sábado, 26 de mayo de 2018

Pianista en un burdel

Cuando la gente te pregunte a qué dedicas el tiempo libre, por el amor de Dios te lo pido, no les digas que eres escritor. Acepta este consejo que me dieron hace años y diles que tocas el piano en un burdel.

En anteriores entradas de Paratroopersdon'tdie (ni las enlazo aquí; te las buscas y punto) te he explicado las razones por las cuales deberías mantener en secreto tu vicio de maricones, rojos, porreros, puteros, borrachos e inútiles, y todas ellas son buenas.
Pones «escritor putero, borracho e inútil» en Google y te sale el pobre Bukowski.
Pero hay una razón aún mejor para mentir sobre tus flirteos con la tecla, y es protegerte a ti mismo y tu salud mental del día en que un amigo barra conocido barra tocapelotas, tan osado como mal informado, se coloque los cojones con la mano y te pregunte a la puta cara:
«¿De dónde sacas las ideas?».
Hay mucha mística falsaria implicada en este asunto. Neil Gaiman incluso ha publicado sus reflexiones al respecto en un precioso panfleto que recomiendo leer a todo el mundo, aunque Neil Gaiman hace tiempo que empezó a tomarse demasiado en serio a Neil Gaiman y obliga al pobre de Neil Gaiman a escribir párrafos de una sempiterna trascendencia dramática, por momentos algo forzada.
Que conste que es un jolly goodfellow y le queremos mucho.
«¿De dónde sacas las ideas?».
El segundo día más triste en la vida de un escritor es el día en el que le hacen esta pregunta.
(El más triste es aquel en el conoce a su futura viuda).
«¿De dónde sacas las ideas?».
La respuesta es: «de mi puto bolo».

Evidente, ¿verdad?

Pero, como todas las respuestas evidentes, además de reduccionista, esta réplica probablemente también sea falsa. Es obvio que las ideas surgen de tu cerebro. Es tan obvio que nadie debería preguntarte por su origen. Y sin embargo siguen haciéndolo. ¿Por qué? ¿Porque, tal vez, sospechan que los cerebros de los escritores establecen unas conexiones neuronales únicas, o al menos particulares, que les permiten convertir esa idea en una historia?

Porque, afrontémoslo, no todas las ideas se convierten en historias; no todas las ideas tienen la posibilidad de convertirse en historias o, bajando al lodo de la sinceridad, no todos los escritores son capaces de convertir en historia una idea concreta.

Tengo ideas para novelas y relatos que me acompañan desde, al menos, los dieciséis años.

He intentado poner por escrito algunas de ellas.

Y he fracasado. Después de varios borradores más o menos extensos, no me quedó otra que reconocer mi derrota y guardar esas ideas en un cajón.

Tal vez no fuese el momento apropiado para escribirlas. Me ha pasado un par de veces: recuperar una idea contra la que había dado de cabezazos años atrás y convertirla en un cuento o una novela así, ¡chas y aparezco a tu lado!, en un parpadeo, cuando en mi primer intento había sido incapaz de conducirla a buen puerto. Tiempo después, con algo más de experiencia vital y algunas decenas de miles de palabras extra en mi currículum, vi claramente un camino para esas ideas frustrantes y las acompañé por él hasta el final.
Hasta Mordor, cuando hizo falta.
Pero hay ideas que siguen resistiéndoseme. Desde hace años y, algunas, incluso décadas.

Tal vez yo no sea el autor adecuado para darles cuerpo. Así de simple.

¿Que si eso me preocupa? Dios, no. Tengo ideas suficientes para varias vidas. Si no puedo convertir en relato las que se me resisten, acudiré a mis repositorios y lo intentaré con otra.
«¿De dónde sacas las ideas?».
Te seré muy sincero: en ocasiones, las ideas se me ocurren leyendo un libro.

Leo un libro y veo un arco argumental interesante en el que el escritor se ha negado a profundizar, o un personaje injustamente desaprovechado, un tratamiento del argumento simplemente cobarde, o cualquier otra cabronada de las que te revuelven el estómago (¿el de escritor o el de lector?; yo también me lo pregunto), y, movido por el deseo de corregir esa injusticia, me pongo a escribir.

En ocasiones es así de simple: escribes la idea que otro escribió mal, o que no se atrevió a escribir, o a desarrollar con la dignidad que, en tu opinión, esa idea merecía.
(Y lo que vale para un libro vale para una película, un cómic, una serie de televisión... Haz la prueba con los párrafos anteriores, cambia «libro» por cualquiera de estas otras palabras y verás como el argumento no cambia).
«¿De dónde sacas las ideas?».
Te seré muy sincero: en ocasiones, esas ideas me las encuentro en la vida. Así de simple. En la sala de espera del dentista, en un autobús, en la cola del cine, en un andén del metro, en la conversación con un amigo, surge esa idea. Veo u oigo algo que me inspira preguntas, y mi cerebro, como en piloto automático, empieza a sugerirme algunas posibles respuestas.

Quizá por eso somos escritores: porque poseemos algún tipo de mecanismo automático que empieza a formularse preguntas a partir de sucesos de nuestra vida cotidiana, o alguna obsesión incurable que nos exige buscar una narrativa a esos mismos sucesos.

Quizá por eso escribimos todos los que escribimos: porque necesitamos respuestas a preguntas que antes nadie se ha hecho, o se las ha hecho pero no llegó a ninguna conclusión, o llegó, pero sus conclusiones nos resultan inútiles, incomprensibles o erróneas.
«¿De dónde sacas las ideas?».
Te seré muy sincero: en ocasiones las ideas se me ocurren en sueños.

Lo juro.

Mira, por ejemplo; esto lo escribí en mitad de la madrugada, con una letra infame:
«Toda la Tierra es La Mancha y toda La Mancha es Werner Herzog. Nadie vive como él esa pasión por su Arte, esa obsesión capaz de llevarle a hacer cruzar un barco a través de la selva (Fitzcarraldo) o hacerle trabajar una vez más con su actor fetiche, Klaus Kinski, al que detestaba e incluso llegó a disparar. Nadie como Herzog ha encarnado el quijotismo en el cine, esa obsesión rayana en el surrealismo, esa desesperada ansia por ser, siempre y por encima de todo, Werner Herzog.

»Quizá porque nadie le dijo que era imposible. Quizá porque nadie nunca antes de él había intentado ser Werner Herzog».

(El texto seguía y seguía, pero esto es todo lo que conseguí arrancarle al sueño).
 (Sí, sí, lo sé. no es Kublai Jan).
El barco del fondo no es un decorado. Lo juro.
Y esta pieza de prosa, que quizá sería apta para prologar una biografía sobre el director de Aguirre, la cólera de Dios y Nosferatu, vampiro de la noche, o una nueva edición de Conquista de lo inútil, se me ocurrió íntegra en sueños. Me desperté de madrugada y empecé a escribirla casi a tientas, sabiendo que iba a fracasar en ponerlo todo por escrito porque cuanto más me esforzaba en recordar cómo seguía más rápidamente se me olvidaban los detalles.

Pero esta pieza de prosa, que se me ocurrió íntegra en sueños, no es apta para prologar la biografía de Werner Herzog ni para nada, porque no tiene ni pies ni cabeza. O sea ¿«Toda la Tierra es La Mancha y toda La Mancha es Werner Herzog»? ¿Y eso qué cojones significa? ¿Que toda la Tierra es Werner Herzog? Imposible. No está lo bastante gordo. Si hubiese escrito «Toda la Tierra es La Mancha y toda La Mancha es Orson Welles», todavía, pero ¿Werner Herzog? Además, Welles sí que rodó una película sobre Don Quijote, así que la asociación de ideas estaba ahí, pero ¿Herzog? ¿En serio? Y, sí, puede que haya algo de quijotesco en ese barco que, de verdad, Herzog hizo transportar a través de la selva, de verdad, pero semejante chifladura no es más propia del cerebro reseco de don Alonso Quijano, más arquetípicamente obsesiva (y ni siquiera sé qué cojones pretendo decir cuando escribo «arquetípicamente obsesiva»), que la de Terry Gilliam por... bueno, por Don Quijote, sin ir más lejos, proyecto que acarició durante la mayor parte de su vida, que estuvo a punto de llevarle a la sepultura (si quieres conocer los motivos, échale un ojo al documental que iba a ser el «making of» y acabó siendo la «crónica de un desastre anunciado»), y que nos congratulamos de que, por fin, haya sido capaz de materializar.
Terry Gilliam y Jean Rochefort, en algún momento antes de pedir la baja médica.
Hay veces, digo, que las ideas se me ocurren en sueños.

Pero eso no las convierte en buenas ideas. Y ni siquiera en ideas que tengan sentido. Ni muchísimo menos en ideas que puedan trasladarse al papel. La gramática de los sueños y la del lenguaje humano se dan de hostias como comadres en las rebajas de enero.
«¿De dónde sacas las ideas?».
Te seré muy sincero: algunas de mis mejores ideas son el resultado de un reto que me impuse a mí mismo. Algo en plan: «¿a que no hay cojones a escribir sobre...?» o «¿a que no eres lo bastante hombre para escribir un relato con los elementos A y B, ambientado en C, de género Z o con el estilo de X?».

