viernes, 21 de enero de 2022

"You either die a hero o live long enough to see yourself became the villain"

DISCLAIMER: entrada trufada de espóilers. Si eres de los que no se han visto todas las temporadas de Dexter y su secuela, no sigas leyendo (Cris, va por ti, si aún no te has puesto al día). Si eres de esos a los que no les importa que le revienten el final de las cosas, das asco y espero que se te caigan todas las uñas y cojas ladillas al mismo tiempo.


Hace ya... ¡la virgen, casi cinco años! publicábamos en la bitácora, para tu recreo y crecimiento personal, oh, amado lector, una entrada acerca de la triste decadencia de una serie de televisión que empezó extraordinaria y terminó siendo repetitiva, predecible e insultante.

Por si no recuerdas, no has leído la entrada de 2017 (¡joder, 2017! ¡Joder!), eres demasiado vago para pinchar en el enlace o no sabes de qué coño te hablo, ahí va una píldora de cultura popular. Sáltate los doce próximos párrafos y sigue leyendo a partir de las flechitas si no perteneces a ninguno de los colectivos que acabo de mencionar.


Dexter, la serie de televisión inspirada en las ocho espantosas novelas de Jeff Lindsay, nos presenta al forense de Miami Dexter Morgan, especialista en salpicaduras de sangre, y profundiza en sus esfuerzos por aparentar una vida normal y evitar que sus compañeros de trabajo de la Policía de Miami, particularmente el susceptible e intuitivo detective James Doakes, descubran que Dexter es un asesino en serie que, gracias a la disciplina inculcada por su padre adoptivo, Harry, ha conseguido encauzar sus ansias de matar hacia el vigilantismo de alto nivel: Dexter es un asesino en serie que mata a otros asesinos en serie y emplea sus conocimientos forenses, su método y el «código de Harry» para evitar ser capturado.

La primera temporada de Dexter (2006) es simplemente redonda. El drama está tan bien construido, los personajes son tan sólidos, contradictorios y humanos, el suspense se va apilando de forma tan progresiva, y el hijo de puta de Dexter Morgan es tan carismático y atractivo que cuando ves los últimos minutos de la serie te quedas con una sensación de plenitud. De ciclo cerrado. Durante la escena final en la que Dexter, con su psicótica escala de valores, imagina a toda la policía de Miami felicitándole por haber matado al «asesino del camión de hielo» (en realidad, su hermano biológico y colegui matarife Rudy/Brian) y fantasea con una pancarta voladora y confeti y chuminadas festivas varias, recuerdo haber pensado «oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío, Showtime), no jodáis esta maravilla con una secuela».

Pero los de Showtime no podían leerme el pensamiento e hicieron una segunda temporada. Y yo estuve cagando sueltecito hasta que pude echarle mano a los primeros capítulos. No había nada que temer de la segunda temporada de Dexter. Es al menos tan buena como la primera, si no mejor. Rita es más dulce y tiene más confianza en sí misma, el sargento Doakes es más desconfiado y sospecha más de Dexter y el propio Dexter se descubre, en parte por culpa del marcaje cercano de Doakes, en parte por la malsana influencia de su «madrina» de yoncarras anónimos, Lila (una locaza del chumino de categoría olímpica), con crecientes problemas para satisfacer sus ansias de matar, con lo que cada vez está más tenso, más dispuesto a romper el código de Harry, y la tensión argumental, la intriga, es capítulo a capítulo más asfixiante y tú como espectador te dices «aaaaaay jodeeeer que esto va a acabar fataaaaaaaaaal, ¡que esto va a acabar fataaaaal, que van a trincar a Dexter

Y sin embargo no le trincan. En un malabarismo narrativo es-pec-ta-cu-lar, los guionistas consiguen exonerar y salvar a Dexter Morgan, dejándolo libre para proseguir con su cruzada homicida y a nosotros con ganas de ver hasta donde podrían los escritores de Dexter seguir subiendo el listón.
Al parecer, no mucho.

¿Cuándo exactamente empezó Dexter a ir cuesta abajo? A partir de la cuarta temporada, con nuestro antihéroe serial-killer persiguiendo, y por breve plazo creyendo encontrar un mentor en, al asesino Trinity (nada que ver con The Matrix). Los guionistas habían exprimido la vaca de la franquicia y ya no les quedaba nada que sacarle. De la cuarta temporada en adelante, todas las tramas son básicamente las mismas y todos los nuevos personajes que se van incorporando a la serie tristes estereotipos que, para acabar de liarla, a veces representan uno o varios papeles alternativamente.

El personaje que sospecha de Dexter y/o le investiga y acosa: James Doakes, Frank Lundy, Debra Morgan, Stan Liddy, Maria Laguerta, Joseph "Joey" Quinn, Ryan Chambers, Angel Batista.

