domingo, 28 de enero de 2024

Por una paternidad responsable

Jack Reacher es tu padre.


Jack Reacher, por si te acabas de caer del guindo, amigo lector, es un ex policía militar del ejército de los Estados Unidos que, una vez licenciado, viaja por todo el país como un vagabundo, subsistiendo como buenamente puede con los miserables cheques de su pensión y negándose a sí mismo ningún tipo de ataduras. Reacher no tiene coche, no tiene casa, no tiene teléfono móvil ni cuenta corriente, no tiene cuenta de Netflix, bono-bus ni un puñetero apartado de correos. Sus  posesiones materiales se reducen a la ropa que lleva puesta y lo que le quepa en los bolsillos y su único verdadero patrimonio son sus trece años de experiencia como investigador, una mente analítica extraordinariamente bien engrasada, una capacidad de observación que por momentos casi parece el sentido arácnido de Spider-Man y, bueno, ese cuerpo serrano del tamaño de un armario ropero de cuatro puertas con unos músculos que podrían doblar el adamantium del esqueleto de Lobezno.

Jack Reacher, conviene aclararlo, es el protagonista de la serie de novelas firmadas por el escritor británico de thrillers James Dover Grant bajo el pseudónimo de Lee Child, y que abarca, hasta el momento en que escribo esto, veintiocho volúmenes (de Killing Floor, en 1997, a The Secret, del año pasado; aunque In Too Deep, el vigésimo noveno título de la colección, ya está disponible en preventa en Amazon, cuando se supone que no llegará a las librerías en octubre de este mismo año).

Y Jack Reacher es tu padre.

Pero hasta ahora nadie te lo había dicho.

El personaje ya se había llevado a la pantalla en dos ocasiones, ambas cintas protagonizadas por Tom Cruise, que se hizo con una opción cinematográfica sobre las novelas de Lee Child. Jack Reacher fue una de las sorpresa de 2012. Un poco libremente inspirada en One Shot, novela de la serie Reacher publicada en 2005, Jack Reacher es un excelente thriller policial a la antigua usanza, con un héroe solitario plantando cara al omnímodo sistema, acción dosificada pero espectacular, suspense, conspiraciones, unos antagonistas como los de antes (vamos, cabrones porque de esos, lamentablemente, nunca han faltado en el mundo desde que Caín dejó moñeco a Abel con una quijada de asno) y un protagonista carismático que se come cada plano en el que aparece y abruma a los otros personajes con su autoridad detectivesca y dominio de sí mismo y de la situación, por peliaguda que parezca.

A Jack Reacher, de 2012, le sucedió una secuela de 2016, Jack Reacher: nunca vuelvas atrás (basada en Never Go Back, de 2013, el 18º volumen de la serie), que todavía no acabo de poder explicar por qué me gustó mucho menos que la primera, pero así fue a pesar de contar 
de co-protagonista con la maravillosa Cobbie Smulders (la agente María Hill de S.H.I.E.L.D. en las películas del MCU o Robin Scherbatsky en Cómo conocía a vuestra madre y ahora os voy a romper los cojones con una historia que podría haber contado en diez minutos pero que se extenderá a lo largo de nueve temporadas de comedia cada vez más sosa y absurda, que al final resulta que vuestra madre estaba muerta desde el principio y yo me acabé casando con otra, de la que estaba encoñado desde el capítulo piloto) y una historia interesante de conspiraciones gubernamentales y Jack Reacher y Turner (Smulders) contra el mundo.

La secuela de Jack Reacher estuvo a punto de no rodarse. Jamás. Y, para algunos críticos cinematográficos, mejor habría sido así. La segunda iteración del personaje de Lee Child se estrelló en la cuestión pasta, algo que casi estuvo a punto de pasarle a la primera, que con un superpuesto de 60 millones de dólares había tenido una taquilla mediocre en Estados Unidos (poco más de ochenta millones), aunque gozó de notable éxito en las pantallas extranjeras (138 millones). Paramount, que había hecho planes para toda una franquicia del personaje, casi descartó la idea a la vista del pobre resultado en los cines patrios pero volvió a reconsiderar una secuela cuando los contables acabaron de sumar guisantes y descubrieron que, sumando las entradas vendidas en todos los países en los que se estrenó, el largometraje inaugural del personaje enseña de Lee Child se había llevado, de largo, doscientos dieciocho millones.