Y quizá sea un tema a tratar en profundidad en otra ocasión: el de si se puede ser creativo sin ser ambicioso. Si toda tu falsa humildad no es más que la tirita de un ego superlativo, el Sidol de una vanidad monstruosa. A fin y al cabo, como escritor no solo crees que tienes algo que contar, sino que es tan importante que merece la pena ponerlo por escrito, ¡no vaya a ser que las próximas generaciones se vean privadas del exquisito placer y el privilegio, tal vez inmerecido, de leerlo!
«¿De dónde sacas las ideas?».
Te seré muy sincero: algunas de mis mejores ocurrencias no tengo ni reputísima idea de dónde proceden.

Lo juro. Mi cerebro sigue siendo un misterio para mí. Espero que por muchos años.

Y quizá escribo porque trato de desentrañar el funcionamiento de esa máquina mágica y sorprendente.

O porque no todo ha de ser incubar pensamientos impuros hacia Sara Sampaio y engullir porno gratis en Internet.
«Bueno, entonces ¿cómo escoges las ideas que vas a escribir, si dices que tienes tantas?».
Ah, bueno, esa pregunta es la prima hermana gordita, y algo putilla, de «¿de dónde sacas las ideas?», y ahonda en el complejo y subjetivo asunto de la creatividad, para el cual no parece haber una respuesta unívoca.

Cuando alguien le pregunta a un escritor de dónde saca las ideas, o cómo escoge las historias que quiere contar, nos encontramos con dos tipos de respuestas: la del artista diplomático que quiere dar la impresión de haber tenido alguna oportunidad de escoger y la del afanoso juntaletras que empieza a tomarse demasiado en serio a sí mismo (síndrome Neil Gaiman) y admite su impotencia a la hora de explicarlo.

El primero te soltará una larga, pedante e indigesta parrafada justificando su elección, el segundo zanjará la cuestión con una respuesta de impostada mística, que probablemente redactó con mucho cuidado, regocijándose de su elocuencia e ingenio, antes de memorizarla para cuando la necesitase; algo del estilo de «son las historias las que me escogen a mí», pecado el cual todos hemos cometido alguna vez.

Ambos autores mienten o, al menos, esconden parte de la verdad.
No me obligues a decir dónde la esconden.
El primer escritor, epítome del libre albedrío, te oculta que, en realidad, la historia sí le escogió a él. El segundo plumilla, convencido erróneamente de que dándose aires de bohemio incrementa sus probabilidades de follar, oculta bajo pirotecnia de Aliexpress las decisiones creativas conscientes que tomó durante la redacción de su relato (decisiones de estructura, estilo, voz, argumento...) y convierte el oficio de escribir en una especie de ritual mágico reservado a iniciados.

Y lo cierto es que la verdad es mucho más prosaica y, a la vez, mucho más poética.

Escribir es un exorcismo. Es la única forma en la que puedes librarte de esas historias, de esos personajes que se han apoderado de tu cabeza, como ideas obsesivas, y te atormentan a todas horas.

Poner su historia por escrito es la única manera de hacerles callar.

Así que escribir, a grandes rasgos, es la única alternativa al manicomio.
Muy buenos reflejos, querido lector; observo que te has dado cuenta a la primera: acabamos de alcanzar el momento Neil Gaiman y empezamos a tomarnos demasiado en serio esta entrada de Paratroopers.

A ver si conseguimos arreglarlo.
«¿De dónde sacas las ideas?».
A mí no me engañas: en realidad tú no quieres saber eso.
«Bueno, y ¿cómo escoges las ideas que vas a escribir, si dices que tienes tantas?».
Ah, bueno, admitámoslo: en realidad, la respuesta a esa pregunta como que también te cruje muchísimo la polla.

Nada de lo que yo pueda decirte sobre estas cuestiones te interesa lo más mínimo.

Porque a ti la literatura, el complejo y subjetivo asunto de la creatividad o cualquier otra vocación que requiera imaginación, esfuerzo, intuición e inteligencia (y un poquito de buena suerte), como que te la pelan. Y mucho. Tanto o más como se la pelan a Sara Sampaio mis cuitas de amor por su escurrida pechuga y su mullido morrito lusitano.
Arfs, arfs.
La persona que, como tú, me pregunta «¿de dónde sacas las ideas?» no quiere entablar conmigo un diálogo sobre Arte; diálogo, que, todas formas, sería incapaz de seguir, o no me habría hecho esa puta pregunta.

No. La gente como tú solo quiere que le cuente el truco.


Te pillé.
El truco.

De eso se trata. Cualquier persona lo bastante imbécil, o lo suficientemente insensible, para preguntarte de dónde sacas las ideas, lo que en realidad te está diciendo es que lo tuyo no tiene ningún mérito, que eres un pretencioso y un farsante, que cualquier gilipollas podría hacerlo igual de bien que tú si conociese el truco; y el truco es un arcano misterioso que los desalmados escritores (dibujantes, músicos, directores de cine...) ocultáis a ojos de la humanidad y que, de ser hecho público, destruiría vuestra falsa imagen de privilegiados tocados por las musas y permitiría a cualquiera, literalmente a cualquiera, hacer arte al mismo nivel que vosotros, o mayor incluso.

«Yo también podría ser escritor. Que no me pongo porque no me da la gana, ¿eh? ¡Que el día que yo me ponga...!»

(Si me hiciesen una mamada por cada vez que he oído esta frase, u otra parecida, estaría ahora mismo momificado. Con una sonrisa de oreja a oreja, eso sí).
Por eso cuando te pregunten a qué dedicas el tiempo libre deberías decirle a todo el mundo que tocas el piano en un burdel. Porque el planeta Tierra está petado de gente tan desinformada, ignorante, narcisista, desdeñosa y agilipollada que necesita creer que lo tuyo no vale un mojón. Que tienes una máquina de fabricar ideas escondida en el desván de tu casa, o a un chino encadenado a un escritorio emborronando cuartillas sin parar, o que copias todos tus libros de algún autor kurdo que sólo publica tiradas de cien ejemplares, o que heredaste el archivo de un escritor inédito y estás fusilando toda su producción, limitándote a cambiar su nombre por el tuyo en la página del título; o que tienes un anillo mágico para controlarlos a todos y que, cada vez que te lo pones, se te ocurre una idea.
Una idea para gobernarlas a todas.
Hay gente dispuesta a convencerse de cualquier mamonada, a acusarte de cualquier cosa antes que reconocerte el menor mérito.

Cualquier cosa antes que reconocer la posibilidad de que tengas algún talento. Vocación. Destreza.

Hay, literalmente, millones de mierderos deseando reirse en tu puta cara de escritor y demostrarte que podrían hacer lo mismo que tu, con la punta de la polla y mejor que tú, si tan solo conociesen el truco que, ¡canalla, cerdo, podemita!, egoístamente les ocultas.

Es la clase de gente que te dice: «¡Ah, escribir! ¡Siempre he querido escribir! ¡Tengo una idea estupenda para una novela!».

La única réplica que se merece una afirmación así es:
«¿Y qué cojones haces aquí, perdiendo el tiempo conmigo? Corre cagando hostias ahora mismo a tu casa y ponte a escribirla».
Sí: la mayoría de la gente cree que lo tuyo no tiene mérito alguno, no requiere inteligencia, ni talento, ni sacrificio, ni disciplina, ni esfuerzo; que solo requiere conocer el truco.

Y la culpa de ello, una vez más, la tiene Yoko Ono.
(Y el espíritu de Lennon que le sale por los poros).
¿Quieres verme realmente cabreado? ¿Cabreado como un Gimli con tos y hemorroides?

Hazme

esa

puta

pregunta.
(Gruñido, gruñido, rugido).
Yo no bebo.
(Que sí. Que como escritor soy una decepción con ojos).
No bebo, en serio, y no hay truco. Soy abstemio por ninguna razón en particular. Ni tengo objeciones morales, ni dietéticas, ni religiosas contra el alcohol; de hecho, tomo otras cosas que me consta son perjudiciales, pero las tomo igual porque me gustan. No bebo alcohol porque no me atrae, no me satisface, no me gusta. Así de simple.

Pero hay gente que no se lo cree. Que no entiende que no beba porque no me sale del potorro. Que sospechan alguna razón oculta. Que inquieren acerca del motivo vergonzoso, o vergonzante, por el cual me niego a ingerir el néctar de la perdición.

Hay gente que huele a un inexistente gato encerrado en mi negativa a beber alcohol. Que se pregunta el motivo. Que necesita descubrir el truco por el cual rechazo el alcohol.