El mentor/protector de Dexter: Harry Morgan, Lila Tournay, Arthur Mitchell el asesino Trinity, Debra Morgan, el hermano Sam, la doctora Evelyn Vogel.

El pupilo/coleguilla en lo de matar gente de Dexter: Lila Tournay, Miguel Prado, Arthur Mitchell, Lumen Ann Pierce, Hannah McKay, Travis Marshall.

El interés romántico de Dexter: Rita Bennett, Lila Tournay, Lumen Pierce, Hannah McKay.

La Némesis/pieza de caza mayor de la temporada de Dexter: Miguel Prado, Washington King, Arthur Mitchell, Jordan Chase, Travis Marshall, Isaac Sirko, Oliver Saxon.
¡Lo que debe de ser ir con este hombre a una ferretería!

Dexter Morgan sólo podía acabar muerto o en la cárcel. Ésa era la intención del showrunner de las cuatro primeras temporadas, Clyde Phillips, pero en Showtime le dijeron que nones y (mira que te he dicho que vienen espóilers, ¿eh?), lejos de proporcionarle a su criatura un final heroico, por ejemplo Dexter muriendo a manos de su última presa (ese Dexter Oscuro que se sacaron de la manga los escritores de la temporada ocho) o salvando a Astor y Cody de un cártel mexicano, como en la última novela de la serie, no le dieron final alguno. (Bastante te he avisado ya: ESPÓILER INMENSO A CONTINUACIÓN) en la temporada final de la franquicia, Dexter confía a su hijo Harrison al cuidado de Hannah, su compi psicópata prófuga en Sudamérica, roba de la morgue el cadáver de Debra y pilota su barco hacia el huracán que está a punto de alcanzar Miami.

...para reaparecer, meses más tarde, barbudo, solo, bajo nombre falso y amargado, en una explotación forestal de Oregón, mirando a la cámara en plan «me merecía algo mejor».
Ésta cara, concretamente.

►►►Y no podríamos estar más de acuerdo: Dexter Morgan no se merecía ese final perezoso y denigrante, fruto de la impotencia de unos escritores conscientes de que llevaban al menos cuatro temporadas jugando al trile con la audiencia.

Por el amor que le tenemos en Paratroopersdon'tdie al personaje, a la serie y a lo que pudo ser, nos hicimos caquita y se nos arrugaron los nakasones (pero al mismo tiempo se encendió en nuestros pechitos una llama de esperanza) cuando Clyde Phillips, the man, el showrunner original de las mejores temporadas de Dexter, anunció que había conseguido convencer a Showtime y a Michael C. Hall de recuperar a su personaje más carismático para una auténtica «final season» que diese a Dexter Morgan la dignidad que le había faltado en sus últimas temporadas.
"With the bad taste that the original finale left in everybody’s mouth, we had this rare opportunity to redeem the show and to give the audience the respect it deserves, the authenticity it deserves, and the gratitude for sticking with us."

Decir que estábamos «un pelín acojonados» ante la perspectiva de una Temporada Nueve de Dexter es como decir que el planeta Júpiter es «de un tamaño considerable», que Riley Reid es una chica «muy viajada», que Zack Snyder es «un cineasta mediocre» o que la divina Sara Sampaio es «resultona». ¿Conseguiría Clyde Phillips hacernos olvidar las horribles temporadas 5 a 8, que son como una empanada de clavos con exceso de venenato monosódico? ¿Tendría la serie un final digno y el personaje de Dexter Morgan una expiación a su altura?
«Resultona». Sí. Precisamente. ¿Y qué más?

No quiero ser bastardo, pero casi lo que más me preocupaba era si el pobre de Michael C. Hall estaría físicamente a la altura. A fin y el cabo el actor no sólo había pasado en 2010 por un cáncer bastante jodido, sino que cuando rodó la primera temporada de Dexter sólo tenía 35 añitos y en 2021 ya había picado 50 tacos de calendario. La edad a la que te levantas de cama un poco rápido y te pasas tres días tomando morfina y aullando de dolor. Clyde Phillips fue a hablar con la estrella de Dexter hacia julio de 2019, le contó las ideas que tenía para la serie, y Michael se levantó, le dio un abrazo y le dijo «cuenta conmigo».

El primer teaser tráiler de Dexter: New Blood nos dio esperanzas. Esa mirada, esa sonrisa de cabrón supremo de Dexter (mientras un cuerpo envuelto en plástico se agita en el reflejo de la ventana), ese mensaje mudo por el cual nos recordaba que compartíamos un secreto; que, como espectadores, éramos en parte responsables de sus crímenes, que habíamos disfrutado viéndole matar y burlar a la justicia una y otra vez, nos la puso a los fans de Dexter como el pomo de una puerta.

Era Dexter. Nuestro Dexter. Estaba de vuelta, y en plena forma. Michael C. Hall compartía nuestra sorpresa. Al volver a meterse en la piel de Dexter Morgan descubrió que nunca se la había quitado, como si desde 2013 no hubiese hecho ocho películas, varios documentales y capítulos de series de televisión y voice-over para videojuegos. Confirmar que Dexter seguía allí, esperándole, listo para regresar a la vida, fue, en palabras del actor, "reassuring and creepy".