Pero algo falló con su segunda parte, Never Go Back. La película, una vez más, gozó de un presupuesto de sesenta millones, aunque esta vez los resultados domésticos fueron significativamente peores que los de su predecesora (menos de 58 millones setecientos mil dólares) y la taquilla internacional tampoco acompañó (poco más de ciento tres millones). Los cuenta-judías de Paramount se limpiaron los bigotes de cocaína, sacaron sus ábacos y proclamaron que no había negocio en producir películas de sesenta millones que no alcanzasen, al menos, doscientos millones de recaudación y Tom Cruise, enfrascado ya en sus próximos proyectos (La momia, con una sexy-creepy Sofía Boutella, frustrado intento de creación de un «Monsterverse» que se acabó abandonando; Barry Seal: El traficante y Fallout, el siguiente título de la franquicia de Misión Imposible, curiosamente dirigida por Christopher McQuarrie, responsable de la primera Jack Reacher) tampoco estaba, a priori, disponible, así que Paramount echó el cerrojazo a una IP que en 2016 contaba ya con 21 títulos y otro en camino, o sea más volúmenes de los que Ian Fleming escribió sobre James Bond en toda su existencia, y tenemos películas de 007 desde el año 62 hasta ayer por la mañana.

¿Qué fue lo que falló con este producto? Porque aquí Paramount tenía para hacer más largometrajes que chupetones a un carallo da, de media, Riley Reid en el más pacato de sus vídeos. Pero no supieron explotar el potencial del personaje y el rico lore que lo acompaña. ¿Fue un problema de promoción? ¿Falló Paramount al vender la película y no supo orientarla al público adecuado? ¿Fue la historia? Lo cierto es que la trama de Never Go Back cojea un poco por momentos, pero al menos yo, que sólo la he visto una vez, al evocar mis impresiones en aquella sala de cine prácticamente vacía recuerdo llevarme la sensación de que el director había enfocado mal el proyecto.
«¡Ay, qué hambre me está dandooooo!»

Lejos de mi intención enmendarle la plana a Edward Zick, veterano con cuarenta años de experiencia en cine y televisión el momento en que rodó la secuela de Jack Reacher (y en su currículum figuran cintas ya clásicas como Tiempos de gloria o Diamantes de sangre, westerns sensibleros como Leyendas de pasión, blockbusters como El último samurái o thrillers interesantes, y desoladoramente proféticos, pero poco rentables como Estado de sitio, además de algunos capítulos de Treintaytantos, aquella serie de los posos de la década de los 80 sobre adultos hechos mierda tras alcanzar la madurez en una generación a la que se había enseñado a desafiar la autoridad de los adultos). Esto es sólo una impresión personal, completamente subjetiva. Y mi opinión personal, completamente subjetiva, es que Edward Zick había confiado a la acción lo que debería haber concedido a la narración. Aparte de no tener una historia demasiado elaborada, Never Go Back está mucho más lejos de un thriller policial de lo que lo está el primer largo de Jack Reacher. Y cuando debilitas las características de un género, en este caso el policíaco, sin aportarle nuevos atributos, te quedas en una tierra de nadie en la que difícilmente tu audiencia se va a sentir cómoda, porque no van a saber si subes o bajas, si comes o dejas comer, si estás fuera o estás dentro.

Mi opinión personal, a partir de lo que puedo desenterrar de mi memoria, es que Never Go Back es más una película de acción que un thriller policial. Quizá porque el guion no era ninguna maravilla, para empezar (aquí, Richard Wenk, Edward Zwick y Marshall Herskovitz le toman el relevo a Christopher McQuarrie, autor, además de director, de la Jack Reacher de 2012). O el argumento no era lo bastante interesante. Pero, desde el principio, y teniendo muy presente que podría estar equivocado en mi apreciación de lo que no funciona en esta secuela, si en una película de detectives te falla la parte detectivesca y no tienes otros elementos para compensar ese desequilibrio, estás básicamente jodido.

(Day Shift podría no funcionar como película de terror, y por momentos no funciona, y podría no funcionar como buddy movie de policías, y por momentos no funciona, pero como todo ellos viene envuelto en un agradecido papel de regalo de comedia, el resultado final es, incluso poniéndote en el peor de los casos, entretenido).

Sí. Snoop Dog actúa en Dayshift. Y no lo hace mal del todo, el cabrón.

También es posible que otra franquicia de acción protagonizada por Tom Cruise (y encima intercalada entre estreno y estreno de películas de Misión Imposible) fuese más de lo que las audiencias internacionales estaban preparadas para digerir. El Jack Reacher de Tom Cruise parecía un Ethan Hawke de bajo presupuesto y el empeño de Cruise en apropiarse la cara del héroe de Lee Child, una muy obvia «inversión» de futuro para granjearse el trabajo cuando la edad, la caída en la producción de testosterona y los HOSTIONES le hagan ya muy cuesta arriba seguir haciendo las peligrosísimas escenas de riesgo de Misión Imposible. Y eso tampoco ayudaba a hacernos simpático al andarín y misántropo ex policía militar.

Y, para qué engañarnos, a Tom Cruise, muy a pesar de ser como es un actorazo, y sin ánimo de ofender a nadie, Jack Reacher le viene grande. Literalmente. Con su metro setenta y tres de estatura y sus, como mucho, setenta kilos de peso, muy malamente puede Cruise meterse en los pantalones de Reacher (metro noventa y seis de cafre, cien arrobas en canal), que cuando entra en un bar, se hace el silencio, y en ese silencio puedes oír encogerse los cojones de los tíos y burbujear los chuminos de las hembras.

