viernes, 15 de diciembre de 2023

"I didn't hate my mother. It was an accident!"

Resulta muy difícil crearse una opinión informada cuando te faltan elementos de juicio.

Y para hablar de Miércoles, serie netflixera que, para romper con la tendencia, no es una puñetera mierda pinchada en un palo e infestada de propaganda queer, me faltan muchos elementos de juicio. Pero lo voy a intentar igual.

"Come on, Old Man, I've smoked since I was five. Mother insisted."

Prácticamente lo único que sé de La familia Addams lo he aprendido de las películas de 1991 y 1993, ambas dirigidas por Barry sonnefeld (Men in Black, Cómo conquistar Hollywood y el desternillante remake de 2004 de El quinteto de la muerte de 1955) sobre guiones de Paul Rudnick, Caroline Thompson y otros. Y eso es poco, muy poco.

Soy un gran fan de las películas de Sonnenfeld sobre la familia Addams, sobre todo de la primera (la segunda, aunque divertidísima, me parece peor conseguida y mucho menos interesante). El humor macabro, el carisma instantáneo de los personajes, la estética de película de terror de los cincuenta y, sobre todo, las maravillosas actuaciones de la inmortal Angelica Huston como Morticia, de Christopher «Doc Brown» Lloyd como Tío Fétido y del tristemente desaparecido (puto cáncer) Raúl Juliá como Gómez Addams vencieron mis reticencias iniciales hacia estos dos largometrajes y me conquistaron ya para siempre.

¡Peaso pareja!

¿Qué reticencias tenía yo, preguntas, oh probo lector?

Bueno, verás, en 1991 no existían más que los huesos de lo que llegaría a ser Internet y el humilde autor de estas líneas no tenía acceso a más información que la disponible en su pequeña biblioteca. Paratroopersdon'tdie, tal y como existe ahora, no habría podido nacer en aquella década, que repentinamente parece tan lejana. ¿Qué sabía yo de la familia Addams hasta que vi por primera vez, no recuerdo si en televisión o en una pantalla de cine, el tráiler de su primer largometraje? Nada. No sabía que las andanzas de esta familia habían comenzado tan temprano como en 1938 en forma de páginas cómicas del caricaturista Charles Addams, publicadas en el New Yorker (sí, la revista ésa pija de leen los engolados votantes demócratas estadounidenses con formación universitaria). No sabía que los miembros de la siniestra familia ni siquiera tuvieron nombre hasta que Metro-Goldwyn-Mayer los adaptó en forma de serie de televisión en 1964, serie que se prolongó a lo largo de dos temporadas con un total de 64 episodios, a partir de la cual se produjo una serie de animación de Hannah Barbera de 1973 que mi madre asegura que vi de niño, pero de la que no guardo el menor recuerdo, y un especial de Halloween para televisión de 1977 con el reparto original (John Astin, Ted Cassidy, Jackie Coogan, Carolyn Jones...) antes del salto a la gran pantalla de los noventa.

La Familia Addams original.

Privado de todos esos elementos de juicio, no pude evitar que Raúl Juliá, a pesar de su planta de galán latino (que debería haberlo descalificado automáticamente como el bajito, rechoncho y feo Gómez Adams) y la alta, huesuda y magnífica Anjelica Huston se convirtiesen para mí en los moldes de esta perturbadora y descojonante familia de entrañables psicópatas. A partir de ahí, desde mi punto de vista, comenzó la decadencia. La segunda serie de animación (1992-1993), cocinada al calor del éxito de la franquicia cinematográfica (200 millones de recaudación sobre un presupuesto de 24 millones por la primera película; unos 118 millones, ajustando la inflación, de la secuela), me fue desconocida hasta hace relativamente poco tiempo (y además me habría pillado en una época en la que prácticamente los únicos dibujos animados que veía eran anime japonés), y la nueva serie de televisión (1998-1999) me pareció una PUTA BLASFEMIA, a pesar de los encomiables esfuerzos de los actores protagonistas por poner cara de creérselo, y jamás me pude acabar un solo episodio de los pocos que intenté ver.

"Hush, Mama! It's for charity! Widows and orphans. We need more of them."