Esto solía ser un problemilla cuando yo aún tenía algún tipo de interacción social, porque me obligaba a cocinar alguna respuesta con la cual satisfacer la curiosidad de mi interlocutor. Pero al mismo tiempo era una buena gimnasia cerebral. Digamos que me mantenía en forma.
¿Por qué no bebes?
«Porque tengo el estómago algo delicado y tengo miedo de que me haga daño».
Eso debería ser suficiente, a fin y al cabo, a la mayoría de la gente se la cruje la otra gente, pero nunca faltaba el listillo que replicaba:
Pero si el alcohol te va a asentar el estómago, hombre, tómate algo.
Lo cual me exigía regurgitar otra excusa. Por ejemplo:
«No, no, hombre; que soy propenso a las jaquecas y una resaca me mataría».
Respuesta que me conseguía, al menos, un par de horas de paz.

Eso sí, en raras ocasiones me encontraba a algún bastardo al que no le satisfacían ninguna de mis impostadas razones e iba descartando, uno por uno, todos mis argumentos, como si disputásemos un partido de ping-pong dialéctico:
«Es que mi religión no me lo permite, y yo es que no quiero líos con Dios, ¿sabes? Me han dicho que se toma realmente a mal que le lleven la contraria».

«Me niego rotundamente a subvencionar al lobby de las bebidas espirituosas. Es peor que la Mafia, oye lo que te digo».


«Me sube mucho el azúcar y tengo miedo de acabar en urgencias y daros un disgusto a todos. Lo hago por vuestro bien».
«Por favor, dejemos el tema. Aún no estoy preparado para hablar de ello».
«Estoy en contra de los impuestos, y el alcohol paga impuestos. ¡Anarquía!».
«Tengo un paladar muy selecto y no me conformo con la misma mierda que vosotros. ¡Chusma!».
«¿Por qué coño me haces todas esas preguntas? ¿Qué eres? ¿Comunista?».

No obstante, llega un punto en el cual hasta este ejercicio mental acababa reventándome las pelotas. Entonces confesaba la verdad.
«Tío, es que no me gusta. Así de simple».
Pero si llegaba hasta este extremo era porque mi adversario no se iba a conformar con la verdad. ¿Por qué si no había rechazado todas mis razones, cualquiera de ellas perfectamente lógica y justificada?

Y entonces es cuando atacaba con toda la artillería.
«Es que he puesto esctricnina en el calimocho. No por malicia, ¿sabes? Es que odio a la humanidad y, además, me gusta ser el último en reirse».  
Juas, juas, juas, juas.
O:
«Conocerás la respuesta a esa pregunta por la mañana, cuando te despiertes en una bañera llena de hielo y con un riñón menos».

O la panacea:

«Te seré muy sincero: la última vez que bebí me desperté en la alameda, cubierto de sangre y llevando puesto un collar de pililas. ¡Y no veas lo que cuesta sacar la sangre de la ropa, una vez se ha secado! No, macho. No compensa el trabajo».
Porque ya tiene cojones que, además de soportar tu gilipuertismo, encima tenga que justificarme ante ti.

¿Que de dónde saco las ideas? 

Te seré muy sincero: me salen del agujero del carallo. No te jode.

viernes, 11 de mayo de 2018

No lloraré sobre la tumba de Michael Cimino (y IV)

(Venga, que hoy terminamos de profanar los restos mortales de Michael Cimino).
Después de ver el desastre de Batman v Superman (esa película que pudo ser maravillosa y no lo fue, y a pesar de todo la amamos), a los que seguíamos de cerca el rodaje de Justice League (esa otra película tan «oscura, deprimente, trágica»...; hablando de todo un poco, ¿habéis visto Infinity War?) no nos llegaba la camisa al cuerpo.

Cuando finalmente salimos del cine, suspiramos con cierto alivio.

Pero era un alivio más bien pírrico, envenenado de desengaño.

Porque Justice League es indiscutiblemente peor que BvS en varios órdenes de magnitud, pero no el cáncer de ojos que nos habíamos temido.
A tus pies, Gal.
Aquí va una pequeña cronología para situar el origen de nuestros temores. Resumidita, lo juro por Rao:
  • Abril 2014: se confirma que habrá película de La liga de la justicia y que la dirigirá Zack Snyder. Algunos de nosotros empezamos a cagarnos encima.
  • Febrero 2015: Zack Snyder, en su cuenta de Twitter, publica la primera imagen oficial de Aquaman y confirma que JL vendrá en dos partes. Las dos dirigidas por él. (Eso ya no sucederá).
  • Enero 2016: Geoff Johns, de DC, confirma que Green Lantern aparecerá en JL. Lo cual, a grandes rasgos y por no meter más espóilers, se acabó revelando mentira.
  • Marzo 2016: se estrena Batman v Supermán, recibida con devastadoras críticas de la prensa especializada invitada al preestreno (críticas a las que se acabará uniendo el propio Jeremy Irons). Empiezan a oírse los primeros rumores de cancelación de Justice League.
  • Abril 2016: empieza el rodaje de Justice League. (Vuelvo a tomar ansiolíticos).
  • Junio 2016: Deborah Snyder nos dice que no. Que nos limpiemos la mierda de los oídos. Que somos todos muy gilipollas. Que nunca se comprometieron a hacer una peli en dos partes. Ben Affleck, por su parte, nos asegura que la peli de la Liga va a ser muchísimo más divertida que BvS. Empiezo a acojonarme de verdad.
  • Julio 2016: liberado el primer teaser tráiler de la peli (un tercio de cuyo metraje volverá a ser rodado o jamás llegará a los cines, pero entonces aún no lo sabíamos) para la Comic-Con de San Diego. Pinta bien, pero no ilusiona ni tranquiliza; y tranquiliza todavía menos que el tráiler de Wonder Woman, presentado en el mismo evento, mola a Dios, a Cristo, a la Vírgen, a Zeus, Odín, Amón y a su puta madre. Queremos saber más. (O no. Ya no estamos seguros). Me doy a la bebida.
  • Octubre 2016: acaba el rodaje de JL, o eso creíamos, y Snyder lo celebra con un vídeo ja-ja-jachondo destinado a convencernos de lo divertidos, y coloridos, y lo Marvel que son ahora en DC, y que vayamos a ver la peli, por esa almita que nos pica en el cuerpo. (Empiezo a tomar drogas. De las malas).
  • Marzo 2017: se publica el primer tráiler de JL. Tampoco lo sabíamos esta vez, pero como un tercio de los planos de este nuevo tráiler nunca llegarán a los cines y los que sí lleguen lo harán mutilados. Además, Zack Snyder desmiente que JL dure casi tres horas. Esto parece una anécdota pero está muy lejos de serlo. ¿De verdad pretenden decirnos que Snyder ha rodado una peli de menos de dos horas? ¿En serio? ¿Qué mierda está pasando aquí? No me quedo nada, pero nada tranquilo. Aumento mi dosis de drogas.
  • Mayo 2017. Para estupor general, Zack Snyder abandona la postproducción de JL y se nos anuncia que Joss Whedon se hará cargo del proyecto y volverá a rodar algunas escenas. WTF??????!!!! Charles Roven, productor de JL intenta tranquilizarnos y nos dice que los reshoots estaban planeados de antemano. ¿Planeado de antemano? ¡Mis cojones sí que son de antemano! ¡Y de antepie! ¿Qué mierdas pintaba Joss Whedon en el rodaje de JL, para empezar? (Empiezo a esnifar poliéster y fumar masilla de carrocero. Y eso que aún no he visto el bigote de Henry Cavill mal afeitado con CGI, a Gal Gadot cambiando de peinado seis veces en la misma escena y a Ben Affleck engordar y adelgazar, y tener barba y no tenerla, entre un plano y el siguiente).
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
  • Junio 2107. Una de las primeras decisiones de Whedon es darle puerta a Junkie XL (¿Por qué este tío firma sus trabajos con nombre de drojadicto?) y contratar a Danny Elfman como compositor de JL. ¡Que Danny Elfman nos la cruje! ¿La peli es buena o, como empezamos a temernos, una mierda? Porque si es una mierda seguirá siendo una mierda con música de Danny Elfman, de Lady Gagá o con una sinfonía de eructos. Por otra parte, se estrena en España Wonder Woman. ¡Hostia! Perdón, quiero decir ¡HOSTIA! Sí, ya hemos dicho que la peli falla en su tramo final, pero ¡HOOOOOSTIIIIAAAAA!

¡HOOOOOOOOOOOOOSTIIIIIIIIIIIIIAAAAAAAAAAA!
¿Estarán recordando en Warner cómo se hacen películas de superhéroes?, me pregunto entonces, ilusionado. Recupero parte de mis esperanzas en JL y dejo las drogas que se pinchan y se esnifan, pero me mantengo fiel a las que se fuman.
  • Julio 2017. Publicado el nuevo tráiler de Justice League. Por fin le vemos la jeta a Gordon, pero sigo sin estar tranquilo. Luego descubriremos que, además de escenas  exorcizadas del montaje definitivo, este avance también nos pone sobre la pista de los diálogos capados por Joss Whedon, entre ellos los del pobre Gordon («But it's good to see you playing well with others again / But it's good to see you playing well with others again», y, de un plumazo, Robin jamás ha existido y nunca vimos su mausoleo en la batcueva de BvS, como nunca oímos que Justice League fuese a ser dividida en dos partes).