(En su retrato del personaje, Lee Child consideró muy importante que, sin necesidad de abrir la boca ni hacer nada, su protagonista transmitiese esa sensación de ser una fuerza imparable, que expresa perfectamente la personalidad insobornable y determinación arrolladora de Reacher).

Además es muy posible que la manera en que está escrita la colección de las aventuras de Jack Reacher la haga especialmente repelente para la pantalla grande. Algo que en Paratroopersdon'tdie siempre hemos defendido que le pasa al Dune de Frank Herbert, por ejemplo. Con veintiocho títulos ya, y al menos otro en camino, y un protagonista que está constantemente en la carretera, raras veces repitiendo escenario o compañeros de aventura (como Bill Bixby en El increíble Hulk, David Janssen en El fugitivo o Michael Landon y Victor French en Autopista hacia el cielo) es obvio que Jack Reacher pide a gritos ser adaptada en forma de serie de televisión. Y queremos decir una serie destinada a audiencias maduras, no para criajos millennials a los que tienes que poner una pelea de kung-fu, un chascarrillo sin gracia discernible, un tiroteo que ni la batalla de Guadalcanal y una explosión cada treinta segundos, que es que si no se duermen.
O un pepinazo con un buen pistolo.

Y eso es lo que Amazon Studios había presuntamente planeado, cuando anunció en 2020 que se había agenciado los derechos sobre la colección de Lee Child para desarrollar una serie de televisión para su plataforma de Video on Demand que respetase el material original y nos ofreciese a un Jack Reacher con las proporciones gorilianas establecidas en las novelas. Y, como aún no habíamos sufrido el CRISTO que Amazon se disponía a perpetrar con la obra de Tolkien, algunos de nosotros, allá por el 2020, teníamos esperanza.

Y por fin Jack Reacher tiene la cara y el cuerpo de mala bestia que se describe en los libros. Concretamente la cara y el cuerpo de mala bestia de Alan Ritchson, a quien en Paratroopers sólo habíamos visto como Halcón en la primera temporada de Titanes (porque de la segunda no pasamos del tercer o cuarto episodio), incómodos con el planteamiento de la serie, con la pobreza de su producción, con ese Batman/Bruce Wayne insufrible y con los estilismos de zurriputi de Starfire, a quien encima han hecho un blackface de manual.

Las dos primeras temporadas de Reacher, ambas de ocho episodios de duración, adaptan respectivamente las historias de de Killing Floor, la primera novela de la serie Reacher (publicada en español como La zona peligrosa) y Bad Luck and Trouble (Mala suerte), la undécima de la colección. En la primera, Reacher es arrestado como sospechoso de un asesinato cometido en Margrave, Georgia, un pequeño pueblo saliendo de Ahítepudras a mano derecha. Exonerado de toda sospecha, forma equipo con los policías locales Finlay y Conklin (y con la pequeña ayuda de Neagley, una compañera de su antigua unidad de investigación) para desentrañar una trama de corrupción, crimen organizado y falsificación de moneda. En la segunda temporada, la aparición en un bosque del Estado de Nueva York del cuerpo torturado y asesinado de Calvin Franz, un antiguo compañero de la Policía Militar, vuelve a reunir a Reacher con sus subordinados de la Unidad de Investigaciones Especiales (David O'Donnell, Karla Dixon, que ya desde que ambos llevaban uniforme tiene unas ganas de frungirse a Reacher que no se las puede aguantar, y de nuevo Neagley). Entre los cuatro constatan la muerte de otros dos ex-compañeros: Sanchez y Orozco, y la desaparición de un tercero, Swan, y descubren que en el momento de su asesinato, Franz estaba investigando, con ayuda de los otros dos muertos, algo relativo a unos misteriosos números que Reacher y compañía tendrán que descifrar. A lo largo de los ocho episodios de esta segunda temporada, se enfrentarán a mercenarios contratados por una corporación sin de defensa sin escrúpulos, un senador de los Estados Unidos corrupto, una banda de moteros y al celo de proporciones veterinarias de Dixon, que ya hemos dicho que tiene unas ganas de llenarse de los hijos de Reacher que se le nota desde la primera mirada.

Y si ves casi cualquier capítulo de cualquiera de las dos temporadas de esta serie testosterónica, despiadada y entretenidísima, entenderás por fin que tu familia te ha engañado toda la vida y que Jack Reacher es tu verdadero padre.
Encuentra las siete diferencias.