Pero ¿qué sabía yo de la Familia Addams hasta que Internet puso el mundo a nuestro alcance? Prácticamente nada, repito. Tiempos pre-Internet Movie Database. Pre-Box Office Mojo. Pre-Twitter. Pre-Blogosfera. Pre-Wikipedia, Pre-pucio. Pre-todo.

Bueno, pero entonces, si no sabía nada de este oscuro y descacharrante clan de sádicos emos, ¿por qué me aproximé al primer film de alto presupuesto de la Familia Addams con tanta precaución?

Porque, desde mi ignorancia al respecto y careciendo de suficientes elementos de juicio, cuando la película llegó a nuestras pantallas allá por la prehistoria de Internet, proclamé mi sospecha de que Barry Sonnenfeld y Paramount Pictures nos estaban vendiendo un plagio de La familia Monster.

Y a esos sí que los conocía. Y con los derechos de propiedad que se autoasignan todos los fans de cualquier obra de la cultura popular, derechos acorazados por la nostalgia, me parecía horroroso que alguien hubiese perpetrado tamaña tropelía sobre mi serie preferida de los sábados por la mañana de mi infancia, en el segmento final de La bola de cristal justo antes, si mi ya pronto senil memoria no me la está jugando, de que saliese Javier Gurruchaga con su El cuarto hombre.
No, Gurru no sale en la foto.

Para mi ignorante yo, todavía adolescente, la Familia Addams estaba plagiando a Los Monster.

Y... para mi sonrojo lo cierto es que hace ya tiempo (tiempo post-explosión de Internet) que descubrí que fue exactamente al revés.

"'Oh, my little bundle. So much you don't understand. The human spirit, it is a hard thing to kill.'

'Even with a chainsaw.'"

Yvonne  De Carlo, sin maquillar, estaba inesperadamente KRUJIENTE.

La familia Monster y La familia Addams debutaron, con pocos días de diferencia, en septiembre de 1964. La primera en CBS, la segunda en la cadena ABC. Para entonces, los Addams habían gozado de un largo recorrido como personajes de cómic en las páginas del New Yorker (donde siguieron publicándose hasta la muerte del autor en 1988), mientras que los Monster eran un transparente intento de contraprogramación que pretendía sacar partido de la popularidad de los monstruos clásicos de Universal Pictures, y por eso El Abuelo (Al Lewis) y la madre, Lily Munster (bellísima Yvonne De Carlo) eran vampiros, el padre, Herman Munster (Fred Gwynne) era el monstruo de Frankenstein y el hijo, Eddie (Butch Patrick), en una pirueta mendeliana que nadie ha sabido aún explicarme de forma satisfactoria, era un hombre-lobo infantil.


Allan Burns, el creador de Los Monster admitió en su día, con todo su santo papo, haber fusilado en su serie el concepto de familia de raritos inmortalizada por Charles Addams ("We sort of stole the idea from Charles Addams and his New Yorker cartoons [...]") a partir de un proyecto original
, que no había cuajado, sobre una familia de monstruos presentada por el animador Bob Clampett a Universal Studios. Excusado es decir que el, tos, carrasp, «homenaje», tos, tos, escup, de Universal a sus personajes no le hizo ni puñetera gracia a Charles Addams. Todavía menos si tenemos en cuenta que, durante los dos años que ambos seriales compitieron por el amor del público en la pequeña pantalla, los Monster cosecharon mejores resultados de audiencia que los Addams. Los telespectadores americanos prefirieron holgadamente a esa familia de engendros de feria que se comportaban como gente normal (y no paraban de preguntarse por qué carajo le daban tanto canguelo a sus vecinos) que al clan de monstruos con apariencia humana representados por Gómez y Morticia Addams (inspirada en la primera esposa del dibujante, Barbara Jean Day).
Esta buena señora.

Sátira mordaz del estilo de vida suburbano estadounidense ambos programas, los Monster y los Addams tenían no pocos puntos en común (como la atmósfera de comedia o la perplejidad que su apariencia o costumbres inspiraban a las personas ajenas a la familia), si bien se aproximaban de diferentes formas a los mismos temas. La familia Monster es una parodia de la clásica sitcom familiar de la época con monstruos de sesión dominical en el papel de protagonistas. La familia Addams nace de la obsesión morbosa de su creador original con la muerte, los cementerios y lo prohibido, y nos presenta a una familia de excéntricos (por decirlo con suavidad) incapaces de comprender por qué su comportamiento aberrante despierta tantas sospechas, cuando no terror, por dondequiera que pasan, y que se sienten incómodos, pero toleran con paciencia, las costumbres «exóticas» de sus visitas y convecinos.

