sábado, 13 de marzo de 2021

¿Es Sofía Coppola una engreída o simplemente imbécil?

En serio, yo no soy así de hijo de puta.

Pero es que me las ponéis en bandeja, copón.

Últimas noticias: a Sofía Coppola, las películas en las que no salen mujeres no le dicen nada.


Verbatim:

“I can’t watch films that don’t have any female characters”

Pero esta mujer ¿dónde compra las drogas?

Y éste es el fragmento de la entrevista en cuestión que me ha retorcido el escroto con garra de fiera:

Coppola: No women in it?

Fennell: Oh no! No women of her age.

Coppola: I can’t watch movies that don’t have any female characters in it. I’m like, “Who are these people I need to connect with?”
Vaya.

Sofía Coppola no puede ver películas en las que no haya (entiendo) protagonistas femeninas. Supongo que no quiere decir que no puede verlas físicamente, vamos, que no es que se quede ciega si no ve un personaje protagónico femenino, sino que no conecta con esas películas, no se conmueve con ellas, le aburren, no le dicen nada.

Y no creo que Sofía Coppola haya desarrollado esta curiosa patología como resultado de una sobreexposición a películas, quién sabe si horriblemente resueltas, monopolizadas por personajes con pilila. Es más, no me creo que Sofía Coppola se haya dado un golpe en la cabeza y haya descubierto, de repente, que El acorazado Potemkin, Master and Commander, Los siete samurais, El expreso de medianoche y Cadena perpetua le dan arcadas.

Creo que Sofía Coppola se ha educado a sí misma para detestar las películas en las que no salen mujeres.

Lo cual significa que Sofía Coppola no ha tomado una posición artística, humana o psicológica contra las películas en las que no aparecen mujeres, sino ideológica.
Sofía Coppola
se ha lavado el cerebro a sí misma para que Doce hombres sin piedad deje de gustarle, si alguna vez le gustó.

A Sofía Coppola Reservoir dogs y La gran evasión no le dicen absolutamente nada porque ofenden su exquisita sensibilidad de directora de cine feministísima, hyperwoke y metooista, sensibilidad que no es sino neo puritanismo, tan intolerante, rabioso, destructivo y preñado de odio como el viejo.

A Sofía Coppola le ofende Infierno en el Pacífico porque sola, borracha, con la minifalda de diadema y el tanga entre los dientes, quiere llegar a casa sin que le digan «¡pero tápate la barbuda al menos, cojona, que se te van a resfriar los hijos!».

Sofía Coppola pretende que nos sintamos culpables por disfrutar Senderos de gloria y 2001: una odisea del espacio porque no aparecen personajes femeninos en ellas (en Senderos de gloria hay una pequeña escena final con un personaje femenino, pero una golondrina no hace verano).

Y por ahí sí que no paso, señora Coppola.

No.

No, no, no y no.

Que no.

Váyase a la mierda, señora Coppola.
Una de las películas que no le gusta a Sofía Coppola.
Probablemente creas que estoy exagerando.

Imagínate que Sofía Coppola hubiese dicho:

«No puedo ver películas que no tengan ningún personaje masculino».

O:

«No puedo ver películas que no tengan ningún personaje blanco».

O:

«No puedo ver películas que no tengan ningún personaje anglosajón-cristiano-millonario-occidental-progresista-rubio-guapo-triunfador-ario...».

Al elaborar una lista negra de obras, en este caso películas, que Sofía Coppola condena por razones completamente ajenas a su calidad, argumento, ejecución, historia, valía técnica, Sofía Coppola está permitiendo que sus prejuicios se antepongan a su criterio artístico, a su sensibilidad como creadora e incluso a su empatía como ser humano.
Otra de las películas que no le gustan a Sofía Coppola.

Lo de Sofía Coppola (directora de películas aburridísimas y pretenciosas, y perdón por la falacia ad hominem) es pura iconoclastia uterina de niñata blanca, rica y mimada encantada de conocerse y que en su puta vida ha conocido nada remotamente parecido a la opresión pero considera que está más legitimada que nadie para ofenderse porque en el cine no haya suficientes papeles para actrices, o suficientes directoras, o suficientes guionistas con vagina.