No se puede ser más macho que Jack Reacher. Y es que Reacher personifica en modo superlativo todas las cualidades arquetípicas del sexo masculino. Es pura fuerza física y virilidad arrogante en este momento histórico-cultural en el que la prensa babiosa y canallesca se ha puesto al servicio de la misandria intolerante y proclama las presuntas bondades del hombre deconstruido, o sea afeminado, frágil, amanerado. No se autosugestiona con falaces delirios rousseaunianos en este mundo tan despiadadamente hobbesiano, ni tampoco ignora que a veces la única manera de parar el avance de la injusticia, la crueldad, el mal es una hostia bien metida o un tiro entre los ojos. Después de dos temporadas de la serie de Amazon, todavía me sorprende teclear «masculinidad tóxica» en la barra de búsqueda de Google y que no me salga entre los diez primeros resultados una foto de 
Alan Ritchson caracterizado como Jack Reacher.
«¡Papá!»

Porque de eso se trata en última instancia. Después de ver cómo Eon Productions convertía a James Bond en un eunuco. De ver a He-Man morir salvando Eternia en Masters of the Universe: Revelation y sufrir a Teela proclamándose la víctima de esa muerte («¡bonitos cojones has tenido de dejarte matar sin pararte pensar primero en cómo me afectaría eso a mí!»). De ver asesinado a Han Solo en El despertar de la fuerza porque patata, y morir a Luke en el Episodio VIII porque, después de resistir las tentaciones del Emperador y devolver a Anakin, su padre, al lado correcto de la Fuerza, una proyección astral de mierda a un par de planetas de distancia fue demasiado para él. De ver a Indiana Jones convertido en un viejo repelente, imbécil y amargado, todo el metraje de El dial del destino a remolque de la intrépida, inteligentísima, dinámica, empoderada y escarolitrópico-gimnésica Phoebe Waller-Bridge. Después de que prácticamente todos los héroes de nuestra infancia, los héroes masculinos que nos enseñaban valores masculinos, convertidos en patéticos y risibles mariquitas, Jack Reacher nos reconcilia con nuestra naturaleza pichahabiente.

Jack Reacher le devuelve la dignidad al hombre contemporáneo, maltratado por las víboras feministas postmodernas. Jack Reacher nos recuerda que el valor es la única luz que ilumina las tinieblas del miedo. Que la dignidad sólo crece en la firmeza de las convicciones y el respeto a uno mismo. Que el sacrificio es tu regalo para tus seres queridos. Que sólo puedes ser realmente pacífico si eres física y psicológicamente capaz de partirle la madre a cualquiera que ponga en peligro tu vida, tus derechos o los de tu familia (porque ser impotente no es una virtud). Que no debes avergonzarte de tu fuerza física. Muy al contrario, deberías cultivarla, no sólo porque, si todo se va a la verga (y las cosas se van a la verga más habitualmente y más rápido de lo que piensas), un puñetazo en la nuez o una patada en los cojones puede suponer la diferencia entre dormir en tu propia cama (o en una comisaría de policía) en vez de pudrirte en un osario; sino porque cultivar tu fuerza es la única forma de aprender a controlar tu fuerza, ponerla a tu servicio y asegurarte de que está ahí para cuando la necesites, de que no vas a lastimar a nadie accidentalmente porque no eres consciente de tus propias capacidades.
«¡Toma violensia, marasousa!»

Jack Reacher no se avergüenza ni pide perdón por ser capaz de recurrir a la violencia (cuando todo lo demás queda descartado) si es necesario para proteger a los débiles, vengar el delito o garantizar su propia supervivencia. Jack Reacher está dispuesto a ir a la cárcel, dejarse torturar, matar, morir, para proteger a sus amigos o castigar a los criminales, cumpliendo su deber evolutivo de eliminar a las amenazas para la el clan, la tribu, la especie. Jack Reacher usa sus dotes de detective y músculos de superhéroe para proteger a la gente más débil o a los que no pueden o no saben protegerse a sí mismos (en el capítulo piloto de la segunda temporada, de un vistazo detecta a la víctima de un secuestro exprés y, sin vacilar ni por un instante, de un solo hostión deja tonto al secuestrador, libera al rehén y va a comprarse una chaqueta de segunda mano porque la que acababa de comprarse, también de saldo, ahora está manchada de sangre). Jack Reacher está dispuesto a morir por sus ideales. Jack Reacher tiene un código de honor insobornable y un instinto natural de perro pastor. Jack Reacher es un mastín, y matará lobos y morirá entre sus fauces por la más débil de las ovejas del rebaño.

Y quien haya vivido en una cueva sin electricidad en los últimos veinte años se preguntará qué tiene esto de excepcional. Si ese ermitaño es de mi generación y se ha criado viendo películas de la Segunda Guerra Mundial y westerns encontrará especialmente incomprensible que hayan tomado la clásica figura del justiciero, el macho protector, el paladín, y la hayan deconstruido. Y si no tiene tele, ni ordenador con acceso a Internet, y le cuento que a Robert McCall me lo han convertido en una negra gorda, pensará que me lo estoy inventando.

Robert McCall es un agente de inteligencia ya retirado que decide emplear su experiencia y sus habilidades empleándose como detective privado. Y si crees que estoy hablando de la trilogía protagonizada por Denzel Washington, es que no eres como yo, un pollavieja que recuerda la serie de los 80  protagonizada por Edward Woodward a lo largo de cuatro temporadas.