"This is my costume. I'm a homicidal maniac. They look just like everybody else."

Los Monster son monstruos que intentan llevar una vida normal, los Addams son personas normales que viven una vida chocante que ellos consideran «normal». Si el mensaje de los Monster, en caso de tenerlo, es «no dejes que el aspecto de una persona influya en tu juicio sobre ella», el de los Addams, más adecuado a la década de Vietnam y los asesinatos rituales de Sharon Tate y el matrimonio LaBianca, sería «detrás de toda persona aparentemente normal puede ocultarse un monstruo».

Y es precisamente ese tropo de «gente aparentemente normal haciendo cosas realmente inquietantes» el que heredaron las películas de 1991 y 1993. Los Addams de los largometrajes de Barry Sonnenfeld son perversos, tienen aficiones retorcidas (que por supuesto a ellos les parecen completamente naturales), intereses morbosos, conversaciones siniestras y personalidades pura y simplemente amenazadoras.

"'Haven't you ever slaughtered anyone?'

'He's only a child.'

'No excuse! Aim for a major artery. The jugular.'"


Y por alguna cruel razón, todos esos rasgos escalofriantes, que, detectados en cualquier desconocido, nos harían correr, en zig-zag, sin volver la vista atrás, los vuelven adorables como personajes de ficción.

Ahora imagínate el dolor que sentí cuando me llegó la noticia de que Fleatniks preparaba una serie de televisión centrada en el personaje de Miércoles Addams, que en las películas de los 90 interpretaba Christina Ricci. Mis cojones huyeron al interior de mi cuerpo con tanta fuerza que, durante una semana, tuve cuatro pezones en vez de dos.

Pues bien, aquí estoy, para admitir que me había equivocado al temer una catatombe con esta serie.

"Last night, you were unhinged. You were like some desperate howling demon. You frightened me. Do it again."

A ver, no creo que se me puedan reprochar mis temores. Estamos hablando de Tlexnif, los que convirtieron a Geralt de Rivia en un miserable mierdecilla sojuzgado por tres mujeres empoderadas (y dos de ellas, además, racializadas), a los dos investigadores y al fiscal, todos ellos blancos, que llevaron ante los tribunales a Purdue Pharma (la farmacéutica que, para granjearle a sus propietarios unos bonus semestrales pornográficamente elevados, convirtió en yonquis a toda una generación de norteamericanos) loz
han fusionado en una mujer negra y, de postre, intentado convencernos de que Cleopatra e Isabel II eran unas sistas de gueto de toda la vida.

Por si no tenía suficientes motivos para irme de vareta con esta serie, Miércoles venía apadridada por Tim Burton, que ha dirigido los cuatro primeros episodios (los otros están a cargo de James Marshall y Gandja Monteiro). Y me refiero al mismo Tim Burton cuyas películas, antaño, esperaba con ansiedad y devoraba con devoción pero a quien empecé a perderle el respeto con El planeta de los simios (paradójicamente más fiel al libro original que la de Charlton Heston de 1968, pero no por ello menos decepcionante) y aún no se lo he recuperado desde Sombras tenebrosas, con Eva Green o sin ella. Y me tranquilizaba entre poco y muy poco que la serie estuviese escrita por Alfred Gough y Miles Millar, responsable el primero de la, hasta la fecha, mejor película canónica de Spider-Man y, ambos a dúo, creadores de Smallville, que ojalá hubiese terminado en su tercera o cuarta temporada en vez de degenerar año tras año hasta que sólo la veían ya cuatro incondicionales a los que aún sigue escociendo el último capítulo.
Con estos precedentes, nadie puede culparme por no tenerlas todas conmigo.

Además, al menos en mi caso, el miedo que me inspiraba este proyecto se vio agravado por mi apreciación, en su día, del trabajo de Christina Ricci como Miércoles Addams en las películas de 1991 y 1993, que me parece simplemente perfecto. Dado que el personaje, ya encarnado en una nueva actriz, iba a ser el centro de la nueva serie, un casting inapropiado o una mala dirección de actores podría hacer fracasar toda la producción.
(Ricci tenía once añitos cuando se estrenó la primera película, y algunos enfermos hijos de puta que deberían estar en una celda sin luz en el fondo del océano, desarrollaron una obsesión por la actriz que no es ni medio normal).
Y un día, meses después de que la serie dejase de estar de moda, me puse el capítulo piloto de Miércoles e intenté verlo sin ideas preconcebidas y con espíritu abierto.
¡RE-

DIOS!