Digámoslo ya por no retrasar la revelación, querido lector: Dexter: New Blood es tan jodidamente buena que ya hay gente clamando por una secuela o un spin-off con el personaje de Harrison. Secuela que probablemente no veamos pronto, o quizá nunca ("It’s either the best idea in the world or the most obvious idea in the world. If Showtime says yes and I can put together a writing room, that’s a question I’ll bring up to them. Right now, I just don’t know."). Y probablemente sea lo mejor, porque el único propósito de Dexter: New Blood era matar o arrestar a Dexter. Y ambas cosas ya están hechas.
(No pongas esa cara; te avisé que habría espóilers gigantésculos).
"We knew this had to happen, and I think it had to happen for the audience as much as for the character. To see him get caught time and time again and get out of it at a time and time again is a disservice to the audience. And I think there’s a certain truth in this storytelling, in authenticity in the storytelling."
Dexter: New Blood empieza 10 años después del final de la última temporada de Dexter. Dexter Morgan, bajo la identidad falsa de Jim Lindsay (¿primo del autor de las novelas, quizá?), vive en Revientaputas de Arriba, Nueva York. Tiene un empleo anodino en una tienda de pesca y caza, una anodina cabaña en medio del bosque, un anodino corral con animales (entre ellos una cabra llamada, lo juro, Vincent van Goat) y un anodino romance con, aquí empezamos a encontrarnos con las tendencias autodestructivas de Dexter, la jefa de policía Angela Bishop (una bellísima y maravillosa Julia Jones, a la que quizá hayas visto en Westworld o en El mandaloriano).
O a lo mejor la has visto aquí, degenerado.

Pero Dexter no vive solo. su «oscuro pasajero» no le ha abandonado. Sigue sintiendo la urgencia de matar, la lujuria de quitar una vida. Una necesidad que se las ha arreglado, con ímprobos esfuerzos, para no satisfacer desde que salió de Miami. Una sed de sangre que no ha parado de crecer y crecer. Que cada día le cuesta un poco más controlar.

Hasta que ya no puede hacerlo y, ¡ups!, Dexter vuelve a matar. Imprudente e impulsivamente. Ni «código de Harry», ni preparar el escenario para no dejar pruebas, ni cipotes a la vinagreta. Dexter mata y en el mismo momento en que lo hace se da cuenta de que la ha cagado con todo el equipo. Ahora tiene que limpiar el quilombo lo mejor que pueda, encontrar un sitio el que deshacerse del cadáver y rezar para que no le atrapen. Y está desentrenado. Jodidamente desentrenado. Así que comete errores. Uno tras otro.

Qué cosas que se esté trincando a la jefa de policía.

Qué lástima que el padre de la víctima ponga a toda la poli a buscarlo desde el minuto uno.

Qué fastidio que las patrullas de búsqueda monten el centro de operaciones delante de la casa de Dexter, sobre la fosa en la que Dexter ha escondido los restos de su víctima.

Qué mierda que todo el mundo en Iron Lake (vaaaale, me has pillado; el pueblo en realidad no se llama Revientaputas de Arriba) se conozca y en ese ambiente rural, provinciano, sea prácticamente imposible guardar un secreto. 

Qué coincidencia que en Iron Lake haya otro asesino en serie que lleva décadas matando chicas huidas de casa, y qué contrariedad que su camino se cruce con el de Dexter

Qué poca madre que haya una periodistilla con un podcast especializado en asesinos en serie tocando las pelotas por el pueblo. Y quiero decir una periodistilla con un podcast especializado en asesinos en serie que está convencida de que el Carnicero de Bay Harbor, o sea Dexter, sigue vivo y en activo, diga lo que diga la Policía de Miami.

Qué putada que Harrison Morgan, ya adolescente, se presente en Iron Lake buscando a su padre. Qué follón que muestre indicios de que también él tiene un «pasajero oscuro» sediento de sangre.

Qué jodienda que, para vengarse de Dexter, el asesino de chicas fugitivas marque a Harrison como su objetivo.

Inmenso Clancy Brown. Como siempre.

Casi todo eso en el primer capítulo.

Y el suspense sigue creciendo a partir de ahí.

Igual que en los buenos viejos tiempos.

Igual que en las mejores temporadas de la serie original.
"The legitimacy, honesty, dignity and integrity of the character of Dexter that we so carefully built up over a almost a decade almost required that we end the show this way. We wanted the viewers to hopefully be sad by this loss and feel satisfied and to understand that this had to happen; that this was inevitable."
Sí, Debra está de vuelta. No, me temo que sigue muerta.