La mamarrachada de sofía Coppola es la expresión de una artista sin puñetero talento conocido (en serio, salvo Lost in translation, quizá su único largometraje potable, aunque no por ello menos grandilocuente y tedioso, he sido incapaz de acabarme ninguna de sus películas, y me acabé rindiendo con la patochada ésa de María Antonieta «fashion victim», cipotada de analfabeta americana que, obviamente, jamás ha cogido un libro de Historia, y que fue abucheada en Cannes) que se ha criado en una burbuja de privilegio blanco, izquierdista (o lo que en Estados Unidos se considera izquierdista), engreído progresismo (sea lo que sea que eso signifique en Estados Unidos), autoindulgencia intelectual e irritabilidad de culitos suaves acostumbrados al papel higiénico de tres capas.

Sofía Coppola esperando el estreno de lo nuevo de Isabel Coixet.

(Y ya prevengo que lo que me cabreó de la película, lo poco que vi de ella, no fue que Sofía Coppola me vendiese a María Antonieta como una pijita fashion victim de su tiempo, que lo era, sino la frivolización de uno de los personajes más siniestros del siglo XIX, que con sus caprichos, soberbia, autoritarismo teutón y desprecio al sufrimiento del pueblo francés no sólo precipitó el afeitado más apurado que jamás le hicieron a Luis XVI, sino que hizo inevitable que las facciones más ultramontanas se apropiasen de la Revolución).
Otra de las películas que a Sofía Coppola le dan sueño.

Sofía Coppola es incapaz de conectar con películas en las que no aparecen personajes femeninos.

O Sofía Coppola está emocionalmente tullida (a la vista de su mayoritariamente narcótico estilo cinematográfico, no lo descarto), o Sofía Coppola es una mentirosa que quiere ganar con puntos de feminismo impostado el reconocimiento que sus obras le niegan (me importa un carajo que tenga un Óscar por Lost in translation y que en Cannes 2017 ganase el premio a la Mejor dirección, una cosa es el aplauso de tus pares y otra la taquilla, único baremo de la aceptación del público que aprecian las productoras de cine) o Sofía Coppola es simplemente imbécil.

El Arte, un medio de expresión milenario que ha permitido a generaciones de seres humanos conectar con personas de otras épocas, de otras culturas, de otras civilizaciones, y al que la señora Coppola ha consagrado la vida, primero como actriz tirado a cortita y luego como guionista, productora y directora de cine, es, al parecer, una herramienta mellada para alcanzar el corazoncito de doña Sofía si no viene adecuadamente envuelto en las puntillas y encajes imprescindibles de su identidad femeninísima.
Otra de las películas que aburren a Sofía Coppola.

Nos seguimos conmoviendo ante la Piedad de Miguel Ángel Buonarroti (esculpida en el siglo XVI), ante la monumental arquitectura de Angkor Wat (siglo XII) y las pinturas de Lascaux (MecagoenDiosmil antes de Cristo) pero a Sofía Coppola, por Dios cómo se os ocurre, si no le ponen delante un número razonable de vaginas es incapaz de reaccionar ni estética ni emocionalmente a una película.

A Sofía Coppola le importan más los sexos que el cine.

Sofía Coppola escoge las películas que va a ver en función de las chuminadas de su agenda identitaria.
Otra de las películas que le dan cagalera a Sofía Coppola.

Imaginémonos que la razón por la cual Las virgenes suicidas costó 9.000.000 de dólares y en Estados Unidos no la quiso ver casi nadie, aunque recuperó, por los pelos, la inversión gracias a la taquilla mundial, fuese que un número significativo de aficionados al cine de los que mean de pie hubiesen adoptado la misma actitud fanáticamente combativa y hostil que Sofía Coppola: «¿Por qué voy a ir a ver una película dirigida y escrita por una mujer y monopolizada por actrices femeninas en papeles femeninos? ¿Quién es esa gente con la que tengo que conectar?».

Supongamos que los espectadores de Lost in translation (4.000.000 de dólares de presupuesto) hubiesen pensado así. ¿Habría recaudado esa película, que doña Sofía creía que nadie iba a querer ver, más de 118 millones de dólares? (Y eso que es aburrida de cojones y sale en ella Scarlett Soy Tan Expresiva Como La Pintura De Un Camión Iveco Secándose Al Sol Johansson).
Gif machirúlico y falocéntrico absolutamente patriarcal.