"'Children, what are you doing?'

'I'm going to electrocute him.'

'But we're late for the charity auction.'

'But, Mother...'

'I said no.'

'Pleeaaaase?'

'Oh, all right.'"

Alguien debería haberme prevenido sobre esto.

Jenna Ortega, a quien en esta bitácora conocemos desde la crítica de X, de Ti West (interpretaba a la ayudante de dirección pornocuriosa), y los fans del género de terror asignan a las más recientes películas de la saga Scream (de la que acaba de autoexcluirse fulminante y aún no sabemos si definitivamente en solidaridad con su compañera de reparto ―a la que se le calentó la boca con el tema palestino―, se dijo en un principio, o por conflictos de agenda con la segunda temporada de Miércoles, se dice ahora), no actúa en el papel de Miércoles Addams, SE CONVIERTE en Miércoles Addams. ¡Jesús, qué impresión! No es sólo que con el maquillaje, vestuario y peinado apropiados consiga hacernos creer a sus 21 años que aún no ha salido de la adolescencia, que lo consigue (su metro y medio de estatura la ayuda bastante), sino que con su lenguaje corporal, actitud, miradas, voz, construye un personaje al menos tan sólido y coherente que el que nos enamoró en 1991, y de algo le habrá aprovechado, supongo, tener a Christina Ricci de compañera de reparto.

¿Cómo era aquello de las cosas buenas y los envases pequeños?

Pero Ortega no se limita a hacer una imitación del trabajo de Christina Ricci en los largometrajes de los años 90. A lo largo de los ocho episodios de la serie de Netflix, Ortega se toma su tiempo para explorar las diferentes habitaciones del rico psiquismo de su personaje. La Miércoles de 1991 era una fría esfinge, una psicópata fúnebre con absoluto dominio sobre sus emociones. La de 2022 es sólo aparentemente distante y misántropa. Su superficial rechazo al contacto humano encubre su ansiedad social. Su inhumana máscara protege su exacerbada sensibilidad de artista. Su afectada indiferencia encubre su rivalidad con su madre, cuya enlutada perfección se siente incapaz de igualar, y su íntimo miedo al rechazo, su incapacidad de olvidar su condición de marginada, de niña rarita, incluso entre otros adolescentes tan poco convencionales como ella (alumnos de un internado para vampiros, sirenas, teriántropos, etcétera), su fatal resignación a no ser nunca aceptada fuera del seno de su propia familia, y quizá ni siquiera dentro de ella.

Christina Ricci interpretó a Miércoles Addams como si fuese la nihilista hija de Atila el Huno y La envenenadora de Montserrat. Jenna Ortega la interpreta como una adolescente buscando su lugar en el mundo real, lejos de la esfera protectora de sus padres, y descubriendo que su control sobre su destino es sólo aparente, que ni siquiera su extraordinaria inteligencia y (aparente) ataraxia pueden evitar que sea herida, traicionada, superada intelectualmente o, lo realmente aterrador, amada a pesar de sus excentricidades e imperfecciones.

"Don't torture yourself, Gomez. That's my job."

La Miércoles de Jenna Ortega vive en tensión entre su natural e inconfesable necesidad de encontrar una comunidad en la que sentirse bien recibida y su férrea determinación a no comprometer su identidad individual en el proceso.

Y ése es un problema humano, familiar a todos los humanos que hemos sobrevivido a la adolescencia. Un problema humano que ilumina las características humanas de Miércoles Addams, haciéndonosla más cercana, más entrañable, más achuchable, más atractiva como personaje.

Jenna Ortega ha recocido la antorcha de Christina Ricci y la ha hecho brillar como nunca.

Que es más, muchísimo más de lo que me había atrevido a esperar cuando supe que Netflix estaba preparando esta serie.


"'Why do you hate the baby?'

'We don't hate him. We just wanna play with him.'

'Especially his head.'"

Miércoles no es lo que me esperaba.