Y no es que Denzel Washington (que cuando rodó la primera película ya tenía sesenta tacos y no estaba para grandes alardes en las escenas de acción) en su tercera y obviamente última interpretación del personaje, haya pasado el testigo a Dakota Fanning, que a grandes rasgos podría parecernos bien.

Es que los de CBS han rebooteado la serie de televisión con Queen Latifah.
Encuentra las siete diferencias.

Y creo que basta comparar a Jack Reacher con Robyn McCall para comprender hasta qué punto la corrosiva agenda postmarxista se ha empeñado en contaminar nuestro concepto de cómo debe ser un héroe de acción.

Plantilla de héroe de acción.

Por esta perversión de lo masculino. Por esta interesada sumisión de la cultura popular a la agenda política de unos pocos sojas desequilibrados es que nos alegramos del éxito que aparentemente está gozando la serie de Jack Reacher en Amazon Video y su renovación por al menos una tercera temporada.


Porque Queen Latifah podría ser tu madre y no hay nada de malo en ello (de hecho, con lo maja y divertida que es, seguro que te encantaría tenerla de madre).

Pero a la hora de aprender valores masculinos, a quien quieres de padre es al puñetero Jack Reacher.


Amén.

viernes, 12 de enero de 2024

Speis vallainas on faier

Hics.

Pues bien, tal y como prometí, me he tomado un Jägermeister y me he bebido un litro de Transilium y estoy listo para hablar de Rebel Moon Parte 1: La niña del fuego, la última cagada de Zack Snyder, a quien, aunque no lo parezca, queremos mucho en esta bitácora. Y quisiéramos poder decir lo mismo de sus películas. Particularmente de las más recientes.


Así que le pido al zombi rosa con sombrero vaquero que me pase los cinco folios de notas que tomé mientras me castigaba a mí mismo, por la ciencia, con estas dos horas de inanidad absoluta y empiezo. ¡Los sacrificios que hago por amor a ti, ingrato lector!

Hics.

Espóilers a barullo.

La película empieza con voz en off. ¿Cuántas veces hemos dicho ya que, con una docena de excepciones contadas, ésta es indiscutiblemente la peor forma de empezar una película? Pregunta retórica.

Huuuuuum. Zack, tú no me estás intentando colar esa peli PG-13 de Star Wars que los de Disney te dijeron que te metieses por el culo, ¿verdad que no?

La protagonista, Kora (Sofía Boutella), está arando un campo con lo que parece un arado romano. El arado tropieza con un pedrusco. No es demasiado grande, pero Kora se medio deshueva intentando moverlo. Esto podría no tener importancia si, dentro de unos minutos, no viésemos a la misma Kora crujir a hostias a siete maromos como armarios roperos. Pero como sí la vemos, la tiene.

Algo realmente está roto cuando estás viendo una película y sacándole errores. La experiencia de inmersión ha fracasado. No has sido capaz de olvidar que estás viendo una ficción. Y yo me veo ese gigante gaseoso en el horizonte del planeta de los tiñalpas sudorososo estos, y me digo «imposeibol que esté tan cerca. Las fuerzas de marea de semejante mole convertirían el planeta en un infierno sísmico y volcánico. Eso si la radiacción que emite el gigante de gas no arrasa primero con toda la vida sobre la superficie de su luna».

El jefe del pueblo, como parte de la fiesta de la cosecha, ordena a los aldeanos que forniquen. WHAT?
¿Quién coño le ha abierto la puerta a Sasha?

"I'm a child of war. To truly love an be loved, I... I don't know if I'm capable of either." Ajá. Entonces, ¿esta película de qué va? ¿De cómo el personaje de Sofía Boutella descubre el sentido de la Navidad? Ésta es, también, la peor forma de presentar información en una película. No saques a un personaje anticipándote su arco de transformación. Muéstralo. Toda esta subtrama de una Kora incapaz de conectar emocionalmente con otro ser humano tendría algún valor dramático si, en vez de hacer que la propia Sofía Boutella admita en voz alta su debilidad, Zack Snyder nos la mostrase ignorando o abiertamente rechazando los avances románticos del tal Den, y ya no te cuento si justo después la viésemos intentando mantenerse íntegra, sofocando un puchero, consciente de que está emocionalmente lisiada e impotente para cambiar eso. Pero aparentemente las sutilezas del lenguaje cinematográfico no son para Zack Snyder.

«¿"Love is weakness"?» Puto cliché. ¿No había otra forma de transmitir esa información sin caer en el lema de camiseta punk que hemos visto ya mil millones de veces en otras tantas películas, cómics, series de televisión y videojuegos?

Llegan los speis nasis con su espeis comisario político y aaaaaah, lo pillo, que no era un ripoff de La guerra de las galaxias, que es un ripoff de Los siete samurais. Vale. Pues de momento no estoy impresionado. Nada impresionado.