¡Dios, cómo me ha gustado Dexter: New Blood! Esta nueva serie es la redención del personaje. Dexter había tenido que enfrentarse a sus contradicciones antes, pero nunca había pasado por el proceso transformador de asumir finalmente que el código de Harry estaba equivocado, que la primera regla no debería ser «no dejes que te cojan» sino «no hagas ni permitas que hagan daño jamás a gente inocente o polis honrados». Porque si en última instancia el código de Harry estaba destinado a dirigir los impulsos asesinos de Dexter hacia criminales, la norma «no dejes que te cojan» le legitimaba a hacer daño a cualquiera con tal de salirse con la suya. Cosa que en la serie original ha hecho. Más de una vez. Personas inocentes han muerto por su culpa (Doakes, Laguerta, Debra…). Eso vuelve a suceder en New Blood y acaba enfrentándole a Harrison, que desde el momento en que Dexter comparte con él su secreto creía que era el hijo de Batman y acaba descubriendo que es el de Jeffrey Dahmer.

Curiosamente, hay espectadores de Dexter: New Blood que disfrutaron de los primeros capítulos de esta «season finale» pero odiaron visceralmente el final y clamaron que Showtime había arruinado dos veces el final de Dexter. Como si llevar al personaje al borde del arresto o la muerte durante ocho temporadas y salvarlo en el último momento mediante odiosos devs ex machinas no hubiese arruinado ya el producto.

El descontento de algunos con el capítulo final de New Blood sólo prueba que esas personas han visto otro capítulo final que yo desconozco, o que no son realmente fans de Dexter, o que son gilipollas profundos y no han entendido una mierda. Y aquí no perdemos el tiempo con gilipollas.

Dexter: New Blood es, básicamente, una serie sobre Dexter  descubriendo que nunca dejará de sentir y encontrar razones para justificar sus ansias de matar. Que lo único que realmente le importa, lo único que siempre le ha importado, era seguir libre y vivo para poder seguir asesinando.

Y es Harrison el que finalmente le obliga a enfrentarse a esta evidencia, admitir sus pecados y, por una vez en su vida, tomar una decisión realmente generosa, altruista y sincera:

Quitarse de en medio para que ambos puedan ser libres.

Para que el código de Harry vuelva a tener sentido. Porque Dexter es un asesino, ha matado a personas inocentes y quiere huir para seguir matando, y si Harrison ha de tener alguna esperanza, si el código de Harry puede servirle para dirigir a su propio pasajero oscuro hacia criminales y asesinos en serie, si Harrison quiere tener alguna oportunidad de no volver a lastimar a gente inocente, Dexter tiene que pagar por sus delitos y morir.
"Dexter is making the ultimate sacrifice for his son. Dexter says as he’s urging Harrison to do it, “Remember, you have to take off the safety just like I showed you.” He’s giving Harrison permission and saying there’s no other way. And Harrison says with tears streaming down his face, “For both of us.” They’re trapped in this. When Harrison yells, “Open your eyes and and look at what you’ve done!” and we do the flashback of Lundy (Keith Carradine), Doakes (Erik King), Rita (Julie Benz), Deb and LaGuerta (Lauren Vélez), that’s an Easter Egg. That’s the first thing that Dexter says in the pilot when he’s killing a choir master and he screams at him [...]".
La muerte de Dexter no es gratuita (deja de patalear y recuerda lo que llevamos toda la entrada diciéndote acerca de los espóilers). Dexter ha sido correctamente identificado como el «Carnicero de Bay Harbor». Por su novia, la sheriff de Revientaputas de Arriba, que en realidad es tan buena investigadora como buena que está, la jodida. Ángel Batista va de camino para identificarle, detenerle y devolver a su antiguo amigo y colega a Florida, donde le espera la inyección letal. Y Dexter ha matado para evadirse de la comisaría de Lakeview. A un amigo. Al entrenador de lucha del instituto, un buen hombre, un buen policía con el que Harrison también había entablado amistad y una cierta relación paternofilial. Dexter ya no tiene adonde ir. Es un asesino a la fuga. Su identidad falsa ha sido descubierta. No tiene dinero ni documentos y quiere llevarse a Harrison a una ciudad grande, Los Ángeles, por ejemplo, para seguir matando. Esta vez en familia. Y se ha convencido a sí mismo de que todo lo hace por su hijo.
También Ángel está de vuelta. Pero al menos él sigue vivo.

Harrison tiene que matar a Dexter para salvar todas las cosas buenas que recuerda de él y las que Dexter le ha enseñado; para que el código de Harry recupere su valor inicial: impedir que más gente inocente sufra por el «pasajero oscuro» de Dexter. Harrison tiene que matar a su padre, simbólica y, en este caso, literalmente, para convertirse él mismo en un hombre. El hombre que Dexter ya no puede ser, porque ha perdido su humanidad y traicionado
demasiadas veces el código de Harry. Harrison tiene que matar a su padre para ser capaz de encontrar una forma constructiva de encauzar sus propios impulsos.