Pues pa mí que sí.
Este nuevo tráiler da al mismo tiempo escalofríos de gusto y cagalera de espanto. Si tuviésemos que deducirlo a partir de él, JL sería una bacanal de CGI, un abuso de cámara lenta Snyder-style y una colección de pin-ups. Y otra vez enseñan demasiado del argumento. Encima, Joss Whedon anuncia que el montaje de Snyder es tan penoso (empezaba a fraguarse la teoría del cabeza de turco perfecto) que necesita otros 25 millones de dólares para arreglarlo (al final serían bastantes más, entre 50 y 75, dependiendo de a quién preguntes). Tengo mi primera sobredosis. No debería mezclar grasa de molibdeno con líquido de frenos.
  •  Agosto 2017. Ben Affleck intenta tranquilizarnos, pero ya todo me la monda. Tengo pesadillas recurrentes con monjas de propulsión a chorro sobrevolando Gotham mientras mastican Batmitos, tararean el score de la serie de Batman de los 60 y se tiran pedos de gominola. Y todas esas monjas tienen la cara de Mickey Mouse.
  • Octubre de 2017. Se confirma que en WB han metido el hacha y la motosierra a JL. Una noticia positiva: he conseguido limitar las drogas a los porros de polvo de pitufo disecado liados con prepucio de unicornio en salmuera.
  • Noviembre 2017. Se estrena Justice League y es una catástrofe de crítica y público. No una catástrofe escala Green Lantern, gracias a Dios (al menos Justice League no induce al suicidio por prolapso anal), pero sí una decepción des-co-mu-nal. El PEOR estreno en la historia de una peli DC. Una promesa rota. Una maravillosa oportunidad perdida. Una amenaza a la continuidad cinematográfica del DCU. Warner podría haber tenido esto
¡Si me la llegan a poner con ocho años...!
o, mejor aún, esto
La mejor puta peli de superhéroes EVER. Y me quedo corto.
pero se conformó con esto
Ejem...
y ha estado muy, muy cerca de tener esto, otra vez
¡Sacadme los ojos! ¡SACADME LOS OJOOOOOOOS!
  • Febrero de 2018. Al fin nos enteramos de que Zack Snyder no abandonó JL incapaz de sobreponerse al trágico suicidio de su hija (desde aquí le comunicamos toda nuestra solidaridad por esa tragedia). Lo que no nos pudo decir Snyder entonces, amordazado por su NDA con Warner, es que no se fue de Justice League, LE CORRIERON A HOSTIAS.
WTFFFFFFFFFFFFF!!!!!!!!!????????????
Como suena. ¡A la puta calle! Ahora a ver ahora con quién te alineas: con DC/Warner, cuyos prebostes dicen que lo botaron porque su peli era «unwatchable», o con los fans de Snyder, que dicen que lo largaron porque estaba hasta el ojo ciego del cipote de que retorciesen y prostituyeran su peli y, encima, le echasen la culpa de que la estaba convirtiendo en una mierda.

¿De quién es la culpa de que Warner/DC esté haciendo trizas su prestigio?

¿De Greg Silverman, presidente de Warner Bros., que no conocía o fingió ignorar la moraleja de Michael Cimino y le dio manga ancha a Zack Snyder (porque Silverman no sabe hacer películas y se supone que Zack sí), además de que jamás quiso o se molestó en leer el puto guión de MoS o BvS y tampoco puso a Snyder de patitas en la calle (para no devaluar las acciones de WB en mitad de un proyecto a largo plazo o para proteger su bonus durante la fusión con AT&T) después de que BvS se hundiese en la taquilla? ¿De Jon Berg, vicepresidente de DC, a quien enseñaron la puerta de atrás tras la tibia acogida de JL?

¿De Kevin Tsujihara, a quien algunas voces responsabilizan de la exigencia de reducir JL a una peli de menos de dos horas? (Ya hemos explicado por qué en una entrada anterior). ¿De Geoff Johns, que tiene al menos tanta responsabilidad como Berg en los fiascos de BvS y JL, pero sigue en la compañía? ¿De Joss Whedon, a quien contrataron para parchear una película irreparable que Zack Snyder (a quien WB no había despedido a tiempo) había vuelto a joder? (O no. O a saber). ¿Del propio Zack Snyder, a quien Warner solo contrató porque Christopher Nolan no quería ni oír hablar de rodar más pelis de superhéroes, y al que luego dieron poder absoluto y no vigilaron lo suficiente?
¿De quién es la culpa? ¿La culpa es de las propias pelis del DCU, que son «demasiado oscuras, deprimentes, trágicas»...? Por cierto, ¿habéis visto Infinity War?

La peli de superhéroes más oscura EVER. Y me quedo corto otra vez (debe de ser genético).
¿Es mía? ¿Es mía la culpa, por querer que se rueden las mejores películas posibles de los personajes que me hacen soñar desde niño?

¿O hay alguien interesado en que el DCU fracase?

La socorrida mano negra

¿Hay una mano negra detrás de las malas críticas a las películas de DC? (tan «oscuras, deprimentes, trágicas»... como Infinity War, por cierto).

Pues tiene gracia que lo preguntes, porque yo tiendo a pensar que no, pero no dejo de encontrarme indicios que apuntan a todo lo contrario.

BvS aún no se había estrenado pero casi todos los críticos de cine de Estados Unidos ya tenían listos sus colmillos envenenados. Habían ido al pase de prensa, firmado el compromiso de confidencialidad por el cual aceptaban poner en cuarentena sus opiniones hasta la fecha del estreno, visto la peli, vuelto a sus casas y, casi unánimemente, puesto de chupa de dómine a Batman v Superman Dawn of Justice; listos para bombardear los medios con su colectivo desdén el mismo día del estreno. Como he contado ya, yo fui una de sus víctimas inocentes.

Wonder Woman aún no había salido de la mesa del montador y ya había personas empeñadas en vendernos que era un puto mojón.
"People inside [del rodaje de Wonder Woman] are already confirming it's another mess. It is almost impressive how you keep rewarding the same producers and executives for making the same mistakes, over and over."
"Mistakes"! My balls!
(Y, tras su estreno, James Cameron, como sin venir a cuento, y sin que nadie se lo pidiese, se permitió dar su opinión sobre la película. Espóiler: a James Cameron le jodió que Gal Gadot no fuese un callo malayo como Linda Hamilton o un macho castrado como la Sigourney Weaver de Aliens).
De Justice League, tres cuartos de lo mismo.
(Aunque en este caso, lamentablemente, tenían razón).
Durante la promoción de Live by night, a Ben Affleck le hacían una pregunta acerca de Live by night (que, por cierto, no está nada mal) y sesenta y ocho mil doscientas veinte preguntas y media de la peli de Batman que iba a escribir, dirigir y protagonizar. Como si pretendiesen hacerle odioso el personaje o recordarle, subrepticiamente, que su actuación en BvS no había conquistado el corazón de la crítica. Y luego le llamaban puto gordo y petaban Internet de fotos suyas algo fondón, o engullendo una MacBurguesa, o aireaban sus problemas con el alpiste líquido.
A título de ejemplo.
Puede que solo sea una casualidad, pero Ben Affleck se acabó rindiendo con la peli de Batman. Ni dirigirla, ni escribirla, ni mierdas. Como si hubiesen conseguido romperle los cojones de tanto Caballero Oscuro.
(Y desde que lo lograron no paran de insinuarnos, cada pocos meses, que el tiempo de Affleck como Batman ha tocado a su fin, o casi).
Perdonadme que insista, pero recordemos que la PUTA MIERDA (porque mira que es putimierdosa) de Thor: The Dark World, inexplicablemente obtuvo en Rotten Tomatoes una puntuación muy superior a la de BvS. Casi el triple.

El triple, lo cual ya sería lo bastante grave...
El triple.
...de no ser porque la versión Jim Carrey de Thor, esa mierda hilarante, ese vómito cómico, ese insulto cinematográfico (descojonante, eso sí) de Thor: Ragnarok obtuvo... Es que ni me sale teclearlo. Mirad. Mirad y llorad:
¿Que si hay una mano negra intentando hundir las pelis de Warner/DC?

Yo ahí lo dejo. Sacad vuestras propias conclusiones.

Pero soy de la firme opinión de que no tiene sentido atribuir a la maldad lo que puede explicarse como simple estupidez.

