando el estreno de lo nuevo de Isabel Coixet.

(Y ya prevengo que lo que me cabreó de la película, lo poco que vi de ella, no fue que Sofía Coppola me vendiese a María Antonieta como una pijita fashion victim de su tiempo, que lo era, sino la frivolización de uno de los personajes más siniestros del siglo XIX, que con sus caprichos, soberbia, autoritarismo teutón y desprecio al sufrimiento del pueblo francés no sólo precipitó el afeitado más apurado que jamás le hicieron a Luis XVI, sino que hizo inevitable que las facciones más ultramontanas se apropiasen de la Revolución).
Otra de las películas que a Sofía Coppola le dan sueño.

Sofía Coppola es incapaz de conectar con películas en las que no aparecen personajes femeninos.

O Sofía Coppola está emocionalmente tullida (a la vista de su mayoritariamente narcótico estilo cinematográfico, no lo descarto), o Sofía Coppola es una mentirosa que quiere ganar con puntos de feminismo impostado el reconocimiento que sus obras le niegan (me importa un carajo que tenga un Óscar por Lost in translation y que en Cannes 2017 ganase el premio a la Mejor dirección, una cosa es el aplauso de tus pares y otra la taquilla, único baremo de la aceptación del público que aprecian las productoras de cine) o Sofía Coppola es simplemente imbécil.

El Arte, un medio de expresión milenario que ha permitido a generaciones de seres humanos conectar con personas de otras épocas, de otras culturas, de otras civilizaciones, y al que la señora Coppola ha consagrado la vida, primero como actriz tirado a cortita y luego como guionista, productora y directora de cine, es, al parecer, una herramienta mellada para alcanzar el corazoncito de doña Sofía si no viene adecuadamente envuelto en las puntillas y encajes imprescindibles de su identidad femeninísima.
Otra de las películas que aburren a Sofía Coppola.

Nos seguimos conmoviendo ante la Piedad de Miguel Ángel Buonarroti (esculpida en el siglo XVI), ante la monumental arquitectura de Angkor Wat (siglo XII) y las pinturas de Lascaux (MecagoenDiosmil antes de Cristo) pero a Sofía Coppola, por Dios cómo se os ocurre, si no le ponen delante un número razonable de vaginas es incapaz de reaccionar ni estética ni emocionalmente a una película.

A Sofía Coppola le importan más los sexos que el cine.

Sofía Coppola escoge las películas que va a ver en función de las chuminadas de su agenda identitaria.
Otra de las películas que le dan cagalera a Sofía Coppola.

Imaginémonos que la razón por la cual Las virgenes suicidas costó 9.000.000 de dólares y en Estados Unidos no la quiso ver casi nadie, aunque recuperó, por los pelos, la inversión gracias a la taquilla mundial, fuese que un número significativo de aficionados al cine de los que mean de pie hubiesen adoptado la misma actitud fanáticamente combativa y hostil que Sofía Coppola: «¿Por qué voy a ir a ver una película dirigida y escrita por una mujer y monopolizada por actrices femeninas en papeles femeninos? ¿Quién es esa gente con la que tengo que conectar?».

Supongamos que los espectadores de Lost in translation (4.000.000 de dólares de presupuesto) hubiesen pensado así. ¿Habría recaudado esa película, que doña Sofía creía que nadie iba a querer ver, más de 118 millones de dólares? (Y eso que es aburrida de cojones y sale en ella Scarlett Soy Tan Expresiva Como La Pintura De Un Camión Iveco Secándose Al Sol Johansson).
Gif machirúlico y falocéntrico absolutamente patriarcal.

¿Y si el hecho de que María Antonieta sólo recaudase veinte millones por encima de su presupuesto de cuarenta no tuviese que ver con el hecho de que es aburridísima y un pelín surrealista sino que el público potencial de esa cinta se negase a respaldar la historia de una reina austríaca superficial, egocéntrica, insensible, necia y autoritaria con la que no tenían nada en común?
Lost in my ombligo: el cine que sí gusta a Sofía Coppola.