Es mejor. Mucho mejor. Y más. Mucho más. Sin renunciar al tono de comedia negra que caracteriza a las películas de la familia Addams estrenadas en los 90, Gough y Millar rescatan la atmósfera de drama estudiantil que caracterizaba las primeras temporadas de Smallville y le añaden elementos de thriller policial (el argumento de toda la primera temporada de Miércoles gira en torno a la identificación de un asesino y la protagonista ejerce de voluntariosa detective) con elementos paranormales e incluso de cine fantástico y de terror.

Y el resultado es un maridaje exquisito. Con homenajes obvios a algunos clásicos del cine, como la Carrie de Brian De Palma, por ejemplo:

«¿Que no es sangre de verdad? Pero ¿qué mierdas...?»

Si aún estás a tiempo de descubrir esta serie, te vas a pasar buena parte de su metraje picando los cebos que los guionistas te van tendiendo, desconfiando ahora de éste y más tarde de otro personaje, sospechando de todo el mundo y de nadie en concreto y tratando de anticiparte a las misteriosas motivaciones del antagonista. Hasta las subtramas, como los diferentes intereses románticos que despierta Miércoles o la incriminación de Gómez Addams (Luis Guzmán) por homicidio, están bien integradas en el argumento y mal pueden considerarse red herrings que distraen del argumento principal. Todas esas historias paralelas suman, en vez de restar. El resultado es mayor y mejor que la suma de las partes.

"'Well, I'll tell you what. I'll buy a cup if you buy a box of my delicious Girl Scout cookies. Do we have a deal?'

'Are they made from real Girl Scouts?'"

Una última palabra para los secundarios antes de dejarte en paz par que puedas ir corriendo a ver Miércoles, si todavía no lo has hecho: Luis Guzmán devuelve al personaje de Gómez a sus orígenes de personajillo bajito, rechoncho y feúcho. Katherine Zeta Jones está más que creíble como Morticia (aunque Anjelica Huston sigue siendo nuestra preferida). Fred Armisen convence como Fétido Addams (y eso que su caracterización me lo hizo, de alguna manera, semejante a un Paul Giamatti muy desmejorado tras una semana consumiendo exclusivamente cerveza Cruzcampo y basuco) y, aunque apenas tienen minutos en pantalla, también Isaac Ordóñez (Pugsley) y George Lurcea (Lurch) dan la nota en sus personajes.


En lo que se refiere a los personajes no canónicos, el trabajo de Gwendoline Christie, Riki Lindhome, Jamie McShane y Joy Sunday, como aliados oportunistas o adversarios ocasionales de Miércoles no merece reproches dignos de mención, y Emma Myers enamora en su papel de Enid Sinclair, la chica-lobo incapaz de «lobear» y extorsionada emocionalmente por su controladora madre, que, incapaz de resignarse a tener una hija-lobo que no se transforma con luna llena, quiere llevarla a un «campamento de conversión» que la ayude a liberar a su bestia interior, terrible analogía de los campamentos de reeducación para homosexuales dirigidos por algunas sectas religiosas.
(Y menudo cabreo, con escupitajos sanguinolentos incluidos, se han pillado algunos sojas imbéciles porque Enid no sea expresamente gay ni mantenga un romance con Miércoles. Porque, claro, si sacas en pantalla a un personaje con el pelo de colores imposibles y un guardarropa preferentemente rosa tiene que perder aceite a cubos, ¿verdad? ¡Anda y que os curtan, gilipuertas!).
Si hay dos compañeras de cuarto más inusitadas, que levanten la mano.

Y si disfrutarse con las películas de 1991 y 1993 pero todavía no tienes claro que esta serie vaya a enamorarte, permíteme que te aporte un último elemento de juicio: en los primeros minutos del capítulo piloto, el equipo de water-polo del instituto encierra a Pugsley en su taquilla, atado y con una manzana metida en la boca. Indignada, Miércoles suelta
en la piscina dos bolsas de pirañas vivas durante un entrenamiento.
"The only person who gets to torture my brother is me."

Casi todos los nadadores logran escapar a tiempo, pero el capitán pierde un cojón.

De nada.

"'Pugsley, sit in the chair.'

'Why?'

'So we can play a game.'

'What game?'

"It's called, 'Is there a God?'"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ni SPAM ni Trolls, gracias. En ese aspecto, estamos más que servidos.