Si existiese dicha mano negra, no nos dejemos engañar, sería la de los ejecutivos de Warner que pusieron a un director de cine como Zack Snyder a hacer algo que no estaba capacitado para hacer y, en cuanto dejó bien claras sus intenciones, no le pararon los pies. Zack Snyder tiene su propias inquietudes como cineasta, su propia estética, sus propios vicios y carencias. Zack Snyder no sabe hacer películas estilo Marvel (que, por la cobardía y lentitud de reflejos de DC, ha sentado el cánon del género) y su personalísima visión del cine estuvo a punto de desfigurar incluso 300, indudablemente su mejor película, con mutantes, zombies, orcos ninja y monstruos de pesadilla, ausentes del cómic en el que se basa. ¿Qué esperaban en Marvel que hiciese Snyder con todo su catálogo de superhéroes? ¿Ir en contra de su naturaleza?

Molon labé!
DC convirtió en productor de toda su franquicia cinematográfica a un director conocido por sus películas oscuras, violentas, nihilistas y sórdidas (por cierto, ¿habéis visto Infinity War?), y después se llevaron las manos a la cabeza cuando la gente acusó, con motivos más que justificados, a Man of Steel, Batman v Superman y Justice League de ser oscuras, violentas, nihilistas y sórdidas. ¿Realmente era la persona apropiada para imponer su carácter a toda la producción cinematográfica del DCU?

Y eso que durante el rodaje de JL le teledirigían. «Que la peli sea menos oscura». «Que haya más comedia». «Que tenga más lucecitas». «Que no sea tan deprimente». «Que no dure más de hora y media». Y, en cuanto Zack les dio todo lo que le pedían, lo largaron a la puta calle, le echaron la culpa del desastre y trajeron a Joss Whedon para que siguiese haciendo lo mismo.

Sigo flipando con 300 cada vez que la veo. Me gustó Watchmen lo bastante para perdonar a Snyder la blasfemia de haberse atrevido a rodarla. Me gustó Dawn of the dead. ¡Joder, me gustó hasta la puta Sucker Punch, que es puro anticine!
Pero jamás contrataría a Zack Snyder, el chivo expiatorio perfecto, para grabar la primera comunión de mi sobrino.

Y no puedo dejar de preguntarme si Snyder alguna vez ha sabido, o aprenderá algún día, a rodar una película de superhéroes. Su sello personal funcionaba en Watchmen precisamente porque Watchmen nos cuenta una historia sórdida, oscura, nihilista, deprimente y violenta (hablando de todo un poco, ¿habéis visto Infinity War?). Pero ésa no es una receta universal para el éxito de absolutamente todos los géneros y todos los argumentos.

Ya lo hemos dicho: en DC llegaban tarde y estaban desesperados por alcanzar a Marvel con su propia marca blanca de Coca-Cola, así que echaron mano del único hombre disponible que les había hecho ganar algún dinero con una película de superhéroes. Literalmente del único disponible.

Watchmen había costado unos 130 millones de dólares y recaudado unos 185 en todo el mundo. Esto en Hollywood se considera un fracaso, pero era mejor que nada. Un beneficio de un 42%. Una fortuna, comparado con el misérrimo 9,3 de Green Lantern, una cipotada de 200 millones escandalosamente abominable, o con los 18 millones de pérdidas de la espantosa Catwoman.
En comparación, aunque Batman Begins tuvo un comienzo relativamente flojo (48 millones en su primer fin de semana, sobre un presupuesto de 150), la trilogía de Christopher Nolan sobre el Caballero Oscuro costó unos 585 millones de dólares y recaudó en cines unos alucinantes 2.462 millones, millón arriba, millón abajo. La venta de DVDs y merchandising habría que contabilizarla aparte. Warner Brothers quería que Nolan se ocupase de revitalizar la franquicia de Supermán y de las otras películas del DCU, pero Nolan no estaba interesado. Temía encasillarse en el género y sentía que había dicho todo lo que tenía que decir sobre el tema de las locuelas con superpoderes. Así que en DC se conformaron con la segunda mejor opción.

Se equivocaron.

Eso le puede pasar a cualquiera.

Pero perseveraron en el error, porque Man of Steel había costado 225 millones y recaudado 668. En conjunto, un buen negocio. Y a los contables de Warner les importan un carallo Supermán, el sol rojo de Kryptón, el general Zod y su puta madre. Si para decaer tuviesen que sacar a un Supermán con ocho piernas y dos cabezas, transexual y adorador de Lucifer, lo sacarían y punto; aunque ninguno de los fans de Supermán fuese capaz de reconocerle en la pantalla. «¡Decaigamos! ¡Decaigamos!». Hubiesen preferido que la recaudación de Man of Steel se acercase más a los ochocientos, novecientos millones, pero siguieron apostando por Snyder. Y no dejaron de hacerlo pese a su tendencia a la baja. Batman v Superman, que en esta bitácora ya hemos dicho que nos gusta mucho a pesar de sus innegables taras, se quedó en una recaudación total de 873 millones pese a haber costado más de 250.

BvS, la película que reunía por primera vez en la historia a los dos héroes más carismáticos de DC, obtuvo una recaudación muchísimo menor que la mejor cifra de la casa, fijada por The Dark Knight Rises en unos inalcanzables mil ochenta y cuatro millones de dólares (morterada que Infinity War acaba de follarse por una oreja y va camino de hacerlo también por la otra).

Una película de Batman en solitario había recaudado 200 millones más que una película con Batman y Supermán juntos. Más ignominioso todavía: BvS se quedaba 646 millones por detrás de Los Vengadores, su, hasta entonces, directo rival de la Casa de las Ideas. 646 millones. Lo que había recaudado, más o menos, Man of Steel. Y, como siempre se puede caer más bajo, y que vayan tomando nota en Warner, la odiada, vilipendiada y escarnecida BvS, en la que Snyder casi tuvo plena libertad, le sacó en taquilla ni más ni menos que doscientos dieciséis millones a Justice League (que, por otra parte, lo está petando en las ventas de DVD).
Y no, en Warner/DC no están entendiendo nada. Después de estarse relativamente calladito un tiempo, David Ayer ha acabado admitiendo que su Suicide Squad era muy distinta. Que él escribió otro guión, que filmó una película que otras personas, a las que no nombra, se encargaron de reescribir y corregir sobre la marcha. Con la evidente intención de hacer la peli menos David Ayer y más Marvel. ¡Y a él sí nos lo creemos, lo que no pudimos hacer con Josh Trank!
Not to mention adding humor». El ministerio fiscal ha terminado, Señoría).
Por poner solo un ejemplo (que es el que tenemos) de los cambios introducidos por esa «mano negra», la relación entre el Joker y Harley Quinn era mucho más siniestra y contradictoria de lo que vimos en la peli (que eran casi Bonnie & Clyde pero con más maquillaje).
El Joker, un personaje oscuro y violento, tiraba a Harley Quinn del helicóptero (mírate la peli para ver lo distinta que fue al final esa escena).
Why so serious?
El Joker de David Ayer era un puto maltratador y Harley su víctima, tan alienada por su victimario que vuelve una y otra vez con él a pesar de todo (aunque en la peli prevista por Ayer, Harley acababa escogiendo a sus compañeros de la Suicide Squad antes que a su sádico, desquiciado y peliverdoso Puddin).

Y todo eso fue tumbado por los ejecutivos de DC y Warner. Por Geoff Jones. Por Kevin Tsujihara. Porque querían otra peli. Querían una peli Marvel, sea lo que sea eso.
(Bueno, miento, en realidad lo que querían era la recaudación de una peli Marvel).
Y encargaron esa misión al director de uno de los largometrajes más violentamente antibélicos que se han rodado en los últimos diez años. Y pongo el énfasis en lo de «violentamente».
Y cuando David Ayer no pudo, no supo o no le salió de la bolsa de las pelotas entregarles esa peli, la pusieron en manos de un no declarado número de directores de montaje (en los créditos figura John Gilroy en solitario, aunque también se habla de que pasó por las manos de Michael Tronick, entre otros) que la cortaron, mezclaron y remezclaron hasta parir algo que, se suponía, medio se ajustaba a la receta de Coca Cola de Warner, pero que dejó a todo el mundo insatisfecho. Otra vez.

Equivocarse nos equivocamos todos.

Pero ¿seguir cometiendo los mismos errores de siempre con la esperanza de obtener resultados distintos?

