domingo, 26 de agosto de 2018

«Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt»

Malditos seais todos.

Os lo advertí.

Acabo de ver The Man From Earth: Holocene, la secuela de The Man From Earth; la mejor película de ciencia-ficción de los últimos once años.

No sé si ni siquiera merece que le dedique mi tiempo y un espacio en Paratroopers, pero, por el respeto y cariño que tengo a su predecesora, voy a hacer el esfuerzo.
Abreviando: tal y como me temía ya en 2016, The Man From Earth: Holocene es una mierda.

Pero una mierda así de grande.

Con esta secuela han cometido todos, absolutamente TODOS los errores que podían cometer, y que yo me había temido que cometerían.

Para empezar, ni siquiera estoy seguro de que pueda considerársela una secuela. El tono y el estilo son tan diferentes que es casi una película independiente de su predecesora. Desaparece el intimismo de ese grupo de amigos reunido junto al fuego. Desaparece la sensación de obra de teatro filmada, los planos largos, los silencios, la voz de John Oldman como hilo de Ariadna que nos guía a lo largo de su historia, que es la de todos nosotros.

Y eso que la idea de partida no podía ser más jugosa, a priori: John Oldman, el Cro-Magnon inmortal que ha llegado hasta nuestros días con tesoros de sabiduría y catorce mil años de historia sobre sus espaldas, ha comenzado a envejecer (golpe de genio que permitía explicar por qué David Lee Smith ya no luce tan lozano como hace una década). Por primera vez en toda su existencia, desde que fue consciente de su especial condición, John Oldman conoce la decadencia de la edad y afronta la certeza de la muerte.

Está asustado, no te jode. Y confuso. No comprende qué ha cambiado para que, de pronto, comience a ver deteriorada su juventud, amenazada su salud a prueba de bomba y debilitado su cuerpo.
John Oldman, el inmortal, descubre, de repente, el miedo a la muerte.

Esto, señoras y señores plagiadores de Crepúsculo y fatuos autores de Sombras de Grey de Aliexpress, es lo que de toda la vida será una buena idea para una buena historia.

Lamentablemente, The Man From Earth: Holocene se queda simplemente en eso: en una buena idea; y, al ver la torpeza con la que fue desarrollada, empiezo a pensar que ni siquiera en una particularmente buena.

Dicebamus hesterna die... Perdón. Que me patina el frenillo. Decíamos ayer que la fuente de casi todas las virtudes de The Man From Earth era su humildad. Tan humilde es The Man From Earth que el grueso de su distribución no fue ni en cines ni en alquiler de DVD, sino a través de las redes P2P, algo por lo que el productor no tuvo empacho en mostrarse agradecido. Las negritas son mías:
"Our independent movie had next to no advertising budget and very little going for it until somebody ripped one of the DVD screeners and put the movie online for all to download. After that happened, people were watching it and started posting mostly all positive reviews on IMDb, Amazon and other places. Most of the feedback from everyone who has downloaded “The Man From Earth” has been overwhelmingly positive. People like our movie and are talking about it, all thanks to piracy on the net!
Limitados a un presupuesto de doscientos mil dólares, que no es ni la partida destinada a cocaína de cualquier serie B de Hollywood, director y productor convirtieron su flaqueza en fortaleza y filmaron un lagometraje de guerrilla: nada de estrellas; actores secundiarios competentes, y vía; prácticamente cero localizaciones exteriores, cero escenarios monumentales, cero inversión en decorados; el salón de una casa y vas que chutas. ¿Efectos especiales, dices? ¡Jajajajá!
Con cuatro duros y un puñado de secundarios honestos, Richard Schenkman no tuvo más remedio que centrar su atención en la historia y los personajes. Y entonces The Man From Earth se convirtió en la pequeña maravilla que es, por razones que no voy a repetir, aunque solo sea por no citarme a mí mismo. Si no te acuerdas, pincha en el enlace que abre esta entrada de Paratroopersdon'tdie (¡Segundo párrafo! ¡Atontao!) y lee, lee.

Y llora.

Yo ya lo he hecho.