¿Y si el hecho de que María Antonieta sólo recaudase veinte millones por encima de su presupuesto de cuarenta no tuviese que ver con el hecho de que es aburridísima y un pelín surrealista sino que el público potencial de esa cinta se negase a respaldar la historia de una reina austríaca superficial, egocéntrica, insensible, necia y autoritaria con la que no tenían nada en común?
Lost in my ombligo: el cine que sí gusta a Sofía Coppola.

No he visto Somewhere (7.000.000 de presupuesto, algo menos de 15 de recaudación, vamos, un fracaso de toda la vida según los estándares de Hollywood), The Bling Ring (muy cerca de poder considerarse un éxito de taquilla con sus 20.045.576 dólares sobre un presupuesto de  8.000.000) ni On the rocks (estrenada en plena pandemia mundial, mayoritariamente en servicios de Streaming, y de la cual se desconoce el presupuesto, pero en recaudación se ha comido una mierda, si bien es difícil cuantificar los ingresos por visionado on-line) porque ya me he rendido con la señora Coppola

Sofía Coppola tiene problemas para conectar con las películas en las que no intervienen mujeres.

Al parecer, también tiene problemas para conectar con el público aficionado al cine.

Y con los productores que tienen que poner la pasta para hacer esas películas. Joder, Sofía, que la mayoría de tus largometrajes te los ha tenido que producir papá Coppola, coño ya.
Una película de que sí le gusta a Sofía Coppola. Creo.

Imagínate que yo me hubiese negado a ver La favorita sólo y exclusivamente porque el peso de la acción recae sobre los hombros de tres actrices. No porque no me interese el argumento o no me seduzca la historia, porque le tenga manía al cine de época o me caiga gordo el pobre de Yorgos Lanthimos, que jamás me ha hecho ningún daño.

Me habrías llamado machista. Y con motivos.

Supón que hubiese descartado El pianista, sin verla, porque Roman Polanski es un acreditado pedófilo, lo cual podría ser justificación suficiente, o, mucho peor, porque el personaje protagonista es judío.

¿Qué me habrías llamado? Porque yo sé lo que te habría llamado a ti, si me hubieses expuesto este argumento.
Otra de las películas que aborrece Sofía Coppola.

Ahora párate a pensar que yo me negase a ver El príncipe de Zamunda, Malcolm X o 12 años de esclavitud  porque sus protagonistas son negros.

¿Qué diría eso de mí?

La señora Sofía Coppola no ve películas en las que no participan mujeres. Punto.

Yo sé lo que dice eso de ella.

¿Y tú, amado lector? ¿Lo sabes?

Sí, a mí también me ha quedado mal sabor de boca.

No vamos a permitir que esta entrada del paratroopers acabe en un punto tan bajo. Déjame intentar levantar el vuelo con una de mis historias favoritas de la realidad superando a la ficción.

El 28 de octubre de 2019 a.p. («antes de la pandemia»), Sidney Wolfe, una estudiante de la universidad Marshall de Virginia Occidental, tuvo un accidente de circulación, del cual por suerte salió prácticamente ilesa, al chocar su coche contra un ciervo durante el viaje de regreso de un acto promocional en el que Sidney había participado.

En el acto en cuestión, Sidney estaba promocionando un montaje musical basado en Carrie, la novela de Stephen King, en el cual ella participaba.

Sidney estaba vestida y maquillada de Carrie cuando chocó su coche. De Carrie White recién salida del baile de graduación, o sea con el traje de noche, la tiara y los litros de sangre de cerdo.
Tal que así.
Las primeras personas que pararon a ayudar se llevaron un susto de cojones al ver a una jovencita en un baño de sangre esperando tranquilamente en el arcén a que sus padres pasaran a recogerla.

La policía no se creía que Sidney no tuviese ni una sóla herida, uno de los uniformados quería llevarla sí o sí a urgencias cagando hostias «¿es que vamos a ignorar que está chorreando sangre y necesita asistencia médica?»

La propia Sidney lo contó en su cuenta de Twitter, y se hizo viral más rápido que deprisa.
Y lo más cachondo de esta historia es que Sidney ni siquiera iba a interpretar el papel de Carrie, sino estaba supliendo a la verdadera actriz, que se había puesto enferma. A Sidney le tocaba hace de Susan Snell.

El ciervo, lamentablemente, no sobrevivió.

¿A que te sientes mejor ahora, querido lector?

Salvo que te gusten mucho los ciervos, claro.

O las imbecilidades de Sofía Coppola. En toda familia hay al menos un tonto y parece que en la tuya te ha tocado a ti.


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