Ésa es la definición de gilipollas.
(Curiosamente, y volviendo a Justice League, sigue habiendo fans convencidos de que el montaje de Snyder habría sido cualitativamente superior al que llegó a los cines, y exigen a WB que libere un «director's cut», una versión «La puerta del cielo» de JL que los pezzonovanti de la Warner ni siquiera se molestan en explicar que jamás ha existido ni existirá, porque muchas escenas guionizadas no llegaron a rodarse o solo existen como bocetos animados que costaría una millonada convertir en imágenes fotorrealistas. Incluso hay quien, en un ejercicio de pura arqueología especulativa, se ha currado una especie de reconstrucción forense de esa película que jamás veremos [como jamás veremos el diplodocus de 325 minutos de Michael Cimino] y que era, cómo no, mucho más oscura y deprimente que su versión definitiva).
(Esos mismos fans están aplaudiendo con los cojones el rumor, que me niego a enlazar aquí y darle ninguna autoridad, a falta de más información, de que Warner estaría negociando con Snyder un «montaje del director», a expensas del propio Snyder, al que tendría derecho legal según los estatutos de la Director's Guild of America. Eso sí, Warner no podría ni un euro de madera para ese director's cut. Vamos, que sería responsabilidad del bueno de Zack encargarse de reunir la pasta para terminar esa peli de Justice League que no le dejaron hacer).
(Y que tampoco es tan buena, afrontémoslo. Quiero decir, ¿realmente ésta era la mejor historia de la Justice League que podían contarnos? Porque la de George Miller me parece muchísimo más interesante [aunque los diseños de personajes recientemente publicados, con la excepción de Wonder Woman, ponen los pelos de punta] y el argumento del guión de Will Beall, que iba a dirigir el propio Ben Affleck en aquel otro primerísimo conato de largometraje, es que me la pone muy gorda. Por no señalar que las mejores historias de Batman de los últimos tiempos, descontando quizá Metal [por cierto, oscura, deprimente y trágica como nada que haya leído en años], se están contando en videojuegos como éste).
Dejémoslo claro: las películas de DC hacen dinero.

Pero, comparadas con los mayores éxitos de Marvel, no se comen una mierda.
También podría pensar que la socorrida mano negra responsable de la desastrosa gestión cinematográfica de los personajes de DC es la de quienes escriben comentarios en Twitter. Y sí, hay mucha gente cebándose en las películas de DC, por diversos motivos: porque Zack Snyder nunca les gustó. Porque al perro flaco todo son pulgas. Porque cada cinco segundos nace un cabrito. Porque algunas de las cintas de DC tienen los pies de barro. Porque vivimos en la era dorada de los haters. Porque en DC siguen sin tener un proyecto y están aún a la defensiva, y eso se nota. O pura y simplemente porque, debido a que están compitiendo en una liga cuyas normas fueron fijadas por Marvel, con sus aciertos y errores, la gente cree honestamente que las películas de superhéroes deben ser como las que producen Marvel y 20th Century Fox y rechaza esas pesadillas tenebrosas e hiperviolentas de Zack Snyder. Y esto tiene mal remedio.
(Y sin embargo, por increíble que parezca, los comemierdas que vomitan su bilis en Twitter no tienen ni puñetera idea de hacer películas, pero se supone que los estudios de Hollywood sí).
Los tuitidiarreicos no solo llamaron a Gal Gadot «machista» por afeitarse las axilas para BvS y Wonder Woman, (os jodéis, zorras: volvió a rasurarse para JL), sino que hasta  acusaron a Justice League de falocrática y patriarcal por sexualizar a las amazonas de Themyscira («bikini warriors» se las llegó a etiquetar), que, todo hay que decirlo, iban igual de sexys pero mucho más tapaditas en Wonder Woman.
Izquierda, Wonder Woman; derecha, Justice League.
Joder, ¡vaya si enseñan chicha! ¡Y bien fibrada! Estas amazonas, interpretadas por atletas profesionales (excepción hecha de Doutzen Kroes, a la que solo pagan por pasar hambre), casi dan miedo de lo potentes que están. Tienen hechuras de guerreras. ¡La hostia! ¡La que armaron los haters porque Gal Gadot estaba demasiado delgadita para encarnar a Diana (y encima se hacía la cera, la muy androcéntrica y falócrata) y ahora la lían porque les dan amazonas que por fin tienen cuerpo de amazonas y lo muestran!
¡Ole vuestros ídemes serranos!
¡Si es que no me canso de verlas!
¿Os imagináis una Wonder Woman así de hermosota?
(Ya voy viejuno y me se olvidan las cosas, así que confieso no recordar si se armó un cipostio semejante a costa de 300. Vamos, que no recuerdo si también entonces acusaron a Snyder de «sexualizar» a Leónidas y sus espartanos).
¡A lucir molla! ¡Que esto no se ve ni en el desfile del orgullo gay!
(Pero mi sentido arácnido me sugiere que no).
Se organizó tal quilombo a cuenta de las bikini warriors que tuvieron que salir las propias actrices, por boca de Brooke Ence (Pentesilea en la película, y en la foto que encabeza estos párrafos, agarrada a una almádena) y Samantha Jo, (a quienes ninguna de sus compañeras, hasta donde llega mi conocimiento, ha desautorizado), a desmentir las acusaciones de sexploitation; a decir que, a grandes rasgos, estaban encantadas de poder lucir musculatura y sentirse femeninas al mismo tiempo.
«The girls on set, we never thought of (the new costumes) as a sexy version. It felt a little more glamorous, if anything, because we had bigger, beautiful hair, which I loved.»
Al menos para la colosal y tierna Brooke Ence (en serio, es un osito de peluche), no había ningún problema con su vestuario.
«I’m an athlete first, right? (Usually) I can’t wear anything without someone commenting about my (muscular) body. So for me, it was actually really cool to be able to show it and not immediately feel masculine, but still very feminine».
 (Por no mencionar que las «armaduras» de látex que les pusieron en Wonder Woman les abrían llagas por abrasión a poco que repitiesen un par de tomas en las escenas de combate. Un detallito sin importancia).
Amazona tapadita.
Y Samantha Jo (su foto, sobre este párrafo), actriz y artista marcial, tampoco consideró su vestuario para JL sexista ni denigrante. De hecho, parece incluso un pelín cabreada por esa acusación. Las mayúsculas son suyas, las negritas mías:
"I have NEVER felt more empowered than I have on Zack Snyder sets."
Lee, lee.
Y, recuerdo, veníamos de cabalgar una ola generalizada de indignación freak, desatada por los autoproclamados paladines de DC, con motivo de la elección de la delgadita, rasurada y pechipitúfida Gal Gadot como Wonder Woman. Que si «parece un palillo»,

que si «me apoyo en ella y se rompe»,

que si «¿Gal qué? ¿Dónde más dices que sale?»,

que si «¿Por qué coño no ficharon a (groooaaaaarrrrr) Gina Carano?...»,
«¿...o a Beyoncé?».
¡Beyoncé!

A ver, que yo sería el primero en aplaudir con las orejas si me diesen una Wonder Woman negra, hispana, asiática o, ¿por qué no?, rubia.
De hecho, en los cómics se les adelantaron.
Pero... ¿Beyoncé? ¿En serio? ¿Los presuntos fans de DC me estaban diciendo de verdad que, antes que a Gal Gadot, hubiesen preferido ver interpretando a Diana a una cantante de rhythm and blues con registros dramáticos subterráneos por más que sus curvas sean patrimonio de la humanidad?
Maneras apunta.
Que sí, joder, que es exótica y está muy buena y eso, pero ¿Beyoncé? ¿No es broma? ¿Beyoncé mejor Wonder Woman que...?
Las comparaciones son odiosas, pero...
Amazonas de tetas pequeñas, sobacos afeitados y ombligo al aire. ¡La catatombe! ¡La fin del mundo! ¿De verdad deberíamos perder ni un segundo de nuestras vidas en leer lo que opinen los gilipollas?

Entonces ¿cuál es la solución?

Oh, si lo supiese, me presentaría en DC con un sobre cerrado y les diría: «Señores, tengo aquí su salvación. Cuando vea treinta millones sobre la mesa, comenzamos a hablar».

Como amante del cine y lector de cómics solo puedo decir lo que esperaba encontrar en las pelis de DC y no he recibido, o solo recibí en parte:
  • Personajes más humanos. No creo que sea mucho pedir que nos recuerden que hay corazones latiendo bajo esos trajes de colorines. Batman y Supermán están chocando constantemente en la Liga por su forma diametralmente opuesta de combatir el crímen. Son literalmente agua y aceite. Luz y oscuridad. ¿Podríamos ver más de eso, por favor? ¿Podríamos ver de nuevo a esa Diana llena de idealismo, bondad y compasión que nos enamoró en la película de Wonder Woman? ¿Podríamos ver a Supermán como lo que siempre ha sido: el bonachón granjero de Kansas con una ética insobornable y un sentido innato de lo que está bien y lo que está mal? Por favor.
Pero que muy por favor.
  • Personajes definitivamente más humanos. ¿Podemos, por ejemplo, ver a Batman dudar de su misión? ¿Quizá por culpa de alguna mujer, una Linda Page, una Silver St. Cloud...? Oh, mierda, ¿podemos verlo interesarse en Wonder Woman, o a ella en él? ¡Que salga del armario de una puta vez o se quite de encima esa etiqueta de homosexual reprimido!, porque se nos había prometido tensión sexual entre ambos en JL y todo lo que recibimos fue una hostia de Wonder Woman que Batman se había más que ganado. ¿Y si, al ponerle en su sitio el hombro dislocado, Diana hubiese visto la espalda de Batman, caligrafiada por veinte años de lucha contra el crímen, reconocido en él a un guerrero, lo cual no podría dejar de conmover a una amazona, y dejado su mano sobre aquella carne mortal uno, dos, tres segundos más de lo necesario, atrayéndose por ello una mirada perpleja de Bruce? ¿Con qué expectación llegaríamos a la siguiente película de la franquicia?
  • Más Batman detective. Batman investigando como Batman. Batman investigando como Bruce Wayne. Batman disfrazándose (en cine no se ha visto, pero en los cómics es algo más o menos habitual) para hacer sus pesquisas. Batman interrogando sospechosos. No necesariamente a hostias. Batman reuniendo pistas y realizando pruebas forenses. Batman llegando a deducciones. En resumen: Batman usando más el puto cerebro y menos sus biceps como jamones y sus juguetes Apple® de super alta tecnología, por favor.