No he visto Somewhere (7.000.000 de presupuesto, algo menos de 15 de recaudación, vamos, un fracaso de toda la vida según los estándares de Hollywood), The Bling Ring (muy cerca de poder considerarse un éxito de taquilla con sus 20.045.576 dólares sobre un presupuesto de  8.000.000) ni On the rocks (estrenada en plena pandemia mundial, mayoritariamente en servicios de Streaming, y de la cual se desconoce el presupuesto, pero en recaudación se ha comido una mierda, si bien es difícil cuantificar los ingresos por visionado on-line) porque ya me he rendido con la señora Coppola

Sofía Coppola tiene problemas para conectar con las películas en las que no intervienen mujeres.

Al parecer, también tiene problemas para conectar con el público aficionado al cine.

Y con los productores que tienen que poner la pasta para hacer esas películas. Joder, Sofía, que la mayoría de tus largometrajes te los ha tenido que producir papá Coppola, coño ya.
Una película de que sí le gusta a Sofía Coppola. Creo.

Imagínate que yo me hubiese negado a ver La favorita sólo y exclusivamente porque el peso de la acción recae sobre los hombros de tres actrices. No porque no me interese el argumento o no me seduzca la historia, porque le tenga manía al cine de época o me caiga gordo el pobre de Yorgos Lanthimos, que jamás me ha hecho ningún daño.

Me habrías llamado machista. Y con motivos.

Supón que hubiese descartado El pianista, sin verla, porque Roman Polanski es un acreditado pedófilo, lo cual podría ser justificación suficiente, o, mucho peor, porque el personaje protagonista es judío.

¿Qué me habrías llamado? Porque yo sé lo que te habría llamado a ti, si me hubieses expuesto este argumento.
Otra de las películas que aborrece Sofía Coppola.

Ahora párate a pensar que yo me negase a ver El príncipe de Zamunda, Malcolm X o 12 años de esclavitud  porque sus protagonistas son negros.

¿Qué diría eso de mí?

La señora Sofía Coppola no ve películas en las que no participan mujeres. Punto.

Yo sé lo que dice eso de ella.

¿Y tú, amado lector? ¿Lo sabes?

Sí, a mí también me ha quedado mal sabor de boca.

No vamos a permitir que esta entrada del paratroopers acabe en un punto tan bajo. Déjame intentar levantar el vuelo con una de mis historias favoritas de la realidad superando a la ficción.

El 28 de octubre de 2019 a.p. («antes de la pandemia»), Sidney Wolfe, una estudiante de la universidad Marshall de Virginia Occidental, tuvo un accidente de circulación, del cual por suerte salió prácticamente ilesa, al chocar su coche contra un ciervo durante el viaje de regreso de un acto promocional en el que Sidney había participado.

En el acto en cuestión, Sidney estaba promocionando un montaje musical basado en Carrie, la novela de Stephen King, en el cual ella participaba.

Sidney estaba vestida y maquillada de Carrie cuando chocó su coche. De Carrie White recién salida del baile de graduación, o sea con el traje de noche, la tiara y los litros de sangre de cerdo.
Tal que así.
Las primeras personas que pararon a ayudar se llevaron un susto de cojones al ver a una jovencita en un baño de sangre esperando tranquilamente en el arcén a que sus padres pasaran a recogerla.

La policía no se creía que Sidney no tuviese ni una sóla herida, uno de los uniformados quería llevarla sí o sí a urgencias cagando hostias «¿es que vamos a ignorar que está chorreando sangre y necesita asistencia médica?»

La propia Sidney lo contó en su cuenta de Twitter, y se hizo viral más rápido que deprisa.
Y lo más cachondo de esta historia es que Sidney ni siquiera iba a interpretar el papel de Carrie, sino estaba supliendo a la verdadera actriz, que se había puesto enferma. A Sidney le tocaba hace de Susan Snell.

El ciervo, lamentablemente, no sobrevivió.

¿A que te sientes mejor ahora, querido lector?

Salvo que te gusten mucho los ciervos, claro.

O las imbecilidades de Sofía Coppola. En toda familia hay al menos un tonto y parece que en la tuya te ha tocado a ti.