Harrison tiene algo de lo que Dexter ha carecido siempre: conciencia. Un alma. Se apiada del personaje de Clancy Brown, cuando su padre lo esmocha ante sus ojos. Va a ver al hospital a Ethan, el chico al que acuchilló con una navaja de afeitar (eh, eh, que el pequeño hijo de puta iba a montarse un Columbine; Harrison salvó vidas aquí, aunque lo hiciese por las razones equivocadas y luego improvisase una coartada).
¡A Hannah no me la habéis traído de vuelta, cabrooooneees!
"Harrison brings a different perspective to the vigilantism of it all than Dexter did, which was kind of surprising to Dexter. He brings this youthful, optimistic innocence, that he and his dad are basically Batman and Robin. Think of every time we take out one of these bad guys how many lives we’re saving, that this bad person is not going to kill. Dexter never thought of that. Dexter was only taking out bad guys because that was his code."
Harrison creía, necesitaba creer que su padre era un héroe. Enfrentado a la evidencia de que es el malo de la historia, que siempre lo ha sido, tiene que matarlo para que exista una esperanza para sí mismo. Pero, lo más importante de todo, Dexter tiene que darle permiso porque al fin ha comprendido que es y siempre será un asesino, que se ha convertido en el mismo mal que afirmaba combatir, que merece morir por todas las vidas inocentes que ha destruido.
"You're just feeding this-this Dark Passenger. I-It's not even a passanger. It's fucking driving! And you like it."
Dexter quería enseña a su hijo a matar sin que lo atrapasen. Harrison enseña su padre a amar por primera vez en su vida.

Harrison dispara a su padre en el pecho, después de haberle obligado a hacer examen de conciencia y admitir sus delitos, y Dexter lo invita a hacerlo y lo perdona por ello porque sabe que es lo correcto, lo único que puede salvar a su hijo y al padre de su hijo. Es un acto de amor.
"When Dexter says, “I’ve never felt real love until now,” that’s a huge breakthrough. [...] It’s a real awakening for him. He gives Harrison permission and tells him where to shoot him. With his dying breath after he’s shot he says, “You did good.” It’s absolution for what Harrison’s done."
Dexter tiene que morir porque perdió su oportunidad de hacerlo como un héroe y ha acabado convirtiéndose en el villano. Dexter debe matar a su último asesino en serie: él mismo, de modo que Harrison pueda empezar a llorar a su padre y vivir para ser mejor que él.

Y, de verdad, no tengo ni tiempo ni energía para explicar a todos los gilipollas que no lo han entendido por qué están tan equivocados.

Dexter: New Blood es el final de Dexter que los fans no tuvimos en 2013.

Pero, eh, a veces lo bueno se hace esperar.

Y cuando es realmente bueno, la espera, por larga que sea, acaba mereciendo la pena.
So long, Dexter Morgan. So long.

¿Por qué has llegado hasta aquí? ¿Por qué no estás viendo ya Dexter: New Blood?

sábado, 8 de enero de 2022

«I wonder if we can pet him»

Si a un barril de mierda le añades una copa de buen vino, obtienes un barril de mierda.

Si a un barril de buen vino le añades un vaso de mierda, obtienes un barril de mierda.

En el caso particular del vino y la caca, el orden de los factores no altera el producto.

Dicho lo cual toca confesar, amado lector, que hacía tiempo que no sufría tanto viendo una película. Quizá porque normalmente veo películas que no me importan una mierda y con las que no tengo vinculación emocional alguna.

No es el caso de The Matrix, ni de sus infames secuelas.

Lana Wachowski, en serio,

pero

¿qué

CO

JONES
?

¿Qué has hecho?

En puto serio te lo puto pregunto.

¿Qué coño has hecho, joder?


Después de sufrir con las secuelas tenía más que claro que sería un error ir a ver The Matrix Resurrections, pero pensé que, aunque previsiblemente mala, quizá fuese una película que se dejaría acariciar. Como cuando ves un perro feo y con cara de bestiajo pero, como aún no te ha mordido, concibes la posibilidad de hacerte amigo suyo.

Me equivocaba. The Matrix Resurrections muerde.

Sí, sí. Medicación voy a necesitar. Veterinaria.

Verla no ha sido un error, ha sido un calvario. Pedagógico, lo admito (porque al menos me ha enseñado que, contra mi convicción inicial, sí era posible hacer una película peor que Matrix Reloaded y Matrix Revolutions), pero calvario a pesar de todo.

Menudo de-sas-tre.

Mira, te lo explico con un poco de ayuda visual. La primera película de The Matrix es una experiencia parecida a esto:


Mientras que The Matrix Resurrections son casi dos horas y media de esto:


La única justificación que se me ocurre a The Matrix Resurrections es que Lana Wachowski quiere destruir la película que le hizo famosa cuando aún tenía pinis y bolocs; porque es que de lo contrario no entiendo nada.