  • Más Batman acojonando al personal. La presentación de Batman en BvS fue una genialidad de Snyder. Batman puede y debe ser una presencia ominosa. Un Hombre del Saco. Quiero ver a sus propios aliados, al mismísimo Gordon, cuestionarse si están tratando con una criatura de carne y hueso o con un engendro del más allá; poniendo en duda que Batman no tenga superpoderes, porque eso de aparecer y desaparecer sin ser visto ni oído y sobrevivir cada noche a catástrofes y heridas que acabarían con un puto escuadrón de Navy SEALs, como que no es normal.
    Y que reparta más leña, también.
  • Más a la Lois Lane de Man of Steel y menos a la de Batman v Superman. O sea, menos cebo para villanos y damisela en apuros (que ya estaría remuerta de no ser por Supermán) y más intrépida periodista con cero o menos respeto al peligro y capaz de descubrir los planes secretos de Luthor y la identidad secreta del más poderoso héroe de la tierra (y renunciar a la exclusiva por amor a él).
Nunca nos cansaremos.
  • ¡Más Wonder Woman, por Zeus, por Apolo y por Artemisa! Nunca nos daréis suficiente, así que ¡más, más, MÁS, MÁS! Wonder Woman salvando gente, sí, pero también convirtiéndose en un referente para mujeres y niñas de todo el mundo, esparciendo amor y ternura, promoviendo el pacifismo y el vegetarianismo (no es coña, está en los cómics), Wonder Woman icono feminista, ¡empoderando a las chatis! ¡Afeitándose la sobaquera!
  • Un Joker de verdad. Lo siento, Jared. Lo intentaste. Confiábamos en ti. Pero para interpretar al Joker hay que estar como las maracas de Machín o peor, y tú, hasta la fecha, has demostrado ser un tipo muy cuerdo.

  • A Green Lantern. Pero a uno de verdad. Y ¿podríamos tener también a Green Arrow? Y a unos Flash y Aquamán que hagan algo más que actuar de comic reliefs (¿Tiene algún sentido sacar a Khal Drog... Aquamán del agua y hacerle luchar en tierra? Se llama Aquamán, no Terramán). Otra vez gracias.
  • Un villano realmente terrible, y que no parezca un final boss de PS4. ¿Habéis visto al Thanos de Infinity War? Aparte del hecho de que en ningún momento te das cuenta de que es un monigote hecho por ordenador y con el jeto de Josh Brolin, ¡ése es un villano a la altura de un grupo de superhéroes! Thanos no quiere gobernar el universo ni demostrar que su polla violeta es la más grande del pollódromo. Thanos quiere salvar el universo. Como todos los utopistas, está trágicamente equivocado acerca de los métodos para conseguirlo, pero Thanos se considera a sí mismo el auténtico héroe de Infinity War, el único que ha visto el peligro que amenaza al cosmos y tiene la determinación de restaurar el equilibrio, pagando el precio que sea necesario; por cierto un sacrificio terrible, que le deja hecho un Cristo y con cara de «¿Mereció la pena? ¿Y si me he equivocado?».
¿Qué tal si, para la próxima de Justice League, en el caso de que la haya, nos dáis, es un ejemplo, un Lex Luthor que sí se haya tomado su medicación y suponga un verdadero reto para nuestros héroes? No me importa que vuelva a ser Jesse Eisenberg, con tal de que mantenga al día su receta de Focusín.

¡Adelante, Lex! ¡Sabes que las necesitas!
  • Unos guionistas que le guarden a sus personajes el debido respeto. Quiero decir... ¿Jimmy Olsen asesinado en el minuto 15 de BvS? ¿ES UNA PUTA BROMA? Ah, ya lo pillo, que era otro Jimmy Olsen o un agente de la CIA que había usurpado su identidad, ¿verdad? ¿Batman haciendo chistes en JL? Llevo leyendo cómics de Batman desde que usaba pantalón corto y le he visto hacer exactamente una broma en cuarenta años: en el Joker de Azarello. Y era una broma amarga. Sin gracia. Lo que Batman entiende por una broma.
Contratad a guionistas que vuelvan a romperme el corazón como en esta escena; la más conmovedora despedida entre un padre y su hijo que se ha filmado jamás. Contratad a guionistas que conozcan su puto oficio. Que me pongan los pelos de punta. Que me produzcan escalofríos de gusto. Que no se dejen pisar por los estudios de mercado. Que amen la historia que están contando y se empeñen en que también nosotros la amemos.
Por Dios, contratad a putos profesionales. Y que alguno de ellos sea mujer. Ya va siendo hora de que oigamos lo que tienen que decir sobre la materia.
  • Menos fan service y más historia. Gracias. ¿De qué cojones me sirve que en la escena post-créditos de JL me presentéis a Deathstroke si la película que me acabáis de ofrecer es una zurraspa en un calzoncillo nuevo? Es más, ¿por qué, a través de esa propuesta de Luthor a Deathstroke, me dais a entender que habrá más películas del DCU si, después de lo mal que habéis hecho ésta, es más bien dudoso que logreis atraer a la gente a los cines con la próxima? Digo más: ¿por qué cojones me seguís ofreciendo escenas post-créditos? ¿De verdad no había un momento apropiado en el metraje donde colocarlas? O a ver si, además de no saber hacer pelis de superhéroes, va a resultar que simplemente no tenéis ni puta idea de cine.
(¿Sabéis cómo surgió la primera escena post-créditos de una peli Marvel? Fue una frikada de Jon Favreau. Ni más, ni menos. Así es: casi todo el plan de negocio del universo cinematográfico de Marvel se basa en una paja freak del director de Iron Man).
  • ¿Podríamos ver a la Trinidad de la Liga ocupar el puesto que le corresponde? A Supermán aceptando su papel como faro moral e inspirando a todos a imitar su compromiso con la paz, su vocación de servicio y su fe infinita en el hombre; a Batman desempeñando el cargo de estratega y paranoico jefe de Inteligencia, director de operaciones especiales (de esas que es mejor no informar a Supermán), mentor de los nuevos reclutas y necesario contrapeso, con su pragmatismo, al idealismo de Supermán, y a Wonder Woman mediando entre ellos y recordándoles que sin corazón, sin piedad, sin amor y justicia como guías de su conducta, no serán más que vándalos con superpoderes?
  • Menos ja-ja-jachondeo y más épica. Salí del cine, tras ver Infinity War, con el corazón encogido y la picha como una piedra. Y un pelín cabreado también. Cabreado por la recurrente marca de Cola Marvel-Disney: el chascarrillo, la coñita marinera, el chiste inoportuno que, en la receta de Coca Cola de Marvel Studios, es ingrediente imprescindible de toda película de superhéroes (¡Por la hirsuta barba de Odín, lo que hicieron de Thor y Hela en Thor: Ragnarok!). Por el amor de Dios, la mitad de los gags humorísticos de IW  sobraban. Estábamos viendo una película trágica, oscura, deprimente; el puto Imperio Contraataca elevado a la enésima potencia. ¿Era realmente necesario hacer un chiste por minuto? ¡A eso digo no! Mira si el público que la vio conmigo tenía tan asumida esta fórmula de Coca Cola que se reía incluso cuando no tocaba: cuando a Spiderman le daban carro y medio de hostias o a Tony Stark le estaba pisando el pecho el puto Thanos. ¡Freaks del mundo, assemble! Que alguien se curre un fan-cut de Infinity War y le quite la mitad de las coñas marineras. Veréis como la peli no pierde absolutamente nada; muy al contrario, gana en épica y fuerza dramática. Gracias.

Y creo que con eso está bien para empezar.

¿Que si esos requisitos bastarían para enderezar el caótico curso del universo DC?

Joder, ni por asomo. Aunque es un buen comienzo.
Pero que no pande el cúnico. Todavía hay esperanza.

Porque, por increíble que parezca, Marvel también se equivoca

Por motivos ya indicados arriba.