Oh, joder, Zack, ¿sólo treinta y dos minutos antes de la primera fantasía de violinisasión? Debe de ser tu mejor récord.

¡Aaaaaaauh, Zack, no me jodas, aaaaaah! La primera escena de combate de la película y... ¿me das esto? Y, por cierto, como ya he avanzado más arriba, ¿hace treinta planos Kora podía apenas mover un pedrusco del tamaño de un repollo y ahora es la puñetera Wonder Woman? ¿In sirio?

¿Esto?

¿Esta patética y paródica pantomima de escena de acción ha sido filmada por el mismo hombre que rodó esto?

¿Esto?

Joder, Zack. Hace dos años, con Army of the dead, nos dejaste claro que, por no saber, ya no sabes ni hacer pelis de zombis, que mira que es caer bajo. Pero ¿tampoco te salen ya las escenas de acción? ¿En PUTO SERIO? Zack, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien? ¿Va todo bien en casa? ¿Hay algo que podamos hacer por ti? Pestañea tres veces seguidas en tu próxima entrevista para que sepamos que necesitas ayuda.

(¿Sabes qué, zombi rosa con sombrero vaquero? Necesitas un nombre. Te llamaré Pablito).

0:42 yyyyyyy ¡toca flashback! Ya se estaba haciendo esperar. Y «momento retrospecter» con voice-over y cámara lenta, por supuesto.
No lo he ralentizado. Es que Zack Snyder cree que el cine se hace así.

Para quieto. ¿«Balisarius»? ¿El malo de esta peli se llama Balisarius, que parece nombre de herbívoro jurásico? No podría explicar el motivo, pero ese puto nombre me saca un poco más de la película.

Que no hay manera. Mira que me gusta Sofía Boutella, (miento; adoro a Sofía Boutella), pero soy incapaz de creérmela en esta película. No entiendo a su personaje. No siento nada por ella. No me preocupa lo que le pase. No temo por su destino.

(Perdona, Pablito, pero no podía aguantarme más. Creo que ha sido el Jägermeister. ¿Me he perdido algo mientras estaba cagando? Ah, claro. Perdona. Tienes razón, ¡qué pregunta!)

Oh, mira, que me había equivocado. Que sí es un clon de Star Wars. Porque Providence es Mos Eisley y ahora vendrá la escena en la taberna en la que Luke y Obi Wan reclutan a Han Solo, ¿verdad?

¡GRANFRANBLARGSHFLASKBRUNGARPLAKK! ¿QUE LA TABERNA ES UN BAR GAY CON SUS TRAVESTIS Y TODO? ¡PERO ESTO QUÉ ES!

Vaya civilización del espacio tan pintoresca. Tienen armas de rayos, androides con inteligencia artificial y naves capaces de saltar entre planetas abriendo espeis vallainas pero todavía usan moneda acuñada y además son incapaces de hacer conservas o sintetizar comida a bordo de sus naves.

¿Por qué el tío al que está parasitando la garrapata azul se da un aire a Henry Cavill con bigote? ¿Está Zack Snyder transmitiéndonos algún mensaje subliminal sobre el corte de Joss Whedon de su Justice League?

Más cámara lenta. Más acción absurda y amateur. Zack, tío, a lo mejor no te lo han dicho, pero Sofía Boutella es bailarina profesional y una PUÑETERA ATLETA. Es perfectamente capaz de aprenderse una coreografía de lucha y ejecutarla impecablemente en pantalla. ¡Dale algo con lo que trabajar, copón! ¿Por qué Matthew Vaughn no tuvo problemas en sacarle partido a la felina musculatura de nuestra amada Sofía en Kingsman y tú la haces parecer un espantapájaros con mal de San Vito? ¿Por qué su Gazelle era ampliamente superior e infinitamente más creíble en un combate cuerpo a cuerpo que tu Kora? ¿Insinúas que Matthew Vaughn es mejor director de actores que tú? Ah. Perdona. Olvida la pregunta.
Descubre las siete diferencias, Zack Snyder.

Ah, que resulta que han reclutado al de Sons of anarchy para hacer de Han Solo de marca blanca. Pues me quedo con el original. Y digo el original. El que disparó primero.

¡Uuuuuh, loada y alabada Sara Sampaio Dominátrix! ¡Pero qué putamente FAKE parece el bicho de los tentáculos-penes que le está haciendo la paja al Daario Naharis original! Sí. Has leído «bicho de los tentáculos-penes» y «haciendo la paja».

Pablito! ¡Deja ese dosificador! ¡Si quieres farlopa, te la compras con tu dinero!)

¿Por qué confía Kora que Conan el bárb... digo Turok... digo Tarak pueda dominar al grifo? ¿Por qué se juega su libertad y la de Gunnar a la habilidad de un completo desconocido que bien podría estar compinchado con el gaucho gordo para esclavizarlos a ambos? Zack, esta escena no la has escrito tú, ¿verdad? Ha sido alguien a quien sólo le funciona el hemisferio derecho del cerebro.