Joder.

JOOOOOOOOOOOOOODEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER.

Un cenagal narrativo, un despropósito cinematográfico, una burla al espectador, un bodrio tedioso y abotargado; The Matrix Resurrections es una catástrofe sin paliativos, una quimera lisiada incapaz de interesarte en el destino de los personajes, el desarrollo del drama o la resolución del conflicto (¿tiene conflicto esta película, ya que sacamos el tema?). No hay unos protagonistas que te vayan a caer simpáticos, no hay un misterio a resolver que pueda intrigarte, no hay un argumento que te atrape, no hay un Agente Smith, o sea un villano carismático y temible con verdaderas posibilidades de triunfar (en realidad sí hay un Agente Smith, pero es patético), ni un Cifra, o sea un Caballo de Troya confabulado con el villano para arruinar los esfuerzos de los buenos de la peli para salvarnos a todos.

He visto The Matrix Resurrections y ahora necesito una ducha. Y una mamada. Pero dudo que vuelva a sentirme limpio o ponerme palote en meses.

¿Recuerdas cómo empieza la película original, querido lector?; presentándonos a
un hombre y una mujer que hablan por teléfono. Ambos están preocupados por la seguridad, temen que puedan estar escuchando su conversación y, de hecho, lo están, porque un grupo de policías y unos tipos uniformados con pinta de agentes federales se presentan allí con intención de detener a la mujer, que les da una somanta de palos y desaparece de forma casi mágica (pero todavía explicable racionalmente, en este momento de la película; ¿quizá simplemente se escabulló en el momento del choque contra la cabina de teléfonos?). Pasan cosas raras y eso pero todo lo que sucede se nos ofrece como un misterio a resolver más adelante en la trama.

Matrix Resurrections nos presenta a dos personas hablando en una jerga que no entendemos, acerca de conceptos («modal», «bucle», «cinta continua») que no empiezan a explicarnos hasta los 8 minutos de metraje (e incluso entonces seguirán sin tener sentido) mientras ven... ¿qué es lo que ven y cómo y por qué lo ven o por qué les interesa? Porque lo que están viendo es una especie de recreación de las primeras escenas de la película original, pero interpretadas por otros actores más jóvenes (y demos gracias a Dios, porque Carrie-Anne Moss sigue crujiendo a sus 54 añitos pero ya no tiene edad para andar pegando saltos por los tejados y dando patadas de kung-fu, que a partir de ciertas edades las fracturas de cadera son muy puñeteras). Y de repente llegan los Agentes, y se arma la de chúpamelculo con tiros, golpes de kung-fu, carreras por las paredes y los techos, teletransportes...
¿Pacto con el maligno? ¿Factor de curación mutante?

Y tú, como espectador, dices «¿Qué cojones estoy viendo? ¿Y por qué estoy viendo esto? Si nunca hubiese visto una película de The Matrix, ¿cómo debería interpretar todos estos superpoderes que tienen de repente la china del pelo azul y los tíos de las gafas de sol? ¿Qué es eso de la píldora roja y la píldora azul? ¿Y la china del pelo azul, Bugs, sabe que vive en una simulación? Pero entonces te has cargado la mitad de la película en el minuto ocho. ¿Cuál coño es el puto conflicto entonces? ¿Dónde está el drama, la intriga, el misterio?» Pasan cosas raras. Pero son cosas raras sin pies ni cabeza, que no tienen coherencia, que sólo son «momentos cómo molo» de esos que tanto le gustan a Zack Snyder.

En este punto aún faltan más de dos horas de película. Y ya se te está haciendo eterna.
«¡A la mierda! ¡Me la tomo!»

Lo que sigue a continuación tiene cada vez menos sentido y es cada vez menos original. ¿Estamos viendo un universo alternativo en el que Matrix es un videojuego, o una red social, o una especie de Second Life, o todo a la vez, o algo que no entiendo del todo, y Neo, que obviamente no se llama Neo, en este universo es el lead programmer o directamente el creador de ese Matrix, y está encoñado de una Trinity que no se llama Trinity, a la que no se atreve a acercarse, pero que cuando consigue cambiar una docena de palabras con ella resulta tener un montón de cosas en común con la Trinity original, lo cual obviamente no tiene sentido, porque estos dos personajes no habían hablado nunca hasta ahora?


Y resulta que este Neo que no es Neo está un pelín perjudicado de la cabeza y en tratamiento con psicofármacos y terapia, que es que ya tuvo una crisis mental en el pasado, probablemente por exceso de trabajo (quería crear un videojuego, o lo que fuese, indistinguible de la realidad y no sólo lo consiguió, sino que acabó teniendo él mismo problemas para distinguir la realidad), e intentó saltar de un rascacielos y todo, y se toma montones, pero montones de cápsulas azules, pero no de las de penisdurina, y yo no dejo de preguntarme adónde coños, y no pretendo hacer un chiste tránsfobo, quiere llevarme la directora, ni por qué espera de mí que empatice automáticamente con este señor del cual no sé prácticamente nada y lo poco que sé de él me lo está haciendo repelente.