Marvel (que ya no es Marvel, sino Disney) cree que todas las pelis de superhéroes deben ser comedias más o menos camufladas. Eso les llevó a convertir Thor: Ragnarok en una humillante cipotada que ha encabronado a muchos fans. Y eso que los responsables de la peli ya avisaban.
Diosa de la muerte que, en vez de miedo, da ganas de tocarte el pene.
¡Que me gustó Thor: Ragnarok, en serio! Me partí el carallo de la risa. Y ahí está el problema: me partí el carallo de la risa con una película en la que Thor pierde a su padre, su reino, sus poderes, su martillo, su dignidad y Hela asesina a sus mejores amigos e impone un régimen de terror en Asgard. Me descojoné con una peli que empieza con una masacre y acaba en el armageddón nórdico. ¿Puede haber momento menos oportuno para reírse que el fin del mundo?
(Si os joden las comparaciones, ahí van dos cubos: la Próxima Midnight de Infinity War acojona mucho, pero muchísimo más en un solo puñetero plano que Hela durante todo el metraje de Thor: Ragnarok. ¡Una puñetera sicaria alienígena tiene más presencia, impone mucho más [y no invita a masturbarse] y encarna una amenaza más tangible que la mismísima diosa de la muerte en el mismo puto universo cinematográfico!).
Pero mucho más.
Me deshuevé con Thor: Ragnarok, palabrita del niño Jesús, pero me preocupaba que anticipase una tendencia y que, a partir de ahora, todas las pelis de Marvel, perdón, quiero decir Disney, fuesen como ésta. Ya me parecía un exceso la mayor parte de los elementos de comedia de Doctor Strange, que, por cierto, también sale en Thor: Ragnarok. Haciendo el payaso. Como todo el mundo en Guardianes de la Galaxia 2.5..., ¡perdón!, quería decir Thor: Ragnarok.
El Doctor Strange. Uno de los personajes más graves y sobrios del universo Marvel sale en Thor: Ragnarok haciendo un numerito cómico.
(Si bien es el más ligero de todos los numeritos cómicos, porque lo de Thor con el cipote verde de Hulk es digno de Arévalo).
Marvel, quiero decir Disney, también se equivoca. Incluso en una película tan oscura, deprimente y trágica como Infinity War, donde el villano protagonista quiere, literalmente, cargarse a la mitad del universo. La mitad.
(Y lo han suavizado un poco. En los cómics, Thanos quiere acabar con toda la vida del universo. Toda).

Bueno, pues ni en esa película, tan oscura, deprimente y trágica que Justice League a su lado parece un maratón de Pocoyó (¿no habíamos quedado en que las pelis del DCU eran las oscuras, deprimentes...? ¿Qué es lo que falla aquí?), Marvel se resiste a meter ja-ja-jachondeo estilo Joss Whedon. Mucho ja-ja-jachondeo; incluso cuando no toca.

Además:

Hasta hace literalmente nada de tiempo no había en preparación una película de La Viuda Negra; se había insinuado una peli de La Avispa que no tenía fecha de estreno (finalmente el personaje aparecerá como secundario  o co-protagonista en Ant Man 2, aunque lo de «secundario»... ¿corre peligro Paul Rudd de que Evangeline Lilly se le coma todos los planos?), aún se están frotando los ojos por la excelente acogida que tuvieron las dora milaje y los otros personajes femeninos fuertes (y con protagonismo) de Black Panther, y lo de la Capitana Marvel también se les ocurrió ayer en el café (quedáos hasta la escena post-créditos de Infinity War. De nada), y aún está por ver cómo resuelven ambos proyectos. No hay en preparación una buena película de Elektra, ni de Hulka, Spider Woman, La Gata Negra...
Grrrrrrrrrllllll power!
En Marvel (¡Coño! ¡Disney! ¡Joder, que no me sale!) sostenían, hasta hace minutos, que la gente no quiere ver películas de superhéroes con tetas.
Yo sí quiero.
Y aquí es donde DC puede empezar a ganarle terreno a su competidora. Ni siquiera necesito irme al éxito clamoroso de público y taquilla de Wonder Woman (casi 822 millones para un presupesto de 149) para demostrarles lo equivocados que están. ¿Cuánto dinero ha hecho la serie de Los juegos del hambre? ¿Es que Katniss Everdeen no es una superheroína? ¿Por qué? ¿Porque no tiene superpoderes? Batman tampoco. ¿Cuántos millones de espectadores vieron la serie de Jessica Jones? PAGANDO. ¿Cuánto dinero hizo la primera franquicia de Lara Croft, a pesar de lo espantosas que eran las películas?


DC tiene una cuña que hincar en las grietas de los cimientos de Marvel. Ya ha empezado, con Wonder Woman, a sentar las bases de cómo debe ser una película de gran presupuesto protagonizada por superheroínas, pero les falta rematar el golpe. Quiero una peli de Canario Negro. Otra de Zatanna. Una buena peli de Catwoman y, ¿por qué no?, esa película de Harley Quinn que nos prometieron y seguimos esperando. Y, a partir de ahí, Marvel podría acabar haciendo sus largometrajes de superheroínas al estilo DC, y entonces la retroalimentación haría menos ignominioso que DC/Warner adoptase las fórmulas exitosas de Marvel/Fox para sus propias películas de superhéroes (¿habéis visto lo oscura, deprimente, trágica y DC que es Infinity War?). Y quizá, una vez establecida una gramática común, en DC dejarían de hundirse en la mierda buscando su propia receta de la Coca Cola y empezarían a preocuparse de contar historias. Odiaría tener que ser yo el que les recordase que de eso es de lo que viven.

Dejad de preguntaros cómo se hacen la cosas y simplemente hacedlas. Contratad a los mejores guionistas, directores y actores; dejadles muy claro lo que esperais de ellos y, después, dadles suficiente libertad para que puedan hacer el trabajo para el que fueron contratados. El trabajo que saben hacer mejor que nadie. ¿No fue eso lo que hicisteis con Patty Jenkins? Y funcionó, ¿verdad?

Id a ver Avengers: Infinity War y daos cuenta de una puta vez de cómo podría haber sido Justice League si le hubiéseis echado pelotas, hecho los deberes y puesto a profesionales competentes, y no Michael Ciminos, a cargo del proyecto. ¿Me váis a decir que vuestro risible e irreconocible Steppenwolf (o vuestros patéticos Ares, Luthor, Zod, Doomsday...) merece siquiera lamerle el esmegma del prepucio al Thanos de IW? ¿Vais a seguir agachando la cabeza, acomplejados, ante las acusaciones (mano negra) que reciben vuestras películas de «oscuras, deprimentes, trágicas» después de ver una peli Marvel ESPÓILER GIGANTESCO APROXIMÁNDOSE (selecciona con el cursor para verlo)> en la que mueren la mitad de los Vengadores y la mitad de los seres del universo ?<FIN DE ESPÓILER GIGANTESCO

No volváis a contratar a Zack Snyder para que ruede al estilo de Christopher Nolan, al de Jon Favreau, Joss Whedon o el puto Joe D'Amato. Pura y simplemente, eso no va a funcionar. Recordad quiénes fueron los pioneros. Volved a ver aquellas películas hasta que descubráis qué las hacía funcionar entonces y qué podría funcionar todavía hoy en día. Y volved a veros Infinity War otra vez, ¡hostia, que ya se me están inflando los huevos de repetirlo!
No permitáis que sean los contables y los ejecutivos los que tomen las decisiones creativas. Ellos tienen intereses que no pasan por hacer las mejores películas. Además, es que no saben hacer películas, coño, y no tienen la menor intención de aprender. Y si creéis que el retorno económico es la única magnitud a considerar en la aprobación de un proyecto cinematográfico u otro, más os vale tener muy presente que hay diversas formas de medir ese retorno. ¿Sabéis cómo decide Jeff Bezos si una serie de Amazon se cancela o sigue adelante? Por el número de «conversiones» que esa serie genera, es decir, por el número de televidentes que se dan de alta en Amazon Prime para ver esa serie.

Amazon está cancelando buenas, e incluso muy buenas series con buenas, e incluso muy buenas audiencias, porque no generan suficientes altas nuevas en Amazon Prime, desde donde el emporio del señor Bezos les podrá ofrecer toda clase de productos y servicios (priorizando siempre los suyos e invisibilizando a la competencia) que tienen poco o nada que ver con la serie que les interesa.
Imaginaos que en Warner escogiesen las películas que van a hacer en función de las entradas, Coca-colas, camisetas y cubos de palomitas de maíz que pudiesen vender en sus parques temáticos.
(Hostia, ¿acabo de darle a Warner una idea para su plan de negocio de los próximos veinte años? Si es que sí, reclamo el 15% de los beneficios).
Por el amor de Dios, no lo permitáis.

No hagáis caso a las protestas de los trolls. Los trolls no saben hacer cine, pero se supone que vosotros sí. Es más, no volváis a leer nada en Internet acerca de vuestras películas. Digo más: cerrad todas vuestras cuentas en redes sociales. Ya me daréis las gracias.
Y, por el amor de Dios, dejad descansar en paz a Michael Cimino.