¡Ajajajá! ¡Te pillé, Zack! ¡Has fusilado esta escena directamente de Avatar! ¡Tú me estás vendiendo tu propia versión de Avatar!
«Hoooostiaaa cuando se entere James Cameron».

Hombre, yo de minería de cobalto no es que entienda gran cosa, pero ¿para extraer y procesar el mineral son necesarias todas esas chumineas... (¡huy, perdón! ¿En qué estaría yo pensando?) digooo chimeneas humeantes?

Uuuuuuuh, Zack, noooooo, por Sara Sampaio Tres Veces Santificada te lo pido, uuuuuh, esto noooo, Zack, ¡no me saques al personaje asiático estándar PARA SER EL ESPEIS NINJA de la película! ¡Y encima con espadas láser, Zack, por lo que más quieras, decídete! ¿Esto es un homenaje descarado a La guerra de las galaxias o un infame panfleto rasista?

Hombre, Zack, la pelea contra la espeis araña mutante no está mal del todo. Es horrible comparada con las altas cotas que tú dejaste en las escenas de acción de tus anteriores títulos, pero no es en absoluto lo peor de Rebel Moon.

1:15 yyyyyyyy otro flashback. No sé. ¿Y a mí que para una peli de Zack Snyder hasta me parecen pocos?

Ooooough, no, joder, Zack, esto no, aaaauuuuuugh, ¿que la niña imperial es la espeis Yisus con vallaina? ¿Otra vez el insufrible tropo de «la niña especial que es la clave de todo»? ¿De verdad nadie te ha dicho aún que todo el mundo está ya hasta los cojones de él?

(Pablito, he encontrado tu carallo bajo el sofá. Por eso no te lo encontrabas en el baño. Ten, vuelve a ponértelo. ¡Y yo qué mierda sé dónde has metido la grapadora!)

"A chance for redemption". ¡Joder, Zack, menos mal que me pones a un personaje diciéndomelo, o no me habría dado cuenta!

Anda, coño, que además de armas de rayos, androides con inteligencia articial y naves capaces de saltar entre planetas abriendo espeis vallainas estos espeis nasis tienen tecnología para extraer información del cerebro de un muerto... pero son incapaces de hacer conservas o sintetizar comida a bordo de sus naves y todavía usan moneda acuñada. ¡Y qué falsas parecen las naves cada vez que aparecen en pantalla, joder! (Pst, pst; aquí Capitán Obvio: parecen falsas porque son falsas. Actores aparte, y no todos ellos, nada de cuanto ves en Rebel Moon existe. Todo está hecho por ordenador, y tu cerebro lo nota). ¿Cómo es posible que parezcan más reales las naves de Star Wars, rodada hace CUARENTA Y SEIS AÑOS; esa Star Wars que tú, con toda tu Zacksnyderiana cojonera, estabas seguro de poder «arreglar»?

¿Por qué todos los soldados del ejército rebelde se han apuntado al club de fans de Imperator Furiosa? Y, si el Imperio realmente considera a estos rebeldes unos terroristas, unos traidores, unos cabrones, unos mierdas secas, ¿por qué el Almirante Kabronías los llama con el benévolo título de «insurgentes»?

¡Ah! ¡Que el Han Solo de Aliexpress es un traidor! 
(Sarcasmo mode on ¡NO-ME-LO-ESPERABA! (Sarcasmo mode off)

Y ahora vas, Zack, y me copias el duelo entre Luke Skywalker y Darth Vader en El imperio contraataca. Pero tengo que creerme que una mujer delgadita y de aspecto frágil, aviario, como Sofía Boutella, puede sacarle la mierda a palos al comisario político Daario Naharis. Y no puedo. Es que no puedo Zack. Si Kora tuviese superpoderes, implantes cibernéticos, un suministro inagotable del Veneno de Bane, magia, te compraría el Fiat Panda. Pero no. Me estás pidiendo demasiado, Zack. ¡Qué fácil me habría resultado tragarme estas escenas si hubieses fichado a Gina Carano, por poner un ejemplo!
Ah, claro, que está cancelada por atreverse a tener ideas propias y eso.

1:40 y por fin empiezan a pasar cosas... pero quedan menos de veinte minutos de película, créditos finales excluidos. Zack... ¿qué pasa aquí? Tu película todavía no ha empezado y ya está a punto de acabar.

¿Eh?

Zack, tú ves que se nota muchísimo que esa barba que lleva el Balisarius es falsa, ¿o no?

¿No lo ves?

¿No lo ves, Zack?

Y va la peli y se acaba. Sin haber llegado a empezar.

Por si llegados a este punto todavía no me has entendido, lector:

Rebel Moon no hay por dónde cogerla.

NO

HAY

POR

DÓNDE

COGERLA.