Media hora y ya estoy hasta las pelotas de que me vuelvan a enseñar
de fondo y en «momentos "retrospecter"» escenas clave de la Matrix original, como si la directora confiase que la apelación a la nostalgia me distraiga de la triste evidencia de que este sindiós es aburrido, confuso y sacrílego.

Esto ya lo he visto.

A partir de aquí, Resurrections fusila casi plano por plano la estructura de la primera Matrix: el reclutamiento de Neo, su encuentro con Morpheo, su rescate y entrenamiento... aunque el argumento no parece ser ya «vamos a salvar a la Humanidad» sino «vamos a reunir al Keanu con su chorba porque el amor es lo que mueve el mundo y blablablá». Aparte de eso hay algunas diferencias con la primera película, pero son accidentales. Puramente anecdóticas, y es realmente doloroso ver a la Wachowska admitir implícitamente, escena tras escena, diálogo tras diálogo, que en realidad no tiene absolutamente nada nuevo que ofrecernos sobre este universo y estos personajes (La nueva Sión, que ahora se llama Io, es Sión, pero con el nombre cambiado. ¿Y qué cojones aporta a la película esa especie de gira turística que le hacen a Keanu Reeves por ella? El nuevo Morfeo es digital, y un pelín amariconado, y ya no tiene la cara de Lawrence Fishburne. La Nabuconodosor ahora se llama Mnemosine. Por lo demás es indistinguible de la primera. El papel de líder de la resistencia y capitán de la nave que en la primera The Matrix correspondía a Lawrence Fishburne ahora se lo han dado a una mujer porque inclusividad, porque feminismo, ¿porque patata?, de la misma manera y por las mismas estúpidas razones por las cuales ahora es Trinity-Tiffany la que accede al «modo súper-saiyan» en vez de Neo).


Todo son ocurrencias, no elementos narrativos. Pajas mentales de fanboy, no arquetipos argumentales. Ideas felices, no guion. Y de repente empiezas a alegrarte de que a Lawrence Fishburne no le hayan ofrecido sumarse a este proyecto ("I have not been asked to join them, which is fine. I am hopeful that it will be wonderful and it will satisfy audiences and that people will love it.") y también empiezas a sospechar que la ausencia de Hugo Weaving del reparto de Resurrections tal vez, sólo tal vez, no se debió a ningún «conflicto de agenda», como los productores han sugerido.

Matrix Resurrections coge todo lo que funcionaba en la película original (la ambientación comiquera, las coreografías de artes marciales estilo anime, el mesianismo del personaje de Neo, los entonces rompedores planos en bullet-time, la desintegración de la realidad estilo Phillip K. Dick, la seducción de una vida falsa, pero cómoda y feliz, frente a la mugrienta y aterradora realidad) y lo destruye, y aporta un montón de ideas nuevas (La imposibilidad del libre albedrío, el lenguaje metarreferencial de meter a Matrix dentro de Matrix, la dificultad de confiar en la propia experiencia del mundo una vez que hemos sido instruidos para cuestionar nuestra salud mental, que  las máquinas se vuelvan unas contra otras, el mea culpa por la entronización cinematográfica de las películas superficiales, formularias y cobardes de superhéroes, de las que The Matrix es precedente...) a priori tan prometedoras pero resueltas de manera tan superficial y desganada que nos importan un huevo y encima no llevan a ninguna parte.

Y me agota hasta hablar de la cara de hartazgo que tiene Keanu Reeves durante todo el metraje. Ese rictus «yo sólo estoy aquí por la pasta»  sería casi lo peor de The Matrix Resurrections si pudiese haber algo peor que The Matrix Resurrections en sí misma. ¡Hasta en John Wick es más expresivo!
¿Te suena este plano? Sí, yo también lo había visto ya.

Matrix Resurrections debería llamarse Matrix Deconstructions, porque a eso se dedica: acelera la Matrix original a velocidades cercanas a la de la luz, a una temperatura cercana al cero absoluto, y la estrella para que podamos ver rebotar los pedacitos que la componen.

Y es un espectáculo desolador ver una película que todavía hoy, veinte años después de su estreno, no sólo resiste admirablemente la prueba del tiempo sino que ser las arregla para que todavía la ames (y llegados a este punto ya no sé si soy yo escribiendo sobre The Matrix o mi subconsciente escribiendo sobre Carrie-Anne Moss), hecho pedazos sin propósito alguno.
Las fabes es lo que tienen.