No me explico, no soy capaz de comprender, por más que me esfuerce, cómo ese tesoro de The Man From Earth ha podido abortar una secuela tan tramposa, falsa, innecesaria y decepcionante. Donde The Man From Earth nos daba trascendencia, The Man From Earth: Holocene nos da rutina; donde The Man From Earth nos absorbía con su profundidad, The Man From Earth: Holocene nos aburre con su superficialidad; donde The Man From Earth nos sorprendía y conmovía, The Man From Earth: Holocene peca de previsible, protocolaria y fría.

Todo lo que había de hermoso, abrumador, universal y sobre todo humano, en The Man From Earth, ha desaparecido de su secuela.
Richard Schenkman, que repite como director, ha cogido su humilde y a la vez gigantesca obra maestra y la convertido en...

en...

Dios.

Por favor, no me hagáis decirlo.

La piedra angular de The Man From Earth eran sus personajes, sus diálogos y el drama que se ofrecía a nuestros ojos. Siete personajes en una habitación enfrentados a la voz implacable de la historia por un testigo vivo de la misma. Sacudidos sus prejuicios, dinamitadas sus creencias, asesinada su incredulidad, siete mortales escuchan el testimonio del inmortal y se asoman, por primera y única vez en sus vidas, a un retazo de la eternidad.

¿Cuál es la fuerza dramática de los cuatro estudiantes del profesor Young, encarnación de John Oldman al principio de esta infame secuela, que intuyen, y acaban descubriendo, el secreto de su inmortalidad?
Ninguna. Ni siquiera me tomé la molestia de aprenderme sus putos nombres. Si no fuesen unos estereotipos con ojos (el negro, el rubio, la asiática, la putilla), no creo que los hubiese distinguido a los unos de los otros.
¿Cuál es el propósito del bueno de John Oldman en The Man From Earth: Holocene y hasta dónde llegan sus investigaciones acerca de por qué su eterna juventud se ha revelado no tan eterna?

Pues... tiene David Lee Smith más o menos el mismo carisma de siempre, pero es que tampoco le dan muchas oportunidades de brillar. Como profesor de religiones antiguas, se esfuerza por enseñar a sus alumnos la historia de las creencias de la humanidad desde una perspectiva histórica e intenta que aprovechen las lecciones de la antigüedad para convertirse en mejores personas y construir una sociedad más justa y feliz... algo que a la mayoría de ellos se la trufa, porque en realidad son unos cretinos sin civilizar, lo único que les importa es licenciarse cuanto antes para irse a trabajar para Apple o Google y, por si eso no fuera suficiente, no van a revisar sus ideas preconcebidas por razonables que sean los argumentos del profesor Young.

Y en cuanto al misterio sobre su repentina senectud... es que guionista y director ni siquiera le dedican a ello más de dos minutos de diálogo, al final de la película. Y la respuesta es...

es...

Olvídalo. Me da hasta vergüenza haberlo mencionado.

¿Cuál es el conflicto de The Man From Earth: Holocene?

Pues... los esfuerzos de John Young/John Oldman por sobrevivir a los ceporros de sus estudiantes, que, si ya tenían problemas para digerir las sencillas lecciones que intenta impartirles en clase, una vez descubren su secreto se niegan a dejarle marchar hasta que consienta en doblegarse al papel de gurú que le han atribuido y les revele el secreto de la vida... pero más le vale que ese secreto no amenace sus creencias, porque si no, a lo mejor tienen que atarlo a una silla y matarlo y eso. Por impío y cabezota.

Han cogido a John Oldman, lo han hecho secuestrar por cuatro descerebrados y lo han dejado a solas con el más tronado de todos ellos. Un puto talibán de sacristía obsesionado con que le den la razón y armado con un cuchillo.
¡Con un cuchillo!
La épica historia de la humanidad, nuestra crónica como especie sobre esta frágil arenita azul en medio del frío y hostil universo, reducida a un thriller de sábado por la tarde en antena 3. Uno de los peores.

Eso es lo que han hecho con The Man From Earth.
Que Dios se apiade de ellos.

Porque yo no lo haré.

¡Harlan Ellison, vuelve y hazles sentir tu cólera!

Y hasta aquí llega lo que merece de mi tiempo y esfuerzo este lancinante desengaño de secuela.
Te echamos de menos, John.

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