Pero Sofía siempre tendrá un palacio en nuestro corazón.

(¿Pablito? Así me gusta, tío. Muy quieto y no hagas ruido, que en seguida acabamos)

Rebel Moon es el resultado de tomar todo lo que funciona en La guerra de las galaxias.

Y hacerlo mal.

Personajes no hay uno que caiga simpático. La historia, si es que hay algo remotamente parecido a una historia en Rebel Moon, quiere ser tantas cosas al mismo tiempo que no es ninguna. La estructura narrativa está mal, mal, MAL, ¡MAL, ZACK; COJONES! ¡No puedes dedicar dos horas al primer acto y primera mitad del segundo de tu historia y cerrar el montaje sin una resolución! Rebel Moon carece de identidad independiente. Es como un tráiler de dos horas y pico. No tiene sentido sin su secuela (y algunos sospechamos que seguirá sin tener sentido cuando se publique su secuela) y por lo tanto está mal hecha. Una película, libro, cómic, debe ser una unidad en sí mismo. No puedes exigir a tu público, que en un porcentaje no anecdótico habrá apagado su televisor preguntándose qué cojones acaba de ver, que esperen a la próxima película para saber cómo acaba la historia.

Zack, ¿tienes idea de lo agotador que resulta señalarte una y otra vez los mismos errores?

Yo quiero que me gusten tus películas, Zack.

Pero tú no estás colaborando, Zack.

No estás colaborando en absoluto. Y, encima, tu película ya existía antes de que tú la hicieses.

Zack, hace cuarenta y tres años un señor llamado Roger Corman ya rodó Rebel Moon. Y Corman rodó su Rebel Moon mejor que tú a pesar de que sólo contó con cuatro actores de la lista B, un par de viejas glorias y alrededor de dos millones de dólares de la época (menos de lo que se gastan en Netflix en cocaína un fin de semana flojito). Y esa Battle beyond the stars, que en 1980 intentó desvergonzadamante subirse al carro de Star Wars sin tener ni siquiera un argumento mínimamente original, con toda la ternura que inspiran sus efectos especiales de Sobre Sorpresa (diseñados por un entonces desconocido James Cameron) y la cara que ponen de creérselo (a ratos) George Peppard y Robert Vaughn (que para más escarnio estaba en el reparto de la Los siete magníficos de 1960 que Corman convirtió, veinte años más tarde, en esta casi lisérgica space-opera). Esta adaptación de una adaptación de uno de los grandes clásicos del cine japonés, con todo lo que chirría su obvia carencia de medios, tiene lo que Rebel Moon nunca tendrá: es una obra completa, cerrada, con su estructura clásica en tres actos y su conclusión. Battle beyond the stars, que en España se estrenó (en programa dominical o directa a vídeo, sospecho) con el revelador título de Los 7 magníficos del espacio, tiene muchos, muchísimos problemas como producto cinematográfico, pero no te hace esperar a la secuela para que empiecen a pasar las cosas realmente interesantes.
James Cameron ganándose sus primeros garbanzos.

¿Y sabes qué otra cosa tiene Battle beyond the stars que no tiene tu Rebel Moon, y que se agradece? Que no se toma en serio a sí misma. Battle beyond the stars es casi una parodia de Star Wars. Y no se avergüenza de serlo. Había tan poco dinero para hacer la película que, para ahorrar gastos, tuvieron que rodarla en el propio estudio de Corman, el famoso «almacén de madera», en Venice, California. Y no se avergüenza de ello. Es una serie B sin excesivas ambiciones. Y no se avergüenza de ello. No tiene una épica de corchopán, no exuda grandiosa y falsa pretenciosidad, no imposta gravedad y trascendencia, no intenta hacernos creer que ese revoltijo indigesto es LA PELÍCULA QUE VA A CAMBIAR NUESTRA FORMA DE VER CINE cuando se limita a saquear algunas escenas, temas y ambientes de otros títulos, montarlas de cualquier manera, pasarlas por el filtro color café que caracteriza la cinematografía de Zack Snyder y confiar en que nos demos cuenta de lo genial, de lo extraordinario, de lo excelente director que es Zack Snyder.

Rebel Moon es un mojón.

Es Star Wars.

Sólo que mal hecha.

Es Los siete magníficos/samurais.

Sólo que 
mal hecha.

Es Las crónicas de Riddick.

Sólo que 
mal hecha.

Es John Carter.

Sólo que 
mal hecha.

Es cualquier película de ciencia ficción que hayas visto en los últimos cuarenta años y que te haya gustado.

Sólo que 
mal hecha.

Ay, Zack Snyder.

Ay.

Me estoy empezando a rendir contigo, Zack, como mi prima La Planeta acabó rindiéndose a la cruel tiranía de la genética.

Me estoy empezando a rendir contigo.

(Venga, Pablito, que ya se ha acabado. Vámonos para casa).

(Pablito).

(Pablito, ¿no me oyes?)

Pablito!)