The Matrix creó una estética nueva, un dialecto cinematográfico imitado, homenajeado y plagiado por muchos largometrajes posteriores que fracasaban en incorporar esos elementos «estilo Matrix» (el bullet-time, los travellings axiales, la estética ciberpunk-fetish-western-peli de chinos voladores) porque todos esos recursos estilísticos sólo tenían sentido en The Matrix. Underworld quizá fuese el más honesto intento de hacer una película estilo Matrix pero con suficiente vergüenza torera para respetarse a sí misma, con esa pseudo-Trinity de Kate Beckinsale vampira enfundada en látex negro pegando saltos y disparando cantidades absurdas de balas. Todas las demás películas que lo intentaron (la escena de la explosión en Operación Swordfish es el primer título que me viene a la cabeza) no podían ocultar su referente original o se convertían, lo pretendiesen o no, en parodias automáticas.
Vampiros matrixeros.

Nadie hará películas al estilo de The Matrix Resurrections porque The Matrix Resurrections carece de personalidad propia, no aporta absolutamente ni un sólo elemento característico que no estuviese ya presente en la película de 1999, donde fue tratado más dignamente o estaba justificado desde el punto de vista de la ambientación, la historia o el argumento.

No me sale ni hacer el chiste repetido hasta la saciedad en Internet en las últimas semanas; ya sabes, el de «los Wachowski sabían hacer películas hasta que les cortaron los cojones». Joder, V de vendetta era un sacrilegio para cualquiera que conociese el cómic en el que se basa, pero como película más o menos funcionaba. El Atlas de las nubes ya sí que era mala a rabiar, como prácticamente todo lo que se ha hecho a partir de un libro de Ayn Rand. De Meteoro no sé nada, que no la he visto, pero el siniestro total que se comió en taquilla es muy significativo. El destino de Júpiter era directamente venenosa. Casi anticine. No sé cómo, vista la trayectoria de los últimos años de las Wachowski, a alguien se le pudo ocurrir que The Matrix Resurrections podría ser diferente a lo que ha sido.

Y eso que, contra su reputación de clásico instantáneo, hay gente, incluso gente muy inteligente, a quien no gustó la primera Matrix. Un amigo mío no se cansa de chincharme repitiendo donde yo puedo oírle que los Wachowski querían hacer Ubik y no se atrevieron o no le salió. Yo no tengo tan claro que ésa fuese su intención original (y la ya feminizada Lili Wachowski se ha sacado ahora del bolso que en realidad toda la película era una metáfora sobre su disforia de género) pero honestamente es un tema que me trae al fresco: la película me seguirá gustando sea lo que sea que se suponga que signifique, y si es un «Ubik mal hecho» es un error afortunado. Como las pelirrojas, que son rubias mal hechas.
¡Esos pómulos! ¡Esooooos pooooomulaauurfffgssssh!

Como no podía faltar en un mundo bien servido de gilipuertas y pesebreros, hay gente sugiriendo que The Matrix Resurrections es una secuela a la altura de la trilogía original.

Hay que joderse, pero por una vez tengo que darles la razón a los imbéciles.

The Matrix Resurrections es una secuela a la altura de la trilogía original, cierto. Y no es menos cierto que la trilogía original es UNA PUTA MIERDA de la cual sólo se salva la primera película. La única de las tres que es coherente. La única que se esfuerza por contarnos una historia y no ligar escena de acción sin puto sentido tras escena de acción sin pies ni cabeza. La única que tiene protagonistas atractivos, una historia fascinante que toca temas arquetípicos, un conflicto apasionante, una identidad propia. A Reloaded y Revolutions no las salva ni Sara Sampaio Dominátrix. Esa trilogía a la altura de la cual está Resurrections es un completo cagarro que no funciona como unidad y los méritos de The Matrix no encubren los deméritos de sus secuelas porque si coges un barril de mierda y le añades una copa de buen vino obtienes un barril de mierda y si coges un barril de buen vino y le añades una copa de mierda obtienes un barril de mierda.
(Por si te estás espesito: The Matrix = buen vino, Reloaded y Revolutions = mierda; buen vino + mierda = mierda, independientemente del orden de los factores).
El día en que descubrimos que teníamos un fetiche con el látex.

No sé las veces que me he visto la primera The Matrix. Sus secuelas, sólo una vez. Y aún me siento sucio por ello. Como si hubiese sodomizado durante las campanadas de Nochevieja a la madre borracha y MILF de esa novia que no tengo. Me voy a tener que sacar el sabor a pedos que me ha dejado Matrix Resurrections poniéndome otra vez la película fundacional de la franquicia o los cortos de Animatrix. Pero hoy no, que estoy saturado y tengo el estómago revuelto.

Concluyo suscribiendo la afirmación citada más arriba: The Matrix Resurrections es un largometraje a la altura de la trilogía original.

Qué pena.

Qué maldita pena que lo sea.
El día en que confirmamos que teníamos un fetiche con el látex.

Y lo dejo aquí porque ya le he dedicado a este terrible error cinematográfico más palabras de las que merece.

Por Dios, que no hagan secuela de la secuela.